Monday, January 05, 2015

Sombras en la mar: submarinos desconocidos (2003)




SOMBRAS EN LA MAR: SUBMARINOS DESCONOCIDOS
por Scott Corrales
[Originalmente en el boletín Inter*Alia (c) 2003]


No se hablaba de otra cosa: la navegación comercial se veía afectada por un fenómeno desconocido que era capaz de esquivar los más veloces buques de guerra. Algunos decían que era un cetáceo fosforescente; otros afirmaban que se trataba un aparato desconocido. Pero de ser así, ¿que individuo sería capaz de construirlo, y mucho menos mantener el secreto? Tal vez era producto de algún gobierno cuyos científicos habían realizado un avance tecnológico prodigioso, como suele suceder cuando el hombre diseña nuevas máquinas para matar...

Este es el ambiente en que se desarrolla una de las novelas más conocidas de Julio Verne, 20.000 leguas de viaje submarino, cuyo protagonista--el antihéroe conocido como el capitán Nemo--se dedica a hundir barcos de las marinas de distintos países de la época con su sumergible Nautilus. Tras la destrucción de un bajel de guerra, el misterioso capitán rescata del agua a tres náufragos--el profesor Arronax, su sirviente Consejo y el arponero Ned Land--a quienes llevará consigo en el periplo que presta su nombre al libro.

Se ha dicho que Verne era un profeta, un iluminado cuyos escritos visualizaron el programa espacial y toda suerte de inventos. Pero tal vez su mayor acierto haya sido el describir submarinos misteriosos que representan si bien no una amenaza, una fuente de preocupación para las armadas mundiales.

Los submarinos polares

El periódico canadiense Ottawa Citizen publicó un artículo firmado por David Pugliese acerca de los objetos extraños que parecen estar patrullando las gélidas aguas del norte de Canadá. Esto, conjuntado con la desaparición de la fauna marina, ha alarmado a los militares de este país de la OTAN.

Las aguas que circundan las islas Baffin, cubiertas de hielo y habitadas por algunas tribus esquimales y científicos, han sido merodeadas por objetos extraños que se desplazan sobre el agua o justo por debajo de la superficie. En septiembre del 2.001, según el artículo del Ottawa Citizen, cazadores inuit y miembros de los "Rangers" canadienses, la fuerza nativa reclutada entre los aborígenes, reportaron lo que creyeron ser un submarino en los territorios árticos del Canadá. La mayoría de los avistamientos tomaron lugar en agosto y septiembre de 2001 cerca de Pond Inlet en la Isla Baffin, en donde testigos afirmaron haber visto, en 11 ocasiones distintas, oleajes descomunales y objetos extraños en el agua. La fauna marina ha desaparecido de la zona. Otro objeto fue avistado por un oficial del RCMP (policía montada canadiense) en agosto de 1999 y posteriormente por un grupo de cazadores en la Sonda de Cumberland de la Isla Baffin. Nuevamente, la ausencia de fauna marina en la zona era digna de notarse.

"Estoy convencido de que submarinos extraños operan en esas aguas," dijo el recién jubilado comandante de las Fuerzas Canadienses de la Zona Norte, el coronel Pierre Leblanc. Durante sus días como el oficial militar principal en el ártico, hizo lo posible por advertir al alto mando en Ottawa de que sólo sería cuestión de tiempo antes de que otros países se interesaran por los territorios canadienses del norte, ricos en diamantes y en agua pura. El avistamiento en la sonda de Cumberland estuvo bien documentado, afirmó Leblanc. El oficial de RCMP y varios vecinos llegaron a ver un objeto justo debajo de la superficie del agua que producía oleadas de tres metros mientras que se desplazaba. Varias semanas más tarde, un grupo de cazadores vio lo mismo.

