Thursday, December 27, 2018

OVNIS y tribus nativo americanas



OVNIS y tribus nativo americanas
Por Scott Corrales © 2018

Al pensar en las tribus nativo americanas de EEUU, nunca se piensa en primer instante en cualquier relación con lo tecnológico, sino lo espiritual. Sin embargo, las tribus que sobrevivieron a las masacres del siglo XIX y el desgaste producido por el contacto con la cultura anglosajona llegaron a rescatar muchas tradiciones orales que pueden sernos de interés en lo referente al fenómeno OVNI.

Las tradiciones de los indios hopi del suroeste americano nos hablan de 'escudos voladores' denominados paatuwvota en su lengua - artefactos que correspondían a un mundo anterior al nuestro, al igual que los vimanas de la India. Cuenta la tradición que dos hermanos - Tiwahongva y su hermana Tawiayisnima - fueron los únicos supervivientes de la destrucción de una gran urbe prehistórica a consecuencia de una inundación descomunal, habiendo sido olvidados por sus padres durante la fuga. Los niños decidieron emprender camino para localizar a su familia. Durante la noche escucharon un gran rugido, y aterrorizados, presenciaron la llegada de un ser de rostro resplandeciente que dijo llamarse Sotuknang. El misterioso recién llegado animó a los chicos a subir a su 'escudo volador' para aligerar su misión. Sin otro remedio, los jóvenes humanos aceptaron y el objeto ascendió a los cielos, permitiendo a los niños ver toda la región desde los aires. El aparato aterrizó cerca del asentamiento de los refugiados, y los niños se reunieron con sus mayores. Sotuknang se despidió, advirtiendo que "soñarían con sus enseñanzas".

El paatuwvota aparece en los petroglifos que aún pueden apreciarse en las altas montañas del desierto de Arizona.

Los avistamientos, sin embargo, no quedan consignados a la mitología de los hopi y las tribus circundantes. Las tribus Onondaga y Mohawk de la gran nación de los Iroquois en el estado de Nueva York (USA) mantuvieron la siguiente creencia: “Seres como hombres habitan en el lado extremo del cielo visible” y la desaparecida tribu de los Natchez creía que el “rey del cielo” había visitado su pueblo en la noche de los tiempos para darles una especie de transmisor que mantenía el contacto entre los sacerdotes de la tribu y el mundo de los extrahumanos. A fines de la década de los ’60, los indios Hopi del oeste americano declararon públicamente que la historia de su pueblo había sido afectada por el contacto con seres extrahumanos, y que en conjunto, los nativo americanos siempre habían aceptado la realidad de los ovni y el sitio que ocupaban en la jerarquía de los seres vivos.

Parecería ser que las creencias aborígenes están reflejadas en América Septentrional, donde las tribus salish y chippewa de Canadá, sin contar los esquimales o inuit, mantienen largas tradiciones sobre el contacto con la gente de las estrellas no solo en el pasado lejano, sino en épocas recientes también. Sin pasar por alto la posibilidad de que todo pueda tratarse de fantasías o formas de decirle al hombre blanco “nosotros estuvimos en contacto con otras especies inteligentes antes de que ustedes”, examinemos algunas de estas tradiciones.

En una gruta cerca del lago Christina en la Colombia Británica se puede ver un petroglifo sumamente interesante que representa un disco de color blanco con protuberancias de color negro. Este singular aparato se cierne sobre un grupo de cuatro figuras humanoides que parece postrarse de hinojos ante la extraña presencia. El petroglifo tiene rayas superiores que sugieren haces de luz y rayas inferiores que bien pueden ser fuego. Los artistas primitivos, cuyo dominio de la perspectiva era casi nulo, se limitaban a representar lo que veían. El objeto sigue siendo un misterio que recibe la tradicional y cansina explicación de una adoración del sol por parte de los antiguos habitantes de la región... ¿un sol con protuberancias negras?

Parece ser que nos aguarda otro petroglifo igual de fascinante, localizado esta vez en un refugio pétreo entre el lago Kootenay y Cayuse Creek. Esta expresión artística del hombre primitivo nos presenta lo que a todas luces parece ser un cohete con forma de cono que lanza humo y llamas, y por si fuese poco, un pequeño humanoide se aferra a la “pared interior” del supuesto vehículo. Otro petroglifo parecido – esta vez representando un vehículo estanco con un tripulante – se encuentra a varios kilómetros del lago Kootenay.

