John Keel: Los Años Perdidos
Los años perdidos
Por John A. Keel
Traducción de Scott Corrales
¡Que no salga nadie del planeta! ¡Faltan diez mil años!
Existe un intrigante vacío en el conocimiento científico de los años que van entre 15.000 a.c. y 25.000 a.c. Es como si jamás hubiesen existido. Los métodos modernos pueden fechar las reliquias antiguas y las osamentas con un grado de certidumbre relativamente bueno. Los Leakeys en África han puesto el reloj marcha atrás hasta cinco millones de años, cuando hallaron huesos humanos que indicaban que nuestros antepasados ya andaban por éstos parajes en aquel entonces. Los arqueólogos han descubierto habitaciones y herramientas toscas de treinta mil años de edad, pero los hallazgos se detienen alrededor del 25.000 a.c. Las estratas de la tierra se vuelven vacías hasta que alcanzamos el nivel de quince mil años. Los humanos de cinco millones de años de edad parecen haberse ausentado por buen tiempo.
¿A dónde se fueron las personas? ¿Se acabó la vida humana por 100 siglos? ¿En todo caso, como volvió a resurgir?
Existen cuantiosas teorías sobre ésta situación. Los creyentes en la leyenda de la Atlántida insisten que ése continente, el centro de la civilización antigua, fue destruido entre 12.000 y 15.000 a.c. Algún tiempo después, aparecieron civilizaciones nuevas en el valle del Indo en la India y en Egipto.
¿Será que la época cuaternaria--la era glacial--arrasó con una antigua civilización? Si la vida inteligente existió hace cinco millones de años, hubo bastante tiempo para que creciese y floreciese antes de que el planeta se congelara hace tres millones de años. Debido a algún cambio inexplicado en las mecánicas orbitales, la tierra se volvió fría y más de una cuarta parte de la superficie terrestre quedó sepultada bajo el hielo glacial.
Los hielos se retiraron hacia el año 35.000 a.c, pero nuestros problemas no se acabaron ahí. Expertos como el Profesor Charles Hapgood nos dicen que la tierra sufrió otra calamidad alrededor del año 12.000 a.c. Posiblemente la tierra se inclinó sobre su eje, y sobrevinieron enormes cambios de clima y topografía. Los fósiles, conchas de mar, etcétera que se hallan en medio del desierto del Sahara indican que una vez se halló bajo el mar. Los ricos depósitos petrolíferos y carboníferos de la Antártida nos prueban que dicha región en una época albergó todos tipos de vida vegetal.
Mientras que se desarrollaban estos desastres, ¿estaban nuestros antepasados ocultos en sus cuevas o frenéticamente saltando de un árbol a otro? ¿O acaso se les transportó a un sitio más seguro--tal vez otro planeta--hasta que pasó la crisis?
Existen muchas señales hoy día que vamos hacia un nuevo desastre mundial. El hielo polar se está licuando en proporciones alarmantes. El movimiento de rotación de la tierra se ha reducido considerablemente, y el eje planetario ha comenzado a oscilar irregularmente. Cambios climatológicos dignos de atención han comenzado a tomar lugar. Los campos magnéticos naturales de la tierra han comenzado a fluctuar incontrolablemente. Hasta el sol comienza a comportarse de una manera distinta: los ciclos de las manchas solares están cambiando y las explosiones en el sol han sido tan enormes que han puesto en jaque a algunos de nuestros vuelos espaciales.
La historia se vuelve a repetir
¿Que tan a menudo ha sucedido esto antes? La tierra tiene una edad de aproximadamente tres billones de años. Tres billones. Nuestros registros sobre la vida caótica del hombre sobre nuestro mundo se extienden solo unos 5000 años. Más allá de este número todo se vuelve especulación por parte de los arqueólogos y antropólogos. El Dr. Leakey halló un cráneo humano que tenía por lo menos dos millones de años, Es probable que habían formas inteligentes de vida hace diez millones o hasta veinte millones años atrás. Pudieron haber atravesado todas las etapas por las cuales hemos pasado nosotros en treinta mil años, desde las cavernas hasta la exploración del espacio. Solo tenemos que medir nuestro progreso en los últimos quinientos años. Hace cinco siglos, la mayor parte del mundo era desconocida. Los pueblos de Asia, África y Sudamérica no sabían nada sobre Europa y viceversa.