Pero dos buzos de la armada canadiense--agrega la nota de prensa--investigaron los avistamientos de año pasado en Pond Inlet y sugirieron que el oleaje podía ser el resultado de corrientes o vientos fuertes. El comandante Mike Considine dijo que todos los avistamientos inusuales son objeto de investigación, y en el caso de Pond Inlet, no había nada que sugiriese la existencia de naves extranjeras operando bajo los mares. "No vimos ninguna evidencia de que se tratara de submarinos," agregó.

Según los informes, los oficiales de las Fuerzas Canadienses Zona Norte estaban convencidos de que una especie de "objeto mecánico" operaba en sus aguas a raíz de los avistamientos del año pasado en Pond Inlet.

Leblanc sugirió la idea de que satélites equipados con detectores infrarrojos podrían mantener un ojo sobre los movimientos de embarcaciones en el ártico. También sería posible colocar un sonar en ubicaciones estratégicas para seguir dichos movimientos.

El capitán Nemo existe


"¡El capitán Nemo existe!" dijo un militar jubilado de la marina estadounidense al investigador John Keel, durante una entrevista en Silver Spring, estado de Maryland (EUA) en 1974. "Llegué a ver uno de esos artilugios durante la 2da Guerra Mundial en el Atlántico norte. Mi tripulación estaba realizando maniobras antisubmarino cerca de Groenlandia cuando nos topamos con el submarino más grande que habíamos visto jamás. Llegamos a creer que se trataba de un sumergible de los nazis--posiblemente un arma secreta. Todos los cañones de nuestro destructor dispararon contra él..." recordó el oficial de marina. "Tenía una torre grande y lisa como el cristal, así que sabíamos que no era ninguna ballena. Tan pronto como nuestros proyectiles comenzaron a lloverle salió disparado, viajando a mayor velocidad que ningún otro sumergible. Se perdió en el horizonte en cuestión de minutos. No podíamos alcanzarlo."

El testimonio del militar anónimo es solamente uno de muchos que coinciden en lo mismo: que en las aguas de las latitudes frías de nuestro mundo pululan objetos submarinos no identificados (OSNI) que suelen nunca bajar del círculo polar ártico, aunque frecuentan las aguas escandinavas. En 1973, la marina noruega hizo el intento de capturar uno de estos submarinos, pensando que se trataba de un sumergible soviético.

El 12 de noviembre de aquel año, los oficiales y tripulación de un transbordador se encontraban navegando cerca del fiordo Sognefjorden cuando creyeron haber visto un periscopio saliendo del agua. El radarista captó la señal inesperada y los marineros en cubierta vieron un enorme objeto oscuro. A los pocos días, el navío de guerra Trondheim hizo contacto con el objeto mediante el sonar--no se trataba de una ballena, sino de un objeto de grandes dimensiones: parecía que un sumergible desconocido había penetrado las aguas territoriales noruegas y era preciso capturarlo o expulsarlo.

El fiordo Sognefjorden tiene una profundidad de más de seiscientos pies, pero esta impresionante rada no es de interés estratégico ni se encuentra cerca de instalaciones militares que se presten al espionaje por un submarino. La preocupación por este ingenio hizo que un total de treinta buques de guerra, incluyendo helicópteros y aviones antisubmarino de la OTAN, se dirigiesen a la zona con el objetivo de hacer que el objeto saliese a la superficie.

Las cargas de profundidad explotaron como en una película de 2nda Guerra Mundial: los sonaristas noruegos habían precisado la localización del intruso y los acorazados lo habían embotellado en las aguas del fiordo. Dentro de poco, decían los capitanes, la proa del submarino rompería la superficie del Sognefjorden y su comandante saldría al puente de mando para rendirse...

Pero no fue así. La noche del 23 de noviembre, algunos espectadores apostados en una de las ramales del fiordo dijeron haber visto "una gran mole oscura que se desplazaba cerda de la superficie por espacio de siete minutos antes de desaparecer". Otros observadores militares dijeron haber visto "luces rojas y verdes" parpadeando desde lo alto de los macizos nevados cuyos glaciares se vaciaban en el fiordo, y cuya procedencia no supieron explicar.

