Pánico en el cielo: Los macroavistamientos
Pánico en el cielo: Los macroavistamientos
Por Scott Corrales © 2015 para Arcana Mundi
Basta con abrir cualquiera de los cientos – tal vez miles – de libros escritos sobre el fenómeno ovni desde la década de los ’50 del siglo pasado para encontrar que comienzan con uno de dos casos, en repetidas ocasiones. El primero es la referencia al papiro Tulli, que documenta la presencia de objetos extraños, o fenómenos naturales que se escapaban a la comprensión de los antiguos egipcios, durante el reinado del faraón Tutmosis. El segundo consiste en el grabado renacentista de un sinnúmero de esferas blancas y negras – así como una imponente daga negra – en los cielos sobre Núremberg el 14 de abril de 1561. Esta característica ha saltado del papel al medio electrónico, y resulta más común encontrar este último entre las pesquisas realizadas con buscadores.
Lo que tienen en común es que abordan dos conceptos distintos del término “mass sighting” – un evento que envuelve la participación de numerosos objetos desconocidos en el cielo en una sola ocasión, o varios objetos vistos sobre una región repetidas veces durante un plazo de tiempo determinado. Los casos antiguos pueden descartarse como interpretaciones erróneas de fenómenos naturales, como sucede con las crónicas de Gregorio de Tours, pero existen otros casos más cercanos en el tiempo y el espacio que son de interés.
En 1853, los estudiantes de la Burritt College en el estado de Tennessee (EEUU) se dirigían a sus clases matutinas cuando pudieron ver dos objetos luminosos en el cielo. Uno de los profesores, el Dr. A.C. Carnes, afirmaría posteriormente que uno de los objetos guardaba el aspecto de una luna pequeña y el otro de una estrella brillante. El objeto más reducido acabó por desaparecer, mientras que el más grande cambiaba de configuración, convirtiéndose primero en una esfera y luego en “una forma alargada paralela con el horizonte”. En una misiva dirigida a la prestigiosa Scientific American, el instructor apuntó que “los estudiantes nos han exigido una explicación, pero ni el rector ni los profesores se han puesto de acuerdo sobre la naturaleza de las luces,” según Carnes.
Se afirma en ocasiones que personas con títulos universitarios o credenciales profesionales nunca ven fenómenos extraños (¿será que prefieren no revelarlo?) pero como vemos en el caso anterior, los miembros de la facultad de una universidad jugaron un papel importante en el avistamiento, al igual que sucedería un siglo después en el caso de las célebres “Luces de Lubbock”, ocurrido el 25 de agosto de 1951, en el que cuatro científicos (se facilitan los nombres de tres de ellos -W. Robinson, A. Oberg, y W.L. Ducker) que también eran también instructores universitarios en Texas Tech – vieron luces de color verde azulado sobre esa ciudad del estado de Texas, EE.UU. Dichas luces se manifestaban en configuraciones semicirculares, pero en apariciones posteriores – los avistamientos se repetirían por varias semanas – se manifestaban al azar. Los escépticos tacharon las fotos de las luces, tomadas por Carl Hart, Jr., como errores de observación, afirmando que eran “luces del tendido público reflejadas en las panzas de aves tales como chorlitejos”, aunque sin tomar en cuenta que las luces podían verse en zonas que carecían de alumbrado público. Cabe agregar que esa misma noche, testigos en la ciudad Alburquerque, Nuevo México, verían un enorme objeto con forma de “V” más grande que un bombardero B-36. La oscuridad no les permitió distinguir detalles, pero el objeto contaba con seis u ocho pares de luces azuladas que resplandecían suavemente. El investigador Edward J. Ruppelt dedicó el octavo capítulo de su libro The Report on Unidentified Flying Objects a este caso, pero sin llegar a conclusiones.
Macroavistamiento en Texas
En 1974, la población de Calvert, Texas se vio asediada por objetos desconocidos por meses. La ciudad tenía "antecedentes ovnilógicos", por así decirlo, que se remontaban a los últimos años del siglo XIX. Hasta cincuenta objetos extraños, paseándose por el cielo nocturno, habían sembrado pánico y asombro entre los habitantes en 1958. Pero el mes de noviembre de 1973 marcaría el comienzo de un macroavistamiento en toda regla. El señor Virgil Chappel, aficionado a la radiocomunicación amateur, comenzó a recibir señales extrañas en su receptor, lo que le hizo salir a investigar. “El aire resplandecía con una multitud de luces parpadeantes. Era como un árbol de navidad – esa es la mejor descripción que puedo dar. Estas esferas parpadeantes me rodeaban. Corrí hacia la casa, pidiéndole los prismáticos a mi esposa. Eran vagamente redondos y con forma de huevo...pero esos colores, vaya, son algo que nunca olvidaré. Eran las tonalidades violeta más bellas que había visto en mi vida. Violeta, rojo, amarillo y azul. Casi me atrevo a decir que parecían sacadas de un arco iris."