La región de Prince Rupert, también en la boscosa Colombia Británica – mejor conocido por sus tradiciones de los enormes y peludos sasquatch—nos regala otro petroglifo que corresponde a las tribus Tsimshian de la zona. Esta vez no se trata de un disco ni ovalo con rayos, sino de un humanoide grabado en la piedra y conocido como “el hombre que cayó del cielo.” El investigador John Magor abunda sobre este extraño personaje en su revista Canadian UFO Report: “Una posibilidad consiste en que los Tsimshian que vivían en la actual Prince Rupert hallaron el cadáver de un hombre sumamente extraño en su campamento, y según su lógica, algo tan inusual sólo pudo haber caído del cielo. Es posible que este petroglifo haya funcionado como una especie de “fosa abierta” para que el difunto pudiese regresar a su hogar en las estrellas, y si se trata de una fosa, ciertamente no representaba la forma de entierro utilizada por esos nativos”.

Lamentablemente las tribus actuales no disponen de información al respecto, ya que los artesanos nativos dejaron de crear petroglifos a mediados del siglo XIX, y la interpretación de estos grabados se ha perdido. Sólo nos quedan las suposiciones de siempre.

En el este de Canadá, en la región de los Grandes Lagos, las tribus chippewa contaban la leyenda de una estrella “que se peleó con las demás” y que se dedicaba a vagar de una tribu a otra, atraída por el fuego de los campamentos justo antes de la hora de dormir. Los chippewa temían las apariciones de esta “estrella fugitiva”, pero una doncella de la tribu – siempre según la leyenda – se enamoró del extraño objeto, y un día, mientras que la joven recogía zarzamoras, la estrella generó una especie de tolvanera repentina que la levantó hacia su seno, despareciendo para siempre. Los chippewa supieron entonces que el amor que profesaba la joven hacia la estrella errante era correspondido.

Pero no todo es amor. La tribu denna de la península de Alaska vive temerosa del “pueblo del cielo” y a diferencia de los aborígenes australianos, los denna no sienten que ser los habitantes autóctonos de la región les ofrece protección alguna contra lo desconocido. De hecho, la tribu tiene un emblema especial que representa a estas extrañas fuerzas – un símbolo que todos reconoceríamos fácilmente: una raya horizontal rematada por una cúpula. A fines de los años sesenta se circuló una nota de prensa sobre el hallazgo de una avioneta que se había desplomado del cielo luego de haber transmitido un último mensaje, captado por el radiotransmisor de un cazador en esas regiones del norte. El desesperado mensaje de la avioneta indicaba que el aparato estaba siendo rodeado de una extraña luz verde sobre la cordillera Talkeetna y que los motores se habían cortado. Años después, rastreadores nativos se encontraron con los restos de la avioneta y sus congelados ocupantes. Parecía ser que uno de los tripulantes no había muerto durante el choque, y en un gesto sumamente dramático y digno de una narración de horror, había tenido las fuerzas para realizar un trazo en el destrozado fuselaje de la avioneta – la raya horizontal rematada por la cúpula. Los azorados nativos entendieron enseguida que los desventurados pilotos habían sido víctimas del “pueblo del cielo”.

Cowboys y OVNIS

El honor de haber visto el primer “platillo volador” corresponde no a Kenneth Arnold tras su avistamiento en 1947 sobre el monte Rainier, sino a un ranchero tejano llamado John Martin, cuyo experiencia no tuvo la misma trascendencia.

El 2 de enero de 1878, Martin y algunos amigos habían ido de caza en las cercanías del poblado de Denison en Texas. Mirando hacia el sur, pudo ver en el cielo un objeto oscuro con el tamaño relativo de una naranja. Las dimensiones del artefacto volador aumentaban según se acercaba; en una época en que lo único que solía verse en el cielo era pájaros, Martin pensó que podía tratarse de un globo hasta que el objeto estaba casi sobre su vertical, cuando le fue posible comprobar que se trataba de un objeto con forma de plato que volaba a gran altura. EL avistamiento de Martin en las cercanías de Denison tuvo la ventaja de haber sucedido en plena luz del día, y el OVNI oscuro no reflejaba luz alguna.

