Thursday, September 15, 2022

1980: ¿Desaparición de un perro relacionada con el fenómeno OVNI?

 

 

 


 

1980: ¿Desaparición de un perro relacionada con el fenómeno OVNI?

Resulta difícil olvidar la espeluznante experiencia de John Trasco y su esposa el 6 de noviembre de 1957. Para los amantes de los animales, se trata de nada menos que una pesadilla.

El matrimonio Trasco vivía en Everittstown, Nueva Jersey y la costumbre del Sr. Trasco al regresar del trabajo era ir a dar de comer a su perro King - animal medio ciego y de mal genio que vivía en una casa de perros adosada a la estructura principal.

La señora Trasco se asomó por la ventana de la cocina para ver algo insual: una luz rutilante a 20 metros de la casa, que tomó a primeras como "un charco que reflejaba la última luz de la tarde." Pero al mirarlo detenidamente, pudo ver que era un objeto con forma de huevo que medía varios metros de largo.

Afuera, John Trasco vivía una experiencia totalmente distinta. Se enfrentaba a un 'hombre bajito', de menos de un metro de estatura, vestido de verde y con botones brillantes, sombrero y guantes. Un ser de aspecto bastante desagradable, con cara de color masilla y ojos protubernates como los de un sapo.

Y fue esta criatura que pronunció las palabras que quedarían marcadas en la historia ovnilógica: "Somos gente pacífica. No queremos problemas. Tan solo queremos a su perro".

Trasco le repuso de manera contundente: "¡Lárguese al infierno!"

Sin titubear, el ser de pesadilla se metió en el objeto ovoide, que poco después se elevaría al aire "como la chispa de una fogata que sale despedida hacia arriba".

La nota de prensa indica que el pobre King babeaba tras la experiencia, su mente canina tal vez intuyendo el fin que pretendía el extraño ovninauta sapoide.

Pero el caso que nos interesa es una experiencia en el País de Gales, Reino Unido, años después de que aquellas tierras celtas vivieran su épica oleada de 1974 a 1977. Según el boletín de la organización APRO (Vol. 29 No. 5), el 27 de julio de 1980, Alan Morris se encontraba de pesca con su perro en un río próximo a su casa en horas de la madrugada cuando vio una luz pulsante de de gran brillo que se le acercaba. El objeto acabó por aterrizar en un campo cercano.

Movido por la curiosidad, Morris abandonó su caña de pesca y se dirigió hacia el objeto, que era de forma cilíndrica, de cinco pies de alto por seis de largo, y que descansaba sobre un trípode. Repentinamente salieron tres figuras pequeñas y vestidas de gris que hicieron caso omiso del humano mientras que se enfrascaban en la labor típica de los tripulantes ovni de aquella época, que era tomar muestras de tierra.

Morris permaneció en silencio, alucinado por lo que estaba contemplando. Su perro comenzó a ladrar de repente, corriendo a toda velocidad hacia el aparato desconocido. En aquel momento, Morris afirma haber perdido el sentido, volviendo en sí cuando ya era de día. Su fiel compañero canino no aparecía por ningún lado, y tampoco lo volvió a ver jamás. Lo único que quedaba de aquella experiencia eran ligeras quemaduras en el pasto.

La Oleada OVNI de Alaska - década de los '50


 

La Oleada OVNI en Alaska - década de los '50

1950 - Un capataz ferrocarrilero afirmó haber visto un platillo volador en la comunidad de Healy.
1950 - En el mes de enero, Jorgen  Mortenson, un pescador jubilado en la ciudad de Sitka, comunicó el avistamiento un OVNI desde su cabaña a las orillas de la bahía de Jamestown. "Estoy seguro de no haberme equivocado. Lo ví, pero no hice mención de ello, temiendo que la gente pensaría que estaba un poco tocado".
1950 - El 30 de noviembre, un objeto de color blanco azulado y de gran brillo se desplazó por los cielos, visto desde Fairbanks hasta Kodiak, y las autoridades lo descartaron como un bólido.
1952 - A comienzos de noviembre, dos hombres dijeron haber visto "una extraña luz que rebotaba en el cielo" sobre la ciudad de Anchorage.
1953 - Seis mujeres vieron un platillo volador que cruzaba el firmamento de un lado a otro sobre la población de Eklutna. El evento duró dos horas.

En 1947, una tienda de revelado fotográfico ofreció la bonita suma de USD$200 (que serían el equivalente de casi tres mil en la actualidad) a la persona que presentara "un disco volador o platívolo auténtico". No pedían una foto del mismo, sino el objeto físico. Según su anuncio: "Lo queremos para sacarle una foto y agregarla a nuestra colección. Así que arrástrelo, cárguelo, o vuele en él hasta nuestra tienda y llévese su recompensa".

OVNIS en la Polinesia Francesa

 

 
 
OVNIS en la Polinesia Francesa
 
Cuando pensamos en OVNIS, automáticamente nos imaginamos una oscura carretera en las grandes regiones despobladas de América del Norte, la Pampa o Patagonia Argentina, las regiones boscosas de Brasil o el Caribe, y en pocas ocasiones los desiertos de África u Oriente Medio.
 
Salvo por casos de OSNIS en alta mar, son pocas las ocasiones en que tomamos en cuenta las idílicas islas y atolones del Pacífico, con sus altas palmeras y lagunas. O no tan idílicas, si tomamos en cuenta la experimentación nuclear que se viene realizando desde el comienzo de la era atómica.
 
