Tuesday, June 12, 2018

Ovnis de alta extrañeza en los '80



Ovnis de alta extrañeza en los '80
Por Scott Corrales

A pesar de la escasa cantidad de casos ovnis en la década de los ’80, situación que resaltamos en otro trabajo, nos seguimos topando con casos de aquellos tiempos que fueron tan impactantes como los que sucedieron en los ’70 o ’60, como lo comprueba el siguiente caso finlandés.

El caso sucedió en al mar, en el municipio de Mustasaari en las cercanías de la ciudad de Vaasa una despejada noche dominical en septiembre de 1980, con temperaturas que rondaban los diez grados. Dos amigos, Ake Hurin y Kurt Bergfors, había ido de pesca y al culminar la faena, regresaron a la casa de Bergfors a tomar café. Se despidieron a eso de las 21:00 horas, con Hurin montándose en el bote mientras que su amigo Bergfors miraba desde la orilla.

A un kilómetro de distancia de la costa, Hurin se disponía a doblar el cabo Osteroren y repentinamente vio una luz brillante que se le acercaba desde la derecha. Pensando que se trataba de otro pesquero, redujo la marcha para dejarlo pasar, pero la luz se le acercaba inexorablemente. Temiendo la inevitable colisión, el marinero apagó los motores y las luces en vano. La gran luz se le venía encima, emitiendo un calor tan intenso que Hurin tuvo que agacharse. El choque no se produjo y ni el atemorizado marinero llegó a escuchar el sonido de los motores de la embarcación temeraria.

Su sorpresa sería aún mayor al percibir que la luz le pasaba por encima, iluminando todo el litoral. Pudo estimar su tamaño en un metro y medio a una altura de tres o cuatro metros sobre el mar. El objeto, de color naranja, desapareció sin explicación. Hurin permaneció en la zona por algún tiempo antes de dirigirse a casa, destino que alcanzó a las 23:00 horas.

Lo interesante del caso es que su amigo Bergfors pudo contemplar el objeto desde la costa, comprobando que el aparato había descendido sobre el bote de Hurin desde una altura estimada de ciento cincuenta metros.

Hurin sufrió perturbaciones físicas a raíz del incidente, secuelas que le hicieron perder el equilibrio físico, e infundiéndole de temor a tal grado que decidió adquirir un arma de fuego para “protegerse”.

Finlandia también nos brindó un apasionante caso de humanoides ocurrido el 19 de junio de 1979.

Poco después de la medianoche, dos vecinos de la comunidad de Rauma, conocidos solamente como Allan V. y Maila K., pudieron observar las maniobras de un brillante objeto de color gris plateado a través de la ventana de su casa. El objeto barría el bosque cercano con un haz de luz azul.

Sintiendo curiosidad, Maila se puso un par de botas y salió caminando en pos del objeto. Allan, discapacitado, no pudo acompañarla y se limitó a seguir los eventos desde el interior de la vivienda.
Según el testimonio de Maila, el objeto misterioso disponía de un domo transparente que le permitió ver a los dos tripulantes, descritos como “criaturas horrendas” con ojos saltones y piel de sapo. Los seres eran de baja estatura.

Cuando la humana se dispuso a tocar el exterior del objeto, quedo cegada momentáneamente y el objeto aprovechó el momento para salir volando. Aunque recuperó la vista en poco tiempo, los ojos le siguieron doliendo por algún tiempo.

Los humanoides siguieron haciendo de las suyas en aquellos años. La prensa del País de Gales nos trae un caso de julio de 1980 durante el cual Alan Morris, también pescador, disfrutaba de su actividad en compañía de su perro durante la madrugada del día 27 del mes cuando pudo ver que un objeto brillante y pulsante se le acercaba, aterrizando en un campo cercano.

Extrañado por el objeto inusual, Morris decidió ir a investigar. Se encontró con un cilindro de dos metros de alto y tres metros de largo que descansaba sobre un trípode.

Como si esto no fuera suficientemente raro, el testigo llegó a ver como se abría una compuerta que permitió la salida de tres figuritas con trajes grises, cada una de ellas cargando pala y cubeta. Acto seguido, comenzaron a cavar agujeros.

El pescador contempló la alucinante escena en silencio, pero su perro comenzó a ladrar, corriendo hacia la nave. Morris se desvaneció repentinamente y al recobrar el sentido, ya era de día y su perro no aparecía por ningún lado. El suelo conservaba marcas de la presencia del extraño cilindro, pero el can había desaparecido para siempre.

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