Friday, November 17, 2017

Interregno: Avistamientos OVNI durante la crisis de los ‘80



Interregno: Avistamientos OVNI durante la crisis de los ‘80
Por Scott Corrales © 2017

Se puede decir que la primera gran época del fenómeno ovni comenzó en 1947 y duró hasta finales de la década de los ’70 con la aparición de Encuentros en Tercera Fase (1978) y la comercialización del fenómeno. La década de los ’80 marcaría el punto bajo – el nadir, si se quiere – del fenómeno. La popularización excesiva del misterio (situación que se repetiría en el futuro) en combinación con las condiciones económicas mundiales puso fin a muchas editoriales, propició la desaparición de revistas, y llegó a causar la desaparición de muchas organizaciones y grupos de estudio del fenómeno ovni, aunque las más importantes de estas sobrevivieron bajo circunstancias reducidas. Testimonio de esto son las cartas abiertas de la investigadora Coral Lorenzen a sus lectores, advirtiendo sobre la necesidad de replegar las actividades de APRO – incluyendo el cierre de su oficina y el traslado de los archivos a la casa del matrimonio Lorenzen – debido a la falta de fondos. Se vislumbra asimismo la tirantez entre los grupos de estudio, con las correspondientes indirectas sobre la antigüedad que se adjudicaba MUFON en el mundo platillero.

Las prestigiosas revistas que se habían constituido como los caballos de tiro de la ovnilogía en lengua hispana -- Stendek, Contactos Extraterrestres y Mundo Desconocido -- también dejaron de publicarse. Ignacio Cabria García escribe sobre esto en su obra maestra Entre Ufólogos, Creyentes y Contactados: "Al empezar 1982, los ovnis parecían haber desaparecido de los cielos y algunos se preguntaban si se había llegado a la extinción del fenómeno [...] Algunos de los que habían participado más activamente en el desarrollo de la ufología salían por la puerta trasera desmotivados por la falta general de interés en la temática, la parquedad de medios y posibilidades de acción y la pobreza del balance de los conocimientos teóricos alcanzados en tantos años de dedicación."

La situación iría de mal en peor con el transcurrir de los años. En una nota editorial para International UFO Reporter en marzo de 1985, el prestigioso investigador OVNI Jerome Clark describía la situación bajo el titular "A Ufology for the 1980s" (una ovnilogía para los 80): Para comenzar, nunca ha habido un período con tan poca actividad OVNI desde 1947 [...] Queda por verse si la ausencia de actividad OVNI significativa es una aberración o si marca el regreso al estado de las cosas antes de 1947, cuando los OVNIS se veían con tan poca frecuencia que la sociedad en general ni tenía un nombre que darles. Claro está, el lugar que ocupan los ovnis en la cultura popular garantizará la supervivencia de la mitología platillera por buen tiempo, a pesar de la escasez de avistamientos”. No se equivocaba Clark, ya que el hecho de que escribimos esto en el 2017 confirma su don de profecía.

Esto no quiere decir que los ’80 no nos regalaron casos importantes. En EEUU se produjo el caso Cash-Landrum, incidente que expuso a tres mujeres y un niño a dosis descomunales de radiación proveniente de un objeto desconocido a nivel de la carretera, artefacto de alegada procedencia no-humana que posiblemente era un aparato militar propulsado por una fuente nuclear; en el Reino Unido se produjo el “incidente de Bentwaters” que enfrentó a tropas británicas y norteamericanas con lo desconocido, y que aún se hace sentir en la actualidad. Un gran silencio se apoderó de la década hasta 1987 con la reanudación de actividad ovni en Puerto Rico (Laguna Cartagena) y la oleada de Wytheville, Virginia, en EEUU, marcando el comienzo de la segunda gran época, dominada por el fenómeno de las abducciones y la “ovnilogía mediática”, cuyo fuego fue atizado por la aparición de la serie Expedientes X.

Pero este interregno del misterio o “edad media” tendría sus propios misterios y casos dignos de interés.

