Recordando a George C. Andrews (1926-2009)
Recordando a George C. Andrews (1926-2009)
Por Scott Corrales, Arcana Mundi
Entre las cosas que pueden resultar más gratas para un lector es que el autor de un texto que ha calado muy hondo se digne a contestar a una “carta de admirador”. Así comenzó mi relación con George Andrews, expresando mi interés por la teorías vertidas en su obra Extraterrestrial Among Us (Minneapolis, Llewellyn Books, 1987) en una carta que le dirigí poco después de haber concluido su lectura. En cuanto a la naturaleza de los “ovninautas”, por así llamarlos, Andrews me dijo en su carta que los consideraba “parásitos extrahumanos sumamente peligrosos”, afirmándolo sin rodeos. En algunos meses le escribí de nuevo para solicitarle la dirección de Salvador Freixedo, cuyos libros me proponía traducir al inglés.
Andrews, nativo del estado de Missouri, cuyo lema es “demuéstramelo” (Show Me), testamento al escepticismo nato de sus habitantes, vivía en una granja cerca de uno de los lagos más bellos de América del Norte, pero su formación y vocación como poeta le llevaron a París, donde fallecería hace algunos años. Durante la década de los ’60 su obra se vio influenciada por el uso de alucinógenos, resultando en la recopilación poética Burning Joy.
Su participación en el entorno ovni tampoco fue menos controvertida: se le denostaba por formar parte del “lado oscuro” de la investigación ovni – mote acuñado por Jerome Clark – habitado por aquellos que sólo se enfocaban en el aspecto negativo y tenebroso de las crónicas de lo desconocido, a diferencia de los estudiosos ultra racionales que ocupaban el Parnaso de la ufología en grupos como MUFON y CUFOS. “Como los adherentes del lado oscuro que estaban por venir, Andrews sostenía que el gobernó de EE.UU. era responsable de todos los males – concebibles e inconcebibles – que aquejaban al mundo,” escribe Clark en su The UFO Encyclopedia 3: High Strangeness. “Entre otros crímenes, ha construido campos de concentración dónde algún día acabarán recluidos los testigos de los ovnis. La CIA, organización nazi en contubernio con los malvados extraterrestres, ha dado muerte a aquellos ufólogos que se acercaron demasiado a la verdad. La CIA y los ETs malos se juntan para mutilar ganado, con la posible intención de obtener glándulas ‘para infundir juventud y vigor a los políticos en su decrepitud. Andrews hace quedar claro que no está bromeando.”
Pero el don de lenguas de Andrews era innegable, y sus libros arden con la pasión de un escritor que sabe muy bien cómo esgrimir palabras y argumentos. Su visión del fenómeno fue abarcadora, concibiendo a los ovnis como solamente parte de un todo más grande que amparaba lo forteano, la religión, la mitología, las conspiraciones políticas y un largo etcétera, como suele decirse. Un autor de la cepa de Keel, Steiger, e innumerables otros.
“Es una señal de las tribus del espacio”, escribe el autor en Extraterrestrials Among Us, “los chamanes de los sueños se despiertan, el hombre águila-víbora regresa y los dragones voladores nos hablan.
“Es urgente y fundamental que demostremos de alguna forma efectiva que existe la posibilidad de un dialogo pacifico con estas fuerzas. Hasta el momento, la actitud oficial ha sido pretender que aquí no ha pasado nada. A la par que crece la evidencia, al punto que ya no puede barrerse bajo la alfombra, creciendo de día a día, la actitud del avestruz con su cabeza en la tierra ha dejado de ser sostenible. Es aún más un insulto a la inteligencia tanto de la humanidad como la de los visitantes. Las cifras en aumento de secuestros de seres humanos y mutilaciones de ganado pueden ser, en cierto modo, su manera de responder a nuestra negativa en reconocer su existencia. Desde su punto de vista, es posible que la contaminación de nuestros mares constituya un delito cósmico. La arrogancia ciega de algunos políticos que se aferran al poder personal sin miramientos pone en peligro a toda la especie humana – la pesadilla de una guerra interestelar en la que nuestra civilización correría la misma suerte que la de la Atlántida.
“¿Y qué acción directa puede tomar el individuo para alertar al público en general sobre la realidad del peligro que enfrenta nuestra especie? En todas partes, la gente ha sido acondicionada por sus líderes políticos a desechar los informes de tales fenómenos con una mueca, una risita o una carcajada. ¿Cómo puede el individuo romper con el acondicionamiento de la mentira que nos viene contando el Gran Hermano desde hace 39 años, que automáticamente tilda dichos informes como indignos de consideración seria? Cuando tratas de hablar con tus amigos sobre este tema, te sorprenderá el grado al que la gente no quiere saber, estando dispuesta a hacer lo que sea para no inspeccionar la evidencia. El concepto de la existencia de seres inteligentes no humanos contradice todo lo que se les ha enseñado desde la niñez, y el tema les infunde pánico”.
“¿Acaso se debe la naturaleza clandestina del fenómeno OVNI a que la humanidad es un experimento en vías de realizarse? Los aterrizajes en masa, ¿representarían entonces la conclusión del experimento, descrito en numerosas tradiciones como el día del juicio final? ¿Acaso estamos al borde de un evento semejante?”
“En vez de sucumbir al pánico, o hacer como si no estuviesen ahí, lo urgente y esencial es establecer comunicación directa. La ONU debería promulgar una resolución que reconozca su existencia, invitándoles a aterrizar y comunicarse directamente. Tal vez sólo será cuando todas las naciones de la Tierra estén de acuerdo sobre esto que se producirá el contacto. Como dijo Charles Fort: “Los pueblos de esta tierra deben organizarse antes de poder conceptualizar, y tratar de establecer, relaciones diplomáticas”.
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