Monday, August 28, 2017
Avistamientos en alta mar: la experiencia del U.S.C.G. Eagle
Avistamientos en alta mar: la experiencia del U.S.C.G. Eagle
Avistamiento radar-visual desde el USGC Eagle el 21 de junio de 1965
Entrevista con Ed Salisbury por Ray Stanford
Traducción de Scott Corrales para Arcana Mundi
Esto sucedió a bordo del U.S.C.G. Eagle, nave de la guarda costa estadounidense. Eagle es un buque de adiestramiento. Mi rango era el de guardiamarina en la U.S. Navy, entrenando en un programa de intercambio con la academia de la guarda costa. Corría el verano de 1965. Éramos doce los guardiamarinas de la academia naval a bordo del Eagle. Yo estaba de vigía de 12 a 4 el 21 de junio, y había tomado mi puesto en la cubierta de proa, colocándome los audífonos de sonido. Era uno de cinco hombres que formaba parte de la vigía a esta hora. Los vigías estaban en la cubierta de proa, estribor y babor en el puente alto, los vigías de popa y los vigías del timón.
A mitad de la vigía, a eso de las dos de la madrugada, recuerdo muy bien estar mirando el horizonte y la belleza del cielo bien iluminado, siendo capaz de ver claramente todas las estrellas del firmamento. Y mientras miraba hacia el frente – aunque admito que no tan detenidamente en aquel momento – me llamó la atención ver una ‘estrella’ que ascendía rápidamente. Sin embargo, no parpadeaba como una estrella, ni tampoco parecía un avión, ya que era sumamente brillante, con una magnitud superior a la de cualquier planeta que había visto anteriormente. Subió al cielo sobre el horizonte directamente frente a nosotros en menos de cinco segundos desde la derecha del horizonte a quince o veinte grados sobre el horizonte. Nos desplazábamos desde Bermuda a hasta Nueva York, en ese derrotero, pero haciendo uso de las velas en vez de potencia, así que me resulta difícil determinar cuál era nuestra dirección. Me gustaría pensar que era más bien norte-noroeste. Estábamos al este de la región de Carolina del Norte – Washington.
Al fijarme en aquello en el horizonte, pensé: “O estoy viendo visiones, o tal vez es un avión con alumbrado o brillantez extraña”. No estaba seguro si lo correcto era dar parte sobre los audífonos. Resulta posible escuchar a todos los demás vigías en los audífonos. Luego escuché al vigía de estribor que preguntaba: “¿Han captado algo justo delante?”. El vigía del puente no comentó. “Bueno, creí haber visto algo, una estrella brillante, pero que no caía, sino que subía”. En ese momento confirmé que aquello parecía ser lo que había visto. Así que platicamos, tratando de describir cuál de las luces brillantes era en efecto la más brillante en el cielo. Pero como ya no se movía, se había combinado entre las estrellas. Mientras que hablábamos, no más de dos a cinco minutos, justo de nuestro primer avistamiento, el objeto había desaparecido. Se esfumó más rápido que lo que le había costado aparecer.
Esta vez todos nos concentramos en la zona, y nos fijamos que había caído desde los 20 grados sobre el horizonte hasta justo debajo del horizonte de forma instantánea.
El vigía de puente le habló al radarista. “¿Captaste algo en el instrumento?” pero la respuesta fue negativa. Después de esto, los vigías recibimos órdenes de estar a la expectativa, pero no sabíamos para qué.
No pasaron más de 15 minutos – a lo mejor 10 – antes de aquello apareciese de nuevo. Esta vez hizo un arco a la derecha, es decir, a estribor, saliendo del horizonte justo delante de nosotros y con gran rapidez, tan rápido como podía seguirlo el ojo humano, como una estrella fugaz. Se dirigió al punto de través, a la derecha, nuestro estribor.
En aquel momento el radarista habló y confirmó que había visto alto. Dijo que pudo haber sido un barco, avión o algo parecido – a unas 15 o 20 millas de nuestro estribor.
Stanford: Cuando el objeto apareció en aquel momento ¿Cuál era su dirección con respecto a la tierra en sí, aproximadamente?
Salisbury: Repito que apareció sobre el derrotero, la nariz del barco, casi directamente, saliendo de la tierra, y luego rodó, elevándose lentamente a uno, tres, cinco grados hasta llegar a un punto directamente en el punto de través de nuestro estribor. Estaría a unos 1000 pies sobre la superficie y a 90 grados al este del buque, aproximadamente.
En aquel momento lo captamos en el instrumento, y todos miraban. Bromeábamos entre sí, preguntándonos si sería alguna especie de interceptor. Un fulano dijo que no, tenía que ser un avión cazasubmarinos. Sin embargo, no podíamos explicar por qué se había desplazado con tal rapidez, con una sola luz brillante y constante, y sin balizas ni luces parpadeantes. Era tan solo una luz blanca constante y brillante. En ese momento pareció alejarse de nosotros, atenuándose. Pensábamos que se iba. Y luego corrió directamente hacia nuestra nave, o eso pensamos. Se desplazó fugazmente desde su posición a estribor hacia la posición equivalente a babor. No sabíamos si nos había atravesado o pasado por arriba, por abajo o qué. Bueno, vimos que la luz pareció surcar sobre nosotros. Mientras que volaba, se desplazó de estribor a babor tan rápido como nos era posible rastrearlo. Le habría tomado entre tres a cinco segundos.