La Polinesia Francesa ha sido un campo fértil para estas actividades.
 
En 1978, las autoridades en Moruoa describieron el descenso en vertical de una bola de fuego que causó pavor entre los testigos del avistamiento. En 1988, la isla de Nuku-Hivan recibió la visita de cinco objetos luminosos que volaban en configuración triangular, que fueron vistos por los pasajeros de un transbordador por espacio de veinte minutos. El evento recibió la corroboración de los pilotos de Air New Zealand que volaban sobre la zona. Se agrega el detalle de que los testigos del evento en tierra sufrieron fuertes dolores de cabeza posterior al evento.
 
En 1990, seis OVNIS con diámetro aproximado de 20 meteros, volando en línea recta y con uno de los objetos llevando la delantera, volaron sobre Tubuai. El mismo fenómeno fue visto desde Harontea y Mataura, donde un testigo hizo señales a los objetos con una linterna de bolsillo, quedando sorprendido cuando los objetos devolvieron su señal.
 
Otro OVNI de veinte metros de diámetro surcó los cielos de Moorea en 1992. El testigo principal, encargado de la empresa de electricidad Elektra en la comuna de Vaiare. El extraño objeto iluminó la superficie con una brillantez descomunal, y el testigo, presa del miedo, corrió a refugiarse en una casa vecina.
 
El 28 de mayo de 1994 se dio el caso de numerosos OVNIS que volaron sobre Tahití y Moorea, siendo observados por un número de testigos desde el aeropuerto de Faa'a, y el valle de Haumi en Moorea. Según la fuente original, "uno de los OVNIS descendió lentamente sobre la laguna, bañando la superficie de luz a su paso, rumbo a Papenoo. El artefacto desconocido fue descrito como 'una mantarraya'.
 
(Fuente: Univers OVNI No. 2 1997 - Traducción de Scott Corrales (c) 2021)

 

Wednesday, September 14, 2022

Casos OVNI en las Filipinas


  

Casos OVNI en las Filipinas
Por Scott Corrales (c) 2020 para Arcana Mundi

Las islas Filipinas - aparte de los controvertidos cirujanos psíquicos y otro fenómenos - también nos aportan casos de objetos voladores no identificados que no han trascendido a los medios en esta parte del planeta.

Los primeros casos de los que se tiene conocimiento provienen de actividades militares de los EE.UU. en las Filipinas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. En 1957, se denunció un caso en el campamento O'Donnell en 1957, otro en Ciudad Quezón en 1959, uno en Cavite en 1963, y el caso de Ligao City de 1966, que no pudo ser desmentido como avión, satélite ni aerostato.

Disponemos de casos más recientes, como uno del año 2000, cuando Antonio "Tony" Israel, vecino de Las Piñas, pudo ver pequeñas bolas de luz en el cielo nocturno - fenómeno que pudo capturar en una cinta de cuarenta minutos de duración, atestiguada por otros lugareños. Cuatro años después se verían extraños resplandores rojos en el cielo nocturno, atestiguados por unos menores de edad entre los cuales - curiosamente - figuraba el hijo del protagonista del caso de 2000. En este caso se constató la presencia de cinco objetos desconocidos, desplazándose de manera irregular en el cielo. Cabe agregar que hubo un incidente anterior a esto en Las Piñas: En 1993, tres estudiantes de primer año de escuela superiror en el Colegio Perpetuo Socorro en la ciudad de Rizal jugaban baloncesto en la calle cuando uno de ellos se percató de la presencia de un disco plateado que flotaba en el aire. Los jugadores lo contemplaron atónitos hasta que se esfumó de repente.

En el 2016 se dieron las "luces danzantes" de Pampanga, cason en el que los testigos afirmaron haber visto luces en el aire que se movieron hasta concertar una formación en "V". Las luces aumentaron su intensidad antes de apagarse, y los expertos de la Philippine Atmospheric, Geophysical and Astronomical Services Administration (PAGASA) concluyeron que - sea lo que fuere - no era posible descartar estas luces como globos de aire caliente o drones. No obstante, cuando se produjo un fenómeno parecido en la isla de Negros, región de Visayas Occidental, PAGASA se limitó a decir que se trataba de "un satélite de la estación espacial internacional (ISS)" - explicación que pudo suscitar más preguntas.

Un ovnílogo local - el doctor Jaime Licauco, corresponsal del Philippine Daily Inquirer - se inclina por la hipótesis paranormal y no la muy socorrida HET (hipótesis extraterrestre). "Los ET son de naturaleza parafísica", afirmó en una entrevista. "No son puramente físicos ni tampoco espiritiuales. [Se manifiestan] en lugares conocidos como puntos energéticos o que poseen extraños campos magnéticos. Son puntos de entrada, o portales, a otras dimensiones".

Vídeo del incidente en Las Piñas: https://youtu.be/Sm0kpRR6AIU
 

OVNIS y el pánico de las masas


OVNIS y el pánico de las masas

Por Scott Corrales (c) 2021

 Es muy posible que nadie se haya enterado del "pánico ovni del 2010" o que nadie lo recuerde.

 Resumiéndolo en pocas palabras, fue un evento que tomó lugar en los condados centrales de Nueva Jersey, EEUU - Middlesex, Somerset, Hunterdon - cuando las centralitas de la policía y los servicios de ayuda de emergencia se desplomaron por el alud de llamadas referentes a la presencia de objetos desconocidos en el cielo. Se trataba tal vez de la presagiada llegada de los buenos hermanos del espacio, o del no tan buen fin del mundo en el 2012 que pronosticaban los adeptos de la nueva era.