Varias semanas después del avistamiento el periódico Denison Daily News publicaría la experiencia de John Martin en su edición del 25 de enero de 1878 con el título “Un fenómeno extraño”. Reproducimos el texto completo a continuación:

“El Sr. John Martin, un ranchero que vive a unas seis millas al sur de esta ciudad, nos informa sobre la siguiente narración extraña. El martes por la mañana, mientras se encontraba de cacería, su atención fue dirigida hacia un objeto oscuro en lo alto del cielo hacia el sur. La forma peculiar y velocidad que marcaban el acercamiento del objeto capturó su atención, y se esforzó por determinar su naturaleza. Al observarlo por primera vez, parecía tener el tamaño de una naranja, que siguió aumentando de tamaño. Después de mirarlo durante algún tiempo, Martin se vio obligado a descansar la vista. Al reanudar su observación, el objeto estaba casi directamente sobre su cabeza y su tamaño había aumentado considerablemente y parecía desplazarse por el espacio a velocidad prodigiosa. El Sr. Martin pensó que se parecía, en su estimación, a un globo. Desapareció con la misma rapidez con la que había llegado y no tardó en perderse en los cielos. El Sr. Martin es un caballero de veracidad indudable y este extraño evento, si no fue un globo, merece la atención de nuestros científicos”.

Los Grises al Acecho


En fechas recientes, Jonathan Redbird Dover y Stanley Milford, integrantes de la policía de la tribu navajo han realizado ponencias sobre lo paranormal y ovnilogico en sus desiertas tierras. Uno de estos casos de alta extrañeza atrajo la atención de investigadores ovni debido a la presencia de posibles seres humanoides.

El protagonista del caso es un anciano de la tribu navajo que goza de muy buena reputación entre sus congéneres, hombre que a sus ochenta y cinco años de edad jamás pensaba acabar figurando en crónicas de lo extraño. Una buena noche, mientras que su familia se había desplazado a la ciudad de Phoenix, Arizona para presenciar un evento, el hombre estaba solo en su casa de una planta cuando vio una luz circular en el cielo - "tan brillante como el sol y lanzando rayos de luz". El objeto hizo una circunvalación de la estructura y acabó posándose a cierta distancia de ella. El hombre pudo presenciar cómo se desprendían luces del objeto que se mantenían cerca del suelo - superficie que había sufrido los efectos de un gran incendio y que permitían una visión perfecta en todas las direcciones. Dichas luces parecían dirigirse hacia su hogar.

A la par que se acercaban, el testigo pudo ver que uno de sus perros salía corriendo a enfrentarse con las extrañas manifestaciones. El canino emitió un alarido al hacer contacto con una de las fuentes de luz y salió disparado, perdiéndose en la oscuridad. El anciano navajo cerró las puertas y cortinas, mirándolo todo desde una rendija. No quedó tan impactado con las luces como por las extrañas formas que las portaban.

El anciano describió la llegada de cuatro seres de poco más de un metro de estatura - cabezones, de ojos negros descomunales y cuerpos sumamente delgados - que manifestaban un interés en las pequeñas lámparas operadas a batería que marcaban el perímetro de su propiedad. Indignado, el anciano abrió la puerta para enfrentarse a los "Grises", pero estos corrieron alrededor de la casa, huyendo hacia la seguridad de la fuente de luz que les había traído hasta aquel lugar. Aquel extraño "sol" volvió a disparar rayos de luz y salió disparado "como una bala", desapareciendo por completo. Durante su entrevista con la policía tribal, el anciano apuntó sus perros más bravos se mantuvieron en silencio total durante la estadía de los misteriosos seres. El incidente convocó a agentes de una amplia gama de agencias del gobierno estatal y federal, algunos de ellos con contadores Geiger. El perrito que había hecho gala de su denuedo al salir a enfrentarse con lo desconocido falleció pocos días después.