La oleada de 1981

Los habitantes del estado de la Florida se vieron alarmados por un enorme y fugaz destello de luz el 19 de abril de 1981 que pudo verse desde los cayos hasta la distante ciudad de Panama City. Las autoridades explicaron el hecho como una "espectacular tormenta de meteoritos". Hubo quien disputó esta explicación, entre ellos el piloto de línea Richard Houghton, quien afirmo haber visto "un enorme vehículo de color verde azulado, gigantesco, que estalló en llamas al descender hacia el horizonte. El piloto Houghton dijo haber presenciado innumerables lluvias de meteoritos desde la cabina de su avión, pero nada de tal magnitud. Otros testigos afirmaron que la luz provenía de "una gran llamarada anaranjada y amarilla, con el brillo de una llama de oxicorte". Por su parte, la NASA aseveró que no tenía conocimientos de la reentrada atmosférica de ninguna chatarra ni aparato espacial.

Días antes, los vecinos de Windsor, Vermont habían dado parte sobre algo sumamente raro. El 15 de abril de 1981, Linda Kingsbury y Lucy Slothower regresaban a su lugar de trabajo - la estación de radio local - a las 19:30 horas cuando percibieron dos luces en la distancia. Una de estas luces era blanca y brillante, mientras que la otra era más tenue. Al acercarse a las luces, pudieron ver que se trataba de un objeto triangular con más luces visibles en el fuselaje. El objeto voló sobre ambas mujeres, emitiendo un zumbido denso. Su testimonio se vería corroborado por el de Jane Libby, quien miró al cielo a las 19:30 aquella noche cuando su hijo Andrew apuntó a una fuente de luz en el cielo. Describió la luz como "muy grande y con un gran faro, y entre seis a ocho luces en su costado".

Meses antes, Pennsylvania había presenciado la llegada de uno de los famosos "bumerangs" que se convertirían en uno de los objetos más vistos en el cielo a finales de la década. El 5 de febrero, los habitantes de Duncannon escucharon un fuerte sonido que retumbaba en los alrededores. Los que se atrevieron a salir de sus casas esa fría noche de invierno vieron un "bumerang con al menos 5 luces por detrás y muchas más al frente". Según la descripción ofrecida, el objeto era tres veces mayor que un 747 y volaba a una altura considerable.

También se daría en Pennsylvania un interesante encuentro cercano del tercer tipo (CE-3) el 14 de febrero de 1981 cuando una niñera de diecisiete años se asomó por la ventana a una y media de la madrugada para ver un objeto con tres luces blancas que parecían ocupar las puntas de un triángulo equilátero que se desplazaba lenta y silenciosamente sobre los tejados de las casas vecinas.
Según la joven, el objeto tenía luces más brillantes que otras, y una ventana transparente con separaciones metálicas, y dos ventanas envolventes que se extendían a lo lado de la nave. Una luz opaca, como la de una linterna de pilas, salía del fondo de la extraña nave, casi llegando a tocar la superficie del pavimento.

Lo más alarmante es que la chica pudo ver a los tripulantes del aparato: dos seres humanoides con cabezas abultadas, ojos rasgados, orejas que parecían agallas y dos agujeros en lugar de una nariz. Uno de los seres parecía estar sentado mientras que el otro estaba de pie ante un ‘tablero de instrumentos’ que irradiaba luz blanca. La niñera pudo describir que el tripulante parado tenía un cuello largo y delgado, hombros anchos, piel pálida y lisa, y brazos normales.

Tras de presenciar esto por un espacio de quince minutos, la niñera volvió a la sala de la casa. El televisor – encendido hasta entonces – se había apagado, detalle que la alarmó más que haber visto los personajes no humanos. Levantó el teléfono y se comunicó con sus padres. Cuando estos llegaron a las dos y media de la madrugada, el objeto ya no estaba. El caso fue elevado a la organización investigativa APRO (Aerial Phenomena Research Organization).

El fenómeno OVNI parece haberse sentido muy a gusto en Pennsylvania durante aquellos meses de invierno a primavera. Los meses de abril y mayo de 1981 estuvieron repletos de casos, como el avistamiento en la ciudad de Hershey, en la que dos mujeres vieron un objeto silencioso volando sobre las copas de los árboles, estimando sus dimensiones como “el doble de una casa, con múltiples luces brillantes y antenas que cubrían la superficie del aparato”.

