Sunday, March 17, 2024

Esfera Violeta: El OVNI de 1933

 


 

Esfera Violeta: El OVNI de 1933

Por Scott Corrales para Arcana Mundi ©2024

 En 1967 el caso de Stephen Michalak (Evento Falcon Lake, Canadá) consternó a la ovnilogía por supuestamente haber involucrado un ser humano que abordó una 'nave espacial' en pleno bosque y que fue posteriormente agredido por una descarga de fuerza desconocida que le causó quemaduras y trastornos físicos. Las fotos aún son motivo de consternación.

Pero, ¿hubo acaso un evento anterior a este? Un caso publicado en el boletín APRO (julio 1964) sugiere esta posibilidad.

El "Señor X", vecino del estado de Pennsylvania, EEUU, se dirigía desde la ciudad de Nazareth hacia Leighton en una época en que los caminos no estaban pavimentados del todo y la electrificación era escasa. Eran las 2:30 de la madrugada una noche de verano en 1933, y la suerte dispuso que el vehículo sufriese la pinchadura de uno de sus neumáticos. "X" salió del vehículo a quitar el neumático de repuesto cuando observó una fuerte luz violeta en un prado adjunto. De hecho, la luz no le sorprendió, sino su color, y eso le hizo abandonar su tarea y dirigirse hacia el fenómeno.

Luego de recorrer una distancia de 200 pies, el hombre descubrió que se trataba de una esfera brillante de 10 pies de diámetro y 6 de alto. La luz provenía de una compuerta a medio abrir en el centro del vehículo.

Vencido por la curiosidad, "X" empujó la compuerta con el pie, y se abrió "como la puerta de una bóveda de banco". El humano internó su cabeza dentro del objeto, percibiendo que la luz violácea emanaba del techo o interior de la estructura. El objeto en sí estaba lleno de tubos y cuadrantes y una suerte de consola en el medio. El espacio de esta cabina era muy reducido, no superior a los seis pies.

"X" confirmó la ausencia de asientos o camastros que indicaran la presencia de pilotos o tripulantes; había un fuerte olor a amoníaco en el aire y la temperatura era fría. Constató la presencia de objetos pequeños de forma curva que le parecieron extraños y fascinantes, pero se abstuvo de tocarlos.

El objeto tampoco disponía de claraboyas que permitiesen ver al exterior, y las superficies eran sumamente frías. Luego de diez minutos, "X" regresó a su vehículo, hizo el recambio necesario, y prosiguió su viaje.

Con el paso de las décadas, e informándose sobre la nueva moda de los 'platillos voladores', "X" tuvo oportunidad para discurrir sobre el evento que le tocara en aquellos lejanos años. Tenía dieciocho años en 1933 y jamás había oído ni leído nada sobre platillos ni aliens. Ahora, de mayor, opinaba que lo visto "no era de este mundo ni de este sistema solar" y que el silencio dentro del objeto era "mortífero". Algo le hizo creer que debido al olor y las dimensiones de aquel aparato, su tripulante pudo haber sido reptiliano (aunque los reptiles evitan el frío en lo posible).

Los directores del APRO Bulletin especulan que el objeto era un aparato controlado a distancia, diseñado transportar especímenes a nuestro mundo, y que lo ideal sería consultar la prensa de 1933 para ver si hubo reportes de algún 'monstruo reptilesco' en los alrededores.

La noticia fue publicada en el periódico Sunday Call-Chronicle de Allentown, Pennsylvania, el 16 de febrero de 1964 y remitida a APRO por G. Fawcett de Easton, Pennsylvania.

Thursday, March 07, 2024

Túmulos, Jaspe y Gigantes: Misterios de América del Norte

 



Túmulos, Jaspe y Gigantes: Misterios de América del Norte

Por Scott Corrales ©2024

 Uno de los placeres de la investigación del misterio lo es sin duda ver como se bifurcan los distintos senderos de la actividad, y a lo que pueden llevar. El chico interesado en platillos voladores puede acabar astrónomo; la pareja que participa en vigilias nocturnas igual puede enamorarse y tener un futuro; en otros casos, como el que nos ocupa ahora, el que va al bosque en pos de monstruos puede acabar criptoarqueólogo.

El motivo de la anterior parrafada lírica se debe a una plática del destacado criptozoólogo y antiguo ingeniero de la NASA - Tim "Coonbo" Baker - sobre el misterio de las civilizaciones olvidadas de América del Norte y el ocultamiento de dicho conocimiento por nada menos que el museo Smithsoniano de Washington. Una acusación que siempre se ha dirigido contra dicha institución por su mano en la confiscación de artefactos cuya existencia puede suponer una contradicción a las creencias establecidas.