Hubo otro detalle curioso: un pariente del anciano navajo que vivía cierta distancia del lugar de los hechos mencionó que ocho cachorros que estaba criando en su propiedad desaparecieron después del incidente de la extraña luz y sus tripulantes. Las autoridades no pudieron hallar evidencia de la presencia de depredadores en este caso.

Sunday, December 09, 2018

Casos Olvidados de Alta Extrañeza



Casos Olvidados de Alta Extrañeza
Por Scott Corrales (c) 2018

La predilección del fenómeno ovni por visitar las zonas aisladas de nuestro planeta es legendaria. Se han postulado cuantiosas hipótesis para esto, que van desde la de "nocturnidad y alevosía" de seres extraterrestres que toman muestras, roban ganado y secuestran seres humanos durante la fase de nuestro día de 24 horas en que somos más vulnerables hasta la presencia de seres interdimensionales o sobrenaturales condenados a pasar su existencia en los yermos del planeta. El hecho es que los Estados Unidos de América, debido tal vez al aislamiento entre sus núcleos urbanos, ha experimentado desde el comienzo de la fase moderna del fenómeno, toda suerte de avistamientos y experiencias ovni en sus regiones poco transitadas u ocupadas.

En la primavera de 1979, Pat Eudy, un vecino del estado de Carolina del Norte, regresaba a su casa tras haber pasado una alegre velada en el domicilio de algunos amigos en la población de Monroe. Conduciendo su vehículo a lo largo de un camino rural, el hombre se acercaba al puente Rocky River cuando notó de repente una luz en el cielo. Acto seguido, se dio cuenta de que estaba al sur del camino Morgan Hill, a la altura de una tienda de comestibles. Eudy no podía explicarse cómo era posible haberse desplazado una distancia de doce kilómetros en un abrir y cerrar de ojos. Más estremecedor aún era el hecho de que el reloj de su camioneta marcaba las 6:20 de la mañana - tres horas más tarde de lo que debía haber sido.

Eudy se detuvo para hacer memoria y absorber el impacto del evento. ¿Doce kilómetros en un abrir y cerrar de ojos que duró tres horas? Le ardían los ojos y la piel le quemaba como si hubiese entrado en contacto con una planta venenosa.



El evento de alta extrañeza fue tan sobrecogedor para el hombre de pueblo que se vió obligado a hacer algo que jamás hubiera pensado hacer antes - consultar a un psicólologo cuyas sesiones de regresión hipnótica le permitieron reconstruír los eventos de esa experiencia de 'tiempo perdido'

Durante el transcurso de las sesiones de hipnósis, Pat Eudy pudo reconstuir un evento escalofriante. Sus recuerdos indicaban que no estaba solo. Una presencia extraña, descrita como la de 'un astronauta en su traje espacial' le acompañaba. El ser medía un metro cincuenta de estatura, con dos brazos y piernas, y el rostro oculto por una especie de visera oscura. Su acompañante jamás dijo ni una sola palabra.

Ambos se encontraban en una habitación bien iluminada, que tenía el mismo aspecto metálico y de color claro que el atuendo del 'astronauta'. Eudy tuvo la sensación de que estaba en la 'cabina' de algún aparato ovalado, afirmando que el habitáculo parecía como el interior de la cabina de mando de un avión. Recordó haber manifestado interés por los controles y haber preguntado cómo funcionaba el aparato. Aunque no todos los recuerdos fueron tan gratos: la regresión hipnótica arrojó que le habían desvestido y colocado en una silla equiparable a la de un dentista para realizar una serie de pruebas, culminando en la extracción de sangre de la punta de uno de sus dedos.

Pero la interrogante que más aquejaba al secuestrado no obtuvo respuesta. ¿Qué fue lo que sucedió al acercarse al puente Rocky River, y en qué momento entró o salió del supuesto aparato desconocido?

