Militares contra el misterio: al borde de la locura
Militares contra el misterio: al borde de la locura
Por Scott Corrales para Arcana Mundi (c) 2017
No hace falta ponerle mucha imaginación. El decorado y la trama nos lo regalan películas como Predator y Alien, pasando por muchas otras (sin contar series de televisión) en la que un puñado de soldados de personalidades variopintas - el gracioso, el amargado, el cínico que duda de su causa, el idealista, etc. - apuntan sus armas contra un ser de pesadilla que pudo haber salido de un pantano, bajado de un reluciente platillo volador, o sacado del laboratorio de un científico descarriado. El sargento bramando órdenes, las balas que dan al blanco sin surtir efecto alguno, y la triste muerte del primer soldado - y a menudo suele ser el más gracioso del pelotón - en las garras del monstruo. Lo que comenzó como un sarcástico 'otra cacería de bichos' acaba en un desesperado 'Eso es, hombre, ¡fin del juego, amigo! ¡fin del juego!'
Es así como la ficción nos ha llenado la cabeza de ideas preconcebidas sobre el encuentro entre las fuerzas armadas de nuestro planeta y criaturas aberrantes. La realidad suele ser otra.
Habrá que comenzar repitiendo lo que nos dicen los sabios. 'Los monstruos no existen' - ni Piegrande, ni el yeren, ni el yeti, ni el almasti, ni el ucumar-zupai. Son noticias de verano, trucos periodísticos baratos para aumentar la circulación. Los que afirman haber tenido encuentros cercanos con estos seres son rechazados como montañeses ignorantes cuyas vidas están escasamente por encima de la existencia de las bestias cuya existencia pregonan en la prensa paranormal, y ahora por la televisión y los programas radiales por Internet.
Pero cuando los que cuentan sus experiencias visten el uniforme del ejército de la nación, las cosas suelen cambiar.
"Era un cargamento de mutantes"
En algún momento impreciso de la década de los sesenta, el piloto de una barcaza afirma haber visitado una isleta cerca de la australiana ciudad de Sydney. El piloto tenía por misión recoger unas jaulas llenas de seres homínidos cubiertos de pelambre, descritos como "mutantes" por las autoridades que le habían encargado el trabajo, que incluía un detalle adicional: tener que alimentarlos con frutas y vegetales. Las jaulas fueron colocadas bajo la cubierta, fueron transportadas a Sydney y su paradero, naturalmente, desconocido.
Algo más extraño aún tomaría lugar en 1992 en Tin Can Bay, lugar en Australia donde se realizaban pruebas militares. El emplazamiento, formalmente conocido como Wide Bay Military Area, está bajo el control del Departamento de la Defensa de dicho país y el acceso está estrictamente vedado. Durante el ejercicio, cuatro soldados australianos penetraron esta región boscosa para hacer el papel de "tropas enemigas" acampadas a varias millas del mando central. La ubicación de estas tropas era celosamente guardada por los oficiales, cuyos reclutas debían hacer contacto con el enemigo durante el transcurso de las maniobras.
A las varias semanas del ejercicio de guerra, uno de los solados "enemigos" encargados de vigilar el perímetro del campamento afirmó que "algo" lo estaba siguiendo en la oscuridad del bosque. Esto causó cierta consternación, y los superiores mandaron que dicha vigilancia debía ser realizada por dos soldados. Ambos confirmarían a la postre que una presencia desconocida les miraba y seguía en la oscuridad.
Durante la cuarta semana del ejercicio de entrenamiento, los "enemigos" recibieron una entrega de víveres por helicóptero que les animó bastante. Tras una buena cena, regresaron a sus tiendas de campaña a dormir. A eso de las 0200, pudieron escuchar los prodigios gritos de una criatura desconocida que penetró el campamento, robando los víveres y destruyendo todo lo que estaba a su alcance. Consternados, los soldados no dudaron en comunicarse con sus superiores para solicitar una evacuación inmediata de la zona.
Un nuevo grupo ocupó su lugar, pero con la misión de hallar al intruso. Utilizaron bengalas y balas de salva infructuosamente, y la criatura desconocida no dudó en perseguir a sus cazadores. Este incidente representaba un dolor de cabeza - una interrupción seria a los ejercicios de entrenamiento, ya que al día siguiente, los "buenos" atacarían el campamento del "enemigo". A eso de las 0700 horas, la criatura apareció de nuevo en el campamento antes de abandonar la zona.