A la noche siguiente se tomó la decisión de realizar un bombardeo masivo en el agua. Tan pronto como comenzó la ofensiva, todos los sistemas electrónicos en los buques de superficie enloquecieron--los radares y sonares transmitían señales anómalas, las luces testigo parpadeaban inútilmente y las comunicaciones entre las naves se vieron imposibilitadas. Para cuando fue posible restablecer los sistemas, los noruegos descubrieron que el enorme sumergible misterioso había desaparecido, desplazándose sesenta millas mar afuera. Ninguno de los torpederos ni fragatas que custodiaban la ruta llegaron a verlo.

El enorme submarino se dejó ver varias veces en las semanas siguientes antes de desaparecer. La opinión popular sostenía que se trataban de submarinos alemanes de las Segunda Guerra que seguían tripulados por "renegados" -- una teoría romántica, ya que un submarino requiere una base de apoyo, comida y otros pertrechos que no podría obtener un sumergible del Tercer Reich...aunque se rumora que tales bases existen en los acantilados del archipiélago de Svalbard, muy por debajo del nivel del mar.

El reclamo OVNI

Desde que Charles Fort comenzó a conservar recortes de prensa sobre noticias extrañas en cajas de zapatos, la creencia de que objetos extraños--algunos de ellos luminosos, otros totalmente oscuros, algunos amorfos, otros con configuraciones decididamente geométricas--se desplazan bajo las aguas de los mares de nuestro mundo ha generado un sinnúmero de libros y documentales. La creencia en existencia de "ovnipuertos" -- bases de actividad extraterrestre en nuestro mundo -- representa uno de los pilares de los creyentes en la HET (hipótesis extraterrestre) y la posibilidad de que muchas de estas bases puedan encontrarse bajo el mar ha sido abordada por autores de la talla de Ivan T. Sanderson en su Invisible Residents (NY: Avon, 1970). Durante su servicio militar en la 2nda Guerra Mundial, Sanderson llegó a ver tantos objetos extraños en alta mar que el Almirantazgo le pidió que por favor dejara de informar sobre ellos.

En este clásico de la ovnilogía, Sanderson divide el fenómeno de los OSNI en varias etapas--los OSNI históricos, los objetos que entran y salen del mar, los objetos que parecen desplazarse exclusivamente en el "hidroespacio" (término empleado por el fallecido Martin Caidin) y las desapariciones de barcos y sus tripulaciones.

Uno de los casos más significativos dados a conocer por Sanderson es un clásico de la investigación del misterio: las maniobras de guerra el portaaviones estadounidense Wasp en aguas de Puerto Rico en 1963: se libraba la guerra fría entre las superpotencias y escuadrillas enteras ensayaban la futura "batalla del Atlántico" contra la URSS. Bajo las aguas del Caribe, al menos cuatro submarinos, dotados con los sistemas electrónicos de comunicación disponibles en la época, formaban parte de las maniobras. En el aire, aviones equipados para la guerra antisubmarino se entregaban a la labor de rastrear y detectar al "enemigo".

Pero algo sucedió: uno de los submarinos se separó del ensayo para perseguir lo que consideraba como "un objeto desconocido". La flota no sabía si dicho objeto era un señuelo que formaba parte de los ensayos o no, pero claramente había algo raro--el supuesto señuelo se desplazaba a la increíble velocidad de ciento cincuenta nudos por hora. En aquella época, la velocidad máxima alcanzada por un sumergible eran cuarenta y cinco nudos.

Las comunicaciones se vieron imposibilitadas por el hecho de que cada uno de los buques de guerra intentaban informar a la nave capitana, el portaaviones, del extraño suceso. Trece de estos bajeles ingresaron en sus bitácoras el hecho de que sus dispositivos de rastreo habían hecho contacto con este fastwalker de los mares. Sanderson apunta que los técnicos a bordo de las naves informaron a COMLANT (el Mando Atlántico de la marina estadounidense, con sede en el puerto de Norfolk) coincidieron en que el objeto no sólo viajaba a la prodigiosa velocidad antes mencionada, ¡sino que lo impulsaba una sola hélice! ¿Se trataba, acaso, de la contrapartida real del Nautilus de Julio Verne?