Al otro lado del país, el Sr. Jim Herburger regresaba a su hogar en Sonora, California, en el mes de marzo de aquel año. Habiendo pasado una velada muy agradable con amigos, Herburger se sorprendió al ver un enorme objeto de forma tubular a través del parabrisas de su vehículo. El OVNI fusiforme tenía unos cincuenta pies de largo, un grosor estimado de quince pies, y colgaba en el oscuro cielo de la madrugaba a quinientas yardas del borde de la carretera. Sin pensarlo dos veces, el testigo detuvo su coche y salió a echar un vistazo. En cuestión de segundos, llegó a ver dos objetos brillantes con forma de platillo que aparecieron de la nada, manteniéndose estáticos hasta que uno de ellos salió volando hacia el suroeste a gran velocidad. Herburger afirmó haber podido escuchar "un zumbido, como el de una colmena de abejas" cuando el primer platillo se alejó. El segundo objeto se acopló a la nave nodriza fusiforme y ambas estructuras desconocidas se alejaron, también en rumbo suroeste. El testigo estimó que su avistamiento tuvo una duración de veinte minutos, y que ninguno de los objetos volaba a mayor altura que los quinientos pies.

El 24 de abril de 1981, una mujer y su hija adolescente conducían a lo largo de un camino rural en Traverse City, estado de Michigan, junto antes de la medianoche cuando detectaron un par de luces en el cielo que se acercaban a velocidad vertiginosa. Detrás de las luces pudieron ver “un par de alas de murciélago curvas, cubiertas de luces rojas, verdes y blancas” que no emitían sonido alguno. El objeto estuvo visible por cinco minutos, jugando con el vehículo de las dos mujeres y pasándole justo por encima. La hija afirmó haber llegado a ver docenas de luces de colores en el fondo del aparato desconocido, y lo que parecía ser dos grandes compuertas.

¿Habrá sido este el mismo vehículo que llenó de asombro a los residentes de Tewksbury, Nueva Jersey, el 12 de mayo de aquel año? Tan solo semanas después del caso de Michigan, Earl Richards y sus dos hijos mayores se extrañaron al ver que la luz de su hogar se atenuaba a eso de las nueve de la noche. Al ver luces en el exterior, salieron a investigar, aunque no esperaban ver un enjambre de luces verdes, azules y rojas que parecían cernirse en torno de un enorme aparato volador, de mayor envergadura que cuatro o cinco aviones Boeing 747 combinados. La familia entera salió a ver el objeto, que se deslizaba sobre sus cabezas sin hacer ruido alguno. Describieron su velocidad como la de un avión a punto de aterrizar.

Las luces de su barrio parpadearon, y algunas casas perdieron el suministro eléctrico por espacio de dos horas. Un equipo de reparación de la Jersey Central Power and Light informó que un transformador había quedado inservible sin ningún motivo aparente.

A 1981 le corresponde el honor de haber tenido una de las fotografías ovnis de mayor nitidez captadas hasta el momento.


La foto fue tomada en Canadá en el mes de octubre de aquel año por la señora Hannah Roberts de Campbell River, Colombia Británica (Canadá) mientras que su familia gozaba de una semana de vacaciones al norte de Kelsey Bay en la costa oriental la isla de Vancouver. La señora Roberts tomó numerosas fotos de su familia y el paisaje circundante con una cámara Mamiya de 35 milímetros. Al regresar a su pueblo de origen y revelar las fotos, se quedó sorprendida al ver un extraño disco de metal en el firmamento sobre una de las montañas vecinas. La sorprendente imagen fue enviada al director del planetario McMillan de Vancouver y posteriormente a la organización APRO, que la dieron por buena tras un análisis minucioso.

Las luces fugaces de 1982

El segundo año de la década comenzó con avistamientos de luces nocturnas – los casos CE-1 que el distinguido Ivan T. Sanderson aconsejaba descartar enseguida, puesto que aportaban poco a la investigacion del fenómeno.

Un reportero del periódico Bakersfield County Courier de la comunidad epónima en el estado de Vermont en el noreste de EEUU salió de su casa el 8 de febrero a cortar leña a eso de las 23:00 horas. Enfrascado en su tarea, se detuvo para para contemplar una “estrella anaranjada” que brillaba en el cielo. Entró a su cabaña para tomar sus prismáticos, y al salir, observó que la “estrella” se había acercado y estaba entre los mil y dos mil pies de altura, permitiéndole ver que se trataba de un enorme aparato volador con una constelación de luces azules, moradas y anaranjadas bajo sus alas. La nave se detuvo por unos segundos antes de salir disparada sobre las montañas a una velocidad prodigiosa. El testigo agregó que la extraña aparición emitía un sonido no del todo disimilar al de un bombardero B-52.