No sería la última vez que los juegos de guerra se verían interrumpidos. En el 2003, los participantes de uno de estos ensayos creyó encontrar, en la oscuridad de los bosques de eucalipto y acacia, al 'sentinela de avanzada' del equipo contario, y no pudieron estar más equivocados. Las tropas comenzaron su ataque, dándose cuenta con el paso de los segundos que su contrincante no se comportaba de la manera prescrita para los ensayos. Decidieron no abrir fuego hasta que les fuese posible identificar al contrario debidamente, pero no evitaron la tentación de arrojarle piedras y palos, que fueron diestramente esquivados por el 'centinela' en la oscuridad total.
A estas alturas los soldados comenzaron a sentir que 'aquello' les acechaba, poseyendo un dominio casi total del relieve boscoso y de la oscuridad. El comandante del ensayo, cansado de estas travesuras - si lo eran - exclamó en voz alta: "¡Esta es la línea de salida! Haremos contacto con un enemigo desconocido. No es un ensayo. ¡Fijar bayonetas!"
Pero el encuentro con la figura desconocida no tuvo trascendencia. El desconocido se alejó, internándose en las profundidades del bosque.
Posteriormente, los soldados entraron en contacto con sus contrarios a 400 metros de aquel sitio, acampados a cielo abierto. El comandante de dicha unidad explicó que jamás había destacado centinelas de avanzada, ni había escuchado las maniobras del extraño personaje en la oscuridad.
¿HDN y objetos desconocidos?
El siguiente caso figura en la extensa base de datos que mantiene la Mutual UFO Network (MUFON) y que está disponible al público. No sabemos si el testigo anónimo presentó el informe o si es el resultado de una entrevista con un investigador de dicha organización. Los únicos detalles adicionales proporcionados son la fecha de ingreso del informe a los expedientes (18 jun 2014) y la fecha en que tomó lugar el evento (10 feb 1977 - 12:00 AM) con la descripción "objeto discoidal avistado en el laboratorio de propulsión a chorro, base Edwards, California, EEUU" - presentamos aquí la traducción íntegra del material.
"En 1977, estuve acantonado en la base aérea Edwards (Edwards AFB) en California, desempeñándome como policía de seguridad. Durante el adiestramiento de un nuevo recluta, familiarizándolo con la zona, las patrullas y los procedimientos, lo llevé hasta el laboratorio de propulsión a chorro (Rocket Propulsion Laboratory - RPL) en nuestro vehículo policía de seguridad. Ascendí por la cuesta para poder enseñarle el panorama completo de la zona.
Mientras que observábamos la zona, detectamos la presencia de un gran objeto discoidal de color negro que parecía estar detenido sobre uno de los edificios del laboratorio. El recluta me preguntó, ¿y eso que es? y le repuse que no tenía la más mínima idea. El objeto comenzó a elevarse y acercarse a nuestra posición con un movimiento circular. Levanté el micrófono del vehículo para transmitir y me di cuenta que la radio estaba muerta. Ambos intentamos usar nuestros walkie-talkies, pero estaban inservibles. Todos los radios habían sido sometidos a inspección antes y después del cambio de la guardia.
Acto seguido, encendí la barra de luces de la patrulla como medio de señalización, a pesar de estar en pleno desierto y a muchas millas de la base. Las luces de la barra giraron por unos diez segundos antes de extinguirse, y no hubo forma de reactivarlas. Tampoco disponíamos de bengalas para emergencias. Cuando el disco estaba a aproximadamente 100 pies de distancia, se extinguió el motor y no hubo forma de arrancarlo de nuevo. En ese momento saqué mi escopeta Remington 870. Abrí la puerta del vehículo, escopeta en mano.
El objeto, de color negro vidrioso, tenía el tamaño de dos aviones C5A, de ala en ala. No emitía sonido alguno. Tampoco pude verle luces, ni ningún tipo de marcas o insignias. EL disco se detuvo justo sobre nuestro vehículo y los dos nos quedamos mirándolo. Pareció estar ahí por unos segundos antes de reanudar su marcha. No pude detectar ninguna clase de sistema de propulsión, y nuevamente, ni luces ni sonido. Se elevó unos dos mil pies, aproximadamente, antes de detenerse de nuevo para dejar de girar en sentido horizontal y asumir una postura vertical completa. El disco comenzó a girar de nuevo con gran rapidez y salió disparado en el aire en vertical, perdiéndose de vista en cuestión de segundos. Todos los sistemas comenzaron a funcionar de nuevo. El motor, la barra de luces, y la radio del vehículo. El sargento de guardia nos estaba llamando, le contesté y nos dijo que habían enviado patrullas para buscarnos luego de no habernos comunicado con la base. Habían pasado dos horas. Tiempo perdido. Miré mi reloj y eran las 0430 horas.