El intruso hizo sentir su presencia por cuatro largos días, sumergiéndose a profundidades tremendas (27,000 pies). A pesar de los mejores esfuerzos por identificarlo, el extraño objeto desapareció al final de las 96 horas y jamás volvió a verse...

La diferencia que busca establecer el autor es que los avistamientos de los OSNI son de mayor fiabilidad la de sus primos espaciales los OVNI: "A diferencia de los OVNI", escribe Sanderson, "tenemos no sólo la observación humana, sino registros concretos realizados por máquinas y en la forma de objetos sólidos como barcos, y lo que es más, registros y otras evidencias aprobadas y publicadas oficialmente [...] estos "bebés" del mundo submarino son totalmente sólidos tanto en el contacto físico como en los efectos que parecen producir y en muchas otras cosas que hacen".

Un año después del incidente del Wasp, la revista inglesa Flying Saucer Review daría a conocer los históricos "ovnis del Golfo Nuevo" en la Patagonia Argentina. En el mes de febrero de 1960, la marina argentina pasó más de dos semanas tratando de hundir o capturar un par de "submarinos rusos" que constantemente esquivaban a los barcos de guerra en la superficie gracias a su vertiginoso desplazamiento. La nota de FSR agregaría el detalle de que "es absolutamente cierto de que en las profundidades del Golfo San Matías (separado del Golfo Nuevo por la península Valdés) existe una base de platillos voladores. Estos eventos son de conocimiento común en una amplia región de la Patagonia, en donde resulta normal escuchar a la gente referirse a los marcianos".

La alternativa racional

A finales de la década de los '90 comenzó a producirse un "destape" de información que no estaba relacionado en lo más mínimo al fenómeno OVNI: la marina estadounidense concedió permiso a muchos marineros y científicos que habían estado en la armada a hablar públicamente sobre algunas de las misiones más sensibles realizadas durante la guerra fría con la URSS. Entre estas obras de divulgación figuran Blind Man's Bluff (el juego de la gallina ciega) de Sherry Sontag y Christopher Drew, The Secret War (la guerra secreta) por el científico e ingeniero naval John P. Craven, y otras obras por diversos autores.

En Blind Man's Bluff se da a conocer el hecho de que varios submarinos tomaron parte en operativos que serían la envidia de una película de James Bond, como la misión de interceptar las comunicaciones soviéticas desde el Mar de Ohthosk en Siberia colocando una enorme "boya espía" sobre un cable de comunicación submarina. También se dieron a conocer los misteriosos "impactos" sufridos por estos navíos de la profundidad al chocar entre sí o con barcos en la superficie -- eventos frecuentemente asociados con la acción de los OSNI.

En 1969, el submarino nuclear USS Gato chocó contra un sumergible ruso en el Mar de Barents justo antes de que las superpotencias se sentaran a negociar un tratado de desarme. En 1970, dos elementos adicionales de las fuerzas estadounidenses chocaron en el Mediterráneo sin que la Secretaría de la Marina notificase a la Casa Blanca de los eventos. Pero a fines de junio de 1970, el USS Tautog penetró la red de sonar soviética en la península de Kamchatka, paseándose justo por debajo de varios buques de guerra rusos a la somera profundidad de setenta pies. La misión del submarino consistía en analizar pulsaciones que pudiesen indicar lanzamientos y fotografiarlos, de ser posible. Otro asunto de alta importancia--según el libro de Sonntag y Drew--consistía en seguir un submarino soviético "Echo II", cosa que no tardaron en hacer. Pero como los submarinos no pueden ver bajo el mar, más que por sus sonares, el capitán del Tautog no sabía que al dar la orden de salir a la superficie, el objeto de su búsqueda se encontraba directamente encima de él. Seis mil toneladas de submarino chocaron contra el "Echo II", cuyas hélices cortaron el blindaje de acero del Tautog sin penetrarlo--un tributo a la calidad de la aleación HY-80 utilizada por la marina de guerra.