Durante un programa de radio por internet a comienzos del 2024, el siempre locuaz "Coonbo" abordó el enigma de los túmulos supuestamente indígenas que existen a lo largo de los grandes ríos del este del continente - el Mississippi, el Ohio y sus aguas tributarias. Los antropólogos aceptan sin rodeos que hubo una o varias civilizaciones que reciben el nombre de Mound Builders - los hacedores de túmulos - pero aparte de eso se habla poco de ellas. Este mutismo ha dado lugar a teorías conspirativas sobre estas culturas y su origen.

El cambio de tema se debió a la mención del descubrimiento de una osamenta gigante en  Winsboro, estado de Luisiana, en 1913. Los recortes de prensa indican que estos seres tenían la formidable estatura de 12 pies (3.5 metros) y que la disposición de los restos indicaba que se había producido una formidable batalla en aquel lugar en algún momento perdido en la noche de los tiempos. La ausencia de armas sugirió a los investigadores de comienzos del siglo XX que habrían utilizado macanas para el combate.

"Hubo una excavación de restos gigantes en el Natchez Trace," agregó el Sr. Baker. "Vivía yo en Macon en aquel momento, y pude conocer a la dama encargada de la excavación. Resultó que habían hallado un enorme bloque de jaspe (mineral de origen sedimentario) de cuatro pies de ancho, once a doce pies de largo, y cinco pulgadas de grueso. Se podrán imaginar lo que pesaba aquello, miles de libras. El lugar más cercano en el que podía obtenerse aquel material era Jasper, Alabama. Una distancia de noventa millas. No podían explicarse cómo fue posible transportar aquella mole sin el uso de la rueda, que era totalmente desconocida en las Américas cuando se erigieron los túmulos, hasta dónde llegan nuestros conocimientos. Pues bien, al mover aquella lápida, hallaron un esqueleto macho de diez pies de estatura y uno femenino de ocho. No solo eso, sino que habían sido enterrados con ropajes de gala, incluyendo capas hechas de plumas. Y si has leído sobre las tribus amerindias, y hasta en Hawái, estas capas de plumas representaban el nivel más sacro de indumentaria. Las capas tenía plumas de colibrí, de petirrojo, de cardenal, de colorines azules, toda clase de plumas distintas urdidas para formar una capa. Ambos restos mortales llevaban gorgueras, una especie de collar ceremonial.

"Resultaba obvio que estos gigantes habían sido figuras reverenciadas por aquella sociedad o tribu que hizo aquel túmulo. ¿Y saben lo que fue de aquellos esqueletos? Fui una tarde después del trabajo para ver cómo iban las obras, porque de veras que interesaba saber lo que había debajo de aquella lápida. Al llegar, encontré a la encargada del proyecto ahí sentada, furiosa y llorando. Cuando le pregunté lo que pasaba, repuso que dos personas del Smithsoniano se habían personado para confiscar las osamentas y todos los artefactos. Les acompañaba una autoridad local que mandó a los excavadores a enterrar la lápida de nuevo, tapar el túmulo, echarle semilla de césped, y dejarlo en paz".

Aunque lo anterior tal vez suene a 'arqueología prohibida' y leyendas urbanas, los túmulos existen al igual que los restos de las metrópolis norteamericanas del mundo antiguo, principal entre ellas Cahokia, una especie de Teotihuacán sin pirámides cuya población - según la arqueología ortodoxa - superaba los veinte mil habitantes. El fin de su existencia se achaca a una extraordinaria sequía, algo que encaja muy bien con la narrativa actual del cambio climático. Se hace hincapié en las dimensiones de esta metrópoli y su adelanto para contrastar la creencia de que la urbanización vino de la mano de los colonos europeos.

Pero dejando a un lado esta antropología activista, pasamos a los aspectos misteriosos de estos túmulos, como la atracción del fenómeno OVNI hacia ellos, los avistamientos y encuentros de Bigfoot (Piegrande) en estos sitios, y la posibilidad de que estas criaturas los consideren como puntos de veneración. Los encuentros con el aborrecible Dogman - el hombre perro de las crónicas contemporáneas - también se han dado en las inmediaciones de túmulos parecidos en Wisconsin.

