Wednesday, October 31, 2018

Soldados y lo Sobrenatural



Soldados y lo Sobrenatural
Por Scott Corrales © 2018 para Arcana Mundi

Nuestro entendimiento de lo paranormal proviene en gran medida de lo que nos ha enseñado la gran pantalla. Desde las viejas películas platilleras de los '50, pasando por El Exorcista del director William Friedkin en 1973 hasta las series de televisión que podemos ver cada noche en la comodidad de nuestros hogares, todas representan el cedazo por el que pasan nuestras impresiones de lo extraño y se forman nuestras opiniones al respecto.

El papel que juegan los militares en estas películas y teleseries también es importante. En las primeras décadas, el cine de misterio nos presentaba al ejército como la última salvación de la especie humana contra invasores de otros mundos, criaturas extrañas o experimentos descarriados. Posteriormente se nos daría una imagen menos edificante - los altos mandos como encubridores, posible fuente de los Hombres de Negro, dispuestos a recurrir a cualquier método para ocultar la "terrible realidad" de lo sobrenatural al pobre ciudadano medio que paga sus impuestos sin chistar.

Pero surgió otra vertiente: los militares como parte interesada en la explotación de lo desconocido como otra arma para el arsenal bélico. Películas como The Men Who Stare at Goats nos han aleccionado de manera tragicómica sobre el interés de la milicia en poderes extraños para controlar mentes, efectuar visualización remota de objetivos, etc. ¿Existe la posibilidad de que los altos mandos militares también se hayan interesado en la magia?

La USAF y los contactados

Corría el verano de 1959 cuando un grupo de oficiales de la Marina de Guerra habían salido de Washington con rumbo al lejano y boscoso estado de Maine en el noreste estadounidense. Ambos oficiales habían recibido la orden directa de su almirante de personarse a la pequeña población de South Berwick, donde una señora afirmaba estar en contacto con extraterrestres.



La contactada entró en trance hipnótico ante los ojos incrédulos de los agentes, convirtiéndose en partícipes de una especie de sesión mediumnística del siglo XIX, entablando contacto con un "miembro de la patrulla espacial" llamado AFFA, cuya misión consistía en vigilar el planeta Tierra. Sobra decir que esto no impresionó mucho a los enviados el almirante, quienes procedieron a interrogar al espíritu que hablaba por la contactada. No obstante, les sorprendió que las respuestas ofrecidas a preguntas concretas - la distancia entre ciertos planetas de nuestro sistema solar, la duración de los días en ciertos otros mundos - era algo que se escapaba al nivel educativo de la contactada. ¿Había algo de cierto en todo esto?

Poco después, regresados a la capital de la nación, uno de los oficiales navales 'canalizaría' a AFFA ante otros militares y un agente de la CIA. Reproducimos aquí el intercambio, que ha figurado en muchos libros de ovnilogía.

Agente: Es muy interesante hablar con alguien que podemos ver, pero ¿pueden darnos prueba de su existencia?
AFFA: ¿Qué clase de prueba desean tener?
Agente: ¿Podemos verte a ti o a tu nave?
AFFA: ¿Cuando quieren verla?
Agente: Ahora.
AFFA: Vayan a la ventana


Los agentes acudieron a la ventana de la oficina, que según el relato, se hallaba oculta en lo alto de un garaje en la transitada "K Street" de la capital estadounidense. Les fue posible ver un objeto con forma de platillo cruzar el horizonte a poca distancia. El objeto tenía un brillo más intenso en su periferia que en su centro.

El "affaire AFFA" sería dado a conocer posteriormente por el coronel Robert Friend, quien presenció otra experiencia de contacto en el mismo lugar, llevándolo a aseverar: "No hubo duda alguna en mi mente. Pude ver como el pulso [del oficial que efectuaba el contacto] se aceleraba y la nuez en su cuello subía y bajaba con rapidez. Su forma de escribir era completamente distinta de la normal. Los músculos de su torso parecían no esforzarse, pero la tensión delos músculos de su brazo era evidente - sobre todo la musculatura de su cuello." AFFA no se dignó a contestar las preguntas formuladas por el coronel Friend, pero el hecho no cambió su opinión sobre la realidad del suceso. "Me sentí convencido de que había algo ahí. No importaba mucho si el comandante naval o la señora en Maine estaban en contacto con seres del espacio o con alguien en la tierra. Aquí había algo sobre lo que debíamos haber averiguado".


El texto de las experiencias de Friend - quien abandonó el ejército para ocupar un cargo directivo en Fairchild Industries, importante contratista del gobierno - aparece en las obras del capitán Ruppelt y otras fuentes que documentan aquella primera turbulenta década del fenómeno ovni en la que la creencia y negación de los "flying saucers" estaba fuertemente influenciada por la Guerra Fría, la persecución anticomunista de McCarthy y otros factores sociales.

Con el paso de las décadas surgieron otros detalles. El almirante era H.B. Knowles, veterano submarinista de la primera y segunda guerra mundial y posteriormente integrante de la directiva de NICAP; la contactada en el estado de Maine era Frances Swann, quien siguió comunicándose con entidades descarnadas por décadas (y remitiendo sus conversaciones a los servicios de inteligencia); el agente de la CIA presente durante el contacto con AFFA era Arthur Lundahl, quien luego rechazaría la veracidad de los sucesos.

MK-ULTRA y su maldita prole

Con el temor de que la Unión Soviética pudiese estar tramando un "Pearl Harbor paranormal" contra occidente, los militares y servicios de inteligencia estadounidenses se lanzaron a investigar todas las posibilidades ofrecidas por los nuevos fármacos desarrollados en las farmacéuticas, sobre todo aquellos capaces de influenciar la mente. Tal vez esto se debió al temor infundado por el "lavado de cerebro" que supuestamente sufrieron los prisioneros de guerra en manos de los norcoreanos durante la guerra en dicha península. Una pléyade de productos capaces de alterar el funcionamiento normal del cerebro humano - desde los barbitúricos al ácido lisérgico - fueron sometidos a prueba para crear asesinos capaces de ser activados cuando fuese necesario. El temor de que la URSS ya había embarcado por este rumbo se aprecia en una vieja película de los '70 - Telefon, protagonizada por Donald Pleasance - en la que agentes rusos viviendo vidas normales en EEUU son activados al recibir una llamada telefónica. De esta iniciativa, conocida como MK-ULTRA, se han escrito numerosos ensayos y libros.