La prensa paranormal de la época hace mención de "choques entre objetos desconocidos y barcos en mar abierto": "El pesquero Star of Toronto",
escribe John A. Keel en la revista SAGA UFO REPORT, otoño de 1974, "quedó retorcido al chocar con un submarino emergente costa afuera de Escocia el 3 de febrero de 1965. Otro pesquero, el Silveroe, se estrelló contra un objeto que pudo haber sido un submarino [...] Si hacemos caso omiso de las historias de platillos y nos concentramos en los aeroplanos misteriosos y los sumergibles misteriosos, encontraríamos que hay evidencia considerable que sugiere que alguien opera una fuerza aérea y flota clandestina en este planeta".

Es muy posible que gran cantidad de los objetos submarinos no identificados sean artefactos experimentales de las marinas de las distintas potencias mundiales -- algo que no resulta descabellado si pensamos que el primer barco propulsado a turbina sembró el pánico entre la flota británica a mediados del s.XIX y se le consideró como un "arma secreta" de otro país, a pesar de que su inventor era tan inglés como ellos.


La alternativa irracional


Para templar la alternativa racional al fenómeno de los OSNI, existe otra que pasa de la teoría extraterrestre al campo de lo paranormal.

En 1984, el fallecido autor F.W. Holiday hizo mención de que aún era posible encontrar casos de "sirenismo" (la locura de mar, mal que aqueja a los marineros en ciertas latitudes y que supuestamente les hace reaccionar igual que la tripulación del mítico Odiseo) en ciertas partes del mundo, notablemente en las frías aguas del Mar del Norte y en el Oceano Artico. Holiday remite a los interesados al trabajo del reverendo Donald Omand y al exorcismo del Lago Ness que realizara este en 1978 para despojar la maligna presencia de la criatura para siempre jamás.

Holiday pensaba que las "serpientes de mar" y seres afines obedecían a seres míticos y malignos de la tradición celta y escandinava, plasmados en los frisos de algunas iglesias irlandesas y escocesas, donde se les denominaba "el dragón". Los lagos del norte de Irlanda y de Escocia estaban plagados por estos seres astrales, según el autor, quien había entrevistado a muchas personas que alegaban haber visto salir seres monstruosos de cuerpos de agua tan pequeños como aljibes.

El reverendo, cuya fama como exorcista en la iglesia anglicana se remontaba a los años '40, recibió la petición de un capitán noruego para exorcisar un punto del Océano Artico en 1973. El capitán Jan Andersen del Nordlys afirmaba conocer un punto en el mar en el que "los hombres perdían la cordura". Dicho punto negro o vórtice se encontraba en la isla de Spitsbergen, casi frente a la barrera de hielo ártico.

De niño, Omand había escuchado a su abuelo, un estricto ministro calvinista, orar por los hombres de mar para protegerlos contra "la seducción de las grandes profundidades" y se interesó por el caso. "Tenga la bondad de exorcisar ese pedazo de mar," rogaba el marinero noruego en su carta a Omand, "pero no me pida que regrese a él hasta que se haya realizado el exorcismo. Cuando llegue ahí, brinde protección espiritual a todos los que estén con usted y a la nave".

Fletar una embarcación para ir al Artico resultaba casi imposible, así que sería necesario integrarse a uno de los barcos de excursionismo que visitaba Spitzbergen todos los veranos para admirar el sol de medianoche. Fue así que el reverendo Omand navegó con el capitán Pedersen -- conocido del capitán Andersen -- a la barrera polar.