Para entonces se escuchaban improperios y gritos. Todos decían, “¡Dios! ¿Qué es eso allá arriba?”. El vigía del puente llamó al radarista, preguntando: “¿Qué fue lo que pudiste captar?” y le contestó: “Pude captar un punto que estaba a nuestro estribor y ahora a nuestro babor,” queriendo decir con esto que aquello viajaba más rápido de lo que nuestro radar era capaz de seguir. Dijo que estaba a 20 o 30 millas de nuestro babor.
Viajó de una manga a la otra. Esto tomó lugar en menos tiempo de lo que le toma al barrido del radar hacer una vuelta entera.
Para estas alturas, todos los que estaban despiertos en ese momento estaban en cubierta, mirando aquella luz.
El radar era un radar de maniobra utilizado por todos los buques de la guarda costa. Se trataba de un sistema sofisticado utilizado para capacitar a los estudiantes de últimos cursos en la academia de la guarda costa para adiestrarlos en el manejo de comunicaciones de barco a barco y como maniobrar y tal. Se trataba de un equipo muy confiable y sofisticado.
Habiendo alcanzado su posición a babor, se armó un furor. Todos se preguntaban qué rayos pasaba. Yo estaba boquiabierto, pensando que diantre pasaba.
Stanford: ¿A cuántos grados estaba el objeto sobre el horizonte a estribor antes de realizar aquel movimiento a gran velocidad, y a qué grados se detuvo sobre el horizonte a babor?
Salisbury: Según recuerdo, teníamos una lectura en el radar que no era más de mil pies…o en puntos, porque diríamos que estaba a dos puntos de la proa…yo te diría que eran unos 10, 12 grados sobre el horizonte cuando estaba a estribor, y 12 grados sobre la superficie cuando se detuvo, o dejó de mostrar movimiento aparente, sobre nuestro babor.
Éramos doce en la cubierta y supongo que 15 a 20 más. No obstante, desde mi posición, no pude ver cuantos había en la cubierta.
Stanford: ¿Todos pudieron ver más o menos bien ese barrido por el cielo?
Salisbury: Sí. Casi todos, sin ninguna distracción. Todos prestaban atención, mirando lo que sucedía.
Stanford: ¿Recuerdas cómo desapareció el objeto?
Salisbury: Parecía quedarse justo donde estaba. Seguimos navegando. Se perdió en el cielo y le perdimos la pista. En cierto momento, tras unos 5 a 15 minutos, que ya no se le podía distinguir del resto de las estrellas en el cielo. Tal vez apagó sus luces, y despareció.
Después de esto hubo mucho chismorreo en el barco. Todos querían estar en la guardia de noche. Yo la tuve de nuevo al día siguiente, pero no pasó nada.
Alcanzamos el puerto de Nueva York seis o siete días después, y todos decían, “Bueno, ¡esto hay que hablarlo! “ y el asunto estaba en boca de todos los tripulantes por el resto de la travesía. Llegamos a tierra y nos enfrentamos con un grupo de especialistas militares. Sé que la inteligencia naval (Naval Air Intelligence) estaba entre ellos. Recuerdo las siglas “NAS”, aunque no recuerdo lo que significa, pero es una de las agencias de seguridad, y otros que subieron a bordo. Se cancelaron todas las licencias, y aquí estábamos, listos para bajar a tierra. Estos fulanos se reunieron con el capitán y…
Stanford: ¿Recuerdas los nombres de algunos de los oficiales que participaron en eso?
Salisbury: No me acuerdo. No tengo los nombres de esos oficiales en particular. Puedes revisar la bitácora para aquellos días y creo que los encontrarás fácilmente. [Explica que el barco llegó a Nueva York antes del 4 de julio. El ‘Eagle’ era uno de 21 veleros en carrera desde Bermuda hasta Nueva York y estuvo fuera del contacto visual de otras naves durante el avistamiento, y en todo momento hasta llegar a Nueva York].
Los oficiales de inteligencia entraron al camarote del capitán y se reunieron con él y los demás oficiales del buque, así como el oficial de la vigía de aquella noche. Su conferencia fue larga, de 20 minutos a media hora. Y luego se fueron. El capitán convocó a todos los presentes, y nos reunimos en la cubierta. Luego nos explicó que lo sucedido el 21 de junio [el avistamiento OVNI] era algo de importancia militar y que no podíamos decirle nada a nadie sobre el las cosas que sucedieron. Si nos pillaban hablando sobre el asunto, nos formularían un consejo de guerra. Su tono era amenazante. Y resultaba absurdo, la reacción era demasiado estricta por haber visto tan solo una luz. Aun así, bastó para garantizar que nadie hablase voluntariamente sobre el evento.
Quiero añadir algo antes de terminar, y esto es lo más alucinante que descubrí al salir de Nueva York para completar el resto de nuestro viaje. Al revisar la bitácora, el registro que conservan todos los barcos en los mares, anotando todos los sucesos, descubrí que habían quitado las páginas que trataban sobre el incidente. Esto era un pecado mortal, algo que jamás se hacía. Se lo pregunté a una o dos personas y me contestaron: “Bueno, ya sabes, se supone que no debemos hablar de ello” y con eso finalizaba el intercambio. Faltaban de dos a tres páginas.
[Fuente: Boletín APRO, febrero de 1978]
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