Otras iniciativas - no menos siniestras - no han recibido la misma atención. Hace una década, el autor británico Gordon Thomas acusó Stanley Gottlieb, jefe del ramo de servicios técnicos de la CIA - de haber sido un hechicero que se valió del programa MK-OFTEN para "escudriñar el mundo de la magia negra y someter las fuerzas de la oscuridad" al servicio del gobierno. Tamaña acusación figura en el libro Secrets and Lies, que aborda los proyectos de la guerra bacteriológica entre las potencias, que nos presenta a Gottlieb - hombre con pinta de ejecutivo corporativo y no científico descarriado - como un genio maligno de los venenos, interesado en reunirse con astrólogos, practicantes del vudú y el satanismo para ver si era posible explotar estas creencias con fines militares. Otros periodistas consideran que MK-OFTEN perseguía fines totalmente distintos, entre ellos la creación de súper soldados o sectas adictas al gobierno, como el People's Temple de "reverendo" Jim Jones en Guyana, la Iglesia de Set del capitán Aquino y la enigmática Process Church of the Final Judgement de la que se ha escrito tan poco. Un aspecto más palpable del proyecto se puede apreciar en la creación de un curso universitario de magia negra, demonología y vudú en la universidad de Carolina del Sur, auspiciado por la Scientific Engineering Institute al servicio de la CIA, según las investigaciones de Alex Constantine. El autor Leo Martello nos informa que dos universidades canadienses - Centennial College y la universidad de Toronto - también ofrecen cursos de magia y 'las artes negras', con Centennial interesando a sus estudiantes en "estudios avanzados del ocultismo". ¿Extensiones de la actividad comenzada por MK-OFTEN?

[Para los curiosos, el curso de "Brujería y Magia en la Tradición Cristiana" aún se imparte en la Universidad de Toronto, aunque desde una perspectiva sociológica: https://fas.calendar.utoronto.ca/course/rlg337h1]

Lo sobrenatural al servicio de lo militar

En 1988, el investigador Jacques Vallée apuntaba lo siguiente en su libro Dimensions: Durante la Guerra de Vietnam, una unidad militar estadounidense denominado el 4to Grupo PsyOp inventó un proyector de imágenes denominado Mitralux. Utilizaba diapositivas de 85 milímetros y un foco de 1000 vatios para proyectar imágenes sobre edificios, montañas y bancos de nubes”. Como si fuera poco, el investigador galo agrega que los militares británicos no se quedaban atrás en el uso de estas armas de guerra mental. El psicólogo Peter Watson, integrante del equipo Insight del periódico londinense Sunday Times, reveló que “se había desarrollado equipo que efectivamente utilizaba nubes a baja altura para reflejar enormes despliegues propagandísticos. Se prepararon grabaciones de deidades primitivas a ser proyectadas desde helicópteros, asustando a las tribus indígenas”. (Dimensions, A Casebook of Alien Contact, p.224)



Consultando otras fuentes, podemos ver que una de las creencias más arraigadas de Vietnam es la existencia de las “almas en pena” – una creencia tan difundida como la de “La Llorona” en México. Si una persona muere lejos de su patria, o de su terruño, esto puede tener por resultado que el alma, al desprenderse del cuerpo, vague por la tierra sin paradero, sufriendo. Lo mismo aplica para las personas que no fueron debidamente enterradas con los ritos y ceremonias familiares que les correspondían. Existen días especiales como la fiesta de Vu Lan, en la que los familiares pueden pedir la remisión de los pecados del difunto, ceremonia que tiene su manifestación física en las luces flotantes colocadas en los ríos para guiar las almas al “otro lado”.

Sabiendo el gran valor que tendría esta creencia para fines militares, el ejército no tardó en valerse de ella. La operación llevaría por nombre “Wandering Soul” (alma errante).

Los elementos del 6to Grupo Psyops pasaron semanas y semanas grabando sonidos aterradores, mayormente tomados de grabaciones existentes creadas para “casas encantadas” y programas radiales de terror, aunque modificando sus velocidades e intensidad, al grado que resultan escalofriantes para los que conocen dichas grabaciones. El objetivo era crear la idea, en las mentes de los combatientes del VietCong y el ejército regular norvietnamita, que tales alaridos representaban las almas de los muertos de su bando que no habían sido debidamente enterrados, y frente a las manifestaciones sobrecogedoras, los combatientes no tendrían más remedio que abandonar sus armas y huir. Especialmente cuando entre los alaridos y quejidos de los “muertos” podía oírse claramente la voz de los “ancestros de ultratumba” exigiendo que sus descendientes abandonasen la lucha y regresaran a sus aldeas.

Hasta las tropas estadounidenses sintieron el efecto de la guerra psicológica, pero se les explicó oportunamente que los sonidos fantasmagóricos eran cortesía del batallón de Psyops: “Si eres un Wolfhound del primer batallón del 27mo de Infantería, 25ta División de Infantería, y estabas en la base Chamberlain la noche del 10 de febrero, lo que escuchaste fueron sonidos fantasmagóricos y raros con la ayuda de altoparlantes y una grabación de “El alma errante”, una leyenda de un VietCong que va hacia Buda. La misión fue un éxito.” (Tropic Lightning News, Febrero 1970)

El artículo del Tropic Lightning News pasa a citar al teniente Peter Boni, natural de Boston, Massachusetts, quien afirma: “Los budistas creen que si no se les entierra correctamente, y si no se les lamenta, vagarán por toda la eternidad. Nos valemos de las supersticiones psicológicas y los temores del enemigo. Se trata de un método muy efectivo. La grabación hace que los aldeanos regresen a sus hogares, y cualquier sospechoso restante acaba siendo detenido e interrogado”.

Según otras fuentes, el batallón de PsyOps llegó a combinar el rugido de un tigre del parque zoológico de Bangkok con el “69-T” – la cinta del alma errante – y difundiendo dicha combinación con altoparlantes portátiles. El resultado fue que dos soldados consiguieron que más de cien combatientes enemigos evacuasen el cerro Nui Ba Den en 1970.

“Wandering Soul es una grabación diseñada por la división de operaciones psicológicas en Bien Hoa,” explica un capitán que concede una entrevista en un vídeo de YouTube (http://www.youtube.com/watch?v=ffPdrJgjluM) que es utilizada por las divisiones operativas y brigadas, transmitiendo una apelación a los VietCong. La grabación en sí es un tanto rara, combinando música fúnebre en el fondo con la voz de un padre que habla con sus hijos, diciéndoles que ha muerto en el campo de batalla, alentando a sus camaradas a unirse a la “causa justa”. Otro vídeo militar – U.S. Army Staff Film Report 67-2 --nos muestra a las tropas internándose en la maleza con los amplificadores llevados a cuestas, aparte de los enormes altoparlantes adosados a los helicópteros Huey (http://youtu.be/wDU1sM-lhLs)

OVNIS, soldados y… ¿demonios?

