USA: EL fenomeno ovni y el cine
El fenómeno OVNI y el cine
Por Scott Corrales
En la actualidad, el cine de corte extraterrestre o vagamente “ufológico” se limita a proyectos mayormente palomiteros como “District 9” o “Skyline”, pero hubo una época en la que se utilizaba el cine de ficción para abordar aspectos del fenómeno de forma más seria, aunque tal vez no tan entretenidos. De hecho, este antiguo cine de ovnis, por darle nombre, puede ser responsable de muchos casos e informes que se han dado por buenos.
Entre estas películas olvidadas figura “The Disappearance of Flight 412” (La desaparición del vuelo 412) protagonizada por nada menos que Glenn Ford, un gigante del cine de los ’50 y ’60, y con un jovencísimo David Soul antes de que el éxito le convirtiera en el personaje Kenneth Hutch de la detectivesca “Starsky y Hutch”
Dado que la memoria humana no es infalible, es muy posible que aquellos que hayan visto esta película de 90 minutos de duración durante su estreno en 1974 hayan creído que se trataba de un documental, a juzgar por la voz del narrador que aparece en momentos críticos del largometraje.
“La desaparición del vuelo 412” comienza con pietaje de un ovni grabado sobre la isla de Catalina, en el sur de California, seguido por fotos de objetos desconocidos de los eventos clásicos de los ’60, sacados de los expedientes del proyecto Libro Azul. Acto seguido, entrevistas en blanco y negro con ciudadanos comunes y corrientes describiendo los objetos desconocidos que les ha tocado ver. El narrador pasa entonces a describir los eventos que ocurrieron en la base aérea “Blanco Vista” – inexistente, pero se entiende por una de las grandes instalaciones militares californianas, como Twenty-Nine Palms o Edwards – y la forma en que cambiarían las vidas de los protagonistas.
Y sigue el guión. El capitán Bishop (David Soul) al mando de un avión tipo LearJet con fines militares, tiene la misión de probar un nuevo sistema de radar avanzado a miles de pies de altura. El radar avanzado no tarda en captar tres contactos invisibles a los ojos de los tripulantes, y se produce un intercambio entre los tripulantes y el control de tierra. Sin duda, el radar avanzado ha captado la presencia de objetos voladores no identificados, lo que resulta en el “scramble” de dos interceptores de la base Blanco Vista, cuya presencia también es captada por el radar del avión experimental.
En una película contemporánea, el espectador gozaría de los visuales de los artefactos desconocidos, las maniobras de los reactores militares y el inevitable intercambio de disparos entre aviones y naves alien. Pero no. Los tripulantes del avión experimental se limitan a clavar la vista en el radar de a bordo, como en aquella clásica escena de “Encuentros en tercera fase” de Spielberg.
Los interceptores ascienden hacia las nubes. Los ovnis repentinamente aceleran y desaparecen justo al momento en que los aviones penetran una nube...y desaparecen totalmente.
El proyecto verdaderamente comienza en este momento, cuando el avión pilotado por Bishop recibe la orden de cambiar sus comunicaciones a una frecuencia inusual (“Command Channel D”) para recibir instrucciones de un mando totalmente desconocido a los tripulantes: “Digger Control”. Las instrucciones son sencillas: mantenerse a cierta altura y seguir ciertas coordenadas que llevarán el artefacto a una instalación militar en desuso, en algún punto de la vasta geografía norteamericana.
¿Y qué hace un actor de la talla de Glenn Ford mientras tanto? Su personaje, el bondadoso coronel Pete Moore, preocupado la seguridad de sus hombres, comienza a percibir la forma en que el telón del encubrimiento comienza a descender sobre su base. El paradero del avión experimental se oculta, se produce el desmentido oficial de la desaparición de los interceptores y los ovnis son poco más que errores del radar. Poco convencido por las explicaciones, el coronel comienza a investigar por su cuenta.
El avión experimental toma tierra la instalación militar abandonada, y los pasajeros caen en manos no de los elegantes hombres de negro, sino de sus vulgares contrapartidas militares. Interrogadores cínicos con un solo propósito en mente, que consiste en hacer que el capitán Bishop y su tripulación renieguen haber presenciado los ovnis, y más importante, haber visto la desaparición de los interceptores.
Llegado este momento de la trama, la película se convierte en una especie de thriller psicológico, en la que el espectador llega a ver la forma en que los investigadores de inteligencia militar obligan a los tripulantes del avión a negar, sistemáticamente, la experiencia que han vivido – si es que quieren salir de la olvidada base. En años posteriores comenzaron a surgir narraciones de esta clase en la prensa ovni: pilotos llevados a cuartos secretos donde permanecieron por horas con individuos en atuendo civil que no les dejaban ir hasta que confesaran el “error” – como si del Santo Oficio se tratara – de haber visto algo que según la cúpula militar, no existe. Estos interrogatorios podían durar días, con una rápida sucesión de interrogadores que se mostraban ya bondadosos, ya malévolos, hasta obtener el resultado deseado. El punto culminante de la película es cuando el personaje de David Soul se enfrenta a gritos con su interrogador, diciéndole: “¡Soy un oficial de la fuerza aérea! ¡Deme una orden! ¡Dígame lo que quiere de mí! ¡Deme una orden!” y el interrogador sencillamente responde: “Siéntese”.
La acción descendente incluye la inverosímil visita del personaje de Ford para rescatar a sus hombres, la crisis nerviosa de uno de los radaristas, y el inevitable enfrentamiento entre el coronel Moore y su superior, un general de tres estrellas que está perfectamente enterado de todos lo sucesos, y le muestra a Ford la fotografía – contenida en el inevitable sobre de manila con el estampado TOP SECRET – de los restos destruidos de uno de los aviones. El encubrimiento es necesario, si los militares desean evitar la desmoralización de sus tropas y el pánico de la población en general.
El narrador aparece de nuevo al final de la película, informando al espectador de que todos los personajes recibieron un ascenso de rango y fueron destacados a lugares lejanos. El coronel, por otra parte, se vio obligado a jubilarse de la fuerza aérea “a la edad más temprana posible”.
En uno de sus libros sobre la historia del fenómeno ovni, el profesor David Jacobs incluye un verso supuestamente escrito en el muro de una base militar en su libro “The UFO Controversy in America”:
I saw a disc up in the air
A silver disc that wasn't there
Two more weren't there again today
Oh, how I wish they'd go away!
(“Arriba en aire un disco ví,
un disco plateado que no estuvo ahí,
Hoy vi dos más que tampoco estuvieron,
¡Que no daría yo por que se fueran!”)
Una rima ligera que refleja el temor muy real de “ver algo” que “no estaba bien visto” por las autoridades. Temor que persiste hasta nuestros días, para aquellos que desean hacer del servicio militar una profesión. Sin explosiones, ni maquillaje, ni luces de colores, películas como “La desaparición del vuelo 412” intentaron informar al público que en la mayoría de los casos, el mutismo de los profesionales de la aviación distaba mucho de ser un asunto voluntario.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home