El 21 de noviembre del '73, Gracia Unger llegaría a ver un objeto cuyas dimensiones superaban los treinta metros, describiéndolo como "un ladrillo con las esquinas desgastadas" y con luces multicolores. Después de esto, los vecinos de comunidad agrícola verían objetos de todo tipo volando fugazmente de un externo a otro en el cielo nocturno, causando alteraciones en la conducta de los animales domésticos y silvestres. A comienzos del mes de diciembre, uno de estos aparatos aterrizaría en un pastizal de la comarca, dejando evidencia física de su presencia.
En una entrevista con el investigador Timothy Green Beckley, la Sra. Unger resumiría la situación así: “Sé que algo raro pasa por aquí. Desafortunadamente, se me ha hecho sumamente difícil conseguir la colaboración sustancial sobre el problema OVNI de parte de los testigos y el gobierno. Aunque he investigado más de 200 avistamientos personalmente – y es una cifra considerable – suceden muchas cosas más de lo que cuentan, cosas que la gente se niega a abordar con nadie. Aquellos que han tenido encuentros con estas cosas reciben el mote de locos. La situación es esta: los que han visto ovnis creen en ellos, y los que no han sido expuestos al tema se mofan de los demás”.
Otro caso en Alaska
Alaska nos ofrece muchos misterios, y la mayoría de ellos recientes. En el 2002, la aldea inuit de Noorvik se vio asediada por luces extrañas – estructuras altamente brillantes que iluminaban la oscuridad de los breves días de invierno como si de faros se tratase. Las descripciones de estos objetos variaban de testigo en testigo – torres con luces, tres luces superpuestas en línea recta, y la más curiosa de todas: una luz parecida a un estrobo que giraba en torno a la “torre de luces” que se desplazaba silenciosamente en la noche polar. La mini-oleada de la costa norte de Alaska fue dada a conocer al mundo muchos meses después por el periódico The Arctic Sounder de la ciudad petrolera de Point Barrow, con fecha del 9 de enero de 2003.
Teresa Pungalik, encargada de los socorristas de esta remota región del cuadragésimo noveno estado de la unión americana, manifestó a la prensa que el primer avistamiento se produjo el 23 de diciembre del 2002, cuando un vecino de Noorvik que cabalgaba por la tundra afirmó haber visto “un estrobo” en el fondo de la cantera local. Pensando que podía tratarse de un avión estrellado que utilizaba una especie de baliza para pedir ayuda, los socorristas se comunicaron con la Agencia Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) para preguntar si se tenía conocimiento de algún avión derribado. En las solitarias regiones del norte, las avionetas representan para muchos la única forma de comunicación con el mundo exterior, y sus pilotos son a menudo médicos y especialistas que brindan sus conocimientos a comunidades aisladas.
"El oficial Leath en Kotzebue me llamó a las 0400 horas,” dijo Pungalik a los medios, “así que enviamos cuatro trineos motorizados para revisar la zona. Llegaron hasta Sivu y dijeron: estamos justo sobre Sivu, sobre los cerros, podemos ver las luces, están hacia allá. Dijeron que iban a seguir un poco más allá, porque pensaban que estaba en Sivu. Teníamos contacto mediante VHF. Dentro de poco informaron que las luces se les habían adelantado.”
Los socorristas comenzaron a darse cuenta de algo no encajaba. Las luces no correspondían a un objeto en el fondo de ninguna cantera, sino parecían tratarse de otra cosa. La comunidad inuit de Sivu estaba a veinte millas de Noorvik por trineo motorizado, lo que indicaba que las luces estaban en movimiento. Pungalik dio la orden de interrumpir la misión de rescate.