En los años ’90, el escritor Michael Lindemann entrevistó a varias personas cuyos padres habían trabajado para el sector de la industria bélica de los Estados Unidos y que comentaron que sus familias se habían visto “plagadas” por fenómenos paranormales como consecuencia de dicha asociación. En su libro UFOs and The Alien Presence (1995) Lindemann plasmó la historia de “Marty”, de 31 años de edad, cuyas experiencias con siluetas fugaces, que sólo podía distinguir con el rabillo del ojo, se produjeron a partir de su vinculación a proyectos “negros” relacionados con la aviación militar.

“Pienso que hay una presencia alienígena en esto...durante siete años, desde que comencé a trabajar con los aviones, cosas raras se vienen sucediendo en mi hogar y a mi alrededor. Mueven cosas, abren y cierran puertas, me desaparecen las llaves...durante mi ausencia del hogar”, comenta “Marty” al escritor Lindemann, “mi esposa ha experimentado los mismos movimientos en la casa – libros que estaban en los anaqueles aparecen sobre una mesa y las puertas se cierran solas.”

“Marty” explicó que su trabajo con proyectos de alto secreto le ha puesto en contacto con muchos militares que afirman haber experimentado lo mismo. Los soldados destacados en Pearl Harbor, Hawai, usaron la palabra nativa huna para describir el fenómeno. Los “mini-huna” son responsables de la desaparición de objetos, el movimiento inusual de objetos, etc. “Es algo que ocurre fuera del alcance de la vista.”

Por extraña que pueda sonar esta posible asociación entre los ovnis y las siluetas oscuras, debemos recordar que muchas víctimas de experiencias de secuestro por ovnis o testigos de encuentros cercanos del primer, segundo y tercer tipo suelen quejarse del componente “paranormal” que caracteriza sus experiencias, y que suele producirse después del evento.

Las misteriosas sombras también han sido asociadas con viajeros interdimensionales, cuya aparición se produciría en nuestro medio como sombras.

Otra teoría, más inverosímil que las otras, sería que ya comienzan a sentirse los estragos del mal manejo de las energías sutiles por agencias secretas de los gobiernos – proyectos como el calentador atmosférico HAARP, por ejemplo – que han resultado en una especie de dilución de la barrera, por así llamarla, que separa al mundo físico del mundo de lo paranormal, proceso que tuvo su comienzo con la detonación de la primera bomba atómica en 1945 y que continúa hasta nuestros días. Los estudiosos de la ufología y lo paranormal pueden afirmar a ciencia cierta que los fenómenos extraños se han redoblado en años recientes y que el misterio ha llegado a formar parte de la vida cotidiana de muchos. ¿Será que las fugaces siluetas que atormentan a muchos representan, efectivamente, una nueva intrusión en el mundo físico? Aún no tenemos suficientes elementos de juicio sobre dichas extrañas presencias, y los años venideros serán de gran importancia para nuestra comprensión del fenómeno.



Wednesday, October 24, 2018

La Guerra en el Aire: OVNIS vs. Interceptores



La Guerra en el Aire: OVNIS vs. Interceptores
Por Scott Corrales © 2018

En fechas recientes se circuló un vídeo en YouTube titulado "Military Jets track high speed UFO" (interceptores militares rastrean OVNI de alta velocidad) y que contenía pietaje supuestamente proveniente del encuentro un interceptores F-18 de la marina de guerra de EEUU, perteneciente al portaaviones Nimitz, en el 2004. Otro incidente representaba el diálogo entre varios pilotos militares que se encaraban a una verdadera flota de objetos desconocidos. Por lo que parece ha habido más de una docena de incidentes parecidos desde el 2015. El caso del Nimitz era especialmente alarmante, dado que los objetos descendían de una altura superior a los sesenta mil pies a velocidades supersónicas para acabar suspendidos a docenas de metros sobre el agua, superando las capacidades militares de los vehículos de EEUU y los países de la OTAN.

Pero como suele decirse, “no hay nada nuevo bajo el cielo” y los encuentros entre los valerosos jinetes de los aires y lo desconocido se remonta al comienzo de la etapa moderna de la ovnilogía, y bien recordamos la tragedia del capitán Thomas Mantell y su P-51.

El 20 de julio de 1975, el comandante William B. Royce realizaba vuelos de entrenamiento con un estudiante a bordo de un T-37 sobre la base aérea Williams de la fuerza aérea estadounidense en el desierto de Mojave, cerca de la población de Chandler. Royce se encontraba enfrascado en la tarea de enseñarle a su pupilo cómo alinear el morro del avión con la pista de aterrizaje a cinco millas de distancia, cuando un objeto color anaranjado rojizo apareció de la nada y pasó de largo al T-37.

El estudiante se quejó de la falta de cortesía del otro piloto, pero Royce tomó los mandos de T-37 y ejecutó una veloz evasiva, advirtiendo a su estudiante: "No es uno de los nuestros".
El comandante tomó la decisión repentina de perseguir el objeto, a pesar de que su avión de entrenamiento carecía de armas. Revisando el reloj de combustible, el comandante decidió que sería posible alcanzar al intruso sin problemas. Al alcanzar unos cuatro mil pies de distancia de su objetivo, a una velocidad de 380 millas por hora, Royce pudo observar que se trataba de un objeto con forma de platillo, cuyo metal estaba calentado a temperaturas tan intensas que le daban el brillo anaranjado rojizo. El objeto parecía tener una especie de hendidura en que podía ser una puerta o ventanilla recesada.

Justo cuando Royce pensó en acercarse más al objeto, el platívolo ascendió repentinamente, aumentando la distancia que lo separaba del avión de entrenamiento.

El comandante y su estudiante regresaron a la base Williams, prefiriendo no comentar sobre su encuentro. Posteriormente, Royce le diría al escritor Rufus Drake: " Sé de un piloto que alcanzó a volar lado a lado con un OVNI y llegó a detectar ventanillas en el objeto...algunos de los muchachos piensan que estos intrusos provienen del espacio exterior, sin duda".

Algunos años antes, Carol Johnson, vecina de Tucson, Arizona (EUA), alegadamente presenció la persecución de un OVNI por interceptores Grumman A-7 provenientes de la base aérea Davis-Monthan. El evento, ocurrido en Febrero de 1972, se produjo sobre los cielos de Tucson; Johnson pudo ver la formación de tres interceptores acercándose al objeto desconocido, cuyas dimensiones superaban las de los aviones de guerra por mucho. Justo antes de que los interceptores alcanzasen su objetivo, el OVNI desapareció por completo--como si jamás hubiese estado. La señora Johnson afirmó que los interceptores realizaron una serie de maniobras de búsqueda, pensando que el objeto desconocido pudo haber aterrizado repentinamente. Según el investigador Kevin Randle, afiliado en aquel momento al célebre grupo de investigación APRO, los radaristas de la base Davis-Monthan habían captado el objeto en sus radares, y también existía la posibilidad de que las ametralladoras fotográficas hubiesen captado la desaparición del objeto. Treinta años después, el silencio de la USAF sobre dicho avistamiento sigue siendo sepulcral.

