Alas Negras: Los Aviones del Misterio
ALAS NEGRAS: LOS AVIONES DEL MISTERIO
por
Scott Corrales
(c) 2006
Durante la Segunda Guerra Mundial, los pilotos estadounidenses y británicos que regresaban a sus bases en el Reino Unido traían consigo no solo relatos sobre sus experiencias con los controvertidos “foo fighters” – enigmáticas bolas de luz que maniobraban entre las flotas aéreas de los combatientes de ambos bandos armados – sino historias aún más extrañas sobre aviones fantasma: calcos idénticos de aviones conocidos pero de procedencia desconocida. En 1944, las dotaciones de varias “fortalezas aéreas” pertenecientes al 92 Escuadrón de Bombarderos afirmaron haberse topado con cazas P-47 Mustang en los cielos sobre Alemania a una altura de veintidós mil pies. Pensando que eran aviones escolta de los aliados, los pilotos de los bombarderos observaron que los cazas adoptaron posiciones de escolta en torno a sus enormes aviones justo antes de salir disparados, ejecutando virajes de noventa grados, para volar directamente contra los bombarderos. A una distancia de trescientas yardas, los P-47 repentinamente elevaron sus morros para volar sobre los desconcertados miembros del escuadrón 92. Las ametralladoras de los bombarderos abrieron fuego sin impactar ninguno de los cazas; sin embargo, la identificación hecha por los pilotos fue positiva – se trataba, en efecto de cazas Mustang, pero pintados de colores no reglamentarios; sus fuselajes eran de color pardo y las alas totalmente negras, sin insignias que identificaran ni el pais de procedencia ni el escuadrón. Según lo manifestado por John Keel en su libro Our Haunted Planet (NY: Fawcett Gold Medal, 1970) la conclusión a la que llegó el informe de inteligencia producido por los militares que tomaron cartas en el asunto era totalmente equivocada: “Aviones P-47, tripulados por el enemigo, considerados originalmente como cazas estadounidenses”. Los no identificados no abrieron fuego contra los bombarderos en ningún momento – al contrario, fueron victimas de las grandes ametralladoras a bordo de las “fortalezas aéreas”. De haber sido aviones capturados por la Luftwaffe, los pilotos alemanes no habrían perdido la oportunidad de derribar tan siquiera uno de los bombarderos.
El gorila aviador
Menos misteriosos y ciertamente más simpáticos son los relatos en torno a los “aviones sin hélice” vistos por varios pilotos durante la guerra. El capitán Frederick Trapnell lo recuerda así. “Me encontré formando parte de un grupo que abordaba los rumores que emanaban de Europa sobre un extraño y maravilloso método de propulsión sin hélices.” Trapnell no podía explicar a sus hermanos voladores que estaban presenciando la llegada de los primeros cazas a reacción al teatro europeo, ya que él mismo era uno de los pilotos de prueba del XP-59. De hecho, el hermetismo que debían guardar los pilotos de estos primeros cazarreactores era total, al grado que Jack Woolams, piloto en jefe del proyecto, se desplazó hasta Hollywood para adquirir bombines y bigotes postizos para repartir entre los miembros del escuadrón de prueba para mantener sus identidades en reserva durante los vuelos. Entusiasmados, los pilotos se autoproclamaron “Bell Bowlers” (los bombines de Bell, ya que esta era la empresa que fabricaba el interceptor) y su esprit d’corps era innegable. Un grupo de cazas P-38 que ejecutaba vuelos de entrenamiento sobre Muroc Dry Lake presenció, con cierta alarma, la forma en que un avión desconocido se adhería a su formación. El avión intruso carecía de hélice, lo que estremeció a los aviadores a bordo de los P-38, pero mayor fue la sorpresa al mirar dentro de la carlinga del intruso: su piloto era un gorila con sombrero bombín, que fumaba un largo puro. El gorila se quitó el sombrero en ademán de saludo y se alejó del sorprendido vuelo de entrenamiento a una velocidad prodigiosa. Los atónitos espectadores no sabían que acababan de encontrarse con el XP-59 y su piloto Jack Woolams, con una careta de simio que había obtenido para Halloween. “En aquel otoño de 1943,” escribe el historiador Curtis Peebles en su excelente obra Dark Eagles, “se dijo que muchos pilotos se habían vuelto abstemios después de semejantes encuentros.”
Incidente sobre el Mar de Bohai
El 8 de enero de 2006, un periódico electrónico en ingles titulado The Epoch Times – publicado en la república china – dio parte sobre un incidente sumamente curioso. Sin precisar fechas ni ubicaciones, la noticia informaba que seis pilotos del “Equipo Aerobático” de la fuerza aérea china habían sido testigos de una gran formación de aeronaves no identificadas que se abalanzaban contra ellos a alta velocidad, casi resultando en un choque en el aire, de no haber sido por los buenos reflejos de los pilotos involucrados. Uno de los pilotos aerobátas de mayor antigüedad, de nombre Feng Yi, con mas de 3000 horas de vuelo a su nombre, abordó la alucinante experiencia que tuvo su grupo sobre el Mar de Bohai durante un programa de televisión.
