Sunday, February 25, 2007


El Fenómeno Ovni en EE.UU.
por Scott Corrales (1994)
Cuenta la leyenda que el explorador inglés Christopher Gist, explorando el oeste de lo que sería el futuro estado de Pennsylvania, llegó al asentamiento del jefe indio Oppaymolleah, ocupado hoy día por el pueblo de Jefferson en el condado de Greene.

Gist se puso a charlar con Oppaymolleah, informándole de las maniobras de los franceses e ingleses que intentaban adueñarse de esta parte del Nuevo Mundo.

El jefe indio exclamó al enterarse: "¡Pero señor, me decís que nuestro padre, el rey de Inglaterra, es dueño de todas las tierras a este lado del rio, y nuestros hermanos, los franceses, dicen que su amo, el rey de Francia, es dueño de las tierras al otro lado! Decidme pues, ¿Adónde están las tierras de los indios?"

Gist calló, no sabiendo que decir y temiendo la ira de Oppaymolleah, quien entonces maldijo la tierra: "Su oro se hará hierro y su hierro oro," dijo el indio, "Su agua se hará sangre y su sangre agua, y jamás habrá paz, sino temor y miedo."

La maldición de Oppaymolleah, pronunciada en 1751, no tardó en hacerse realidad con el comienzo de la guerra entre Inglaterra y Francia por la posesión del territorio. Siglos más tarde, se invertirían capitales fabulosos para explotar el hierro de Pennsylvania, y ahora sólo reina la pobreza. El temor y el miedo, sin embargo, existieron entonces y ahora más que nunca, con el
aumento descomunal en avistamientos de ovnis, los seres peludos conocidos como "Bigfoot", y el incremento en las prácticas de satanismo y brujería en los bosques de los Laurel Highlands y el condado de Fayette.
Los rotativos publican varias veces al año artículos sobre el arresto de adolecentes involucrados en la magia negra y en ritos ocultos que casi siempre envuelven la matanza de ciertos animales pequeños (perros, gatos, etc.) y actos vandálicos realizados en cementerios, iglesias o lugares públicos.
Resulta posible ver los indicios de estas actividades hasta en las autopistas, donde pueden observarse pentagramas dibujados con pintura atomizada bajo los puentes que las cruzan. Escriben el número "666" repetidas veces o "FFF" (la sexta letra del alfabeto) y frases que alaban a los poderes de la magia negra.
Muchos departamentos de la policía de los condados en donde transcurren estos casos prefieren dar la impresión que el problema es insignificante--meras travesuras de jóvenes sin nada mejor que hacer. Pero otros miembros de la uniformada han dicho que el problema va mucho más allá de las travesuras hasta el borde de lo aterrador. Dennis Stadterman, uno de los miembros de la organización PASU (las siglas inglesas de la Asociación de Pennsylvania para el Estudio de lo Inexplicado), nos lo contó así luego de haber concluído una de las funciones oficiales de la organización. Ex-miembro de la policía y avezado en las investigaciones paranormales, Dennis tuvo ocasión de visitar sitios adonde se habían realizado aquelarres.
"Uno de los lugares quedaba en el condado de Fayette,» nos dijo. «en un claro del bosque adonde se había sacrificado un ciervo sobre el tocón de un árbol. Alguien le había arrancado de cuajo la pata delantera derecha al animal muerto, cosa que no puede hacer ni el hombre más fuerte. El que estaba conmigo dijo que después de tantos años de estar involucrados en estos ritos, los participantes habían adquirido poderes sobrehumanos de fuerza--se habían vuelto energúmenos, por decirlo así. Encontramos algunos instrumentos en el sitio, y los llevé al cura de la religión de mi esposa, que es Metodista, y luego a un cura Católico. Ambos estuvieron de acuerdo en lo mismo: para deshacerse de ellos, lo mejor sería destruirlos con fuego
"Estas actividades no deben confundirse con las de los practicantes de "Wicca" o magia blanca, que se dedican a rendir culto a las fuerzas de la naturaleza: estamos lidiando con fuerzas dedicadas a la adoración del mal. Sus ritos y sacrificios tienen fines distintos, ya sea obtener poderes, riqueza o venganza. Pero se ha visto que en otros lugares en los cuales existen semejantes prácticas, no tardan en hacer actos de presencia animales extraños, casi siempre de color negro--pájaros, panteras, perros, y la consabida figura de Bigfoot.