Meses después, en diciembre de 1972, el capitán Richard Bowers tendría su propia experiencia con lo desconocido mientras que volaba su interceptor F-100 Super Sabre a 43,000 pies de altura al norte de Fayetteville, Carolina del Norte, ejecutando maniobras para regresar a la base aérea Pope. La torre de control de la base advirtió al piloto que alguien le venía pisando los talones, sugiriendo que podía tratarse de un piloto privado. Bowers quedó sorprendido, ya que a ningún piloto de avioneta se le ocurriría volar a dicha altura.

Al mirar hacia atrás, Bowers pudo ver un resplandor rojizo. Inclinando su cazarreactor lateralmente al virar hacia la derecha, el piloto de la USAF quedaría sorprendido al ver un objeto cuyas dimensiones correspondían casi a las de su interceptor--sólo que era circular y despedía una extraña luz roja. El interceptor trató en vano de esquivar al intruso, que parecía no tener intención alguna de despegarse de él. Por espacio de diecisiete minutos, el capitán Richard Bowers ejecutó maniobras de evasiva que jamás había realizado desde la guerra de Vietnam--virajes y caídas en picada que fueron vistas desde la tierra por los ciudadanos de Fayetteville, que no dudaron en comunicarse con su periódico y dar parte del suceso.

El OVNI se cansó de aquel juego de "gato y ratón" y se alejó vertiginosamente. Con sus reservas de combustible casi agotadas, el capitán Bowers pudo aterrizar en la base Pope. Su primera acción en tierra consistió en dirigirse a la oficina del jefe de escuadrón para decirle que los OVNI eran algo real, que posiblemente eran hostiles, y la USAF debía hacer algo para garantizar la seguridad de sus pilotos. El exabrupto le ganó una transferencia a una base militar en el oeste de EUA y que fuese dado de baja del servicio activo poco después. Bowers falleció en 1977, convencido de que la fuerza aérea conocía de sobra la naturaleza del objeto que le había atormentado aquella noche en Carolina del Norte.

En 1978, tres interceptores F5-E de la Fuerza Aérea de Chile (FaCH) recibieron la orden de salir al encuentro del desconocido desde su base en Cerro Moreno. Un enorme objeto triangular se encontraba suspendido a cincuenta mil pies de altura, con el aspecto de 'tres luces de neón conectadas en sus extremos.' El capitán Luis Lira Bustos, desde una altura de veintiséis mil pies, informó al control de tierra que el objeto era 'un triángulo de aspecto metálico, hecho de aluminio y reflejando la luz del sol. Otro de los pilotos declaró que el artefacto era 'cincuenta veces mayor' que su propio avión.

Y los casos tampoco están restringidos al hemisferio occidental. En junio de 1983, la Royal Australian Air Force anunció su investigación de las enigmáticas señales de alta frecuencia que plagaban a los operadores de la torre de control del aeropuerto de Sydney - incidentes que fueron anotados en las bitácoras oficiales. El mando operativo de la RAAF se limitó a decir que el intruso, 'sea lo que fuere', volaba a unos 2400 kmh por hora, el doble de la velocidad del sonido.
A comienzos de los '80, Steve Lewis, ex-oficial de inteligencia militar con la USAF, declaró públicamente (ante el club de astronomía de la ciudad de Tulsa, Oklahoma) que las investigaciones del famoso Proyecto Libro Azul representaban tan solo una fracción de la información recabada por los militares sobre el fenómeno. "La película Encuentros en Tercera Fase es mucho más real que lo que puedan pensar," expresó el militar retirado, agregando que la gran mayoría de los avistamientos OVNI tenían una respuesta prosaica, pero que la mayoría de los informes más sinceros tienen algo en común, que son las descripciones de luces muy brillantes y cegadoras. La USAF, según Lewis, consideraba la posibilidad de que las luces representaban un sistema de propulsión avanzado que permitía que las naves se desplazaran a la velocidad de la luz. "Ya no descarto probabilidades."

Los OVNIS pierden la jugada


Sin embargo, la superioridad de los objetos desconocidos no es absoluta: la iniciativa de destape de información denominada "Project Disclosure", encabezada por el ex-médico de urgencias Steven Greer, ha dado a conocer el testimonio de varios pilotos que afirman haber derribado OVNIS con sus armas.

El cabo de marina John Weygandt, uno de los testigos entrevistado por Greer para posibles vistas ante el congreso de los Estados Unidos, declaró haber participado en las labores por recobrar un objeto de gran tamaño (veinte metros de largo por diez de ancho) que había sido derribado por elementos de la fuerza aérea peruana en 1997. Weygandt recibió órdenes de resguardar el lugar del estrellamiento con un destacamento de "Marines". El objeto había chocado contra un peñasco y se había incrustado en él, dejando a su paso un líquido viscoso de consistencia parecida al jarabe, pero de color verde violáceo. El objeto emitía un sonido "parecido al de un amplificador después de que se desconecta una guitarra eléctrica", según Weygandt, un zumbido que se redujo en intensidad a la par que el objeto dejaba de funcionar. A pesar de haber realizado la misión encargada, Weygandt fue blanco de hostigamiento por un teniente coronel que le hizo firmar documentos mediante los que se comprometía a nunca hablar del asunto. El cabo interino guardó silencio hasta el 2001.

Otro participante en el destape OVNI, el sargento Clifford Stone, mundialmente reconocido por sus investigaciones en torno a las operaciones de rescate "Moondust/Bluefly" de los EUA, manifiesta no estar sorprendido por estos relatos: "[los OVNIS] representan una tecnología falible, hecha por criaturas tan falibles como nosotros mismos". Prueba de ello, agrega Stone, lo son los aparatos no terrestres derribados accidentalmente por sistemas de radar en tierra.

El objetivo principal del Dr. Greer y sus esfuerzos destinados a que el gobierno de EUA celebre vistas sobre el fenómeno OVNI tiene que ver con la militarización del espacio y los proyectados sistemas antimísiles. "Se nos ha informado", declara Greer en su ponencia, "Que el susodicho programa "Guerra de las Galaxias" (Star Wars) realmente tiene por mira encubrir el desarrollo de un sistema bélico diseñado para rastrear y destruir aparatos de procedencia extraterrestres mientras que estos se acercan a la tierra o penetran nuestra atmósfera.
Citando al padre de la astronáutica como la voz más estridente contra el militarismo espacial, Greer añade: " Nadie menos que Werner Von Braun advirtió, en su lecho de muerte, sobre la locura de tal proyecto, sin que sus palabras hayan surtido ningún efecto aparente".