Estas extrañas experiencias se han dado en otras partes del planeta. Australia, con sus siete millones de kilómetros cuadrados, es uno de los sitios más fascinantes del mundo por su extraña fauna y flora y sus habitantes autóctonos – los aborígenes – que aún sobreviven en nuestros días y que hasta la llegada de los europeos vivían bajo condiciones que no habían cambiado desde el paleolítico. El escritor australiano Eirik Saethre llegó a realizar encuestas en entre las comunidades aborígenes del centro de Australia hace unos diez años, concentrándose en los miembros de la etnia arlpiri – que se autodenominan “yapa” y que reservan el termino “kardiya” para designar a los australianos de ascendencia europea. Aunque los warlpiri opinan que el hombre blanco es totalmente inmune a la hechicería de los magos nativos, si son víctima de otras fuerzas: las enigmaticas presencias que se desplazan en los ovnis. De hecho, Saethre cita el testimonio de Steven, un warlpiri de treinta y ocho años de edad: “Ellos (los extrahumanos) son más listos que nostros y más listos que ningún ser humano. Los kardiya se creen listos porque fueron a la luna, pero estos seres viajan por todo el universo.”

Las comunidades aborígenes coincidían en que los visitantes extrahumanos venían por agua, y que eran responsables de la desaparición de grandes cantidades de líquido de los “billabongs” cuyo contenido es indispensable para mantener la vida en las condiciones desérticas imperantes en esta región de Australia. Por este motivo era común ver luces raras en la cercanía de estas fuentes de agua, aunque nadie afirmaba haber visto a los extrahumanos realizar estas maniobras.

El detalle más curioso, sin duda, consistía en la creencia de que estas fuerzas poco conocidas operaban de noche y que eran responsables de la desaparición de humanos incautos, pero con la consiguiente salvedad. Los extrahumanos no se llevarían a los warlpiri por formar parte de la realidad circundante, pero los kardiya sí corrían el peligro de ser llevados para siempre por no “pertenecer” a esa región. Se comentaba el caso de un proveedor de atención médica del gobierno – Bill – que había desaparecido, supuestamente debido a su impaciencia al no querer esperar la luz del día. Los extrahumanos, según los aborígenes, se lo habían llevado, a pesar de las repetidas advertencias de que no debía aventurarse fuera de la comunidad por la noche. “Le dijimos que no saliese de noche,” dijo Ronald, uno de los aborígenes, en la entrevista con Eirik Saethre, “pero los kardiya nunca hacen caso. Esos alienígenas se lo llevaron”.

Durante los últimos días del mes de noviembre de 2003 el invierno ya se hacía sentir en todas partes de los Estados Unidos y la población de Morehead, estado de Kentucky, no era excepción. Sin embargo, algo raro habría sucedido la noche del 21 del mes que puede clasificarse de espeluznante.

Un informe anónimo remitido al National UFO Reporting Center con sede en Seattle rezaba así: "La brigada de rescate de los condados de Morehead y Rowan recibieron una llamada del departamento de policía de Morehead acerca de una voz de mujer que pedía ayuda a gritos, haciéndolo tres veces. Dos testigos afirman haber visto una luz brillante en el cielo por espacio de un minuto antes de que la brigada de rescate se personara en el lugar de los hechos. Se le solicitó al departamento de bomberos hacer una búsqueda utilizando una cámara de imágenes térmicas, aunque dicha búsqueda fue infructuosa. Los testigos son vecinos de Morehead. A menos que se confirme el informe de una persona desaparecida, no se continuará la búsqueda".

En eso quedaron las cosas hasta que el investigador Donnie Blessing de la MUFON tuvo la oportunidad de hablar con una tal "Sra. Huff" el 3 de diciembre del año en curso. La mujer le dijo al investigador que su marido había formado parte de la brigada de rescate que había respondido al incidente de los gritos en el camino rural conocido como Adams Lane. Una persona había irrumpido en la estación de bomberos, según le había contado su marido, diciendo que una mujer y su niño habían estado caminando en la cuesta de una colina y que "una nave espacial" había bajado para llevarse al menor, haciendo que la mujer gritara "¡Ayúdame, Dios mío, Ayúdame!"

Blessing no daba crédito a sus oídos y le preguntó a la mujer que si sería posible hablar con el marido, cosa que logró hacer al día siguiente. El "Sr. Huff", seudónimo asignado por Blessing al bombero, relató lo mismo que la había dicho su mujer. El bombero amplió detalles, comentando que otro miembro de la brigada de rescate había sido abordado por un hombre mientras que se encontraban en las cercanías del cuartel de la policía estatal de Kentucky. El extraño decía haberlo visto todo: "había una mujer en un campo y que luego había bajado un OVNI para secuestrarla".