 

Un empleado de una concesionaria automotriz en Bridgewater dijo a la web NJ.com: "Me fijé [en el objeto] cuando vi que todos los mecánicos alzaban la vista al cielo. Parecía una larga tira de color negro que ondulaba en el aire. Tal vez un cilindro?"

 

Una teniente del cuartel de policía de Somerville, NJ respondió a las preguntas de los medios: "No tenemos la más mínima idea de lo que era, pero no ha causado problemas en Somerville. Tenemos la impresión de que se trataba de un globo sonda o algo parecido, pero lo importante es que no nos causón jaquecas".

 

Ocho años más tarde, un usuario del portal Reddit confesaría ser el responsable de la psicosis platillera. Recordando una presentación escolar sobre los 'globos solares' - vejigas de plástico ultra delgado que flotarían con el calor del sol - el autor del fraude compró las bolsas de basura más delgadas que pudo encontrar, uniéndolas con cinta adhesiva y llenándolas de aire mediante el uso de un soplador de hojas. El experimento funcionó, el largo cilindro negro se elevó al aire y su creador lo vio alejarse. No se enteró del pánico sino hasta más tarde.

 

Conviene advertir que el autor del fraude - que documentó sus afirmaciones con fotos - esperó tiempo a admitir el hecho, posiblemente evitando ser reo de algún delito grave a nivel estatal o peor, federal, por la 'operación poco segura de aparatos aéreos' (49 U.S.C. § 44701(a))

 

Algo pasaba en el 2010 que llevaba al hombre de a pie a inventarse ovnis.

 

En Jordania, el periódico Al Ghad publicó la noticia fraudulenta del aterrizaje de un OVNI en el desierto, en las afueras del villorrio de Jafr a casi doscientas millas de Amman, la capital del reino. Según el texto de la noticia, el OVNI bañó la comunidad con su luz, interrumpió las comunicaciones y causó un éxodo de masivo de vecinos que corrían despavoridos por las calles.

 

El fraude surtió efecto. Según Prensa Asociada en comunicado el 5 de abril de 2010: "Los estudiantes no fueron al colegio, los padres estaban atemorizados y casi dispuse la evacuación de trece mil personas. La gente temía ser víctima de los aliens".

 

El director del periódico se comunicó con las autoridades para disculparse por la broma de mal gusto, sobre todo cuando el alcalde de Jafr amenazó con ponerles una demanda.

 

El 15 de octubre de 2010 las multitudes que pululaban por las calles de Nueva York - aquel hormiguero humano - detuvieron el frenético ritmo de sus pasos para mirar al cielo: Un enigmático enjambre de objetos luminosos flotaba sobre el concurrido barrio de Chelsea en Manhattan. Como en el cine de superhéroes, el tránsito quedaba paralizado, los taxistas asomaban sus cabezas por las ventanas, y los peatones apuntaban el dedo índice a lo alto.

 

La policía y el negociado federal de aviación tomaron cartas en el asunto enseguida, determinando que 'aquello' estaba a cinco mil pies de altura en la vertical de la calle 23 y la octava avenida. En el cine ya veríamos a Superman desplazándose contra el intruso que amenazaba su ciudad. Pero a diferencia del kriptoniano que oculta su identidad tras la gafas de Clark Kent, la FAA no pudo resolver el misterio. No era un globo sonda ni nada que había recibido autorización para volar sobre la ciudad.

 

Un testigo dijo a la prensa: "Parecía una medusa de luces que flotaba en el aire, esperando a ser vista. Yo aguardaba el descenso de los alisen en una columna de luz".

 

Lo verdaderamente extraño del asunto es que un antiguo oficial de la USAF había vaticinado ele evento en su libro Challenges of Change, citando el 13 de octubre como la fecha en que la humanidad 'presenciaría un despliegue masivo de OVNIS en las principales ciudades del mundo'. Pero lejos de tener información procedente de la inteligencia militar, el autor Stanley Fulham era un canalizador que recibía su información de un grupo de 'maestros ascendidos' llamado The Transcendors. El contactismo se niega a morir, por lo visto.

 

Paralizados por los ovnis

 


 

Paralizados por los ovnis

Por Scott Corrales (c) 2021

Hollywood nos ha hecho visualizar la década de los 1950 - al menos en Estados Unidos - como una era de prosperidad ininterrumpida en la que el país gozaba de la industrialización producida por la 2da Guerra Mundial, automóviles enormes, la cultura que se centraba en las escuelas superiores, sus animadoras y chicos con recortes a lo James Dean. Siempre se pasa por alto la neurosis ocasionada por el temor al comunismo soviético, la posibilidad muy real de una guerra atómica y factores menos glamorosos. Una década que nos interesa por su amplia casuística de objetos voladores no identificados y los encuentros con lo desconocido.

Corría el verano de 1958 y Jason y Robert Steiner conducían de noche en un gran Ford negro, regresando de la ciudad de Nueva York. Era un viernes noche brumoso, con neblina tan densa que obligaba a Robert, el chofer, a reducir la velocidad de su poderoso vehículo a casi nada. Su hermano Jason dormitaba en el asiento a su lado, cuando se despertó repentinamente debido a un olor muy extraño que entraba por los respiraderos del tablero del Ford. Un olor que describieron como "el olor que tiene el acero cuando lo oprimen contra tu nariz".