Durante la reunión mensual de PASU en el mes de marzo de 1993, uno de los miembros trajo consigo un portafolios negro que fue abierto y enseñado a los presentes. Su contenido era un pedazo de tierra marcado con una enorme huella de seis dedos. «Lo traje
para ver que opinaban los demás,» dijo Dan Brennan, quien había recibido la huella de manos de un hombre que ha visto a dichas criaturas centenares de veces. «Ando con el maletín por más de una semana, yendo de un lado a otro a ver qué me dicen los expertos. Fuí al museo Carnegie de Pittsburgh antier, y les dije que había encontrado una huella de una criatura aparentemente homínida.» Dan alza las cejas. «Ni siquiera quisieron mirar dentro del maletín antes de decirme que no estaban interesados.»

La población de Derry, capital extraoficial de los Laurel Highlands, una meseta que forma parte de las montañas Apalaches, ha recibido el mote de Bigfoot Capital of the World (Capital mundial de los Bigfoot) por el número de avistamientos que han tomado lugar a su derredor. Un desfiladero boscoso vincula a Derry con el poblado histórico de Ligonier. El grueso de los encuentros cercanos con los seres peludos ha ocurrido ahí, pero ya no con la regularidad con que sucedieron en 1987-88, cuando familias enteras vieron seres de ocho a doce pies de alto atravesando los patios de sus casas, o mirando curiosamente através de sus ventanas.
Vale la pena recalcar que Bigfoot no "reacciona" como un ser viviente. Aunque se le ha visto comer barriles enteros de manzanas, (engullendo una manzana a la vez) no se han encontrado jamás desechos físicos, ni guaridas, ni nada que pueda indicar que es una criatura terrestre desconocida. Durante el transcurso de un incidente que tomó lugar en el verano de 1992, dos niños vieron a una de estas criaturas en el campo detrás de su casa, y se le
acercaron sigilosamente con una linterna. El haz de la linterna traspasaba al extraño ser cada vez que se le apuntaba en su dirección. ¿Será que Bigfoot es un holograma?
También existe una especie de relación entre los seres y los humanos que les ven: por lo que parece, hay una "tradición familiar" de toparse con Bigfoot, pasada de abuelos a hijos y a nietos. La señora Caroline McAdoo, de Springboro, se ha encontrado con Bigfoot tres veces desde 1946. La primera vez, cuando niña, se hallaba jugando en el bosque cuando se agarró de lo que creyó era un matojo: el "matojo" se incorporó, y Caroline se vió frente a frente con una criatura bípeda de ojos oscuros, boca amplia y grandes dientes cuadrados. El pelo de la criatura se asemejaba a "las agujas de un pino".

El autor John Keel comentó en el epílogo de la nueva edición de su monumental libro The Mothman Prophecies ("Las profecías del hombre-polilla", IllumiNet Press,1992) que la figura central en los encuentros con el ser alado que aterrorizó a la población riberina de Point Pleasant, Ohio, en 1967, lo fué sin lugar a duda un hombre extraño, con peluca, que intentó secuestrar a una de las jóvenes que vieron al "hombre-polilla" en sus maniobras nocturnas. Keel
opina que éste sujeto era el "hechicero" cuyas mutilaciones de perros domésticos sirvieron para invocar al "hombre-polilla". Una criatura de éste tipo fue vista en el parque Boyce, a las afueras de Pittsburgh, a comienzos de los años 70. Según los policías que presenciaron el caso, la criatura iba de árbol en árbol, girando sobre ellos y saltando de una rama a otra. En 1991, un guardia de seguridad en la instalación de la compañía Westinghouse en Waltz Mill, Pennsylvania, vió como un hombre "extraño" arrojaba un paquete por la ventana de su auto antes de alejarse a gran velocidad. Al abrir la bolsa de papel, el guardia descubrió la cabeza de un animal que jamás había visto. «La piel había sido arrancada del cráneo, o sea que lo que quedaba era pellejo sangriento y demasiado grasosa para pertenecer a un oso u otra criatura local.» según explicó el guardia. ¿Se trataba, acaso, de un sacrificio más? El guardia entregó la cabeza al forense del condado de Westmoreland, y no se ha vuelto a saber de ella. Sólo sabemos que es cierto que ése mismo verano sucedieron docenas de encuentros con los seres peludos--incluso uno de poca estatura, denominado "Smallfoot" (pie chico) por los investigadores. Sus manifestaciones iban acompañadas por alaridos espeluznantes y la muerte de docenas de gallinas durante ataques nocturnos sobre los gallineros de las granjas de la región.

