Tuesday, August 22, 2017
Caballeros del aire: La misteriosa era de los dirigibles fantasma
Caballeros del aire: La misteriosa era de los dirigibles fantasma
Por Scott Corrales para Arcana Mundi © 2017
“¿En qué época cesará el hombre de profundizar la tierra para vivir en el azul y en la
paz del cielo? A esta pregunta de Camille Flammarion, la respuesta es fácil: sucederá esto en la
época en que los progresos de la mecánica hayan permitido resolver el problema de la
aviación. Y a la vuelta de algunos años, una utilización más práctica de la electricidad
debería conducir a la solución del problema“.
Con esas palabras comenzaba el cuarto capítulo de la novela Robur el Conquistador de Julio Verne, obra que leímos muchos en la escuela primaria y que marcó – para algunos – nuestro bautizo de fuego en una de las etapas más curiosas de lo que puede tildarse proto-ovnilogía: la súbita aparición y desaparición de los dirigibles fantasma a finales del siglo XIX, anticipando la llegada del verdadero dirigible de Graf Von Zeppelin a comienzos del siglo XX.
La realidad – al menos la realidad periodística de los 1890 – superó con creces la ficción de Verne, aunque sea pecado decirlo en voz alta, y aún más dejar constancia escrita de tamaña aseveración. De la misma forma en que las novelas de Verne mostraban una fascinación por la tecnología (el maravilloso Nautilus, las lámparas Rhumkorff de Viaje al centro de la tierra, etc.) las últimas décadas del siglo XIX rezumaban aquel contagioso entusiasmo por el futuro que prometía la revolución industrial, y por la cual sentimos nostalgia con la fiebre contemporánea del Steampunk.
Es un tema que ha sido abordado por grandes mentes como las de Antonio Ribera, John Keel y Jacques Vallée, y remito al lector interesado en los pormenores a estas obras. Me limito a algunos casos que se escaparon de estos textos. Era una época en la que la prensa formaba la opinión del público, y hasta los pueblos más pequeños se jactaban de tener su propio rotativo.
La época de los aeronautas
La primera noticia oficial que se tiene del vuelo de un dirigible a vapor es el vuelo de Henri Giffard en el mes de septiembre de 1852, recorriendo los veintiséis kilómetros que separaban a París del hipódromo de Elancourt en las cercanías de Trappes, volando a unos seis kilómetros por hora. El motor pesaba cien kilogramos con una caldera de cuarenta y cinco kilogramos. El dirigible de Giffard no podía luchar contra el viento, dificultando el vuelo controlado.
Dos décadas más tarde, el dirigible La France, impulsado por un motor eléctrico, superaría estos desafíos aeronáuticos. Su primer vuelo en agosto de 1884, permitió a los pilotos Renard y Krebs emprender una serie de vuelos breves, limitados por la fuerza disponible en las baterías.
En ninguno de estos casos se vislumbraba la posibilidad de incluir el peso de un reflector con la potencia indicada en los casos estadounidenses de principios del siglo XX.
Para el año 1900, Graf Von Zeppelin había lanzado el LZ-1, primero de sus “dirigibles rígidos”, y para 1910 comenzarían los primeros vuelos comerciales de estos maravillosos aparatos que resultarían objetos de terror durante la primera guerra mundial. No sería sino hasta 1924 que la Goodyear obtendría la patente para fabricar sus propios zepelines (como se les llamaba). ¿Quién entonces estaba al mando de los objetos aéreos visto sobre EEUU a comienzos del siglo XX? La prensa sugería que los inventores misteriosos de la década anterior aún estaban haciendo de las suyas.
Se ha dicho sobre aquella oleada de 1896-1897 que podemos estar seguros que no hubo ningún dirigible ni zepelín sobrevolando el ‘wild west’ estadounidense, sembrando pánico entre los cowboys y colonos de aquellos territorios que hemos venido a conocer de la mano de Gary Cooper y John Wayne. Pero algo sucedió, eso sí, relacionado con ultraterrestres, como afirmaba el fallecido John Keel, o con alguna organización secreta realizando otras actividades bajo el camuflaje de las misteriosas luces y aerostatos.
La oleada de 1908
El 25 de julio de 1908 prometía ser otro día de verano más para los vecinos de Bristol, estado de Connecticut, EEUU. La historia no lo señala como un día trascendente en la historia de la humanidad, pero nosotros disputaremos esa consideración. Según el prestigioso Boston Herald: “Un gran dirigible que volaba a considerable altura pasó sobre el este de la aldea conocida como Forestville a eso de las seis de la tarde, y luego de maniobrar por algún rato, siguió rumbo al oeste, aparentemente dirigiéndose a Waterbury. La nave fue descrita como una bolsa de aire alargada de la cual estaba suspendida un armazón con hélice. Los testigos estaban seguros de haber visto a un hombre a bordo, pero no estaban seguros si estaba acompañado. El dirigible parecía venir del norte y seguir hacia el sur hasta alcanzar el lago Compounce. Se detuvo sobre el lago, como si buscara dónde aterrizar. Luego de dar vueltas por algún momento, se encaminó hacia el norte y luego al oeste sobre la montaña Woolcott. En dicho momento parecía emprender su descenso, llevando a muchos a creer que había aterrizado en la montaña. Aquellos que lo siguieron y que viajaron a la montaña no hallaron pista alguna. Se supone que el dirigible haya seguido su viaje hacia el oeste”.