Parece ser que en 1974, el doctor Von Braun advirtió a su ayudante, la Dra. Carol Rosin, sobre el gran peligro que se cernía sobre la humanidad si la carrera armamentista se extendía al espacio. Curiosamente, Von Braun señaló que el gobierno estadounidense utilizaría varios pretextos -- la URSS, el peligro de asteroides chocando contra la tierra, etc. -- para popularizar la iniciativa de defensa espacial entre el público estadounidense.

Pero estos sistemas defensivos que tanto temía el doctor Von Braun siguen su desarrollo a un ritmo acelerado, sobre todo después de que el gobierno de los EE.UU. anunciara en diciembre de 2001 que se desvinculaba de tratado de mísiles antibalisticos (ABM, por sus siglas en inglés) firmado por los presidentes Richard Nixon y Leonid Brezhnev en la década de los '70.
Quince años antes, en 1985, la U.S. Department of Energy pregonaba el éxito de su experimento de energía dirigida denominado MIRACL (Laser Quimico Avanzado de Medio Rango Infrarrojo), que destruyó exitosamente un lanzador de proyectiles balísticos. Después de este sistema, los EE.UU. implementaron el primer haz de partículas, experimento que involucró la irradiación de una ojiva nuclear simulada con un haz de protones de alta intensidad, resultando en la detonación del explosivo dentro de la ojiva. En la primavera de 1989, el Láser Químico Alfa resultó exitoso durante sus pruebas iniciales como candidato para una posible arma de rayos de uso espacial.

Pero la investigación no se ha circunscrito a los mortales rayos de energía dirigida: el Lanzador Electromagnético Thunderbolt, uno de los conceptos para un "cañón electromagnético" producidos bajo SDI, tiene el potencial para disparar proyectiles a una velocidad en exceso de 8.6 millas por segundo. Estos pequeños pasos hacia un mundo hasta ahora desconocido de armamentos ofensivos comprueban que estamos desarrollando la capacidad de defendernos contra una amenaza mucho mayor que las armas nucleares de países enemigos. Esta es la posibilidad que tanto temor ha ocasionado entre Greer y sus correligionarios.

El Proyecto Disclosure pide, por último, que "se haga cumplir la veda sobre las armas en el espacio, y prohibir el rastreo de cualquier objeto extraterrestre, puesto que dichas acciones son injustificadas y pueden poner la especie humana en peligro".


Sunday, October 14, 2018

OVNIS y la era nuclear



OVNIS y la era nuclear
Por Scott Corrales © 2018

A veces basta con recordar las literaturas de infancia sobre ovnis. Las llamativas páginas de la revista DUDA que nos introducían poco a poco al mundo del misterio - con dosis de sexualidad impresionantes, a veces - y los libros que podían conseguirse en cualquier quiosco a precios módicos. Traducciones de obras de Pawels y Bergier, Frank Edwards y el coronel Ruppelt. Materiales que nos introdujeron paulatinamente en lo desconocido con toda suerte de conjeturas, y a la vez que podíamos sentarnos a rumiar sobre la existencia del monstruo de Loch Ness o el enigma de las catedrales, siempre parecía haber una constante en esas obras: ¿qué son los platillos voladores, y qué quieren de nosotros?

Era posible leer y descartar conjeturas con facilidad - ¿eran marcianos que visitaban la tierra cada vez que la cercanía de su planeta al nuestro lo permitía? ¿Descendientes de una civilización que abandonó nuestro mundo en la antigüedad y que regresaba para darse una vuelta en el recuerdo? O tal vez era lo que proponía aquel capítulo de la serie La dimensión desconocida - habían venido a servir al hombre...con patatas.

Sobresalía una hipótesis en particular - los extraterrestres, alarmados por nuestras explosiones nucleares en Alamogordo, y posteriormente en Hiroshima y Nagasaki, nos trataban como una Corea del Norte sideral que causaba desvelos al alto mando de una supuesta federación de planetas guiada por los típicos seres superinteligentes de cabeza grande y ceño fruncido. Alimentándonos de una dieta rica en cómics y ciencia-ficción, hasta nos resultaba posible imaginar los diálogos del almirantazgo estelar ("Comodoro, no tendremos más remedio que desplegar los platillos de la quinta flota a dicho cuadrante".)

Jocosidades aparte, no cabe duda que la época contemporánea del fenómeno ovni coincide con los últimos años de la segunda guerra mundial, y que los aparatos demostraban un interés marcado en nuestras primitivas centrales atómicas, las bombas de fisión en las bahías de los B-52 y Tu-95, y hasta las zonas en las que almacenamos los desechos nucleares.

Platívolos y centrales atómicas

El 28 de junio de 1975 fue un día como cualquier otro en la ciudad canadiense de Halifax, uno de los puertos más importantes de América del Norte y el escenario de uno de los desastres portuarios más grandes de la historia, cuando un barco cargado de explosivos estalló en 1917. Pero nada de eso importaba a la familia que presenciaba, atónita, las maniobras de un extraño objeto cerca del puente Dartmouth-Halifax.

El puente de más de 2 kilómetros de largo une ambas ciudades, y utilizando las medidas conocidas, los testigos estimaron que el objeto tenía un diámetro de 20 a 30 pies, con forma de disco un tanto abombado en el centro. La circunferencia del disco estaba rodeada por luces rojas y blancas, plenamente visibles mientras que el objeto se mantenía inmóvil por unos diez minutos. Su fascinación con el objeto desconocido comenzó a adquirir matices más oscuros cuando el visitante del espacio se desplazó hacia la central nuclear de la ciudad, adquiriendo una brillantez inusitada antes de salir disparado hacia el firmamento. ¿Había robado energía a la central?

En marzo de 1998, Richard Dell’ Aquila y Dale Wedge, investigadores de la Mutual UFO Network (MUFON) investigaron reportes de actividad anómala en las inmediaciones la central nuclear Perry a las orillas del lago Erie. El 4 de marzo de aquel año, una mujer que prefirió mantener el anonimato conducía a lo largo de la carretera que pasa por la costa del Erie en camino a la ciudad de Eastlake, estado de Ohio. Repentinamente se dio cuenta de la presencia de un objeto "con forma de dirigible y con luces brillantes en cada extremo" que se basculaba lentamente sobre la central. Al llegar a su hogar, le pidió a su esposo que la acompañara de vuelta a una playa cercana para poder ver mejor el objeto, y así lo hicieron. Desde la playa les fue posible ver que el aparato seguía ahí, balanceándose, mientras que el hielo que aún subsistía aquella primavera sobre la superficie del agua comenzaba a agrietarse y emitir un ruido sobrecogedor. La pareja pudo determinar que el objeto "era más grande que un campo de fútbol americano" (cuarenta y ocho metros).



