OVNIS y Lagos: La Extraña Atracción
OVNIS y Lagos: La Extraña Atracción
Por Scott Corrales (c) 2010
La mañana del domingo 25 de diciembre de 1994, el controlador de transito aéreo Lindsay Carter se hallaba conduciendo a lo largo de una autopista australiana que le llevaba cerca del lago Gosford desde la ciudad de Sydney. Mirando por el parabrisas de su vehículo, pudo ver un objeto de color gris plateado que cruzaba el panorama desde el sur hacia el norte. Al mismo tiempo, la señora June O’Hare miraba las aguas del lago desde el salón de su casa, maravillada al ver un objeto “completamente rodeado de luces” rozando las aguas del Gosford. El objeto distaba mucho de ser un platillo volador clásico, ya que según la testigo “parecía un tiovivo, a juzgar por su forma”.
Estas fueron las versiones compartidas con las autoridades australianas por dos testigos en lo que vendría a conocerse como “el encuentro del lago Gosford”, de un total de tres docenas de llamadas telefónicas. Según las autoridades, ninguna de las versiones ofrecidas difería sustancialmente de otra, con todos los espectadores de las maniobras del no-identificado coincidiendo en la configuración del objeto y las maniobras realizadas.
Pero el detalle sobresaliente – además de la forma del objeto – es que disponía de cuatro luces en su sección inferior a través de las cuales aparentemente succionaba agua del lago, actividad que aparentemente causó cierto pavor entre los que asistían al singular espectáculo, ya que sus voces reflejaban un temor a lo desconocido que rayaba en la histeria, según elementos oficiales. La serenidad de Nueva Gales del Sur se había visto interrumpida por un visitante de otra realidad.
Tal vez la causa del pánico se debía a la proximidad de las casas de los vecinos a las aguas del lago: podían no solo ver la acción de los “cilindros de luz” que emanaban del objeto, sino también la agitación de las aguas del normalmente tranquilo lago, que hervían como si alguien hubiese insertado las aspas de una batidora bajo la superficie. Algunos pudieron ver no solo como subía el líquido al objeto, sino la forma en que – al cortarse las columnas de luz del ovni – una columna de miles de litros de agua caía nuevamente a la superficie del Gosford.
Comentando sobre la calidad de los testigos, la investigadora ovni Moira McGhee afirmó que “muchos de ellos eran profesores universitarios jubilados, amas de casa, policías, instructores de escuela dominical, abogados, comerciantes...gente que tenía mucho que perder y poco que ganar con ofrecer su testimonio al público”. Estos testigos de calidad, prosigue McGhee durante la entrevista concedida para el documental Encounters in OZ, “describieron los cuatro o cinco haces de luz que bajaban del objeto y que literalmente penetraban el agua en vez de reflejarse sobre la superficie. También hubo descripciones sobre la forma en que el agua burbujeaba bajo la acción de las luces, llevando a algunos a afirmar que el agua emitía vapor”.
Aunque existen numerosas teorías sobre los motivos que llevan a los ovnis (sean objetos extraplanetarios o extradimensionales) a repostar agua en nuestros lagos, lo cierto es que el primer caso que tenemos de dicha actividad se remonta a 1914, un caso canadiense en el que un supuesto ovni sale de “la bahía, chupando una gran columna de agua al paso que salía.” El investigador Carl Feindt, autor del libro UFOs and Water, se ha dedicado al estudio concreto de los ovnis y el agua – no tan solo las naves extrañas, sino las propiedades del líquido en sí bajo el efecto de lo desconocido. “La succión sobre la superficie del agua,” apunta Feindt, “es exactamente igual a la de un tornado que pasa de la tierra a un cuerpo de agua. El fondo sería percibido como una acumulación de agua, y mientras que miramos la vertical de la columna, el líquido parece ser más molecular, como niebla, neblina o una continuación del agua en sí. A la par que el OVNI aumenta su altura, se percibe el colapso de la columna de agua, o en el caso de los avistamientos nocturnos, su desparición.”
