Wednesday, September 14, 2022

Afganistán: Militares, montañeses y yetis


 

Afganistán - militares, montañeses y yetis

Por Scott Corrales (c) 2021

Una de las muchas cosas que tengo contra los podcasts y vlogs y otros medios cibernéticos es la facilidad con que se pierde la pista de la información aportada en ellos, ya sea el testimonio de los entrevistados o la evidencia aportada por testigos en las llamadas telefónicas que reciben los programas. La respuesta a esta objeción es que al tratarse de 'material anecdótico', su pérdida no representa una pérdida significativa. Me reservo mis cometarios.

Y escribo esto precisamente por un material cuyo origen no puedo precisar con claridad - un dato contribuido por un testigo militar durante la ocupación militar por fuerzas occidentales en Afganistán.

El testigo - un cabo de la infantería estadounidense que formaba parte del séquito del militar encargado de negociar con las fuerzas afganas - había presenciado un momento insólito en el conflicto: algo que seguramente caerá en el olvido, junto miles, tal vez cientos de miles, de palabras que no fueron capturadas en papel.

A comienzos de la guerra contra los talibanes en el 2001, se tomó la decisión de colaborar estrechamente no solo con la "Alianza del Norte" y los señores de la guerra como Abdul Rashid Dostum, sino con jefes tribales de menor magnitud. La misión en la participaba el cabo Smith (habrá que darle nombre) tenía por objetivo visitar una región sumamente remota del país, considerada apartada hasta por los propios militares afganos, con el fin de negociar la ayuda (o al menos la lealtad) de la zona a cambio de dinero y armamento. La comitiva militar estadounidense también incluía representantes de las 'agencias de tres letras' que todos conocemos.

En el podcast, el cabo Smith hizo hincapié en la lejanía de la región dentro de una zona de por sí alejada del resto del mundo. Su aspecto "era como la de otro planeta", dijo en cierto momento. Tan apartada que cuando uno de los soldados trató de congraciarse con los niños locales enseñandoles un cuaderno infantil sobre ballenas, el padre de uno de ellos se lo reprochó con enojo: "¿Para qué les enseñas esas cosas que no existen?" Atraso total.

La reunión entre los soldados y los montañeses tomó lugar como se puede esperar - militares, agentes de inteligencia y nativos sentados en el suelo, comiendo pan y arroz. Las conversaciones eran posible mediante intérpretes que susurraban al oido del anciano jefe. En cierto momento, y a propósito de nada, un sargento mayor oriundo de Texas - descrito como individuo grande y de naturaleza jocosa - tomó a uno de los intérpretes del brazo y le dijo: "Oye, ¿por qué no le preguntas al viejo sobre los yetis?"

Perplejo, el intérprete transmitió la pregunta en idioma pastho al traductor del jefe, quien formuló la pregunta en el dialecto local.

Sin torcer el semblante, el jefe miró al sargento y le dirigió una sarta de palabras. Sí, sabía de lo que le preguntaba el forastero. Aquellas cosas eran odiadas por su pueblo, ya que robaban animales y cultivos y a veces se llevaban a los niños. Eran basura - dijo el jefe montañes - que representaban un problema, pero que cuando comenzaron a 'aparecer cruces en el cielo' - refiriéndose a los aviones soviéticos durante la ocupación rusa en 1979 - las depredaciones de aquellas cosas comenzaron a menguar. Lo único bueno que tuvo aquella guerra de los infieles contra los mujahedin.

De repente, el viejo montañes se volvió iracundo. Aquí estamos - dijo por boca de su traductor - somos hombres, hablando de oro y armas, ¿y tú quieres hablar de esta basura? Su ira era innegable. Los militares ofrecieron sus disculpas y le dijeron al sargento mayor que se disculpara también por la 'imprudencia'. Según el cabo Smith, las negociaciones fueron exitosas y el convoy de los occidentales abandonó la inhóspita región.

El cabo insistió sobre la lejanía de la zona del resto de Afganistán, agregando el detalle de que los montañeses estaban maravillados por la diversidad de las tropas americanas - algunos soldados negros, otros de ascendencia hispana y asiática. Pensaban que todos los infieles eran rubios y de ojos claros, como los invasores rusos y ahora las fuerzas angloamericanas que venían a luchar contra los talibanes.

Uno de los presentadores del programa manifestó su curiosidad ante el enojo del jefe de los montañeses, y el cabo explicó que para estos afganos, los seres peludos emparentados con el yeti, el sasquatch o el yeren chino eran como los mapaches para el estadounidense - criaturas que hurgan entre la basura, que roban y matan gallinas, y trasmiten enfermedades. Si una delegación afgana a Estados Unidos interrumpiera de repente una negociación para hablar de 'raccoons', su enojo hubiera encontrado su contapartida a este lado del planeta.


 

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