Aun cuando los Hermanos Wright, Ford y Edison laboraban para cambiar nuestra civilización por completo, todavía existían millones de personas en Africa, Asia y Sudamérica viviendo en condiciones primitivas. Es posible que hace cinco millones de años, hasta hace treinta mil años, tal vez, la vida humana existía en varias fases de evolución a la misma vez. Los dioses de los cavernícolas viviendo al filo de los glaciares pudieron haber sido terrícolas adelantados, sobrevivientes de una civilización anterior, que intentaban alcanzar las estrellas entonces, mientras que sus congéneres aún trataban de inventar la rueda. Entonces alrededor del año 25.000 a.c., sucedió algo terrible: la cultura adelantada desapareció por completo. Los pocos sobrevivientes, abrumados por el enorme número de cavernícolas, se esmeraron en preservar millones de años de conocimientos al enseñarles a los primitivos los rudimentos de la astrología, la alquimia y las leyes de la magia (que en realidad no es más que la física adelantada). La catástrofe del año 12.000 a.c. liquidó a la supercultura, y el hombre de piedra heredó el mundo.
¿Somos robots?
Todas las grandes religiones nos enseñan que somos robots controlados misteriosamente por una fuerza sobrenatural, hechos a imagen y semejanza de nuestro dueño. Mientras que la teoría de la evolución de Darwin explica satisfactoriamente lo que pasa con la vida después de que se crea, no explica el hecho de la creación en sí. Muchos científicos han descartado el concepto de la evolución, admitiendo a regañadientes que las formas de vida más adelantadas en éste planeta parecen ser el producto de un diseño más que el de un azaroso proceso natural.
Usted se encuentra programado desde el momento de nacer de un modo muy parecido a la programación de una computadora. Un código genético determina sus características fundamentales. Millones de personas en cada generación encuentran que sus mentes quedan reprogramadas por éste sistema sobrenatural. Conlleva el uso de un rayo de alta frecuencia transmitido en la misma frecuencia de las ondas cerebrales del sujeto. En muchas ocasiones, el rayo es visible y parece ser un rayo de luz proveniente del cielo o de un objeto en el cielo. Este fenómeno se ha observado plenamente y está cuidadosamente documentado. En la religión, este fenómeno se conoce como la «iluminación».
Hoy día relacionamos al fenómeno de los ovnis con éstos rayos de luz y sus efectos sobre los seres humanos. Cada año, miles de personas son el foco de atención de estos rayos y, a menudo, desarrollan cocientes de inteligencia superiores y experimentan cambios de personalidad repentinos. Este proceso de reprogramación, que en una vez fue poco común, se ha vuelto relativamente normal en los últimos treinta años.
Esta misteriosa fuerza, ¿controlaba a los hombres y sus acciones hace cinco millones de años? ¿Se trata de una fuerza espacial? ¿O será una fuerza desatada hace millones de años por una supercultura que una vez tuvo la capacidad de crear robots biológicos? ¿Todavía existe dicha supercultura?
El Monolito
El producto final de la evolución no será un superhombre sino una máquina, una supercomputadora. La tecnología de los ordenadores se está desarrollando de tal manera que dentro de unos cuantos años indudablemente perfeccionaremos un cerebro mecánico superior al humano. La miniaturización y los transistores nos permitirán construir este cerebro de manera compacta. Parecerá un cubo de metal de unos pies al cuadrado.