“La separación de esta columna es predecible,” prosigue Feindt, “puesto que la elevación del OVNI sobre el agua, y sus dimensiones (que gobiernan el ancho del campo) en sí, posiblemente determinan el peso del agua que el vórtice es capaz de aguantar.”
Ovnis en un lago congelado
Canadá será el segundo país más grande del mundo en su extensión territorial, pero su población está confinada, en su mayoría, a una angosta franja de terreno al norte del río San Lorenzo y de los Grandes Lagos. La provincia de Ontario, la más importante de estas regiones, está llena de bosques y lagos que representan para el canadiense medio una oportunidad de poseer una casa de veraneo en un sitio apacible. Uno de estos cuerpos de agua es el lago Boshkung cerca del poblado de Minden.
En noviembre de 1973, mientras que sus vecinos al sur experimentaban la gran oleada OVNI de aquel año, dos agentes de bienes raíces – Jim Cooper y Earl Pitts – regresaban a sus casas en Minden cuando vieron un objeto “sorprendente” que se desplazó ante sus ojos en cuestión de segundos. El objeto tenía unos dieciocho pies de largo, era ancho en su morro y ahusado hacia la cola, con una luz blanca en la punta de la misma. Un piloto de avionetas confirmaría este avistamiento posteriormente, describiéndolo como “un helicóptero sin cola” que se desplazaba a toda prisa con rumbo al lago Boshkung.
Desde aquel momento, el periódico local Minden Progress comenzaría a publicar artículos sobre los distintos avistamientos en la zona, aunque a diferencia de los casos estadounidenses de la misma época, no se produjeron encuentros espectaculares entre humanos y los ocupantes de las luces ni efectos electromagnéticos sobre coches o camiones.
No fue hasta febrero de 1974 que los OVNI parecieron interesarse por los habitantes de la zona. El matrimonio Lunham, que vivía en una casa a la orilla del Boshkung, acaba de cenar cuando vieron uno de los extraños objetos sobre la superficie de lago, dirigiéndose justo hacia su hogar. A mitad del cuerpo de agua, el objeto comenzó a resplandecer con una luz blanca intensa, generando suficiente calor como para derretir el hielo que se adhería a las ventanas de la casa de los Lunham. La señora Lunham declararía posteriormente que el vidrio estaba tan caliente que era imposible tocarlo, a pesar de que la temperatura exterior rondaba los –20 grados Fahrenheit.
La superficie congelada del lago Boshkung acabaría convirtiéndose en un “estacionamiento” para estos objetos extraños. Los aparatos desconocidos aparecían sobre el lago durante el ocaso, a veces solos o en pares, hasta que era posible contar una docena o más de ellos sobre el hielo. A veces se posaban sobre el hielo, otras veces se mantenían suspendidos sobre el mismo, y en ciertos casos hacían algo sumamente curioso: se cernían sobre los agujeros en el hielo que habían sido hechos por los pescadores locales, aunque era imposible ver si extraían agua para fines desconocidos.
Los extraños objetos parecían sentirse muy confiados de la región: el 26 de febrero de ese año se posaron a unos cuarenta pies de la casa de los Lunham, permitiendo que la pareja ofreciese una descripción cabal de ellos: contaban con cuatro alas que se extendían veinte o más pies de punta a punta; eran de color oscuro y equipados con faros de color blanco azulado. Otros parecían disponer de antenas externas—hasta nueve en ciertos casos—que parecían permitir la comunicación entre aparatos mediante una serie de destellos, como si utilizaran algún tipo de código. Según el testimonio del señor Ashley Lunham, los objetos no se parecían en nada a los aviones que conocemos, y menos en su funcionamiento, ya que los objetos “rebotaban” varias veces, como pelotas, para despegar, haciendo un sonido sordo que desparecía tan pronto como se separaban del suelo. La señora Lunham afirmó haber presenciado un OVNI que tuvo problemas para despegar, como si le fallara el motor. Esto le hizo pensar que fuesen lo que fuesen, no eran producto de una civilización espacial avanzada.