Temerosos, los jóvenes hicieron lo posible por salir del banco de niebla, solo para quedar atascados en lodo. Se vieron rodeados de luces de linternas (o lo que suponían eran linternas), pero lejos de tratarse de ciudadanos dispuestos a ayudarlos, descubrieron que eran pequeños seres humanoides.

Lo que se sabe de este olvidado incidente de los cincuenta fue recabado mediante sugestión hipnótica. Teorizando que las luces de las linternas sirvieron como el medio de inducir un estado de trance, los hermanos Steiner no recordaron nada sino hasta encontrarse a bordo de 'un platillo', si efectivamente es lo que era. Jason Steiner pensó que se había quedado ciego, hasta darse cuenta de que sencillamente le era imposible abrir los párpados. Ambos recobraron el conocimiento treinta y siete horas más tarde, sentados en el Ford negro, varado en el lodazal. Su historia - y el inverosímil proceso de investigación realizado por los supuesto alienígenas - quedó plasmado en el libro "The Terror Above Us" de Malcolm Kent.

Afganistán: Militares, montañeses y yetis


 

Afganistán - militares, montañeses y yetis

Por Scott Corrales (c) 2021

Una de las muchas cosas que tengo contra los podcasts y vlogs y otros medios cibernéticos es la facilidad con que se pierde la pista de la información aportada en ellos, ya sea el testimonio de los entrevistados o la evidencia aportada por testigos en las llamadas telefónicas que reciben los programas. La respuesta a esta objeción es que al tratarse de 'material anecdótico', su pérdida no representa una pérdida significativa. Me reservo mis cometarios.

Y escribo esto precisamente por un material cuyo origen no puedo precisar con claridad - un dato contribuido por un testigo militar durante la ocupación militar por fuerzas occidentales en Afganistán.

El testigo - un cabo de la infantería estadounidense que formaba parte del séquito del militar encargado de negociar con las fuerzas afganas - había presenciado un momento insólito en el conflicto: algo que seguramente caerá en el olvido, junto miles, tal vez cientos de miles, de palabras que no fueron capturadas en papel.

A comienzos de la guerra contra los talibanes en el 2001, se tomó la decisión de colaborar estrechamente no solo con la "Alianza del Norte" y los señores de la guerra como Abdul Rashid Dostum, sino con jefes tribales de menor magnitud. La misión en la participaba el cabo Smith (habrá que darle nombre) tenía por objetivo visitar una región sumamente remota del país, considerada apartada hasta por los propios militares afganos, con el fin de negociar la ayuda (o al menos la lealtad) de la zona a cambio de dinero y armamento. La comitiva militar estadounidense también incluía representantes de las 'agencias de tres letras' que todos conocemos.

En el podcast, el cabo Smith hizo hincapié en la lejanía de la región dentro de una zona de por sí alejada del resto del mundo. Su aspecto "era como la de otro planeta", dijo en cierto momento. Tan apartada que cuando uno de los soldados trató de congraciarse con los niños locales enseñandoles un cuaderno infantil sobre ballenas, el padre de uno de ellos se lo reprochó con enojo: "¿Para qué les enseñas esas cosas que no existen?" Atraso total.

La reunión entre los soldados y los montañeses tomó lugar como se puede esperar - militares, agentes de inteligencia y nativos sentados en el suelo, comiendo pan y arroz. Las conversaciones eran posible mediante intérpretes que susurraban al oido del anciano jefe. En cierto momento, y a propósito de nada, un sargento mayor oriundo de Texas - descrito como individuo grande y de naturaleza jocosa - tomó a uno de los intérpretes del brazo y le dijo: "Oye, ¿por qué no le preguntas al viejo sobre los yetis?"

Perplejo, el intérprete transmitió la pregunta en idioma pastho al traductor del jefe, quien formuló la pregunta en el dialecto local.

Sin torcer el semblante, el jefe miró al sargento y le dirigió una sarta de palabras. Sí, sabía de lo que le preguntaba el forastero. Aquellas cosas eran odiadas por su pueblo, ya que robaban animales y cultivos y a veces se llevaban a los niños. Eran basura - dijo el jefe montañes - que representaban un problema, pero que cuando comenzaron a 'aparecer cruces en el cielo' - refiriéndose a los aviones soviéticos durante la ocupación rusa en 1979 - las depredaciones de aquellas cosas comenzaron a menguar. Lo único bueno que tuvo aquella guerra de los infieles contra los mujahedin.

De repente, el viejo montañes se volvió iracundo. Aquí estamos - dijo por boca de su traductor - somos hombres, hablando de oro y armas, ¿y tú quieres hablar de esta basura? Su ira era innegable. Los militares ofrecieron sus disculpas y le dijeron al sargento mayor que se disculpara también por la 'imprudencia'. Según el cabo Smith, las negociaciones fueron exitosas y el convoy de los occidentales abandonó la inhóspita región.

El cabo insistió sobre la lejanía de la zona del resto de Afganistán, agregando el detalle de que los montañeses estaban maravillados por la diversidad de las tropas americanas - algunos soldados negros, otros de ascendencia hispana y asiática. Pensaban que todos los infieles eran rubios y de ojos claros, como los invasores rusos y ahora las fuerzas angloamericanas que venían a luchar contra los talibanes.