La nave desconocida parecía aguardar el regreso de sus "naves exploradoras" que fueron entrando una a una en la "nodriza", que había dejado de cernirse en el aire y había aterrizado sobre la superficie congelada del Erie. La pareja de testigos afirmó no haber presenciado el despegue de la enorme nave, que pudo haberse sumergido bajo las frías aguas, desapareciendo por completo.


Interés por las explosiones nucleares

En 1979 se produjo un incidente que aún no se ha desvelado del todo – la extraña explosión doble en aguas de las islas Kerguelen cerca de Sudáfrica. En décadas posteriores se afirmaría que el gobierno sudafricano estaba dando los primeros pasos hacia su propio programa atómico, o que había permitido a Israel detonar sendas armas en su ‘radio de influencia’. La mayoría de los datos aún permanece clasificada.

El 22 de septiembre de aquel año el mundo estaba distraído por la crisis en Irán. Un satélite VELA, a setenta mil millas sobre el planeta, diseñado para detectar explosiones atómicas, captó dos destellos de luz – el segundo ocurrió varios segundos después del primero. Técnicos y militares se alarmaron al pensar que de no ser la explosión de un artefacto militar, bien podía tratarse de algo en la alta atmósfera terrestre, más cerca del satélite que de las frías aguas del Océano Indico sur.

Pero un detalle interesante salió a relucir sobre el curioso evento de las Kerguelen – los militares tuvieron que admitir que en las décadas de existencia que llevaba el proyecto VELA (el primer satélite fue lanzado en 1963) los aparatos habían captado numerosos eventos no nucleares, hechos fácilmente descartados como actividad humana sobre el planeta. Otros, sin embargo, representaban un desafío a los expertos, y se les denominaba zoo animals (animales de zoológico), parte de la misma nomenclatura jocosa reservada por la NASA para cosas que no podía explicar – “Papa Noel”, “El gran vampiro galáctico,” etc.


Vistos desde la superficie planetaria por cualquier testigo, los “zoo animals” serían clasificados como ovnis. Pero tratándose de ojos electrónicos, los sabios hablaban de rayos láser y gamma, radiaciones cósmicas captadas por los sensibles receptores del satélite, y los habituales bombardeos de micro meteoritos.

El fenómeno ovni también ha demostrado tener un interés poco saludable en nuestros arsenales atómicos. Los escritores Lawrence Fawcett y Barry Greenwood, cuyo libro Clear Intent: The Government Cover-Up of the UFO Experience constituyó un hito de la investigación ovni, incluyeron un caso ocurrido en octubre de 1975 durante el cual un extraño aparato se cernió sobre la base aérea Loring mientras que los efectivos de la USAF podían hacer poco más que mirar. Pero el caso más asombroso de este tipo lo es sin duda el que aparece en las páginas del clásico UFO Dynamics del psicólogo Dr. Berthold E. Schwarz y que fue protagonizado por un oficial jubilado de la USAF, se vio envuelto en las operaciones de salvaguardar un bombardero B-52 cargado de bombas de hidrógeno tras un aterrizaje de emergencia en Vietnam. Según el oficial, los guardias destacados en torno al enorme bombardero dijeron haber escuchado sonidos de "clics" provenientes del interior de avión como consecuencia de la aparición repentina de un ovni sobre el aparato. Posteriormente, el oficial descubrió que el armamento nuclear había sido neutralizado inexplicablemente tras la presencia del objeto desconocido. El Dr. Schwarz señala que el mismo militar le dio a entender que la explosión de una ojiva nuclear en la antigua URSS a fines de los años '60 había sido causada por un ovni.

Wednesday, October 03, 2018

Sobrenatural: Lo que ocultan los militares



Sobrenatural: Lo que ocultan los militares
Por Scott Corrales © 2018

Es de esperar que los hombres y mujeres que visten el uniforme de cualquier país de nuestro planeta sean capaces de guardar un secreto, sobre todo si se trata de algo que pueda impactar el bienestar de sus respectivas patrias. Hay juramentos sobre el secretismo que se extienden más allá de la vida militar activa del individuo, y en algunos casos hay juramentos que se extienden a los familiares que hayan podido tener conocimiento de algún asunto de trascendencia.

Hay asuntos y situaciones fáciles de comprender al respecto – cosas que se vieron en instalaciones militares, en las armadas de guerra y los escuadrones de interceptores. Menos fácil de entender son las órdenes estrictas de no divulgar datos sobre cosas que “no existen” según nos lo han inculcado nuestras sociedades.

En 1973, un joven recluta llamado Terry Lovelace ingresó a la fuerza aérea estadounidense (USAF) y recibió adiestramiento como técnico de emergencias médicas y acantonado en la base aérea Whiteman, que en aquel entonces formaba parte del mando estratégico aéreo o SAC, con docenas de bombarderos B-52 “Estratofortaleza” con un mortífero armamento nuclear. A pesar de las tensiones entre las superpotencias del momento, la vida en la base Whiteman era llevadera y Lovelace podía dedicarse a contemplar el cielo nocturno sentado en una silla plegadiza cerca de la ambulancia que le tocaba conducir.

El sosiego desparecería de su vida militar una madrugada en el invierno de 1975 cuando un militar sufrió una caída desde la boca de un silo de misiles intercontinentales. Personándose al lugar de los hechos en su vehículo y con un ayudante, Lovelace se encontró con una situación confusa y poco característica del buen proceder militar: había vehículos de seguridad por todas partes, soldados con carabinas M-16 que miraban a la oscuridad de los cielos de Missouri, buscando algo. Un oficial le indicó que estacionara su ambulancia y que se mantuviese alerta.

Fue en aquel momento que el sanitario se dio cuenta de la existencia de un objeto sumamente raro sobre el tubo del proyectil intercontinental – un aparato con forma de diamante, negro mate, que se cernía a unos veinte pies en el aire, y del tamaño de una furgoneta de carga. Lovelace y los demás contemplaron la extraña figura por un cuarto de hora antes de que desapareciese a una velocidad prodigiosa, perdiéndose de vista.

Los altos mandos de la base informaron a los que presenciaron el objeto insólito que acababan de ver “un helicóptero experimental secreto” – explicación que los soldados no estaban dispuestos a tragarse. Asimismo, se les indicó que no debían hablar sobre el asunto y que cualquier boceto que pudiesen haber dibujado debía ser entregado a sus superiores.