El reportero Peter Courtney fue responsable del primer intento de fotografiar los alucinantes objetos que se daban cita en el helado lago Boshkung como parte de sus reportajes sobre los ovnis que asolaban el condado de Halliburton. Con su pesada ropa de abrigo, su trineo motorizado, Cámara fotográfica SLR de 35mm y trípode, Courtney visitó el lago varias veces hasta que a las 9:00 pm del 10 de marzo de 1974, cuando la luna llena bañaba la blancura del congelado Boshkung con su luz, pudo ver una luz roja que se movía sobre los árboles. A pesar de su equipo, no pudo obtener una imagen clara del objeto.
Pero lo que ignoraba el reportero era que a cierta distancia de donde observaba las maniobras nocturnas del objeto rojo, se tendía una celada.
Cincuenta vecinos de Minden, cansados de ver tantos objetos extraños, se apiñaron en una de las costas del lago con la intención de tomar acción decisiva. Entre su número figuraban seis cazadores armados con escopetas de alta potencia que enfilaron sus trineos motorizados hacia la superficie del lago conforme se acercaba uno de los no identificados. Disparando casi al unísono, muchos de los presentes afirmaron haber escuchado el lejano impacto de las balas contra el casco del intruso, que siguió de largo.
La comunidad exigía respuestas que ni las autoridades locales ni el departamento canadiense de defensa estaban dispuestos a ofrecer. La policía insistía que los objetos eran meramente reflejos de luz sobre el hielo; los militares ni siquiera se dignaron en ofrecer una hipótesis.
La actividad anómala sobre el lago prosiguió una vez llegada la primavera, y los vecinos insistieron que había sido posible localizar huellas del aterrizaje de varios objetos entre las arboledas, como si los aparatos hubiesen utilizado los claros de bosque para protegerse de las miradas de los curiosos.
Escribiendo detenidamente sobre este caso en su libro Strange Encounters, el investigador Curt Sutherly (antiguo redactor de la desaparecida revista Pursuit, órgano de difusión de la organización SITU creada por el criptozoólogo Ivan Sanderson) manifestó lo siguiente: “Si los objetos fueron verdaderamente naves espaciales, estaban impulsadas por motores sorprendentemente primitivos – motores escasamente mejores que los nuestros, con dificultades al arrancar durante las frías mañanas de invierno...los objetos caían al suelo para desaparecer dentro de la mismísima tierra. Finalmente, hay que considerar que a pesar de la gran cantidad de avistamientos, nadie vio ni un solo tripulante”.
El lago Boshkung no es el único lago canadiense con una reputación funesta. En 1966, una pareja y su hijo adolescente fueron en viaje de pesca al lago Onion, un cuerpo acuático bastante distante de las concentraciones urbanas, veinte millas al norte de Thunder Bay, provincia de Ontario. Llegando al anochecer, la familia estaba de plácemes por el hecho de ser los únicos en el sitio. Pero su júbilo se convirtió en terror al verse envueltos en “una oscuridad y silencio total y completo” interrumpido por un extraño sonido raspante, con un olor parecido al de los abrasantes industriales de acero. Más aterrador aún fue el hecho de que el hijo de la familia, de 15 años de edad, se esfumó repentinamente frente a sus ojos, y no respondía a los gritos de sus padres.
Una vez desvanecida la oscuridad sobrenatural, el adolescente salió de la nada, diciendo nerviosamente que había visto un “avión” con forma de disco, y que había caminado hacia el objeto, pero que no recordaba lo sucedido. Este estado de amnesia deterioró hasta convertirse en un trastorno mental. El desdichado joven fue enviado de un hospital psiquiátrico a otro a raíz de aquella noche en el lago Onion, según la carta escrita por los padres al investigador canadiense John Colombo, quien la incluyo en su libro UFOs Over Canada (Hounslow, 1992).