Más extraño aún resultaba el incidente que había tomado lugar dos días antes, cuando la brigada de rescate había recibido otra llamada telefónica, esta vez de unos vecinos que avisaban haber visto "un niño de dos años de edad caminando a lo largo de la carretera 60 en pañales". El vecino había visto al pequeño, que parecía inmune al frío imperante, y había dado parte a las autoridades enseguida. Las pesquisas posteriores jamás dieron con ningún niño perdido y jamás se recibieron llamadas posteriores sobre la presencia del diminuto vagabundo.

Otro investigador del fenómeno OVNI, Kenny Young de la Mid-State Research Associates con sede en Ohio (EUA), logró comunicarse con un profesor universitario de ascendencia inglesa que vivía en Adams Lane y que había sido contactado por agentes del orden público sobre los gritos que se escucharon en esa zona rural.

El profesor anónimo declaró que se encontraba en casa cuando se escucharon los alaridos. "Sí, estaba en casa cuando se oyeron los gritos. Se escucharon unos gritos francamente espeluznantes pero nadie pudo averiguar nada más al respecto."

Curiosamente, el profesor había tenido una experiencia OVNI entre las 21:00 y 22:00 horas en la región, mientras que conducía en la compañía de sus dos hijos de 15 y 18 años de edad respectivamente. Los tres hombres se percataron de un objeto aéreo extraño que se cernía sobre un campo abierto; la configuración del aparato era ovalada y de color blanco, moviéndose "como lo haría un colibrí". Después de tres o cuatro minutos de observación inicial, el objeto comenzó a desplazarse rápidamente de un lado del firmamento otro. El profesor y sus hijos estacionaron el coche y se bajaron para determinar que el objeto no era un avión ni tampoco un helicóptero, y transcurridos algunos minutos, los testigos reingresaron a su vehículo después de que el objeto les infundiera cierto recelo. "Yo diría que era una sensación de recelo más que de temor", explicó el catedrático. "No sabía qué era lo que estábamos viendo y me preocupaba pensar que aquello nos hubiera detectado".
Después de regresar a su casa, los testigos siguieron viendo el extraño objeto desde la ventana de una habitación en la segunda planta. El extraño objeto comenzaba descender, mudando sus colores de blanco a anaranjado, y asentándose en un campo.

Se produjo un cambio de color adicional, esta vez de anaranjado a rojo. Al suceder esto, los animales de las casas y granjas vecinas enloquecieron, ladrando como locos y tratando de romper sus cadenas. El objeto saldría disparado para perderse en la noche.

Fue justo entonces que los hijos del profesor salieron de la casa y escucharon los gritos provenientes del campo en dónde el extraño objeto parecía haber tomado tierra. "Se trataba de una voz femenina", explicó el profesor a Kenny Young. "Mis hijos se metieron en el coche y llamaron a la policía, dando parte sobre los hechos".

En menos de media hora una veintena de policías se habían aparecido en la casa de instructor universitario para comenzar su propia búsqueda. A pesar de sus titubeos iniciales, el profesor informó a los policías sobre el avistamiento OVNI, sorprendido al descubrir que no se burlaban de él. Según las declaraciones del profesor a Young, uno de los policías llegó a admitir haber visto un ovni también, aunque no supo precisar si se refería al mismo objeto.

Tuesday, December 04, 2018

1974: Testigos Múltiples de un Humanoide en Aldea de Virginia, EEUU



Fuente: Rick Hilberg
Fecha: 11.30.2018
Artículo por David Branch


1974: Testigos Múltiples de un Humanoide en Aldea de Virginia, EEUU

"¿Quién eres?"

Billy Wayne Plasters, de 27 años de edad, podía sentir el palpitar de su corazón al aguardar la respuesta a su interrogante.

¿Qué haces aquí? ¿Como te llamas?"

Silencio. De repente, pudo verlo.

"Algo se nos acerca", dijo Billy. Presa del pánico, se dirigió a Richard N. Clifton, 35, su cuñado, y ambos corrieron a toda prisa hacia su camión.