Uno de los presentadores del programa manifestó su curiosidad ante el enojo del jefe de los montañeses, y el cabo explicó que para estos afganos, los seres peludos emparentados con el yeti, el sasquatch o el yeren chino eran como los mapaches para el estadounidense - criaturas que hurgan entre la basura, que roban y matan gallinas, y trasmiten enfermedades. Si una delegación afgana a Estados Unidos interrumpiera de repente una negociación para hablar de 'raccoons', su enojo hubiera encontrado su contapartida a este lado del planeta.


 

Otros Mundos Aquí y Ahora


 

Otros Mundos: Aquí y Ahora

Por Scott Corrales  © 2021

 Durante un incidente de encuentro con OVNI a baja altura en la provincia canadiense de Alberta, sucedió algo curioso. El objeto - a todas luces sólido - se cernía a unas docenas de metros sobre una escuela  y ante los ojos atónitos de los curiosos. Hasta ahí no hay "nada del otro jueves" como se suele decir. Los objetos voladores no identificados suelen posarse sobre estructuras sin sentido hasta que les apetece desparecer.

 Pero en este caso, dos de los espectadores hicieron algo singular. El objeto estaba lo suficientemente bajo como para que le lanzaran piedras. Sin pensarlo dos veces, y sin temor a acabar como los cadáveres calcinados del tío Owen y la tía Beru en La Guerra de las Galaxias, comenzaron a tirar pedazos de Canadá contra el intruso...aunque a pesar de su buena puntería, los cantos de piedra no daban en el blanco, sino al contrario, caían a espaldas de los tiradores, sobre el tejado de la escuela.

 La organización que tomó cartas en el asunto emitió la conjetura de que el objeto desconocido "operaba en otra dimensión, o que su sistema de propulsión creaba una dimensión propia". Podemos extender la conjetura a pensar lo que le pasaría a un desventurado que se acercara a tocar el aparato si estuviese en tierra con sus sistemas activados... ¿iría a parar a otra dimensión, o quedaría despedido en otro sentido, como las piedras que acababan en la escuela y no picando contra el casco del objeto?

 En la década de los '60, el escritor y científico francés Jacques Bergier se interesó por los mundos metafísicos del hinduismo, creyendo que podía haber algo de cierto en ellos según los principios de la matemática moderna. Bergier apuntó que las "superficies de Riemman" están compuestas por cierto número de capas que no están encima de la otra y ni siquiera lado a lado de las otras--las capas sencillamente coexisten. Es casi seguro que Bergier simplificaba el asunto para los lectores inexpertos, pero la conclusión matemática era que el espacio es mucho más complejo de lo que aparenta

 "Si la tierra es una de estas superficies," escribe Bergier, "por fantástico que pueda parecer, resulta posible que existan regiones desconocidas que son por lo general inaccesibles y que no aparezcan en ningún mapamundi o globo terráqueo. No sospechamos de su existencia, al igual que no sospechamos la existencia de los microbios, o de la radiación invisible del espectro, antes de haberlas descubierto". (Viseé pour autre terre, Albin Michel, 1974).

 Por inverosímil que pueda parecer semejante posibilidad, explicaría la creencias ampliamente difundidas en el folclore mundial sobre lugares en que se puede entrar pero no salir jamás, o que pueden visitarse en ciertas épocas del año o cada cuantos años. Las ciudades fantasmales visibles desde el glaciar de Muir en Alaska, explicadas como efectos ópticos, ¿serán espejismos no de ciudades de nuestro mundo, sino de urbes cuyos habitantes "fabrican cosas ingeniosas", como dijo Anaxágoras hace siglos?

 Kiessig informó a Steiger que uno de nuestros "universos vecinos" es un entorno insonoro que carece de viento o de sol, aunque su cielo dispone de suficiente luz como para sugerir la existencia de semejante astro, y que él mismo pudo internarse en dicho mundo mientras que paseaba a su perro en Arkansas en diciembre de 1965. Este mundo silencioso parecía imitar al nuestro, copiando hasta los detalles de las casas de madera descubiertas por Kiessig en su paseo. Pero el silencio, la ausencia de vida animal y de seres humanos infundían pavor. También parece haber una diferencia de tiempo considerable entre ambas dimensiones.

 El corresponsal de Steiger pasó a mencionar una región sin nombre en las montañas Ozark desde la cual podía ver otra dimensión con claridad, y ver la manera en que sus habitantes entraban a la nuestra. Kiessig afirmó su creencia que esta otra dimensión paralela representaba "el infierno terrenal donde Jesucristo predicó por tres días antes de ascender al cielo". Según Kiessig, otras puertas dimensionales conducen "a una tierra sin vida. Otras te llevan al pasado, y otras te conducen al futuro de este mundo".

 El concepto de “no estamos solos” es de importancia máxima para los interesados en la ufología y sus disciplinas afines, aunque la compañía que esperan encontrar se encuentra planetas lejanos de la Tierra, ya sea en otros sistemas solares de la Vía Láctea o en otras galaxias como Andrómeda. Aficionados y estudiosos de la “ufología de pernos y tuercas” como suele llamársele han calculado los posibles puntos de origen del fenómeno supuestamente extraterrestre que nos visita asiduamente, o se han imaginado una taxonomía completa de seres dignos de un rodaje de George Lucas – grises bajos, rubios altos, impresionantes reptiloides y temibles insectoides – que son producto de astros distintos.