La enigmática laguna de Alchichica
Localizada unas diez millas al sur de Perote, Veracruz (Mexico), la laguna de Alchichica mide cuatro kilómetros de diámetro y una sorprendente profundidad de 1.800 pies. Se le han asignado propiedades paranormales a este cuerpo de agua desde mucho antes de la llegada de los europeos, y se le conocía como la morada de los duendes acuáticos denominados chaneques, así como otras entidades parahumanas. Los investigadores que llegan hasta este sitio se quejan de las anomalías que han experimentado, desde grabadoras de video que no funcionan, baterías que pierden su carga, y la incapacidad de captar transmisiones radiales en equipos portátiles, llevando muchos a especular sobre la existencia de interferencias electromagnéticas producidas por fuentes desconocidas en la zona.
En 1998, el biólogo Arturo del Moral y un equipo de investigadores realizaron su propia encuesta de Alchichica, encontrando los mismos problemas enfrentados por grupos anteriores. Tal vez lo más inquietante haya sido que la expedición del biólogo del Moral llegó a captar sonidos extraños que emanaban de la superficie del lago muy entrada la noche, dando la impresión de que “algo nadaba en sus aguas”. Desconocemos si la expedición disponía de equipo de visualización infrarroja, pero de haberlo tenido...¿hubiesen descubierto el primo mexicano del monstruo de Loch Ness?
Entre las entrevistas realizadas por del Moral y su grupo figura la Roberto Sánchez, vecino de Pueblo del Seco, quien le informó que una noche en marzo de 1996, justo antes de las diez de la noche, se hallaba esperando un autobús para volver a su hogar luego de haber visitado a un amigo cuya casa se localizaba a las orillas de la laguna de Alchichica. Desde donde estaba, Sánchez pudo ver un poderoso resplandor amarillo que salía de las aguas en sí. Sin preocuparse por el riesgo a su seguridad, el testigo se acercó a la orilla, y para su sorpresa, una gran figura luminosa rompió la superficie de la laguna, cerniéndose a pocos metros sobre la superficie antes de salir disparada hacia arriba, perdiéndose en la oscuridad de la noche. Sánchez logro controlar el impulso de salir corriendo despavorido y se limitó a regresar a la parada de autobuses. Otras organizaciones, como el Centro de Estudios de Fenómenos Paranormales (CEFP) han logrado capturar pietaje sobre el fenómeno en el acto. Según el director del grupo, el Dr. Rafael Lara Palmera, las figuras luminosas suelen emitir fogonazos de luz blanca y roja a la par que salen del agua y flotan sobre los bordes de la laguna.
Vale la pena comentar que el investigador M.K. Jessup se sintió atraído por la laguna de Alchichica, dándole el nombre de “cráter Perote”, ya que le impresionaba el parecido que guardaba el cuerpo de agua con los cráteres lunares, y el parecido general de la zona con la superficie selenita. Su libro The Expanding Case for UFOs (Citadel Press, 1957) aborda el tema del “fenómeno de luces transitorias” que son una verdadera plaga en algunos cráteres de la luna, como Platón, fácilmente visible con un par de prismáticos. ¿Pensaría el doctor Jessup que las luces de los cráteres lunares tendrían su explicación mediante una investigación más detenida de los fenómenos que suceden en lagunas como la de Alchichica? Nunca lo sabremos.
2 Comments:
M K Jesup que parsonaje! yo tenia varios libros de el pero los extravie en una mudanza. Vere si los puedo conseguir por internet. Muy bueno lo tuyo. Adrian
Gracias Adrian - seguramente estarán en PDF a estas alturas :-)
Post a Comment
<< Home