Aunque no se ha probado conexión alguna entre los misteriosos "helicópteros negros" que han asolado a la región y los fenómenos sobrenaturales, existen aspectos de dicho fenómeno que llevan a muchos investigadores a pensar que no se trata de helicópteros normales.
Dos investigadores de PASU, John y Devin, decidieron recorrer el camino que conduce a los acantilados de Laurel Highlands, desde dónde puede verse el valle que contiene al poblado de Uniontown y el aeropuerto de Connellsville. Era de madrugada y la temperatura estaba a varios grados bajo cero. Dejaron su automóvil cerca de una de las torres de comunicación que pertenecen a la compañía AT&T y atravesaron a pie la región boscosa hasta el borde del acantilado.

Repentinamente, escucharon el sonido de las hélices de un helicóptero volando en contra del viento a unos 100 nudos por hora. El ingenio era de color negro, sin luces o números de identificación, pasándoles a unos 150 pies de distancia. Con el aeropuerto plenamente visible en el valle al fondo del acantilado, la región es una zona aérea restringida, y un helicóptero sin luces atravesándola es una violación blatante.
Los investigadores decidieron volver a su carro y bajar la cuesta con el propósito de seguir al helicóptero desde la carretera. Al llegar a una encrucijada, se toparon con un camión militar con toldo de lona y un automóvil de marca Lincoln Continental, tipo militar--este último totalmente fuera de lugar en un camino sin pavimento.

Optaron entonces por seguir a los vehículos militares en vez de al helicóptero, que se alejó hacia el sur. El problema es que los vehículos ya no estaban delante de ellos. Extrañados, maniobraron a lo largo de los senderos sin encontrarlos: era como si se hubiesen esfumado. Al darse por vencidos, descubrieron un sedán militar sin chofer estacionado bajo los árboles a la orilla del camino. Siguieron de largo, y repentinamente, las luces del carro sin chofer se encendieron y se puso en marcha, siguiéndoles. Otro automovil sin chofer se unió al anterior al pasar otra encrucijada. Los investigadores decidieron que ya habían visto lo suficiente, y un tanto asustados, se alejaron del sitio.
Volvieron al día siguiente para continuar sus pesquisas. Los vecinos del lugar dijeron que los helicópteros negros eran una cosa común en la cuesta y que estaban enojados por sus maniobras, pero que no había ninguna autoridad que les brindase ayuda con el caso.

Aunque no debe descartarse la posibilidad de que los helicópteros negros son parte de una agencia supersecreta de los EEUU y que los carros sin chofer son guiados por control remoto, resulta interesante que la torre de control del aeropuerto de Connellsville informó a los investigadores de que no hubo tránsito aéreo la noche anterior a la hora en que avistaron el helicóptero negro. Hasta los reactores más secretos del gobierno (el Stealth, por ejemplo) llevan identificación y luces. Entonces, ¿por qué no los helicópteros negros? La desaparición del camión militar y el Lincoln Continental en una región de caminos malos y sin pavimento también resulta sospechosa.

Devin conversó con un granjero que había visto el aterrizaje de uno de los helicópteros en su propiedad. Al acudir a ver qué pasaba, se encontró frente a un hombre vestido de negro con un casco cuya visera cubría su rostro. Portaba metralladora. Según el granjero, el hombre le preguntó: «¿Qué diablos hace usted aquí?", a lo cual repusó, «Esta tierra es mía. ¿Que diablos hace usted aquí?». El hombre de negro volvió a entrar a su ingenio y se elevó, dejando la pregunta del granjero sin contestar.
Algo sucede en la Pennsylvania Occidental que desafía la imaginación de los investigadores más experimentados. Tal vez todo se debe a la maldición de un jefe indio hace doscientos años.

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