 Sin embargo, desde los primeros años del quehacer ufológico se viene barajando la posibilidad de que nuestros visitantes no sean de sitios tan distantes, sino seres que comparten este gran planeta azul con nosotros. Los escritos de Robert Shaver nos indicaron que una raza primigenia abandonó nuestro mundo debido a los efectos perjudiciales de la radiación solar, dejando atrás el remanente negativo y positivo de su especie – los deros y teros de las crónicas shaverianas – que habita el mundo intraterrestre; escritores de mayor seriedad como Ivan T. Sanderson escribieron ampliamente sobre los “huéspedes no invitados” que se alojaban en el fondo del mar y que evitaban al máximo el contacto con el homo sapiens; otros pensadores han ubicado a nuestros vecinos invisibles en lo más remoto de la Amazonia o la meseta del Tíbet. Pero tradiciones de mayor antigüedad nos indican que compartimos nuestro mundo con seres de procedencia terrestre aunque no humana...seres que son considerados por las autoridades jurídicas de una quinta parte de la humanidad como entidades reales y mayormente nocivas para el ser humano.

 Pero dejemos al lado lo esotérico por un momento.

 En el mes de julio del 2000, el periódico chileno La Tercera publicó un fascinante artículo sobre el descubrimiento realizado por tres investigadores – Nima Arkani-Hamed, Savas Dimopulos y Gia Dvali, los tres de prestigiosas universidades – y publicado en Scientific American. Según los estudiosos, la existencia de dimensiones contiguas a las que ocupamos no era teoría, sino hecho.

"Lo que nosotros proponemos”, comienza la cita textual de Arkani-Hamed,”es que la naturaleza del espacio puede transformarse dramáticamente a menos de un centímetro de distancia. El cambio más grande de nuestra percepción es que el universo observable es sólo una pequeña parte en el gran espacio de dimensiones existentes. En cierta forma, es seguir la línea de pensamiento  de Copérnico: la Tierra no es el centro del sistema solar, el Sol no es el centro de nuestra galaxia y nuestra galaxia es sólo una más de billones en un universo que no posee un centro. Nuestro propio mundo habitaría una especie de membrana poblada por un puñado de dimensiones posibles”

 “Lo más fascinante de todo esto”, prosigue el escrito, “es que si existen otras membranas, literalmente estaríamos conviviendo con universos paralelos en los cuales existirían otros seres, o nosotros mismos podríamos estar viviendo realidades alternativas".

 Sin saberlo, los estudiosos habían coincidido con las opiniones del ovnílogo Allan Hendry, adherente de la hipótesis extraterrestre que, sin embargo, sugería "mecanismos alternativos a la HET en el mundo de lo paranormal" ("The UFO Message-Part II", Saga UFO Report, Feb.1980). Hendry hacía hincapié en algunas características del fenómeno: la capacidad de los OVNIS y sus tripulantes de desaparecer a voluntad, que es más propia de los fantasmas y las brujas; testimonios de humanoides transparentes y fantasmagóricos; casos de comunicación telepática entre humanos y ovninautas; experiencias psíquicas surgidas de avistamientos OVNI o encuentros con tripulantes; instancias de levitación por parte de los ovninautas, y los casos de parálisis repentina experimentados por testigos al fenómeno.

 Aunque pueda pesarle a algunos, el fenómeno ovni tiene más de poltergeist que de extraterrestre. Otro investigador, Peter Gutilla, nos trae el caso de la señora Grace Groswalther, vecina de Salyer, California (EEUU). Luego de haber visto "un OVNI resplandeciente con forma de sombrero" que volaba sobre las copas de los árboles a baja altura rumbo a otro pueblo vecino, el efecto de este avistamiento se hizo sentir en su hogar casi enseguida. Las luces se encendían y apagaban por sí solas, la línea telefónica se cortaba, y se escuchaban golpes violentos e incesantes contra las paredes y tejado de su casa. Se ha afirmado también que estos eventos son el resultado de las alteraciones dimensionales producidas por el paso del no identificado, comparable a romper el muro de una casa rural, lo que permite el ingreso de criaturas silvestres. De ser así, sería posible explicar los seres aberrantes - Chupacabras, Bigfoot, y hasta las serpientes lacustres - como consecuencia de la actividad ovni.

 La ciencia-ficción ha afectado nuestro concepto del aspecto y la conducta que deben tener los embajadores de una civilización intergaláctica que viene a visitarnos (y "a traernos cositas", creencia compartida por los ufólatras con los creyentes en las sectas-cargo de las islas del Pacífico), y la ovnilogía nos ofrece imágenes que contradicen el concepto Star Trek. Las supuestas naves interplanetarias tienen fugas de radiación que dañan los sitios de aterrizaje. Sus tripulantes - 'científicos de una civilización superior' según los creyentes - desconocen el propósito de los dientes postizos, los relojes y otros objetos. Realizan intervenciones quirúrgicas a los humanos secuestrados con implementos que no corresponden a los de una cultura avanzada. Sus flamantes platívolos se desestabilizan al ser bombardeados (supuestamente) por ondas de radar y se estrellan en los desiertos.

 Tal vez tenía razón Arthur C. Clarke en su famoso "Informe sobre el planeta tres y otras especulaciones" - el platillo no es extraterrestre a menos que puedas verle la tablilla marciana.

 

Medianoche en el Bosque: Especulaciones sobre Bigfoot



Medianoche en el bosque: Especulaciones sobre Bigfoot.

