OVNIS en tierra y alta mar
OVNIS en tierra y alta mar
(c)2017 por Scott Corrales para Arcana Mundi
En 2014 se regó la noticia por Internet de que el servicio YouTube había presentado un videoclip francamente alucinante: un OVNI en todo sentido de la palabra saliendo del mar frente a las costas de Monte Hermoso (Necochea) en Argentina. Y no era una noticia falsa. El breve clip del objeto luminoso efectivamente estaba en el canal de vídeos y atribuido al Sr. Leandro Mitilli, con una fecha de 1/14/14. Las voces emocionadas de los espectadores son el testimonio innegable de que algo fuera de lo común tomaba lugar aquel día de verano. Otros vídeos en YouTube mostraban eventos parecidos que tomaban lugar en sitios tan dispares como el Báltico (Polonia, 2014) y el Golfo de México (Veracruz, 2013).
A comienzos del siglo XX la recopilación de objetos extraños y francamente asombrosos que salían del agua formaban parte de la provincia de lo paranormal regida por el gran Charles Fort, cuyas cajas de zapatos llenas de recortes de prensa atestiguaban al hecho de que algo raro sucedía en el reino de Neptuno. Bolas de fuego que salían del en 1887, mencionados en la revistas L’Astronomie y Nature; tres cuerpos luminosos que abandonaban el líquido elemento a novecientas millas al este de Atalia, Turquía, a menos de media milla del bergantín Victoria (18 jun 1845), y maravillosas ruedas de luz que salían del Golfo Pérsico.
Para mediados del siglo XX, autores como Vincent Gaddis e Ivan T. Sanderson agregaban no sólo casos sino conjeturas. El primero navegaba las aguas de los antiguos testimonios contenidos en las crónicas minuciosamente guardadas por Fort y otras menos conocidas que incluían tradiciones marítimas tan tétricas como olvidadas: buques fantasma, marineros fantasma (como el temible “Ladylips”, el espectro de un marinero que había perdido la quijada inferior en un accidente) y las sempiternas luces en las aguas. El segundo invocaba OVNIS y la posibilidad de una civilización submarina poco interesada en hacer contacto con la superficie, tal vez dispuesta a auxiliar a los perdidos en el mar o hundir naves que se acercaban excesivamente a sus supuestas ciudades bajo el mar.
En 1978, el boletín de la organización investigativa APRO (el "APRO Newsletter") comentaba a sus lectores un caso sucedido en 1973 en el estado de Luisiana, sin precisar mayores datos. Una mujer caminaba de largo frente a una de las grandes ventanas de su casa cuando pudo ver algo sobre las aguas del "bayou" (término geográfico que en Luisiana sirve para designar un cuerpo de agua formado por antiguos brazos y meandros del río Misisipi) que le llamó la atención. Se trataba de un resplandor o luz cuyo movimiento no le era del todo conocido. Acercándose al cristal de la ventana, tratando de determinar la naturaleza exacta de la luz, presenció el momento sobrecogedor de la salida de un objeto discoidal de entre las turbias aguas -- objeto que se alejó volando a una velocidad prodigiosa. La testigo confesó haberse quedado petrificada del miedo que infundido por aquel ingenio extraño. ¿OVNIS aprovechando el silencio de las aguas pantanosas, observados mayormente por cocodrilos y algunas serpientes? APRO no nos amplía detalles, y el caso se pierde en el vacío que nos separa de la década de los '70.
El 1ro de agosto de 1975, un adolescente llamado Brad Condon llegó en bicicleta a las orillas del lago Trinity en el estado de Nueva York, atravesando una alambrada con su caña de pescar para gozar de la actividad a la sombra de los árboles, como si de un Tom Sawyer moderno se tratara. A eso de las 19 horas, Condon se percató de lo que parecía ser una avioneta haciendo maniobras en el cielo.
Posteriormente, a las 20 horas, miró al cielo para ver un objeto esférico de color anaranjado del tamaño aproximado de una canica a un brazo de distancia. El joven pensó a primeras que podía tratarse de algún meteorito, anotando la hora en su reloj para confirmarlo posteriormente con los observatorios. Fue entonces que descubrió que no era un meteorito, ya que no dejaba cola en el aire y se movía sumamente espacio. Se dio cuenta de que presenciaba alto fuera de lo común cuando el objeto cambió de rumbo y comenzó a dar vueltas sobre el lago Trinity.
Poco después, el objeto se detuvo abruptamente y comenzó a descender en vertical, mudando sus colores del anaranjado al blanco. “Era anaranjado, y de repente, me di cuenta de que era blanco”, afirmaría Condon posteriormente a los investigadores. El objeto descendía inexorablemente, emitiendo un olor a “huevos podridos” (ácido sulfhídrico) que hizo que testigo vomitara. El OVNI se asentó sobre las aguas sin romper la superficie violentamente, ocupando dos minutos completos en sumergirse, evento que tomó lugar a las 20:35 horas según el reloj del testigo, quien consideró prudente retirarse de la zona, sintiendo una desacostumbrada ardentía en sus ojos. El joven Condon le contó lo sucedido a su padre, y ambos volvieron a la zona al día siguiente sin encontrar nada. El padre comentaría a los investigadores del caso que la condición agitada y emocional de su hijo le preocupó sobremanera, y que no dudaba la veracidad de los hechos.
Un caso aún más raro sobre objetos desconocidos en los mares nos llega de 1964, cuando un marinero que permaneció en el anonimato, temiendo represalias, faenaba en un buque tanque con el rango de segundo ingeniero de máquinas. El marinero se hizo amigo de su superior, el ingeniero en jefe, y sus charlas pasaron de las nimiedades de siempre a algo más inquietante - el tema de los "platillos voladores" que aún era bastante novedoso en aquel momento.
Una tarde después de la hora de la cena - entre las 17h y 18h - mientras que el barco iba rumbo al norte a lo largo de la Corriente del Golfo, el capitán y su primer oficial salieron al ala del puente de mando a contemplar el mar. De repente, ambos hombres presenciaron la manera en que las aguas comenzaban a burbujear, vaticinando la salida de algún objeto, y en este caso ambos hombres de mar esperaban ver un submarino. Pero el objeto no sólo rompió la superficie, sino que salió disparado al aire varios cientos de pies, nivelándose y volando en línea recta hasta zambullirse de nuevo en el mar. Según declararía el capitán, el objeto seguía pareciendo un submarino aun cuando estaba en pleno vuelo, con torre de periscopio y claraboyas.
Según el testimonio del marinero que escuchó el relato de segundas, surgió un problema a raíz de la integridad del capitán, quien no dudó en hacer la anotación correspondiente en la bitácora. No sólo eso, sino que transmitió los detalles del suceso a la capitanía de puertos. Cuando el tanquero llegó a su destino, hombres de aspecto burocrático subieron a bordo para entrevistar a los testigos del evento. La duración de este encuentro con los oficiales se prolongó hasta el momento en que el capitán decidió no hablar más del asunto.
El marinero anónimo tuvo dudas sobre dar el relato a conocer a las agencias investigadoras del fenómeno ovni, decidiendo que era prudente hacerlo, porque "en algún lado yace un informe sobre OVNIS presentado por un hombre cuerdo, sobrio y responsable, y darlo a conocer sería lo correcto con vista a esclarecer el misterio del fenómeno".
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