Forasteros en el aire: los OVNIS y la aviación civil
Forasteros en el aire: los OVNIS y la aviación civil
Por Scott Corrales © 2017 para Arcana Mundi
A las 18h el 31 de mayo de 2016, un pasajero anónimo a bordo de un vuelo que realizaba sus maniobras finales para aterrizar en el Greater Pitt International Airport de Pittsburgh, Pennsylvania casualmente miró por la ventanilla para ver algo inesperado: una esfera ligeramente rojiza de la que proyectaba una antena. El objeto parecía tener otras antenas en su circunferencia, y su superficie no era del todo lisa.
El extraño objeto se aproximaba en el sentido contrario al vuelo del avión al nivel del ala.
"Fue un evento que duró poco más de un segundo", informó el testigo a la organización NUFORC (National UFO Reporting Center) varios días después. "No le dije nada a la tripulación del avión al salir, aunque tenía ganas de hacerlo."
En nuestra época, con los cielos plagados de drones militares y comerciales, amén de los aparatos utilizados bromistas que se valen de esta tecnología para engañar a los investigadores del fenómeno, un caso como el anterior es de poca monta si lo comparamos con eventos más antiguos. ¿Será que la inteligencia detrás de los ovnis se ha cansado de jugar con las vidas de los pasajeros en nuestros aviones?
No hay duda de que el fenómeno ovni – el verdadero fenómeno y no las manipulaciones militares o de agencias con fines nebulosos – es inteligente y plenamente consciente del peligro que representan maniobras arriesgadas que pueden poner en jaque nuestras máquinas voladoras. Si se trata de un fenómeno extraterrestre (cosa que aún no se ha establecido a ciencia cierta, y dudo que se haga en el futuro previsible), entonces el fallecido investigador George Andrews tenía razón al afirmar que dichas criaturas son la peor y más irresponsable ralea del universo, y que lo menos que deberíamos hacer es fomentar el contacto con ellas.
La pléyade de casos insólitos
El 22 de septiembre de 1977 prometía ser un día como cualquier otro para el capitán George Didlake de la aerolínea estadounidense Continental, acostumbrado a realizar los largos vuelos de rutina entre Los Ángeles y Miami. Habiendo hecho escala en El Paso, Texas a las cinco de la madrugada hora local, el vuelo 954 ascendió a la elevación indicada de 33,000 pies. Justo cuando el capitán iba a darse la vuelta para hablar con su piloto, el primer oficial Jack Forsythe, detectó un movimiento extraño en la ventanilla posterior de la cabina del Douglas DC-10: un objeto se acercaba a toda velocidad, dispuesto a tomarle la ventaja al avión de línea. La oscuridad no le permitió distinguir la configuración del intruso, tan solo la hilera alargada de “ventanillas” recorrían el fuselaje del aparato.
El capitán y el copiloto intercambiaron pareceres, suponiendo a primeras que se trataba de otro avión, pero dándose cuenta de que la velocidad del extraño era superior a la de cualquier otro avión civil. El objeto siguió de largo, acelerando a una velocidad que el capitán Didlake tildaría de “inconcebible”, comparándola con el efecto producido por una película a la que se le han quitado marcos para hacer que la aceleración parezca instantánea.
El ingeniero de vuelo Russ Goodenough había abandonado su puesto para unirse a sus colegas, convirtiéndose en el tercer testigo del suceso. Para estas alturas, el objeto se había internado en un banco de nubes a quince millas de distancia, manteniendo la misma altura y rumbo, reapareciendo posteriormente sobre las nubes y elevándose a 45 grados. Para estas alturas, el misterioso intruso reflejaba la luz solar, aunque el sol aún estaba por debajo del horizonte. La distancia entre el OVNI y el vuelo 954 se hacía cada vez mayor, hasta que se perdió de vista, probablemente en camino a las capas superiores de la atmósfera.
El capitán manifestaría posteriormente que el objeto no parecía estar interesado en su avión, sino a llegar a su destino, siguiendo una ruta deliberada y planificada de antemano.
El DC-10 no sufrió desperfectos ni interferencias electromagnéticas durante la aparición del fantasma de los aires. Los tripulantes pudieron llevar el registro de la duración del suceso – unos 30 segundos. Durante el vuelo de regreso a Los Ángeles, un controlador de la torre de Houston informó al capitán Didlake que dicha torre había sido avisada de la presencia de un OVNI desplazándose a gran velocidad dos horas antes del avistamiento del vuelo 954.