"Aquí en los EEUU," nos decía el nunca bien ponderado John Keel, "se ha observado que los ovnis aparecen frecuentemente en las partes de Ohio que tienen montículos, y hasta parecen correr según las líneas de energía "ley" en esas áreas. Durante el siglo pasado, se desenterraron cofres de piedra en los montículos del valle del Mississippi que resultaron ser idénticos a los cofres encontrados en Yorkshire, Inglaterra. Pero denominamos a los túmulos americanos «montículos indios», aunque los indios norteamericanos niegan saber quién los construyó o con qué fin. A comienzos de 1800, una gran religión fue fundada por un muchacho llamado Joseph Smith, luego de haber descubierto un cofre de piedra lleno de tablillas de oro en un montículo en el estado de Nueva York. Dijo ser capaz de descifrar lo que decían las tablillas y produjo la biblia de los mormones, supestamente  la historia de América del Norte en la antigüedad".

Thursday, February 29, 2024

OVNIS: Algunos Casos Ochenteros


OVNIS: Algunos Casos Ochenteros

Por Scott Corrales © 2024

El 1 de diciembre de 1981 no fue un día de importancia particular. Sí, se había producido una tragedia de aviación en la entonces Yugoeslavia, Olivia Newton John y su canción "Physical" ocupaban el primer puesto en los rankings musicales, y Kareem Abdul-Jabbar deleitaba a sus seguidores con sus proezas en el mundo del baloncesto.

Sin embargo, aquel día de poca trascendencia marcaría un cambio radical en la vida de una joven en la ciudad de Waterloo, provincia de Ontario, Canadá.

A las 18:30 horas, "Joanne" (apellido sigue en reserva) conducía hacia la casa de una amiga cuando observó dos luces brillantes en el firmamento, una sobre la otra. Pensó que tal vez se trataba de nuevas luces en torre de la radioemisora local, pero al pasar de largo por dicha torre, observó que ambas luces seguían visibles, emitiendo destellos de luz verde y amarilla hacia la superficie.

Llegado este momento, Joanne detuvo la marcha y bajó la ventana para ver el espectáculo celeste más detenidamente, que ahora comenzaban a ejecutar un bailoteo en el que intercambiaban destellos de luz verde. Al final de dos minutos, la luz inferior emitió un solo rayo de luz blanca sin que se escuchara sonido alguno. Ambas luces se acercaron, entraron en movimiento y se perdieron de vista.

Intrigada, Joanne se puso en contacto con la policía regional en Waterloo, quienes la pusieron en contacto con un grupo de investigación OVNI. El aeropuerto regional de Waterloo/Wellington no pudo aportar información sobre aviones o helicópteros en la zona.

La llegada de la década de los '80 marcó un profundo declive en el interés por el fenómeno OVNI, posiblemente debido a la mediatización causada por la película de Spielberg en años anteriores. Jerome Clark describía la situación bajo el titular "A Ufology for the 1980s" (una ovnilogía para los 80): Para comenzar, nunca ha habido un período con tan poca actividad OVNI desde 1947 [...] Queda por verse si la ausencia de actividad OVNI significativa es una aberración o si marca el regreso al estado de las cosas antes de 1947, cuando los OVNIS se veían con tan poca frecuencia que la sociedad en general ni tenía un nombre que darles. Claro está, el lugar que ocupan los ovnis en la cultura popular garantizará la supervivencia de la mitología platillera por buen tiempo, a pesar de la escasez de avistamientos”.

Aún así, la década de los ochenta contribuyó pequeñas oleadas y casos interesantes (invitamos al lector a revisar "Interregno: Avistamientos OVNI durante la crisis de los ‘80" en Arcana Mundi) y los hubo aún más interesantes más allá de las fronteras de Estados Unidos, como veremos a continuación.

En febrero de 1980, los lectores del periódico News de la ciudad australiana de Adelaide encontraron un titular de impacto al abrir la puerta para recoger la edición matutina: "Nave Misteriosa Impacta Árbol".

Según la redacción, un imponente pino de 22 pies de alto había sufrido el impacto de un objeto desconocido contra su tronco - un golpe tan contundente que no solo dejó abolladuras en la corteza del árbol, sino que también lo había torcido al punto arrancar sus raíces de cuajo.

El fenómeno se produjo la noche del 7 de febrero de 1980 a eso de las 21:50 horas cuando Daryl Browne, de 21 años de edad, custodiaba una casa en Stirling, Australia de Sur. Mirando la televisión a esa hora, Browne quedó sobresaltado al escuchar un estruendo ensordecedor - lo suficientemente alarmante como para hacerle salir a investigar su origen. Dos perros daneses en su custodia comenzaron a aullar mientras que Browne localizaba una linterna antes de lanzarse a la oscuridad.