Una vez que los pilotos chinos alcanzaron una altura de 21.000 pies en sus interceptores MiG, tuvieron que enfrentar una gran formación de aparatos que se dirigían justo a ellos desde el sudeste. Esta situación – altamente irregular – fue dada a conocer a los controladores de tránsito aéreo (no se especifica en qué ciudad), pero estos advirtieron que no podían confirmar la presencia de ningún otro aparato en los cielos aparte del escuadrón de aeróbatas.
No obstante, los seis pilotos estuvieron de acuerdo en que habían visto la masa de aviones que los obligó a tomar evasivas. El detalle de alta extrañeza en este encuentro, sin embargo, reside en el hecho de que los aviones intrusos “representaban aviones de distintos países y distintas épocas históricas; las formaciones incluían tanto aviones de hélice como de reacción a chorro”.
The Epoch Times propone la teoría de que los pilotos aeróbatas sufrieron una alucinación colectiva, o tal vez algo más inverosímil: que algún campo magnético con las mismas propiedades que una de nuestras videocaseteras estaba en operación, duplicando escenas de otros tiempos. Se barajaron otras posibilidades, inclusive que los aviones eran una “escena de otra dimensión o de otra época” que estaba siendo transmitida a los aviadores.
Cinco meses después de este extraño evento sobre los mares de la China, el veterano investigador ovni Stan Gordon recibió informes sobre un extraño avión “tipo bombardero” volando en los cielos del estado de Pennsylvania (USA) en julio de 2006. Sin embargo, sus indagaciones comprobaron que la teoría inicial -- que se trataba de un avión antiguo que volaba con rumbo a una exposición aérea – era incorrecta. “No hubo ningún informe de semejante avión aterrizando ni repostando combustible en el aeropuerto del condado de Allegheny, donde suelen realizarse tales operaciones”, escribe Gordon. “Si bien es cierto que hay una exposición área programada para este fin de semana en la zona de Pittsburgh, tengo entendido que no participará ningún avión antiguo”.
Como podremos ver, estos incidentes que involucran la presencia de aviones extraños no son nada nuevo.
Regresa Robur el temerario
El 13 de julio de 2001, un periódico británico publicó la extraña noticia sobre un acontecimiento extraordinario: un enorme dirigible rígido de procedencia desconocida había aparecido sobre el puerto de Liverpool la semana anterior. A las 11:00 a.m. del 3 de julio, docenas de testigos dirigieron sus miradas al cielo para presenciar un objeto fusiforme, como un cigarro plateado. La mayoría de los testigos aquél cálido día de verano coincidieron en que el objeto se había materializado de la nada. Una mujer afirmó haber visto la enorme sombra proyectada por el objeto sobre la tierra, ya que era un día soleado. Cuando se les preguntó por la descripción, la mayoría de los espectadores coincidieron en que parecía un zeppelín o dirigible.
Las dimensiones del objeto desconocido se calcularon en unos 300 pies de proa a popa (aunque otros manifestaron que el intruso era mucho más pequeño, con una longitud total de ciento cincuenta pies). Las autoridades locales y los controladores de tránsito aéreo en Liverpool se vieron inundados de llamadas provenientes de ciudadanos preocupados. El intruso representaba un problema importante para los funcionarios del aeropuerto, ya que representaba un problema potencial para los vuelos comerciales que pretendían despegar o aterrizar en la región. A pesar de todo esto, el dirigible fantasma no podía ser captado por los radaristas, aumentando la preocupación.
La nota de prensa informaba que las redacciones y estaciones de radio en todo Liverpool recibieron tantas llamadas al respecto que las centralitas no se daban abasto. El dirigible fantasma volaba a alturas tan bajas que los oficinistas en los rascacielos podían verlo casi al ras de los edificios. Una empleada, temiendo la inminente colisión con el objeto, salió corriendo de su oficina escaleras abajo. Pero quienquiera que haya estado al mando del enorme aparato pudo esquivar el edificio y hacer que su nave se alejara flotando. Otros informes indicaron que el aparato fue percibido en una multitud de ciudades inglesas, la última de ellas siendo Blackpool, donde se le vio volando a una milla de la costa a eso de las ocho de la noche.
Sin embargo, esta narración de alta extrañeza no culmina con la desaparición del objeto en el horizonte: Gareth Maine, vecino de Hunts Cross, se valió de sus años de experiencia en el campo de la radiocomunicación para rastrear al intruso con una antena parabólica omnidireccional, supuestamente captando las conversaciones de los tripulantes del objeto en la banda de onda mediana (MW). Aún así, no le fue posible entender lo que decían. La grabación fue transmitida por una estación de radio y una llamada al programa apuntó que las voces grabadas – nítidamente masculinas y femeninas – hablaban “un dialecto del japonés” y que el tema de su intercambio era de naturaleza técnica, consultando la altura correcta y la dirección de los vientos predominantes. Las voces también comentaron sobre el despliegue de equipo de grabación en vídeo, haciendo suponer a algunos que una productora japonesa se había apoderado de un zeppelín para hacer algún rodaje.