A la postre, el piloto de Continental recibiría la visita de los militares, quienes le informaron que la USAF había recibido informes de distintos aviones de línea (uno de ellos el vuelo 99 de Continental, que salía de Socorro, Nuevo México, rumbo a el Paso) que habían avistado objetos extraños durante sus travesías. Lejos de sufrir represalias, la aerolínea felicitó al capitán Didlake por su franqueza y su buena disposición para hablar sobre el incidente.
Pilotos, radaristas y ovnis
Hemos examinado los misterios de los Grandes Lagos en otros artículos para Arcana Mundi ("Desapariciones en los grandes lagos" - http://arcanamundiblog.blogspot.com/2015/06/desapariciones-en-los-grandes-lagos_2.html y "El enigma de los grandes lagos" - http://arcanamundiblog.blogspot.com/2008/02/el-enigma-de-los-grandes-lagos-por.html) pero esta región de América del Norte representa una fuente inexhaustible de casos insólitos, y algunos de ellos incluyen misterios del aire.
Una muestra lo es el incidente de 1995 sobre el Erie, el más pequeño y somero de los lagos, y la luz misteriosa detectada no por uno sino dos aviones de línea. El vuelo 5959 de Air Shuttle y el 3179 de Mesaba Airlines entablaron un diálogo tripartita con la torre de control del aeropuerto de Cleveland sobre la extraña situación.
El piloto anónimo del vuelo 5959 afirmaba que la luz estaba "atenuando su brillantez y luego aumentándola", describiendo el fenómeno como una luz giratoria con una especie de objeto discoidal que le daba vueltas. El avistamiento era confirmado por el vuelo 3179 que acababa de despegar de la ciudad de Detroit. "Lo que vi fueron varios destellos de luz que parecían relámpagos. Seguí mirando y su brillantez disminuyó. Parecía estar situado debajo del nivel de las nubes."
El capitán del vuelo de Mesaba le hizo señales al objeto desconocido con las luces del avión sin obtener resultado, mientras que los radaristas en tierra comentaban que sus instrumentos no mostraban nada en el cielo en ese momento. Curiosamente, la torre de control pidió al piloto de Mesaba que le sacara una foto al objeto, cosa que hizo de buen grado: “Quiero que usted sepa que le tomado una foto al objeto", dijo el capitán. "También salen algunas estrellas, así que se trata de la luz más baja en esas fotos".
Un aviador de Cincinnati, Ohio (EEUU) se ha pronunciado sobre el tema sin rodeos. David McDonald expresó lo siguiente al rotativo electrónico Huffington Post: "No cabe la menor duda de que el personal de aviación los ve [ovnis] y los ve a menudo. Sin embargo, a nuestro leal saber y entender, jamás ha habido un incidente durante el que un avión ha chocado con uno, o haya sido atacado por uno".
El piloto particular Floyd Hallstrom se encontraba al mando de su avioneta Cessna 170A el día de año nuevo de enero de 1978, viajando entre las californianas ciudades de Oxnard y San Diego. El vuelo rutinario le llevaba sobre el gran aeropuerto internacional de la ciudad de Los Ángeles - LAX - cuando le pareció ver un punto de luz que viajaba en su dirección a gran velocidad. No pudo verle alas, así que pensó que se trataba de un helicóptero, pero esta posibilidad quedó descartada debido a la gran velocidad del punto luminoso: Mach 1 (650 millas por hora). Hallstrom, de antecedentes militares, se indignó al pensar que cualquier profesional del aire sería tan altanero como para volar a la velocidad del sonido sobre un aeropuerto tan congestionado y a baja altura -- unos escasos seis mil quinientos pies.
A pesar de ello, el piloto pudo ver que se trataba de un objeto semiesférico con ventanillas pequeñas y oscuras que rodeaban su circunferencia. El metal del aparato era sorprendentemente lustroso, haciendo pensar a Hallstrom que se trataba de níquel, acero o cromo en vez del aluminio convencional utilizado por la aviación.
Hallstrom trató de informar a la torre de LAX, pero sus intentos fueron infructuosos. La torre de Ontario, el otro aeropuerto de Los Ángeles, le indicó que le sería necesario dar parte sobre el encuentro a Brown's Field en San Diego...pero dicha torre se lavó las metafóricas manos, advirtiendo que era necesario informar a la FAA (Autoridad de Aviación Federal) de cualquier objeto desconocido. Ni la popularidad de la recién estrenada película de Steven Spielberg, "Encuentros en tercera fase", parecía haber avivado el interés de las agencias federales, y que la FAA le invitó a comunicarse con algún centro de enseñanza superior interesado en tales asuntos.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home