Alumbrando los alrededores, elevó el haz de luz a la arboleda circundante y pudo ver un objeto 'amarillento, como una media luna, de unos ocho metros de diámetro'. Regresó de prisa al interior de la casa para llamar a la policía. Cuando volvió al exterior a mirar, el objeto ya no estaba.

Los grupos de investigación que se interesaron en el fenómeno apuntaron a la ocurrencia de un incidente parecido en Yundi, al sur de Adelaide, pero en 1966. En este caso, un granjero que miraba a las nubes negras que presagiaban una tormenta observó el descenso de un objeto esférico blanco y brillante. El objeto se internó en una arboleda, resultando en una explosión violenta que sembró el pánico entre el ganado vacuno de la propiedad. La detonación decapitó algunos árboles, echando a tierra otros más como en la famosa foto de Tunguska.

Denise Bishop seguramente nunca olvidó la noche del 10 de septiembre de 1981.

La contable, de 23 años de edad en aquel momento, vivía en la ciudad inglesa de Plymouth cuando abrió la puerta de su casa en horas de la noche. Podemos imaginar su sorpresa cuando vio en el cielo, frente a ella, un enorme OVNI cerniéndose en las alturas. Acto seguido, un rayo de luz verde, tan delgado como un lápiz, impactó el dorso de su mano, produciendo una quemadura dolorosa que un cirujano londinense diagnosticaría como ‘característica de una quemadura por láser’.

Aunque la experiencia de la joven contable suena a noticia de periódico de supermercado, el destacado músico y escritor ovni Timothy Good la dio por buena. Hizo la siguiente observación en la prensa británica: “Encontré en Denise una persona completamente convincente y equilibrada. Aunque nadie más vio el incidente, se hizo contacto con vecinos cuyas mascotas habían exhibido conducta sumamente peculiar en el momento justo y lugar en que ocurrió el avistamiento”.

Tuesday, February 27, 2024

OSNIS: Los Vástagos del Capitán Nemo

 



OSNIS: Los Vástagos del Capitán Nemo

Por Scott Corrales ©2024

Los lectores del periódico neoyorquino The New York Times se despertaron en la mañana del 17 de noviembre de 1886 para leer una nota de la redacción que ostentaba por título: "Descubren el Nautilus de Verne". Veinte mil leguas de viaje submarino había aparecido en la prensa francesa, por entregas, entre 1869 y 1870, así que el público lector estaría tan familiarizado con las aventuras del capitán Nemo como un lector moderno lo estaría con La guerra de las galaxias.

Según el Times, el capitán Baylis de la goleta Elsie A. Baylis recién había llegado al puerto de Nueva York el 16 de noviembre, habiendo zarpado desde Tampico el 15 de octubre.

A los 23°47 grados de latitud y 82°17 de longitud, el capitán creyó ver lo que describió como "un torpedero o alguna máquina infernal flotante".

Dicho objeto fue visto a barlovento a primeras, y la parte visible sobre las olas del mar parecía a primeras "una gran boya con el domo apuntando hacia arriba". Para más señas, el objeto ostentaba "una bandera roja y cruz blanca".

Baylis dio la orden de acercarse al objeto misterioso, pero se sorprendió al descubrir que este Nautilus de la vida real se desplazaba a tres o cuatro nudos por hora, muy a su sabor. Aprovechando la brisa imperante, la goleta emprendió la persecución del objeto desconocido por un cuarto de hora, pero sin conseguir acercarse.

Frustrado en su empeño, Baylis abandonó su cacería. Podemos imaginar que al igual que el Ahab de Moby Dick, la memoria de aquel objeto sumergido desconocido le habrá aquejado el resto de sus días.

Una mente más científica y sensata diría que lejos de ser una anomalía, los tripulantes de la goleta Elsie A. Baylis seguramente se encontraron con uno de los pocos submarinos que comenzaban a navegar por los mares del planeta. Precisamente en 1886, el imperio otomano se jactaba de haber disparado el primer torpedo bajo el agua desde el Abdulhamid, submarino a vapor construido en los astilleros Barrow de Escocia, y los ingenieros Campbell y Ash ya habían perfeccionado su propia nave eléctrica, también llamada Nautilus. Pero es dudoso que dichas naciones hubieran enviado estos submarinos al otro lado del Atlántico. Tampoco puede dudarse la existencia de la goleta, puesto que la noticia apareció en otros periódicos, particularmente en el puerto de Norfolk, Virginia, y la revista náutica The Sailor's Magazine hace mencion del Elsie A. Baylis, cuyos oficiales y dotación dan las gracias por los libros prestados, diciendo "hay muchos buenos libros que ayudan a pasar muchas horas de soledad".