El 12 de enero, John y Calista Kristensen, matrimonio radicado en el pueblo de Brattleboro, estado de Vermont, vieron una doble hilera de luces rojas en el cielo, seguida por otra luz roja, que a su vez era seguida por una luz blanca pulsante. Otra pareja compartió el avistamiento desde otra perspectiva, llegando a ver una hilera de cuatro luces rojas parpadeantes seguida por una quinta luz. La Sra. Elaine Collins, junto a su esposo y suegra, se desplazaban cerca de la aldea de Ascutney a las 18:30 cuando vieron las misma formación de luces.

El vecino estado de Nueva Hampshire tendría sus propios visitantes anómalos el 26 de febrero. El matrimonio Ross de la comunidad de Pembine dijo haber escuchado un sonido silbante e intenso a eso de las 22:30 horas. Al mirar por la ventana, se quedaron estupefactos al ver un objeto discoidal con un resplandor fosforescente, según afirmaron. El platillo – descrito como un “pie pan” (molde para pasteles) – contaba con dos grandes faros que causaban un resplandor sobre la superficie a cien yardas de distancia. El aparato de procedencia desconocida voló lentamente sobre el pantano que ocupaba el espacio entre las dos crestas montañosas de la región, despareciendo al llegar a la arboleda. Lo más extraño de todo, agregó el Sr. Ross, es que el objeto era totalmente silencioso, a pesar de haber anunciado su presencia con el agudo sonido silbante.

En el estado de Washington, a miles de kilómetros de Vermont, un joven y su novia conducían a lo largo de la Interestatal 5 a las dos de la madrugada cuando el joven percibió una luz en su retrovisor. Pensando que alguien les acechaba, el chofer hizo lo posible por esquivar a su perseguidor, aunque infructuosamente. Finalmente, se decidió a enfrentar a los desconocidos. Detuvo su camioneta en la cuneta entre las poblaciones de Seattle y Astoria.

Esperando ver un vehículo lleno de posibles malhechores, la pareja que se quedó sorprendida al ver que se trataba de un objeto cilíndrico con dos luces anaranjadas y un gran faro blanco, desplazándose lentamente sobre las copas de los grandes pinos del noroeste americano. Se quedaron boquiabiertos al contemplar el objeto, que estaba envuelto en una niebla muy curiosa.

El chofer decidió bajarse de la camioneta, y justo cuando lo hizo, quedó cegado por una poderosa descarga de luz. “Sentí como algo ahí me estaba mirando, me examinaba,” diría posteriormente. El objeto se acercó a unos doscientos pies del vehículo, obligando al joven a reintroducirse en el habitáculo. Encendió el motor de nuevo y se alejó del lugar, tal vez evitando así pasar a los anales de la historia ovni como un desaparecido más.

En el estado de Colorado, Terry y Marilyn Wejs conducían por las montañas de regreso a su hogar en Oklahoma cuando observaron algo curioso en el cielo nocturno el 18 de febrero.

Conduciendo su automóvil a través de la ciudad de Pueblo, Colorado, Terry, que iba al volante, decidió tomar la carretera 50 Este. Dentro de poco llegaron a la aldea de La Junta, donde vieron un haz de luz en la distancia que parecía iluminar una granja desde lo alto de un acantilado – algo que resultaba imposible a primeras, puesto que la zona carecía de promontorios. Al paso que el coche se acercaba a la enigmática columna luminosa, Terry pudo ver que no se trataba de una sola columna de luz, sino dos, con el aspecto de “latas de Coca Cola iluminadas”, provenientes de un objeto situado a dos mil pies de altura. En ese momento, decidió despertar a Marilyn para que también fuese testigo del inusitado suceso, pero el objeto ya había desaparecido, sumergiendo los alrededores en una oscuridad casi pegajosa.

El objeto reapareció de repente, bañando el auto del matrimonio Wejs con una luz blanca que trataron de esquivar. Como si jugase con el vehículo, la luz desaparecía y reaparecía a lo largo del trayecto, acercándose y alejándose mientras que el chofer hacía lo posible por acelerar fuera de aquella zona. Sintiéndose acorralados por el desconocido, la pareja decidió detenerse por completo en otra aldea hasta la salida del sol.

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