El Berkeshire Evening Eagle de la ciudad de Pittsfield, Massachusetts, informaba el 1 de agosto de 1908 que “Una aeronave misteriosa sobrevoló Springfield” – “Ayer por la mañana, lo que pareció ser un globo o dirigible se cernió sobre la ciudad de Springfield, pero no ser recibieron informes sobre el arranque o aterrizaje de ninguna aeronave que pudo haber sobrevolado la ciudad. El sereno de noche de la Helena Manufacturing llegó a ver el globo, o lo que haya sido, a eso de las tres de la madrugada. Estuvo sobre la ciudad por espacio de una hora como si sus tripulantes intentaran buscar donde aterrizar, pero remontaron vuelo y se dirigieron hacia el sureste. La nave tenía una hilera de luces circulares pero el sereno no pudo precisar la forma de la bolsa de aire que llevaba encima. Estaba seguro de que no se trataba de una galaxia de estrellas ni de luces eléctricas tampoco. Es raro tener luces en un globo, y se cree que debieron haber sido luces eléctricas, puesto el fuego es tabú en los dirigibles. El aspecto de esta nave nos hace recordar la reciente y misteriosa visita de aquel dirigible en Connecticut, y es posible que alguien esté realizando experimentos con una nave nueva”.
Pasarían varios meses sin actividad antes del inicio de las nuevas actividades misteriosas. Para comienzos de noviembre de 1908, el rotativo Independent de la ciudad de Bridgewater Massachusetts, comentaba un nuevo caso. “Misterioso Dirigible – Si usted viese un globo, ¿sabría que es un globo, verdad? Y diría que se trataba de un globo. El hecho de que no se hallase rasgo alguno de su aterrizaje tampoco alteraría el hecho de haberlo visto, ¿o no? Pues bien, aquí es justo dónde comienza el misterio, lo que nos da esa sensación espeluznante, el hecho de que algún lunático navega por las noches en un globo, aprovechando la oscuridad, posiblemente arrastrando un ancla que muy probablemente pueda agarrarse de nuestro ropón como un anzuelo y llevarnos en volandas a la guarida de este ser misterioso. Dos ciudadanos de Bridgewater, que gozan de una fama intachable, aseveran haber visto un globo con una luz brillante en su medio sobre la fundición Stanley a diez minutos después de las tres de la madrugada el sábado por la mañana. Ambos andaban a esas horas realizando actividades legítimas, no estaban pegando pasquines electorales, ni asistieron a una charla de fumadores, y estaban en sus cabales. Dicen que este globo estaba bajo pleno control, y que su testimonio está respaldado por el de otros testigos de buena reputación. La prensa estatal anda buscando el lugar de aterrizaje del misterioso aeronauta y el misterio que rodea dicha aparición.”
Cuatro días antes, el periódico Manchester Union del estado de Nueva Hampshire ya se había pronunciado sobre el avistamiento de Bridgewater: “Un globo desconocido pasó por aquí a eso de las 4 a.m. con rumbo a Plymouth. El globo tenía un faro y descendió como si los tripulantes intentaran ubicarse, ascendiendo de nuevo y siguiendo su trayecto. Una búsqueda detallada por parte de Prensa Asociada abarcó prácticamente todo el terreno entre Bridgewater y la costa marina sin hallar rastro alguno del supuesto globo que pasó sobre Bridgewater esta madrugada. […] Según los informes provenientes de Bridgewater, los sepultureros Philip Prophett y John Flynn regresaban al pueblo un poco antes de las cuatro de la madrugada cuando observaron una luz brillante en el cielo. La luz no era como la de una linterna, según afirmaron, sino que parecía un reflector de alta potencia. La luz se desplazaba con velocidad cuando repentinamente se acercó a la superficie. La luz entonces jugó con la superficie, como si estuviese siendo accionada por alguien interesado en saber dónde estaba. La luz entonces remontó su vuelo, según Prophett y Flynn, para desaparecer en la dirección de Plymouth. Todos los globos utilizados por aeronautas han sido contabilizados. El globo “Pittsfield Heart of the Berkshires” se encuentra en Fitchburg, aguardando el embarque; el “North Adams Num. 1” está en North Adams, listo para un ascenso hoy; el “Greylock” fue utilizado ayer durante un ascenso por William Van Bleek, aterrizando cerca de Whately; el globo “Boston” se encuentra en Nueva York por motivo de reparaciones. Las narraciones sobre la misteriosa luz refulgente se han dado a conocer en toda Nueva Inglaterra. El verano pasado se recibieron informes desde Bristol, Connecticut, y el fenómeno fue visto posteriormente sobre Pittsfield. En todos estos casos no fue posible localizar el globo, y se tenía registro de todos los artefactos conocidos”.
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