Así que... ¿qué fue lo que percibieron los tripulantes del Elsie Baylis?

Tal vez una conversación con el capitán del vapor británico Patna les habría sacado de dudas...o tal vez sumirlos en una confusión aún peor.

En 1880 el capitán Avern y el Sr. Manning, su tercero de a bordo, pasarían a las páginas de las crónicas de lo insólito por motivo del encuentro del vapor Patna con enormes discos luminosos en las aguas del golfo Pérsico. Estos enormes discos, que aparecieron a estribor y babor de la nave propiedad de la British Indies, casi rozaron el casco del Patna y emitían haces de luz de 200 a 300 metros de longitud. La incómoda escolta duro cinco minutos.

Antes de caer en manos del forteanismo, la vivencia de los tripulantes del Patna se daría a conocer a los lectores de la revista Knowledge, quienes montaron en la típica cólera victoriana que nos describe Julio Verne en los integrantes del club Reform, enfrentados con las proezas de Phineas Fogg. Las mentes de 1880 no podían concebir que estos objetos desconocidos pudieran estar viajando a ¡160 kilómetros por hora! - una velocidad inconcebible, cuando los barcos de la época batían records al alcanzar los 46 kilómetros por hora. Así que debía haber algo mal en los cálculos de los oficiales del vapor, y seguramente se puso en entredicho su capacidad de comandar naves.

Por gran suerte, a un mes de los eventos, el capitán Harris del Shahjehan observaría un fenómeno similar frente a las costas de Malabar.

El 11 de noviembre de 1949, el comandante J.R. Bodler, al mando del USS Hemminger, navegaba el estrecho de Ormuz entre el golfo Pérsico y el golfo de Omán las 18:30 horas de aquel día cuando observó una rueda de luz desplazándose bajo las aguas. Según sus cálculos, el objeto medía entre mil y mil quinientos pies de diámetro, y su movimiento era como "el de las aspas de una rueda enorme". ¿Se trataría acaso del mismo orden de fenómeno que aquejó al Patna siete décadas antes?

Estos fenómenos del mar tampoco están suscritos a las embarcaciones y hombres de mar de occidente. En agosto de 1968, los tripulantes del vapor soviético Raduga se hallaban en el mar Rojo cuando presenciaron una enorme esfera en llamas que salía de las profundidades, causando el ascenso y caída de una formidable columna de agua. Una lancha de motor con pescadores árabes también presencia el inusitado fenómeno, pero con por suerte que los soviéticos: la potente marejada creada por la abrupta salida del objeto resulta en el volcamiento de la lancha. Mientras tanto, la esfera en llamas queda suspendida en el aire a varios cientos de pies, y su diámetro se calcula en doscientos pies (60 m)

En el siglo XXI la ovnilogía clásica ha sido sustituida por la mediática, con la obsesión de torcerles el brazo a los gobiernos para que comuniquen 'la verdad' sobre los bondadosos aliens que supuestamente nos sacarán de apuros. Esta nueva ovnilogía 'de destape y Tic Tac' también se ha extendido a los fenómenos submarinos.

En julio de 2021 el portal Medium (https://medium.com) publicaba el relato de un contramaestre de la marina de EEUU que afirmaba haber visto uno de los omnipresentes Tic Tacs bajo el mar, como si no bastara tener que verlos en el aire.

Según el contramaestre John Baughman, quien realizó su servicio naval desde el 2008 al 2013 a bordo del portaaviones Carl Vincent, buque enseña de la agrupación de combate uno. Durante un rato de ocio en el mes de enero de 2010, Baughman pudo ver algo totalmente inesperado. En sus propias palabras: "Estaba mirando fijamente al mar cuando un objeto gordo y blanco tipo Tic Tac, midiendo aproximadamente veinte pies de largo, apareció ante mis ojos y en el agua, desplazándose hacia la derecha y zambulléndose tan rápido como había aparecido. No pude comprender lo que había presenciado. En definitiva se trataba de un objeto sólido, pero al descender, su parte delantera se engulló a sí misma y desapareció".

Sumamente emocionado por su avistamiento OSNI, Baughman fue a decírselo a su jefe inmediato, quien se encogió de hombros y le dijo: "La gente ve toda suerte de mierda en el océano".