"Ví como se detuvo el camion y se le apagaban las luces", explicó Jane Clifton, esposa de Richard y hermana gemela de Billy Wayne."El silencio era sobrecogedor hasta que escuché como el motor arrancaba de nuevo. Cuando los hombres volvieron a casa, parecia como si hubiesen visto un fantasma".

Plasters, el mas alto de los dos, caminaba al frente de Clifton, y pudo descrbir lo que habia visto: "un hombre alto y fornido".

A pesar de su agitacion, ambos hombres empuñaron armas, se itnernaron en su vehiculo, y emprendieron el regreso a la zona en la que se produjo su avistamiento.

De acuerdo con Plasters, el incidente habia comenzado a las 8:00 pm. el 1ro de marzo de 1974 en el poblado de Vesta, apacible población rural en la cordillera Blue Mountains del estado de Virginia.

Desde su hogar en la granja de su padre en la Carretera 58, Plasters se habia fijado que una colina cercana estaba completamente iluminada por un extraño resplandor amarillo. La luz parecía ser "del color de una lámpara de gas marca Coleman".

Se dirigió al hogar de los Clifton. Los tres adultos contemplaron la luz y quedaron atonitos al ver un objeto rojo ovalado "más grande que un Volkswagen" que ascendía a unos 300 pies sobre el suelo resplandeciente. Luego de cernirse algunos minutos, el objeto realizó una serie de virajes en ángulo recto antes de dirigirse al sur, hacia Stuart, Virginia.

Pero el resplandor permaneció en la superficie, así que Plasters y Clifton decidieron investigar. Al aproximarse a la zona, les extrañó la ausencia de animales de granja: dos caballos, un toro y y tres terneros. Pasaron una pequeña caseta cuando Plasters advirtió un movimiento en las cercanías.

Al regresar al sitio donde habían visto al humanoide, Plasters y Clifton hallaron escombros ardientes. La luz, el objeto y el "hombre" habían desaparecido.

Días después, investigadores civiles independientes rastrearon la zona. Descubrieron arbustos, postes, tierra y pequeñas ramas ennegrecidas y chamuscadas de manera aleatoria. Algunas de las grandes ramas de los árboles habían sido quebradas. Los pesquisadores consideraron que un fuego ordinario no pudo haber sido la causa de tales daños.

"Ví algo, aunque no sé qué era. Nunca antes ví nada parecido, y tampoco he vuelto a verlo", manifestó Richard Clifton.

"Era como un cuento de ciencia-ficción hecho realidad", declaró Jane Clifton.

"El objeto emitio un sonido agudo y penetrante", según la Sra. Noah Cassell, una vecina. Ella y su hija Frieda se sintieron demasiado asustadas como para ir a investigar "aquello que causaba tanto alboroto en la granja de John Plasters".

"Fue un avistamiento increible por testigos múltiples de gran confiabilidad", concluyó el investigador veterano George W. Fawcett, vecino de Mt. Airy, Carolina del Norte. Fawcett, director estatal de MUFON para Carolina del Norte, investigó el incidente de Vesta con Clayton Boaz y Nancy Lindsey del periódico Enterprise de Stuart, Virginia.

En un ejemplar reciente de Skylook, el cuaderno publicado por MUFON, Fawcett publicó lo siguiente: "Estos informes fueron consistentes con los que han surgido en otras partes. Formas, dimensiones, sonidos, olores, colores y maniobras semejantes, al igual que el efecto surtido sobre los testigos. Personas de todos los rangos de la sociedad han dado parte sobre ello a nivel mundial durante el mismo plazo de tiempo. Los testigos de Vespa expresaron su deseo que nada parecido volviese a suceder jamas.

"Si los animales pudiesen hablar," agregó Fawcett, "es muy posible que dirían lo mismo."

Pero la comisaría del condado de Patrick, Virginia no compartió dicha opinion. La noche del evento, se limitó a contestar a la petición de ayuda expresada por Clifton y Plasters con un "¿Y qué han estado bebiendo por esos pagos?"

La comisaría se negó a investigar el asunto.

[Traducción (c) 2018 S. Corrales, IHU con agradecimiento a Rick Hilberg]