Wednesday, July 18, 2018

Casos Olvidados: Enigmas de la Aviación



Casos Olvidados: Enigmas de la Aviación
Por Scott Corrales © 2018 para Arcana Mundi

“TWA 51 7, ¿desea informar sobre un OVNI? Cambio.
Negativo. No queremos informar.
Air East 31, ¿desea informar sobre un OVNI? Cambio
Negativo. Tampoco queremos informar sobre uno.
Air East 31, ¿desea presentar un informe de cualquier tipo? Cambio.
Negativo. No sabría qué clase de informe debería presentar.
Yo tampoco, Air East 31.
Haré lo posible por seguir el tráfico hasta su destino, Cambio”.


Cuarenta años después de que el público llegó a contemplar por primera vez aquella maravilla del cine llamada Encuentros cercanos del tercer tipo (o Encuentros en tercera fase), creación de Steven Spielberg, aún nos eriza la piel un poco escuchar aquel intercambio al comienzo de la película entre los aviones de pasajeros que presenciaban la misma manifestación OVNI, y la renuencia de sus pilotos a presentar un informe sobre el avistamiento ante la FAA (la autoridad federal de aviación de EEUU) sabiendo muy bien que hacerlo podría representar el fin de sus carreras como aviadores.

En octubre de 1961, la FAA (Agencia Federal de Aviación de los EEUU) confirmó el avistamiento de un gran objeto redondo por parte de los pilotos de dos aviones de pasajeros Boeing 707 el 21 de septiembre de aquel año – evento que se produjo sobre el océano Pacífico.

Los informes, según dicho negociado, fueron recibidos por las torres de control de las islas de Wake y Hawai procedentes del capitán Griffin de la aerolínea BOAC, así como de un piloto de la American Airlines cuyo nombre permaneció en el anonimato. El comunicado de Griffin indicaba que su vuelo se desarrollaba con la normalidad acostumbrada a una altura de 37,000 pies, despuntando el alba, cuando “un anillo de gran brillantez apareció en el cielo, unos cincuenta grados hacia arriba.” El objeto fue descrito adicionalmente como redondo, de contorno muy bien definido, y con un agujero en el centro. De acuerdo con el capitán británico, el objeto desconocido se desplazaba hacia el avión pero a una velocidad mucho más elevada, reflejando la luz a su paso, y desapareciendo por completo en poco más de cinco minutos.

Es muy posible que dicho avistamiento acabara descartado como una anomalía más, de no ser por la transmisión de la otra aerolínea que confirmaba la presencia del desconocido.

A miles de kilómetros de distancia de las aguas del Pacífico y dos semanas más tarde, otro profesional del aire afirmaría haber presenciado un objeto volador no identificado de dimensiones descomunales. El evento insólito ocurrió sobre el desierto de Utah, EEUU, el 2 de octubre de 1961.

El piloto Waldo Harris se disponía a despegar del Utah Central Airport en Salt Lake City cuando se fijó en el objeto. Una vez en el aire, decidió aproximarse al intruso a una altura de siete mil pies, pero manteniendo una distancia de tres millas (4.8 km). Harris afirmaría más tarde que el objeto era un disco de grandes dimensiones, con la clásica descripción de “plato sopero” de color gris, cincuenta pies de eslora y grosor de cuatro pies (1.2 m) pero sin claraboyas ni compuertas. El disco no emitía estelas de ninguna clase.

El objeto se desplazó repentinamente hacia arriba “como un ascensor”. El piloto emprendió la persecución, advirtiendo a la torre de control de Salt Lake City que se disponía a dar caza a un “platillo volador”, detalles que fueron comunicados a los aeropuertos aledaños. El piloto Harris hizo la curiosa observación de que el intruso parecía haberse detenido sobre la estación de radio Utah Lake, “como si estuviese investigando el transmisor direccional de la red Omni”. Tal vez cansado de la persecución, el platívolo sencillamente salió disparado en vertical, desapareciendo en cuestión de segundos.

Tanto el objeto como su persecución por Harris habían sido observados desde la torre de control del aeropuerto Utah Central por un total de siete personas. A través de los prismáticos, confirmaron que el objeto era de aspecto metálico, como el aluminio mate, y que reflejaba la luz del sol al maniobrar. El objeto oscilaba ligeramente al cernirse. La investigación militar del caso fue llevada a cabo por elementos de la base aérea Hill, quienes dictaminaron que se trataba “del mejor informe recibido de esta región.

Un año más tarde, también durante el mes de octubre, la tripulación de un barco de pasajeros con destino a Ceuta desde las islas Bahamas comunicó un avistamiento a la marina de guerra estadounidense.

El 3 de octubre de 1963, el S.S. Smith Tourist, bajo el mando del capitán Nilsen, presenció “lo que parecía ser un cohete o nave espacial en los cielos”. Según el informe preparado por el segundo oficial Connors, el objeto desconocido se desplazó sobre el mar dejando una estela tan brillante como la luz del sol y del mismo color. El informe aparecería posteriormente en el Aviso a Marineros de la Oficina de Hidrografía del U.S Navy, agregando que ningún lanzamiento estadounidense o soviético correspondía al avistamiento.

Tan solo meses antes otro objeto extraño había causado el malfuncionamiento de un proyectil Minuteman lanzado desde el cabo Cañaveral, haciendo necesaria su destrucción.

Un objeto redondo, con el aspecto de una gran luz blanca, había parecido repentinamente sobre la costa de la Florida la noche del 18 de marzo. Según testigos, el objeto incrementó su brillantez, y desapareció, dejando una estela que terminaba justo en el punto de su desaparición. Dicho fenómeno se produjo en el mismo momento que el Minuteman se desviaba de su trayectoria y estallaba sobre el Atlántico.

Un informe de la desaparecida organización NICAP apuntaba lo siguiente: “Esta no es la primera vez que el lanzamiento de un cohete ha coincidido con la aparición de un OVNI. En otro caso, un objeto desconocido aparición repentinamente sobre un polígono de pruebas de la USAF. Sus dimensiones eran superiores a las del cohete, así que el radar automáticamente captó una señal tan fuerte, rastreándolo por diez minutos mientras que se desplazaba y cernía sobre el campo de pruebas.”

No todos los misterios del aire estaban limitados a los cielos de América del Norte.

El 29 de diciembre de 1966, el vuelo 421 de la Canadian Pacific Airlines salía de Lima con rumbo a la Ciudad del México. El McDonnell/Douglas DC-8 estaba bajo el mando del capitán Robert Millbank con una tripulación total de seis y se desplazaba hacia el hemisferio norte a lo largo de la costa peruana cuando dos luces blancas y parpadeantes aparecieron juntas sobre el horizonte y a la izquierda del morro del avión. Las luces se dirigieron hacia el avión, separándose y emitiendo dos tenues haces de luz en forma de "v" hacia arriba.

A una altura de 35,000 pies, las luces acabaron por colocarse más allá del ala de babor del DC-8, permitiendo a los tripulantes verlos por todas las ventanillas posibles para evitar la posibilidad de que se tratase de algún reflejo. Uno de los aparatos desconocidos emitió un chorro de chispas como un fuego de artificio antes de desparecer de vista por completo. El avistamiento tuvo una duración total de siete minutos.

Con veintiséis años de experiencia a cuestas, el capitán Millbank declaró: "Creo que era algo más allá de lo normal".

Aunque resultaba difícil discernir la forma de los aparatos, parecían estar abultados en el medio, sugiriendo una forma de disco. Era posible ver una hilera de luces amarillas entre las luces de mayor dimensión de los objetos.

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