Por Scott Corrales © 2015

 El antropólogo Stanley Gooch escrbía – en su libro sobre lo paranormal – que gran parte del temor que los sentimos los humanos hacia la noche (o mejor dicho, el temor que siente el homo sapiens sapiens hacia la oscuridad) no se debe a motivos sobrenaturales ni tampoco a la afirmación de Elias Canetti sobre “el temor a ser atrapados y devorados” por alguna fiera. Al contrario, Gooch sugiere algo que comienza a ser moneda de curso legal en la ciencia: que el hombre moderno y el neandertal coincidieron por mucho tiempo en la historia, y que este último – nocturno y venerador de la luna – pasó a convertirse en el temido “coco” de nuestros ancestros – diurnos y veneradores del sol. El planteamiento puede tildarse de ingenuo, sobre todo por aquellos que no son partidarios de las explicaciones que no se rigen por los dictados de la ciencia oficial, pero…¿y qué tal si los antepasados del hombre moderno no temían al pobre neandertal, sino a una presencia mucho más tenebrosa? Como he señalado anteriormente, todas las leyendas de la humanidad suelen tener un grado de verosimilitud, y la presencia de ogros y gigantes en las tradiciones de muchos continentes bien pueden sugerir que una rama de otro ser que solo conocemos por sus muelas y quijadas – el gigantopitecus blacki – no sólo sobrevivió a los embistes del tiempo, sino que sigue vivo entre nosotros, conocido por un sinnúmero de nombres desde los pantanos de la cuenca del Misisipí hasta las heladas riberas del Lena en Siberia. Nuestro viejo amigo el yeti – o Bigfoot, Piegrande o como se le quiera llamar – sigue contemplando nuestras actividades desde las sombras del bosque.

Hace poco surgió la historia de un agente de la policía estatal que – por razones obvias – se negó a aportar datos personales por los problemas que esto podía acarrearle en la jefatura. Su encuentro con lo desconocido se debió a razones puramente policiacas: los vecinos de un condado en el este del estado de Texas se habían quejado de que muchos adolescentes se dedicaban a utilizar un tramo recto de carretera para hacer competencias automovilísticas, y clamaban a voces la intervención de las autoridades. El agente se apostó en un sendero que daba con la recta, semioculto en la oscuridad, listo para perseguir al primer revoltoso que decidiera pasar frente a su patrulla a velocidades temerarias.

Su patrulla – una camioneta Tahoe – tenía todo lo necesario para detener a los implicados, y el agente apagó las luces y dispuso a esperar. Como es común en estos casos, sintió repentinamente que alguien le estaba mirando…

Al mirar a su derecha, hacia el asiento de pasajeros con la ventanilla cerrada, se horrorizó al ver un rostro de facciones bestiales que lo miraba fijamente. El agente confiesa haber sufrido un ataque de histeria, empujándose contra la puerta al lado de su propio asiento en un intento inconsciente de aumentar la distancia que lo separaba de aquel rostro cuyos ojos negros lo miraban fijamente. Su entrenamiento le hizo recuperar los estribos, pensando dos veces antes de sacar su arma reglamentaria y abrir fuego contra “aquello” desde el interior del vehículo. Enseguida encendió todas las luces de la camioneta Tahoe, incluyendo la sirena, tratando de hacer la mayor cantidad de ruido posible. El rostro, sin inmutarse, se apartó del cristal de la ventana y desapareció.

Fue entonces que el agente de la policía estatal se dio cuenta que aquella cosa se había agachado para mirar hacia el interior del vehículo

La figura se alejó lentamente hacia el interior de la arboleda, su forma iluminada por las luces blancas de los frenos del vehículo. El agente explicó que aquella enorme figura estaba cubierta de pelo, y que caminaba muy parsimoniosamente hasta perderse.  Sin titubear, el policía estatal puso su vehículo en marcha y salió de la zona, su misión original olvidada.

Y es que la zona este del gran estado de Texas, que asociamos a menudo con torres petroleras y llanuras dominadas por extensos latifundios como el rancho Southfork de la vieja serie Dallas, contiene ciénagas y pantanos de dimensiones colosales como el famoso “Big Thicket”, región que abarca cuatrocientos setenta kilómetros cuadrados bajo protección estatal, sin contar las zonas boscosas circundantes que se extienden por cientos de kilómetros más. Es aquí dónde se han producido más encuentros con seres del tipo Bigfoot que en el mismo Pacífico Norte, considerado oficialmente como el hábitat de las criaturas peludas.

El criptozoólogo Loren Coleman llegó a considerar, en cierto momento, que los encuentros y avistajes de estos seres bien podrían surgerir algo revolucionario para la zoología oficial: la existencia de grandes simios en América del Norte, a los que bautizó con las siglas NAPES (North American Apes). Estas criaturas se aprovecharían de los ríos del sur de los Estados Unidos y su densa vegetación para desplazarse de norte a sur y viceversa, explicando los incidentes de “Bigfoot” en Texas, Luisiana, Oklahoma y Missouri – este último estado siendo el hábitat de “Momo”, el monstruo del rio Misurí, y el monstruo de Fouke, nativo del estado de Arkansas.

Extendiéndose a lo largo del valle del Misisipí y los valles de sus tributarios encontramos una extensa red de bosques mixtos y deciduos de dosel cerrado. Los bosques en galería de la red del Misisipí consisten mayormente de robles, árboles de goma y cipreses en su región meridional, y olmos, fresnos y álamos en su parte septentrional. Estas tierras aluvionales, como se les conoce técnicamente, cubren gran parte del sur y se encuentran mas o menos ignoradas u olvidadas. Desafortunadamente, porque en estas tierras aluvionales se encuentra lo que podría ser el hallazgo zoológico del siglo.”