Pero la extraña experiencia sólo estaba a punto de comenzar: "Había muchas gente despiertas a esa hora, mirando las luces”, añadió Pungalik. "Vieron que el primer trineo motorizado regresaba al pueblo, hacia ellos, y repentinamente vieron que eran más de cuatro. Los cuatro chóferes de los trineos motorizados dijeron que las luces les habían seguido hasta llegar al pueblo".
Según estas declaraciones de la señora Pungalik, los pilotos de los trineos motorizados que regularmente hacen el recorrido entre Kotzebue y Noorvik están acostumbrados a ver estas manifestaciones, al igual que otros que siguen la ruta entre Noorvik y la vecina Selawik."Tengo entendido que alguien tiene una grabación en vídeo de las luces", comentó Pungalik. "Los vecinos dicen que se trata de un OVNI. No sabemos qué otra cosa llamarle".
Por su parte, el periodista P.J. Harston exploró los avistamientos que tomaron lugar en enero de 1996 sobre Fort Resolution, en las orillas del Great Slave Lake. Más de 50 vecinos de esta población vieron extrañas luces verdes y azules que fueron captadas en cinta de vídeo. La magnitud del avistamiento fue tal que altos oficiales del ejército canadiense visitaron la población, acompañados de investigadores militares. La cinta de vídeo, según las averiguaciones de Harston, fue confiscada por estos funcionarios y remitida a su cuartel general en North Bay, Ontario, para analizarla. El periodista añade el curioso detalle que según el coronel Pierre Leblanc, el militar que visitó Fort Resolution, los estamentos militares canadienses “llevan el registro de las investigaciones paranormales, aunque el presupuesto para tales actividades se reduce cada vez más”.
En plena carretera
Los casos de objetos extraños de procedencia desconocida que interfieren con el tránsito vehicular – ya sean camiones, autobuses o automóviles – pueden llenar varias enciclopedias, aunque a menudo son eventos en los que participan uno o dos pasajeros y el objeto o fuente de luz.
Hay casos, sin embargo, en que múltiples vehículos rodantes se ven envueltos en situaciones insólitas. En 1987, un objeto con forma de bumerang y tan grande como un campo de futbol americano fue motivo de asombro y terror para más de siete mil personas en el condado de Westchester al norte de Nueva York, la urbe de hierro.
El 9 de enero de 1986, un ovni con la misma configuración triangular apareció en los cielos sobre Hartford, estado de Connecticut. La centralita de la comandancia de policía de esa ciudad colapsó bajo el volumen de llamadas telefónicas de miembros de la comunidad interesados en dar parte sobre un objeto de grandes dimensiones, con muchas luces, volando a baja altura sobre la región. Las fuerzas del orden público se personaron a los puntos donde dicho objeto había sido visto. Cuando los agentes llegaron a la intersección de la carretera I-84 en Hartford, encontraron que el tránsito estaba atascado: la gente había salido de sus vehículos en plena carretera para mirar al cielo. Se trataba de precisamente lo que había motivado el efecto policiaco - un enorme objeto con forma de bumerang que se desplazaba lentamente hacia el suroeste.
El 9 de enero de 1986, un ovni con la misma configuración triangular apareció en los cielos sobre Hartford, estado de Connecticut. La centralita de la comandancia de policía de esa ciudad colapsó bajo el volumen de llamadas telefónicas de miembros de la comunidad interesados en dar parte sobre un objeto de grandes dimensiones, con muchas luces, volando a baja altura sobre la región. Las fuerzas del orden público se personaron a los puntos donde dicho objeto había sido visto. Cuando los agentes llegaron a la intersección de la carretera I-84 en Hartford, encontraron que el tránsito estaba atascado: la gente había salido de sus vehículos en plena carretera para mirar al cielo. Se trataba de precisamente lo que había motivado el efecto policiaco - un enorme objeto con forma de bumerang que se desplazaba lentamente hacia el suroeste.
Philip Imbrogno, co-autor del libro Night Siege, The Hudson Valley Sightings (con J.Allen Hynek), entrevistó a una testigo de la ciudad de Hartford dispuesta a dar una descripción detallada del objeto. “Parecía tener forma de bumerang, y todas sus luces eran blancas. Sus dimensiones eran aproximadamente las de un Boeing 747, pero su forma era rara, como un ala voladora. El objeto siguió moviéndose hacia el sur. Era algo fantástico de ver, y no importa cuánto trates de convencerte de que estas cosas no pueden ser verdaderas, no pude hallar una respuesta sobre lo que pudo haber sido. No era de este mundo.”
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