Monday, May 28, 2018

El Ovni de Murmansk-130



Durante la Guerra Fría hubo una especie de esquizofrenia sobre los misterios detras del famoso “telón de hierro”. Por una parte, la URSS y sus satélites se jactaban de sus logros en la percepción extrasensorial, la telekinesis y los demás misterios de la mente, al grado de que las revistas de occidente hablaban de un “Pearl Harbor psíquico” durante el cual agentes de la KGB con dotes paranormales detendrían submarinos, bombarderos y cohetes, causando infartos a los generales del Pentágono y el almirantazgo británico.

Por otro lado, se hablaba poco del misterio ovni. Los soviéticos eran una auténtica trampa de oso en cuanto al asunto, temiendo que los informes sobre avistamientos – por inocentes que pudiesen parecer – sirviesen para delatar la posición de los radares y bases de proyectiles.

En fechas recientes el foro Astronomy.ru publicó una experiencia ovni inédita hasta el momento, supuestamente vivida por un marinero de la Flota Norte de la URSS, acantonado en la ciudad secreta Murmansk-130.


“Tuve la fortuna de presenciar lo que se denomina un ovni durante mi servicio con la Flota Norte. Muchas otras personas presenciaron este objeto. Lo describiré y aportaré un dibujo.

“Corría el mes de abril, la primavera. En la región de Murmansk, las noches son cortas, y las noches blancas comenzaron veinte días más tarde. Yo era un vigía en mi embarcación. Me cambié de uniforme, subí a la cubierta superior, me oculté detrás del polipasto y encendí un cigarrillo a pesar de las graves restricciones sobre fumar. No estaba mirando hacia el cielo en aquel momento, que estaba oscuro pero no del todo. Repentinamente, a unos doscientos o trescientos metros de mi posición, pude ver un disco negro con muchas luces. Estuvo suspendido en el cielo por algunos minutos y apuntó un rayo de luz delgado hacia las embarcaciones ancladas al final de la bahía, a una distancia de diez kilómetros de mi nave.



“No sabía qué hacer. ¿Era prudente llamar a alguien, o seguir observando el fenómeno hasta el final, cuando el fenómeno tocara a su fin, y luego llamar a alguien? El alférez de fragata, el más adulto de nuestra división, se me acercó y le enseñé el objeto. Se quedó atónito.

“Nuestro barco estaba a lo último. Se le preguntó al oficial de guardia que qué era aquello que estaba suspendido a nuestro lado. Teníamos cerca unos submarinos nucleares con proyectiles intercontinentales a bordo.

“Ahí fue que comenzó todo. Se corrió la voz de la presencia del objeto inusual, a pesar de que se dio la orden de permanecer en los camarotes, muchos marineros subieron a la cubierta de prisa. Mi dibujo muestra parte de la bahía y la flecha indica la dirección que yo miraba al objeto.



“Eran dos objetos. Dentro del círculo ardían luces como claraboyas, y giraban en un sentido y luego al otro. Desde el interior parpadearon dos luces cuatro veces. Una se apagaba, y la otra se encendía, resplandeciendo con la misma intensidad. Luego parpadearon luces arriba y abajo. El disco parecía zarandearse un poco, como una peonza. Su diámetro era de unos cincuenta metros y no hizo sonido alguno. Se desplazaba en zigzag, subiendo un poco, bajando un poco, antes de acercarse a nosotros súbitamente y retirarse. Todo esto duró tres horas. El segundo objeto estaba sobre el arsenal de ojivas atómicas. Una bola amarilla se materializó de repente. El disco que se cernía sobre el arsenal voló hacia la bola y se evaporó. El otro disco también hizo lo mismo, y la bola se apagó.

“El sistema de defensa aéreo llegó a captarlo. Dos interceptores y seis helicópteros salieron a batirse con los intrusos. Volaron cerca del objeto, pero los interceptores cambiaron de rumbo. Pensé que abrirían fuego contra el objeto, pero no lo atacaron. Esto se supo en toda la ciudad militar.”

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