Pasaron los años y Lovelace siguió su carrera en la base Whiteman, decidiendo tomar algunos días de asueto en el parque estatal Devil’s Den (“guarida del diablo” ) en el vecino estado de Arkansas, conocido como la patria chica del ex-presidente Bill Clinton.

La primera noche de acampada en el parque, el protagonista y un amigo vieron un trio de estrellas en el horizonte que formaban un triángulo perfecto que se movía al unísono, cruzando las estrellas del firmamento a eso de las 21:00 horas. Luego de pasar sobre ellos, notaron que el silencio se hacía absoluto sobre la oscuridad del parque. El silencio trajo consigo un aspecto aún más alarmante – ambos hombres se sintieron invadidos por una modorra desacostumbrada que les hizo quedarse dormidos hasta las tres de la madrugada.

Lovelace se despertó repentinamente a esa hora, deslumbrado por las luces de colores múltiples que invadían la oscuridad de su tienda de campaña. El bosque entero se veía iluminado como si de un estadio de futbol se tratase.

Un objeto volador no identificado del tamaño de un edificio de cinco plantas, de forma triangular, estaba suspendido en el aire. Si hemos de creer a Lovelace, las dimensiones del objeto hacían de él uno de los ovnis más grandes que se hayan visto: cada lado del triángulo tenía el largo de una cuadra de ciudad y su grosor era de quince metros, emitiendo un zumbido sordo como el de una gran máquina industrial.

Como si de una película de Spielberg se tratase, Lovelace y su compañero vieron lo que parecía ser niños caminando en el extenso prado debajo del objeto desconocido. Las figurillas se internaban en una columna de luz blanca, desapareciendo una por una.

El terror se apoderó de los militares, que abandonaron sus pertenencias y regresaron a toda velocidad a la base aérea, sufriendo de quemaduras graves y deshidratación. Durante su convalecencia, fueron entrevistados por dos agentes del negociado de investigaciones especiales de la USAF, quienes les exigieron la entrega de cualquier registro fotográfico que hubieran podido haber tomado del evento. Cuando Lovelace afirmó no haber tomado foto alguna, esto dio lugar a una segunda entrevista con los elementos de seguridad.

El desenlace fue funesto para el amigo de Lovelace – fue dado de baja de la fuerza aérea y comenzó a beber, muriendo indigente pocos años después.

Lovelace, por su parte, fue víctima de pesadillas constantes sobre la extraña noche en el parque nacional. Los apuntes que hizo sobre estas experiencias oníricas formaron parte de su libro Incident at Devil’s Den. “Desde 1977,” escribe el ex militar, “me incomoda estar a la intemperie en la oscuridad. Duermo con la luz o el televisor encendido. Tengo una pistola .380 cargada sobre mi mesa de noche y una linterna de alta potencia. Me incomoda estar en la presencia de viejas de origen asiático, y me da angustia ver maniquíes desnudos en los escaparates de las tiendas del centro comercial”.

De vuelta a la década de los ‘50

Un avión desapareció súbitamente sobre Dakota del Sur en la primavera de 1957. No cayó del cielo víctima de un desperfecto mecánico, la falta de pericia de sus tripulantes, ni un fenómeno atmosférico inesperado – un objeto volador no identificado había segado las vidas de los que iban a bordo.

El espectáculo fue presenciado por Wallace Fowler, un aviador de veintidós años de edad cuyo servicio con la USAF estaba a punto de concluir, pero cuya mente llevaría grabada para siempre el encuentro con lo desconocido.

Entre las 18:30 y 19:00 horas, el joven aviador estaba sentado afuera de su barracón cuando notó algo extraño en el cielo – un objeto plateado con forma de platillo. La parte superior del aparato estaba rematada por un domo con claraboyas a través de las cuales era posible ver sombras en movimiento. El objeto tenía el tamaño aproximado de una casa. Lejos de sentir miedo, Fowler se sintió invadido por una sensación beligerante, mirando al intruso y pensando, “si quieren bajar a por mí, aquí me tienen, cabrones.”

La actitud desafiante del soldado parece haber sido captada por las inteligencias al mando del extraño ingenio, que repentinamente se elevó y desapareció a gran velocidad sin dejar rastro de humo ni ninguna señal de haber estado ahí.

Fowler dirigió sus pasos hacia la torre de control de la base Ellsworth, viendo como los pilotos corrían hacia sus interceptores. Internándose en los hangares, escuchó como sonaban todos los teléfonos a la misma vez e imperaba la confusión. Su intención era dar parte sobre su encuentro cercano con el objeto desconocido, pero en aquel momento nadie estaba dispuesto a prestarle la más mínima atención. Fowler se hizo a un lado, contemplando la frenética actividad del momento.



Escuchó como uno de los controladores de la torre informaba a los pilotos que habían despegado en su misión de “scramble”: “Aquello parece estar jugando con nosotros. Espera a que nos acerquemos y luego sale disparado, dejándonos atrás.” Las autoridades militares también le pedían a uno de los aviones que se acercase lo más posible al objeto para ver si era posible adivinar de qué estaba hecho.

Uno de los pilotos contestó que parecía tratarse de un objeto metálico, y repentinamente se escuchó el desgarrador sonido de un choque por el sistema de comunicaciones. Los controladores presentes intentaron comunicarse con el piloto infructuosamente. En aquel momento, un oficial se apercibió de la presencia de Fowler y le instó a abandonar la torre. El joven aviador regresó a su barracón, donde sus amigos le informaron que el objeto había sido visto sobre la vecina Rapid City.

Una de las tareas de Fowler consistía en aparejar paracaídas, y durante la realización de sus labores, llegó a escuchar a los pilotos hablando de cómo un interceptor había desparecido sin dejar rastro. Las fuerzas de rescate no habían encontrado escombros del supuesto choque.

Wallace Fowler se pondría en contacto con los investigadores Irena Scott y William Jones cuarenta años más tarde, casi en su lecho de muerte y plenamente consciente de que el incidente podría ser materia reservada. El motivo de su revelación era dar con los familiares que perdieron un ser querido aquella noche en 1957 en la base Ellsworth, y a quienes seguramente se les mintió sobre el suceso.

Misterios del desierto


A no ser por la férrea disciplina militar a la que estaban acostumbrados, los centinelas de base aérea Edwards seguramente hubieran abandonado sus puestos al ver los inquietantes ojos luminosos que se movían silenciosamente en la oscuridad del desierto del Mojave.