"Ambos tuvimos que llenar el informe 1569 para incidentes o quejas, copias que serían leídas por el comandante de la base esa misma mañana. El sargento de guardia nos informó que el objeto había sido captado por los radares cuando salió disparado al aire.
"A los dos días nos ordenaron personarnos ante el comandante de la base. Justo afuera de su oficina nos salió al paso un coronel de pleno rango que no ostentaba identificación en su uniforme. Era muy alto, de unos 6'4" por lo menos, cabello gris y ojos azules. Entramos en la oficina con él. Me pidió que le dibujara un boceto del objeto en una pizarra, y así lo hice. Describí justo lo que sucedió, pero el coronel no dijo nada, ni portaba dispositivos de grabación. No formuló ni una sola pregunta. Tuve una sensación extraña. El coronel ya sabía lo que había sucedido. Me ofrecí a someterme a una prueba de polígrafo, pero repuso que no era necesario. Creía que yo había visto algo, y me conminó a nunca hablar de ello. Salí y el recluta entró a la oficina.
"Una semana más tarde, me ordenaron volver a entrevistarme con el comandante de la base. Afuera de su oficina había dos hombres en trajes formales que parecían centros defensivos de futbol americano. Toqué a la puerta. El comandante pidió que me sentara y que firmara unos papeles. Pedí permiso para leerlos, y me dijo que eso no era necesario. Contesté que los leería primero. Se trataba de un convenio de no divulgación que indicaba que lo que yo había visto era un helicóptero realizando maniobras de entrenamiento con las luces apagadas. Lo miré y dije: "Señor, aquello no era un helicóptero. No tenía hélices, ni rotores, ni hacía sonido alguno. Señor, esto es una mentira. No fue lo que vi". El comandante me mandó a callar. Estaba muy asustado. Me dijo que no quería saber lo que había visto y que era un asunto de seguridad nacional. "Por favor firma esos papeles, por nuestro bien. Si no firmas esos papeles, te llevarán esas personas que están afuera de mi oficina, y no te gustará ir con ellos."
"Le pedí si sería posible obtener una copia y dijo que no. Le dije que firmaría esos documentos bajo coacción. Firmé.
"Varias semanas después obtuve un nombramiento a un sitio lejano, ultramar. No tengo motivo alguno en inventarme semejante cuento. Soy un veterano condecorado y tuve acreditaciones de seguridad muy importantes. Jamás creí en OVNIS hasta que tuve este incidente."
Aunque el testigo anónimo no hace mención del color de los trajes de los hombres fornidos que podían llevarle a un paradero desconocido si no firmaba, ¿podemos especular que eran los consabidos hombres de negro, o sencillamente integrantes de algún mando desconocido de la USAF con suficiente autoridad como para ‘hacer desaparecer’ sus problemas?
Por otro lado, existe el detalle sumamente curioso del enorme objeto desconocido posado sobre el laboratorio de propulsión a chorro. Los partidarios de la hipótesis extraterrestre (HE) pensarán enseguida en una especie de comando alienígena que infiltra los laboratorios de la humanidad para ver que tal progresan nuestros logros técnicos. Sin embargo, el periodista e investigador John A. Keel ya comentaba – en la década de los ’70 – casos en que OVNIS se posaban sobre fábricas para sonsacar equipo hecho por manos humanas, y en algunos casos era posible ver seres humanos asignados a esta tarea. ¿Objetos voladores de otra dimensión, tal vez menos avanzada en ciertos aspectos, que requiere de nuestros aparatos?
Pero dejemos que lo diga el mismo Keel: “Algunos investigadores, perplejos ante la ausencia de pistas en muchos de estos casos, están considerando seriamente si no estaremos aprovisionando a algún extraño mundo ultra dimensional con materia prima. Es obvio que algo o alguien necesitan enormes cantidades de sangre humana y animal, y que se la hemos proporcionado por cientos de años. Existen, también, las extrañas manifestaciones de ovnis en los vertederos de basura y en las fábricas. ¿Acaso se roban nuestra basura los marcianos? En un número dado de casos, los testigos han dicho haber visto enormes ovnis en proceso de cargar un tipo u otro de provisiones. Automóviles hechos en Detroit han entrado dentro de discos estacionados en el suelo. Cuatro testigos en Cherry Hill, Nueva Jersey, alegaron haber visto una enorme máquina parecida a un dirigible flotando sobre una compañía de computadoras en 1966, y los hombres en el techo del edificio estaban ayudando a cargar las cajas al aparato.” (Disneylandia de los Dioses, Cap. 6).
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