Tuesday, May 01, 2018
Humanoides en el Centro de Texas, EEUU (1949)
Humanoides en el Centro de Texas, EEUU (1949)
Por Rick Hilberg, Flying Saucer Digest
Traducción de Scott Corrales para Arcana Mundi
[El siguiente testimonio fue remitido al National UFO Reporting Center el 8 Marzo 2018 por un testigo del sexo masculino descrito como sincero y profesional de la medicina con doctorado]
“En 1949 tenía siete años de edad. Mi hermana y su amiga ambas tenían diecisiete años y caminábamos a la escuela juntos en Moody, Texas, una mañana nevada, posiblemente en el mes de diciembre. Eran eso de las 7:30 a.m. La calle tenia hileras de casas de dos pisos y un lote vacío donde una vez estuvo una casa. Fue ahí que vimos un objeto con forma de platillo y tres individuos de tamaño diminuto. No presenciamos el aterrizaje de la nave, pero sí su despegue.
“La zona estaba cubierta en varias pulgadas de nieve, pero debajo de la nave no podía apreciarse nieve alguna, y el suelo parecía estar seco. Al borde de la nieve derretida bajo la nave, la maleza estaba levemente chamuscada. Nos encontrábamos a unos treinta pies de la nave cuando nos topamos con ella, y el vehículo parecía estar sostenido un pedestal circular. Dicho pedestal era de color plateado y tal vez de de 3 pies en diámetro. La nave entera media unos 30-40 pies y tenía forma de platillo, con unos 12-14 pies de alto en su centro y con lo que parecía ser un segundo nivel debido a la forma de platillo más pequeña en su parte superior. No había ventanas visibles ni luces, que pueda uno recordar. La nave era lisa, sin remaches ni costuras y de aspecto ligeramente mate. Había algunos símbolos negruzcos presentes en la nave, pero no fuimos capaces de leerlos. Mi estatura en aquel entonces era de tres pies y medio, y hago estas medidas con base a mi estatura. El aparato no emitía sonido alguno.
“Cuando la vimos por primera vez, la nave tenía una rampa inclinada de color plateado bajo su estructura. Al pie de la rampa pudimos ver formas semihumanas inmóviles que nos miraban con detenimiento. Sólo era posible ver la rampa de lado. Dentro de uno o dos minutos, aparecieron otras dos figuras idénticas en la rampa que descendieron a tierra sin mover las piernas. La rampa parecía ser una banda transportadora. Los dos recién llegados caminaron juntos hacia nosotros, deteniéndose a unos diez pies de distancia. Eran de mi misma estatura, más o menos, delgados y con cabezas abultadas, pero sólo ligeramente, y parecían alargadas en la parte posterior. Tenían grandes ojos lustrosos y negros, casi el doble de los de un ser humano, y su aspecto era casi asiático. No parpadearon, que yo recuerdo. Tampoco recuerdo que hayan tenido orejas ni bocas, pero contaban con una pequeña protuberancia a modo de nariz y barbillas pequeñas y alargadas. No recuerdo bien, pero me pareció ver algo distinto en sus manos, y creo que es que solo contaban con cuatro dedos en cada mano. Estas figuras semihumanas estaban vestidas en trajes ceñidos de color verde claro, de textura parecida a la felpa, y salvo por algunas arrugas que parecían sombras, sus uniformes prescindían de costuras, bolsillos o cinturones. No se les veía ninguna otra parte del cuerpo. Sus rostros y manos tenían el mismo color que su indumentaria. No podían verse atributos sexuales, y parecían idénticos. Uno de ellos se acercó a nosotros, asintiendo con la cabeza y contemplando el paisaje circundante. Tras de mirar unos cuatro o cinco minutos, los dos volvieron a la rampa y al interior de la nave. El primer ser que vimos regresó flotando al interior también. Ninguno de ellos articuló sonido alguno que pudiéramos reconocer.
Recuerdo bien que la rampa se deslizó silenciosamente hacia arriba, y la compuerta no dejó indicios de su presencia. Segundos mas tarde, la nave emitió un tono grave y casi inaudible que pudo haberse aunado a la ligera vibración en el aire que todos sentimos más que escuchamos. El cilindro sobre el cual descansaba la nave se retractó rápidamente al interior del fuselaje, y la nave se elevó rápidamente en el aire, justo por encima del techo de la casa adyacente al terreno vacío. Se mantuvo inmóvil en el aire antes de bascularse a la derecha y hacia arriba, despareciendo de nuestra vista en menos de dos o tres segundos. La nave carecía de rotación alguna.
“Ninguno de los tres sentimos miedo durante el evento, ni tampoco amenazados. Sencillamente nos quedamos parados ahí, mirando en silencio, y a día de hoy, no sé por qué nos sentíamos tan complacientes mientras que esto tomaba lugar ante nuestros ojos. Tan pronto como desapareció la nave, mi hermana y su amiga gritaron de terror, llorando. Salimos corriendo hacia el negocio de mi padre, a unas cuatro cuadras de distancia.
“Mi padre era farmacéutico además de ser Jefe del Departamento de Bomberos Voluntarios. Al enterarse del evento por boca de mi hermana y su amiga, se comunicó con la policía y los bomberos voluntarios. Un grupo de hombres se desplazó rápidamente al lugar. Los bomberos inspeccionaron la zona circular, maravillados por la ausencia de la nieve y el hielo y el aspecto quemado del pasto. No recuerdo el factor tiempo, paro justo después de haber sonado la alarma de incendios, las autoridades estatales (policía, etc.) se dieron cita ahí con un grupo de soldados del ejército, que inmediatamente cercaron la zona y prohibieron la entrada a la propiedad. En algún momento de aquel día, un oficial del ejército le dio a mi padre un portapapeles con formularios y un contador geiger. Le pidió que tomase lecturas frecuentes de radiación en el terreno vacío y que hiciese las notaciones correspondientes en los formularios. Mi padre cumplió con ello. No recuerdo por cuanto tiempo el sitio estuvo bajo investigación. No obstante, la zona estaba, y aún está, a pocas millas de un centro nuclear de investigación militar y creo que dicho sitio aún opera como alguna clase de instalación de investigación o producción nuclear prohibida a los civiles.
“Después de que el militar visitara a mi padre, se nos dijo a mi hermana y a mí que jamás deberíamos mencionarle el evento a nadie. Se nos prohibió abordar el tema en nuestro propio hogar. No sé si a la amiga de mi hermana se le obligó al mismo secretismo.
“Poco después, mi familia se mudó a otra ciudad en Texas. Mientras que el ejército regresó por los formularios que había cumplimentado mi padre, le dijeron que podía quedarse con el contador geiger, que estuvo en sus manos por 33 años. Según mi padre, las lecturas de radiación habían sido elevadas.
“He tratado de presentarle esta narrativa sin adornos y a mi leal saber y entender. Puedo asegurarle, de cierto, que el evento quedó marcado en mi mente. En fechas recientes, antes del fallecimiento de mi padre y hermana, abordamos el tema del suceso una sola vez, y teníamos el mismo recuerdo después de tantos años de silencio. Hay cosas que sencillamente no se olvidan”.
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