Los agentes de la oficina de investigaciones especiales, mejor conocida por sus siglas OSI, habían tomado cartas en el asunto cuando en el mes de mayo de 1974 uno de los centinelas que patrullaba la zona restringida conocida como “proyecto Logic”. El soldado había solicitado refuerzos desesperadamente por la radio a la misma vez que disparaba ráfagas contra un intruso desconocido. Al llegar a la zona de la base que ocupaba el “proyecto Logic”, una patrulla había descubierto que el vehículo del centinela estaba volcado y que el soldado se hallaba en un estado de incoherencia y confusión tras de haber vaciado todas las balas de su subfusil. Aunque la USAF jamás incluyó un informe sobre el asunto, se dijo posteriormente que el centinela acabó hospitalizado y posteriormente fue transferido a una base en otro país.

Según las pesquisas de la fallecida investigadora B.Ann Slate, tres guardias distintos en la base Mojave tuvieron encuentros cercanos con seres simiescos de ojos azules fosforescentes que se acercaban a las instalaciones más restringidas de la base, tal como la estación MARS, que controlaba las comunicaciones con bases militares a la vuelta del mundo. Las enormes y malolientes siluetas se desplazaban con rapidez pasmosa en la oscuridad, dejando extrañas huellas en la dura arena del desierto. Llegó a decirse que la causa de todos estos incidentes eran burros silvestres que se acercaban a las instalaciones por pura casualidad, pero el personal destacado en el perimetro de la base no comulgaba con ruedas de molino, entre ellos el sargento Barton de la policía aérea, oriundo de Missouri, donde sus parientes habían tenido encuentros con la criatura denominada “Momo” y habían disparado contra ella.

En el invierno de 1974, Barton estaba patrullando las inmediaciones del Laboratorio de Propulsión a Cohete de la base militar cuando percibió luces extrañas en el desierto. El sargento se decidió a investigar, pero las luces desaparecieron justo cuando Barton llegó al lugar donde estaban. Para empeorar la situación, Barton descubrió que su Jeep se había hundido en las arena, obligándolo a regresar a pie hasta el cuartel. Al regresar con un remolque, pudo ver una serie de pisadas de catorce pulgadas de largo que rodeaban el vehículo atascado, como si “algo” lo hubiera estado investigando durante la ausencia del policía aéreo.



Tal vez más curiosa resultaba la renuencia de la jerarquía militar en atender los informes proporcionados por centinelas como Barton, según escribe B.Ann Slate. Aquellos civiles que frecuentaban el desierto y veían seres extraños u OVNIS en la oscuridad eran amenazados con ser arrestados y que jamás volverían a ver a sus familiares. El destacado investigador de críptidos Peter Guttilla recuerda que uno de sus contactos dentro de la base Edwards había recibido la abrupta orden de sus superiores de no volver a abordar el tema OVNI ni de los seres peludos. Durante una llamada telefónica con el hijo de su contacto, el muchacho informó al investigador que “ellos [los militares] sabían lo que estaba sucediendo, sabían lo que eran y de dónde provenían, y que se suponía que nosotros no estuviésemos hablando del tema”.

¿Qué eran estos extraños seres? ¿Entes paranormales o extraterrestres? ¿O tal vez el producto de algún laboratorio militar encargado de producir tales aberraciones, utilizándolas quizás para probar la integridad de sus propias defensas? ¿O como veremos más adelante, otro fallido intento en el estúpido propósito de crear un “supersoldado”?

Lo que sí sabemos es que en 1974, la psíquica Joyce Partise, durante el transcurso de un experimento, recibió un sobre que contenía la imagen de una huella de Sasquatch o pie grande. La sensación impartida por el retrato hizo que la californiana dijese lo siguiente: “Este hombre gorila...es de aspecto extraño pero es inteligente...es como si perteneciera a una civilización antigua que comenzó a mutar debido a la radiación”. Pasó entonces a describir un laboratorio genético y su contenido: “Estoy viendo un laboratorio con animalillos enjaulados, y a su alrededor muestras de piedras, minerales y tierra. Tienen a uno de estos hombres simios enjaulados y no le gusta [...]. Parece que intentan controlarlo, como un robot”.

Las manifestaciones de estos seres hirsutos en el desierto no se limitan a esa década: en los ’90, Andrew Montoya estaba pasando la noche con unos amigos en Santa Fe, Nuevo México cuando decidieron regresar a sus hogares a eso de las tres de la madrugada. 10 millas al norte de Santa Fe, Montoya afirma haber sentido una sensación “sumamente rara” mientras que conducía en la oscuridad del desierto. Repentinamente, miró a su derecha y pudo ver como un simio de color blanco y ojos anaranjados corría al lado de su vehículo, manteniendo el paso sin ningún problema. Montoya despertó a uno de sus pasajeros, que reaccionó con la esperada sorpresa al ver al mono galopante que corría al lado del vehículo. Repentinamente, el extraño ser se cansó de seguirlos y se desvió hacia el desierto, perdiéndose de vista.

Según parece, son tan pocas las ganas de estas criaturas de permanecer bajo el control de sus creadores que se escapan con frecuencia, y resulta necesario ir a recuperarlos...

“Nuestra misión consistía en cazarlos”, dijo el hombre cuya voz filtrada ahora llegaba a millones de radioescuchas en la madrugada. “Nos asignaron la tarea viajar alrededor del mundo para recoger los que se habían escapado”.

Las declaraciones del hombre que decía llamarse “Major Zep” eran positivamente delirantes. El individuo de acento sureño y pausado afirmaba haber pertenecido a un comando denominado “freak squad” (literalmente la “brigada de monstruos”) cuya misión consistía en nada menos que recoger a los seres extraños que se habían escapado de ciertos laboratorios militares, facilitando el número de su unidad y el organismo gubernamental en cuestión al locutor George Noory del programa “Coast to Coast AM” el 18 de febrero de 2005.

La misión de este inverosímil grupo de soldados era sencilla: ir a recoger las criaturas extrañas que se habían escapado de los laboratorios o que habían sido puestas en libertad deliberadamente para comprobar sus reacciones. “Éramos cinco”, explicó el testigo, “y nuestras misiones tuvieron una tasa de éxito de veinticinco por ciento”. La mayoría de las criaturas consistían en conejos con cabezas adicionales que salían de sus espaldas – las tristes víctimas de la manipulación genética. Supuestamente, “Major Zep” y su comando habían sido despachados a América del Sur cuando comenzaron a darse los primeros casos del célebre Chupacabras para recapturar estas criaturas y devolverlas a sus creadores.

Fue precisamente esta criatura, afirmaba el militar, la que más problemas representó debido a su alto grado de inteligencia: alegadamente producto de la fusión de “prisioneros vietnamitas varones y hembras” con otras criaturas desconocidas. Los rusos, comentó Zep, no se quedaron atrás en la creación de sus propias quimeras: en este caso, fusiones de células humanas y de osos para la supuesta creación de un “supersoldado” – algo que recuerda poderosamente a la trama de la última temporada de la serie Expedientes X .