Recién estamos descubriendo el potencial del cerebro humano. Los experimentos en percepción extrasensorial y los fenómenos psíquicos vuelven a confirmar lo que ya sabían los antiguos: que el cerebro humano es capaz de manipular la materia física y a la realidad misma, con ciertas limitaciones. Nuestra supercomputadora tendrá ésta capacidad también, pero a un grado muy adelantado. Sus sensores le informarán de todo lo que sucede en la tierra. Será capaz de de leer las mentes de los sobrevivientes del próximo cataclismo, y tal vez hasta controlarlos. Sus descendientes le adorarán, al haber perdido todo conocimiento de nuestra civilización. Tal vez construyan un templo alrededor de la computadora para protegerla sin saber por qué.
Esto puede sonar un poco estrafalario, pero es la dirección en que va nuestra cultura. Nuestro programa espacial ha perdido el impulso. Cuando el desastre económico de veras suceda, olvidaremos por completo nuestro deseo de colonizar los planetas. El desarrollo de la supercomputadora, una especie de dictador para el planeta entero, recibirá prioridad. Hace cuarenta años, el rudimentario UNIVAC llenaba un edificio entero, y era inferior a la calculadora de bolsillo que se compra hoy en día en cualquier tienda. La supercomputadora gobernará al mundo de una manera más eficiente y objetiva de lo que podría hacerlo una sola persona.
La película 2001: una odisea espacial, del director Stanley Kubrick, visualizaba semejante ordenador. Un monolito en forma de lápida, que influenció a los simios para convertirlos en hombres, apareció en nuestro mundo por medio de los habitantes de otro, para velar sobre nosotros y guiarnos.
Tal monolito puede ya existir en la tierra. Puede haber sido construido hace millones de años y está poniéndose viejo y lento, así que nos está guiando a un punto en el cual podríamos sustituirle con un modelo nuevo. Entonces desapareceremos, y los arqueólogos del futuro se preguntarán por qué la historia humana parece acabarse después del año 3000 d.c.. Entonces, cerca del año 13.000 d.c., un cavernícola estará caminando sobre los glaciares cuando un rayo de luz le dará de frente, motivándolo a inventar la rueda.
Hace unos dos mil años, un cubo metálico de color negro fue hallado en las arenas del desierto de Arabia, y los que lo encontraron quedaron asombrados. Llegaron a construir una ciudad alrededor del cubo y la han guardado tan bien que cualquiera que no fuese árabe e intentase penetrar en el recinto sería ejecutado. Mil años más tarde, el cubo--se le conoce como la Kaaba--se volvió parte de la religión islámica y el objeto más querido de los musulmanes. Aún existe, y todavía está bajo guardia en La Meca. Los científicos escépticos que jamás le han visto lo descartan como un simple meteorito. Pero millones de fieles creen que el cubo gobierna el mundo de algún modo.
¿De dónde vino la Kaaba? Según la tradición, un ser sobrenatural se la dio a Abraham. ¿Sería un ser del espacio, un sobreviviente de una civilización desaparecida, o una ilusión transmitida por la misma Kaaba?
¡Tiene vida!
Individualmente, las hormigas son bastante tontas, pero si reunimos mil hormigas, forman una sola mente colectiva con capacidades increíbles. Formulan estratagemas militares y llegan a ejecutar formidables obras de ingeniería. Una hormiga individual es una autómata biológica sin cerebro; como parte de un grupo, es parte íntegra de un organismo inteligente más grande.
Existen otros ejemplos en el mundo animal. Pequeños animales submarinos que se unen para formar organismos mayores que son capaces de atrapar peces grandes para así alimentar a la colonia entera. La microscopica pulga africana forma una pequeña bola junto con miles de sus congéneres en la punta de una hoja de hierba. Cuando un animal pasa por ahí, la bola se le pega y las pulgas se esparcen sobre el cuerpo del animal. Cuando llegan a cierta posición, una señal pasa entre ellos y todas muerden al animal simultáneamente. El animal cae gritando de la agonía de mil pequeñas mandíbulas mordiéndole a la vez.