(Coleman, Mysterious America, p.156)

La controvertida idea no fue acogida por los círculos oficiales, ya que pondría de cabeza todo lo establecido sobre primatología en estas tierras, dejando muchos doctorados totalmente inservibles.

Aventuras con la patrulla fronteriza

Existen pocos temas capaces de suscitar más controversias que el de la inmigración ilegal a los Estados Unidos, y todos tienen una opinión sobre el tema, a favor o en contra. Son pocas las veces que escuchamos las experiencias de los agentes encargados con vigilar las líneas imaginarias trazadas por la mano del hombre a lo largo de montañas y desiertos, y en esta oportunidad, le ha tocado el turno a un agente jubilado de la temida “migra” – Rocky Elmore, que ha plasmado sus vivencias en un libro titulado Out on Foot (A Pie) publicado en el 2015 por Duffin Creative.

El libro de Elmore es interesante porque no pretende ser un libro de lo paranormal, sino un recuento de la vida, tradiciones y peligros que enfrentan los reclutas – y eventuales agentes – de la policía fronteriza. Los primeros capítulos establecen el entorno en el que realizan su trabajo, los ardides de los traficantes de vidas humanas y las esperanzas de los hombres y mujeres que se exponen al peligro del desierto para entrar al sur de los Estados Unidos. No es sino hasta bien entrada la lectura que Elmore trae a colación los misterios con que ha tenido que lidiar la policía fronteriza (aunque cabe mencionar aquí que en todos sus años como agente, ni Elmore ni sus colegas tuvieron avistamientos OVNI de ningún tipo, lo que puede resultar sorprendente, dada la fama del sureste norteamericano en cuanto a estos temas).

Sin especificar el año, ni revelar las identidades de agentes que aún siguen activos, Rocky Elmore narra la ocasión en que los fronterizos recibieron la instrucción por radio de abandonar un sitio específico en el que trataban de interceptar una banda de ilegales.

“A la noche siguiente”, escribe Elmore, “el supervisor de operaciones de campo impartió una advertencia muy severa sobre las operaciones nocturnas a pie. ‘Deben cuidar sus espaldas y estar muy conscientes de su entorno’, advirtió al grupo de patrulla, pasando a contarnos lo que Jeb había visto cerca del rio Otay la noche anterior, mientras que hacía uso de la cámara térmica.  ‘Tal vez no haya sido más que un gato montés o algo parecido, pero si lo fue, es el más grande que se haya visto jamás.’

Se habló sobre esto en la estación antes de que caducara la novedad del asunto. Todos supusimos que era un gato montés, aunque el supervisor se cuidó de no decir lo que realmente era. Pensé que eso era todo lo que había sobre el tema, pero ¡no fue así!”

Un año más tarde, en conversación con otros agentes, surgió el tema de lo que había visto el agente Jeb, quien había sido transferido a otra jefatura.

“¿Te enteraste de lo que vio Jeb aquella noche en Otay Lakes con la cámara térmica?”

“Ah, ¿te refieres a al noche en que vio un gato montés acechando a dos agentes?”

“¡No! Lo del gato montés era un bulo. Una tapadera. Jeb había despachado a unos agentes para lidiar con un grupo de inmigrantes que bajaba por la ladera. Los agentes iban a pie y estaban a punto de sorprenderlos cuando algo subió por el río y comenzó a acechar a los agentes. Era bípedo, caminaba erecto sobre ambos pies. Cuando la bestia se colocó detrás de los agentes, fue posible determinar su estatura. Era imponente, dejaba cortos a ambos agentes. Jeb dijo que era mucho más grande que un oso, y que la huella térmica era enorme. Jeb dijo que jamás había visto nada parecido.”

(Out on Foot, p. 140)

 

Elmore cuenta otra historia en la que un grupo despavorido de cinco ilegales – en vez de huir de “la migra” – corrió a toda prisa hacia los agentes norteamericanos, implorando su protección, ya que una enorme bestia venía hacia ellos, habiendo salido repentinamente de los matorrales. Pero sobraban las descripciones, porque uno de los ilegales levantó el dedo para indicarle a los agentes que ahí estaba, abriéndose paso entre la vegetación semidesértica con un movimiento parecido a las brazadas de un nadador. Sobra decir que tanto los fronterizos como los ilegales saliendo corriendo.

 

“Una noche, mientras que trabajaba en Mine Canyon, un agente bisoño que me acompañaba me contó sobre un grupo de ilegales que había apresado a comienzos de ese mismo mes en Mine Canyon. Me dijo: “Los ilegales me pidieron un favor. Me dijeron que al fondo del cañón había un monstruo, y que si no era mucha molestia, que bajara yo a matarlo”.

Otro grupo de ilegales en la cara oeste de la montaña también afirmó haber sido víctima de la persecución por una bestia en Windmill Canyon. “Pude sentir el calor de su aliento,” exclamó uno de ellos, aterrado. “¡Podía sentir su resuello a mis espaldas!”

(Out on Foot, p. 141)

 

La zona en que se desarrolla la narrativa de Rocky Elmore es la frontera entre el estado mexicano de Baja California Norte y la estadounidense California, concretamente Otay Mountain, justo al este de la populosa ciudad de San Diego. El drama de la inmigración a través del desierto se desarrolla a kilómetros de esta importante concentración urbana…y seres peludos viven en sus alrededores, a sabiendas de la población.