Después de visitar Spitzbergen, el barco de pasajeros se dirigió a las coordenadas de mar indicadas por Andersen en su carta y Omand llevó a cabo el rito de exorcismo, rezando el antiguo rito mozárabe y rociando agua bendita sobre las aguas polares desde una claraboya abierta. Posteriormente, el reverendo bendijo la cubierta del barco y los castillos de popa y proa. Pero sucedió algo inesperado: Omand olvidó protegerse a sí mismo durante el rito.

"Sobrevino una sensación que jamás había experimentado antes y rezo a Dios jamás vuelva a experimentar," dijo el reverendo en el libro The Man Who Exorcised the Bermuda Triangle (Barnes & Co, 1978). "No se me había ocurrido que había una persona a bordo de ascendencia nórdica que no había recibido protección contra la locura de mar. Ese individuo era yo. Toda mi vida he amado el mar y las cosas relacionadas con él, pero en este momento sentí que las profundidades me llamaban. Casi sollozando, me dirigí hacia la puerta que conducía a la cubierta inferior. Repentinamente escuché una voz clara y poderosa que me hizo detenerme: No es el mar quien te llama, sino el mismo Padre de la Mentira. Era la voz de mi abuelo, fallecido cuando tenía yo veinte años".

El reverendo regresó a la mesa y roció agua bendita sobre su rostro. El trance había pasado.

Omand posteriormente volvería a Noruega para exorcisar el "fiordo de los trolls", el brazo de mar más siniestro en Escandinavia (utilizado durante la 2da Guerra Mundial por los ingleses para abastecer a la resistencia noruega). Colin Wilson, quien recogió el relato en el prólogo al libro The Goblin Universe de F.W. Holiday, narra que Omand se internó en el fiordo en una pequeña lancha de motor, sintiendo que la atmósfera siniestra se trocaba en amenazadora. De repente, las aguas hirvieron y pudieron verse dos enormes jorobas rompiendo la superficie, sugiriendo la existencia de un monstruo mucho más grande que el de Loch Ness o Loch Long. El reverendo temió que la enorme criatura iba a zozobrar la lancha, pero el desconocido se zambulló antes de hacerlo. El piloto de la lancha le indicó que "esas cosas" nunca causaban daño al hombre, a pesar de ser malignas. Pero sí les trastornaban la personalidad.

En 1972, Omand acudió a una conferencia en Suecia en la que un psiquiatra de cierta distinción leyó un trabajo sobre el monstruo del Lago Storsjon. La conclusión del estudioso fue que dichos seres tienen un efecto maligno sobre el ser humano--tanto los que se dedican a cazarlos como aquellos quienes los ven con cierta regularidad, resultando en un sinnúmero de tragedias domésticas y degeneración moral. Fue a partir de eso que el reverendo Omand formuló su conjetura de que todos los seres vistos en el mar y tildados de objetos extraños o monstruos marinos no eran entidades sólidas sino proyecciones del pasado prehistórico a nuestra era--y posiblemente relacionadas a la serpiente bíblica.

Persiste la duda

El hecho es que las aguas frías de nuestro planeta son la guarida de objetos o seres que no sólo burlan los mejores sistemas de vigilancia conocidos por nuestros militares sino que también pueden causar daño a las embarcaciones. ¿Serán, como opinaba John Keel en su momento, prueba de que existen ejércitos y marinas privadas en nuestros mares que no tienen nada que ver con las naciones que conocemos, así como la imaginaria nave del capitán Nemo?

Los más prácticos y racionalistas le darán la razón al coronel LeBlanc y su teoría sobre sumergibles de otros países que codician la riqueza mineral y líquida del Canadá, y opinarán que las misteriosas formas vistas bajo el mar no son más que ingenios de guerra estadounidenses, franceses, británicos o de otras naciones que participan en el "gran juego" de la política.

Tal vez algunos sientan la inclinación de compartir la opinión del fallecido reverendo Donald Omand: "La explicación de estas extraordinarias apariciones, a mi modo de ver, yace no en el campo de la ciencia sino en el mundo de los sobrenatural..."

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