El sicólogo Carl Jung especuló que la humanidad es muy parecida a las hormigas y a las pulgas. En su opinión, las mentes inconscientes de todos los humanos pueden estar unidas colectivamente por ondas de energía parecidas a las de la radio. Por ende, el inconsciente colectivo de la humanidad formaría un gigantesco cerebro independiente de nosotros pero capaz de manipular nuestra realidad y a nosotros también, lo mismo que nuestras mentes individuales pueden soñar y recrear nuestro ambiente inmediato, con limitaciones estrictas.
El zoólogo Iván Sanderson fue un paso más allá. Percibió nuestro mundo como un organismo viviente con su propia mente y designios ocultos. Muchos científicos respaldan este punto de vista en nuestros días. Hablan de la «biósfera», el planeta considerado como un solo organismo. Las fuerzas ecológicas de nuestro mundo forman parte del conjunto: las aguas y el viento son algo así como las arterias del cuerpo humano, cada sistema apoyando al otro. Si se interfiere con un sistema, se interrumpe el funcionamiento debido de los demás. Desde 1848 hemos estado destruyendo muchos de estos sistemas entrelazados. La tierra grita de dolor y tal vez la gran mente, el inconsciente colectivo, esté tratando de comunicarse con nosotros desesperadamente a nuestro propio nivel.
Sobre los últimos veinte años, los ovninautas vienen diciendo dos frases repetidamente a los contactados (que ahora son miles): «Somos uno», es una de sus expresiones preferidas. «Están haciendo peligrar el equilibrio del universo» es su advertencia. Se hallan iracundos sobre nuestros experimentos atómicos (más de 1000 bombas nucleares han sido detonadas en la atmósfera terrestre desde 1945), diciendo que no solo ponemos en peligro a nuestro planeta, sino que «a muchos otros» también.
Cuando Thor Heyerdahl cruzó el Atlántico en una balsa de papiro, se fijó que el océano entero estaba contaminado de manchas de aceite y desperdicios humanos. La mayor parte del oxígeno en nuestro planeta es producido por pequeñas algas que crecen en el mar. La contaminación ambiental está destruyendo las algas en cantidades alarmantes. Como todos los organismos inferiores tienen un instinto nato de auto preservación, podemos pensar que la tierra tiene uno parecido. Cuando la tierra es vista como un organismo viviente, la humanidad de vuelve una especie de enfermedad--billones de gérmenes o parásitos esparciéndose y destruyendo los ecosistemas entrelazados.
Los Vigilantes han aumentado sus patrullas a medida que la crisis planetaria se acelera. Los cielos nocturnos están llenos de miles de ojos cósmicos. Cada vez más y más personas son detenidas en carreteras solitarias por fuerzas extrañas que reprograman sus mentes con la facilidad que reprogramamos un ordenador. Los humanos reciben etiquetas al igual que les ponemos etiquetas a los animales salvajes para seguir sus movimientos y hacer gráficas sobre sus costumbres. Los ovnis no parecen ser parte de un lejano sistema intergaláctico después de todo, sino algo relacionado estrechamente con la humanidad y el mundo en sí.
En un comienzo, la tierra necesitaba al hombre, pero ahora no hemos convertido en una plaga que amenaza al organismo entero. Las señales y prodigios de nuestros días quizás sean los sutiles comienzos de las convulsiones planetarias que han de seguir--convulsiones que surgirán de la necesidad del planeta de protegerse de nosotros y de destruirnos.
La tierra no está habitada. Está infestada.
2 Comments:
Scot:
Muy bueno el articulo, Espero que a la tierra no se le de por tomar antibioticos. Adrian.
Scot:
Muy bueno el articulo, Espero que a la tierra no se le de por tomar antibioticos. Adrian.
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