Wednesday, September 14, 2022

Ala Delta: El objeto volador de California


 

Ala Delta: El objeto volador de California

Por Scott Corrales para Arcana Mundi  © 2022

Pocas cosas son más cansinas para los jóvenes que tener que escuchar – o leer – los recuerdos de sus mayores sobre las cosas que fueron y ya no están. No me propongo entrar en el ‘todo tiempo pasado fue mejor’, pero se puede admitir de forma objetiva que Internet nos ha permitido un intercambio mundial de información variopinta que no era posible en la década de los ’80 y menos las anteriores. La tristeza reside en la cantidad de información que se ha perdido con los medios electrónicos – toda la información vertida a Arcana Mundi en Facebook, por ejemplo, desaparecerá sin rastro cuando esta red social desaparezca a su tiempo – y como fe de ello tenemos toda la información que se ha perdido en portales desaparecidos y posiblemente desconocidos para el lector actual: Tri-cities, Starmedia, Wanadoo y listas de correo especializadas como Mundo Misterioso, Imprimatur, UFO-Ar con sus respectivas bibliotecas, que ya estaban consignadas al olvido para cuando Yahoo se deshizo de Yahoogroups hace poco.

Sirva esto de preámbulo para decir que mucha información conservada en impresos (sí, en largas tiras de papel dot matrix) o en vetustos discos floppy 3.5 o 5 nunca fue sopesada en su momento debido a la cantidad de información que barajaba la ovnilogía cibernética en los ’90, y ahora, con la merma en la calidad de datos producto de la mediatización del fenómeno, merecen ser examinados de nuevo.

El 24 de enero de 1996, el periódico Redding Record-Searchlight de California (EEUU) daba a conocer una noticia que pasó mayormente desapercibida: Un objeto enorme, silencioso y de movimiento muy lento, fue visto el 22 de aquel mes en las cercanías de Redding pro Dave Thomsen, su esposa y varios vecinos. De acuerdo con los cálculos de Thomsen, el objeto media  150 pies de ancho y 300 pies de largo., volando directamente sobre su cabeza a unos mil pies de altura y a no más de 20 millas por hora. El fondo de este aparato brillaba con luces multicolores, y según Thomsen, le era posible escuchar el sonido de motores a reacción y ver el resplandor de los mismos.

El periódico pasa a especular que el gobierno de EEUU “había desarrollado vehículos grandes y con forma de ala delta para el operaciones de reconocimiento ‘stealth’ y el transporte de material bélico pesado a lugares donde no existen pistas de aterrizaje. Ver semejante aparato causaría consternación a los observadores inexpertos, creyendo que presenciaban tecnología exótica.

Al igual que sucedió con los ‘dirigibles fantasma’ del siglo XIX, se facilitaban los nombres de ‘inventores’ desconocidos. Estos aparatos triangulares supuestamente respondían a la patente tramitada por un tal William Miller de Princeton, Nueva Jersey (EEUU) en 1990 para el ‘dirigible stealth’. El periódico pasa a especular que estos dirigibles fueron utilizados ampliamente en la guerra del Golfo Pérsico, pero sin aportar evidencia.

No obstante, me ha sido posible localizar dicha patente (aunque con fecha de 1991) que confirma la identidad del inventor y las miras de su invento: “Una plataforma de vigilancia aérea que utiliza un aparato con forma de delta y casco transparente al radar. La antena consiste de conjuntos lineales o en fase, capaces de barrer un patrón continuo de 180 grados en todas la direcciones azimutales, o en un patrón continuo azimutal delantero de 180 grados […] esto permite un gran espacio de carga dentro del casco entre los conjuntos de antenas.  El acceso a dicho espacio de carga se ofrece a través de una abertura en el borde de salida.”

Poco después, el periodista Michael Lindemann estudiaría otro caso con un posible testigo de estos aparatos triangulares.

Un hombre llamado Steven Wingate afirmaría haber visto uno de estos ovnis triangulares precisamente en el norte de California en 1993. Según la descripción aportada, el objeto “parecía un bumerang de movimiento lento, revestido de luces de color ámbar sumamente brillantes. Volaba sobre mi cabeza, y ahí fue que pude ver que era una nave con forma de triángulo equilátero y un sistema de propulsión iónico a chorro debajo de cada vértice, irradiando un resplandor azulado”.

Lindemann se apresura a señalar la inexistencia de tal cosa como un ‘motor de iones a chorro’ (salvo por prototipos propuestos para la exploración espacial), apostando por motores avanzados pero convencionales que funcionan como propulsión delantera o impulsores de maniobra. Las luces ambarinas, por otro lado, pueden servir de explicación al ‘resplandor’ asociado con estos triángulos cuando se les mira a la distancia, y no algún escudo deflector sacado de “Viaje a las Estrellas”.

Pero el relato de Wingate no concluye con eso. El tríangulo volador aterrizó en una colina, descargó camiones pesados, tanques u otro equipo diésel – a juzgar por los sonidos – antes de despegar nuevamente, posiblemente regresando a la cercana base Travis, conocida por sus avistamientos ovni en la década de los ’90.

 

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