Pero, ¿cuál era la verdadera naturaleza del dirigible fantasma? Cuando consultamos el tema con John Hayes, director de la página web UFOINFO.com, nos dijo lo siguiente: “No tuve noticias algunas del supuesto dirigible fantasma en aquel momento, pero algo a tomar en cuenta es que los dirigibles regresaron en algún momento durante la década de los ’80, manifestándose casi a diario. Recuerdo haber visto dos de ellos volando a muy baja altura [...]. No estoy seguro que sigan apareciendo, pero eran mayormente plateados como los que aparecen en la foto”.
¿Un dirigible extraviado y lleno de turistas, o tal ves turistas de una dimensión parecida a la nuestra? A estas alturas sólo podemos especular.
Llegaron los aviones extraños
En febrero de 1996, el rotativo londinense The Times informó que un Boeing 737 de la British Airways, con 60 pasajeros a bordo, había tenido un encuentro cercano con un objeto volador no identificado. El incidente había tomado lugar un año antes, en enero de 1995, mientras que el avión realizaba sus maniobras para aterrizar en el aeropuerto de Manchester. De acuerdo con el capitán Roger Wills, se hallaban a una altura de cuatro mil pies cuando un “avión con forma de cuña” rebasó al aparato de la British Airways, planeando tan cerca de estribor del 737 que el piloto se estremeció. Tanto el capitán Willis como su copiloto estaban convencidos de que este incidente de “air-miss” (cercano a pérdida en el aire) no tenía nada que ver con globos sonda ni ningún otro objeto conocido, aunque el avión con forma de cuña supuestamente tenía pequeñas luces de navegación y una raya negra a lo largo de su costado.
¿Sería posible pensar que algunos de estos aviones fantasmas pudiesen ser, en efecto, OVNIS que se hacen pasar por nuestros propios aviones de pasajeros y de carga? Existen casos que apuntan a esta posibilidad, como el caso sucedido en marzo de 1985 en el que participaba un avión de pasajeros de la Aeroflot que volaba entre Tblisi (Georgia) a Talinn (Estonia). Según el periódico London Sunday Times, el avión fue seguido por un OVNI a una altura de treinta mil pies por espacio de casi ochocientas millas. El objeto desconocido cambió de formas a lo largo del incómodo trayecto, llegando a asumir, en cierto momento, la forma de un avión colosal con morro de aguja. Tanto la tripulación como los pasajeros a bordo del avión de la Aeroflot fueron testigos de estos cambios, y la presencia del extraño objeto pudo ser confirmada por las estaciones de rastreo localizadas a lo largo de la ruta del vuelo.
Y si no son OVNIS, ¿cuál pudiese ser la procedencia de estos aviones desconocidos? Los adictos a la ciencia-ficción, por ejemplo, podrían conjurar una sociedad en otro nivel de existencia cuyas fuerzas aéreas consisten de las antiguallas y desechados de nuestro propio mundo, tal vez aviones que desaparecieron misteriosamente del espacio aéreo de nuestro mundo para reaparecer en otro lugar o tiempo. Un concepto absurdo a primeras, pero tal vez no tanto cuando traemos a colación los escritos de John Keel sobre los vehículos claramente no humanos que han sido vistos en el proceso de robar bienes de almacenes terrestres. “Algunos investigadores”, dice Keel en su obra Disneyland of the Gods (NY: Amok Press, 1987), “comienzan a preguntarse seriamente si tal vez estemos abasteciendo algún mundo extradimensional con materia prima,” pasando a citar un caso ocurrido en la ciudad de Cherry Hill, Nueva Jersey (USA) ocurrido en 1966. Cuatro testigos observaron las maniobras de un dirigible desconocido sobre una empresa fabricante de computadoras y efectos informáticos, mientras que sus tripulantes transferían cajas al aparato fantasma. Los entusiastas de Keel también recordarán sus informes sobre aviones extraños guardando cierto parecido a los aerocargueros C-119 que volaban a la altura de las copas de los árboles – con las luces de cabina brillantemente encendidas – durante las apariciones del ya legendario “hombre polilla” o Mothman en 1966-67 (The Mothman Prophecies, NY: Signet, 1976, p.118) y la desconcertante experiencia vivida por un testigo que presenció luces anómalas sobrevolando una carretera durante una tormenta de nieve en 1968: las extrañas luces estaban seguidas por un pequeño avión que normalmente sería incapaz de volar bajo semejantes condiciones meteorológicas. ¿Un OVNI incapaz de desactivar su camuflaje? La pregunta seguirá en pie.
Conclusión
La otra interrogante sin contestar se refiere directamente al punto de origen de dichos aviones fantasma. El buen uso de la navaja de Occam – recién afilada – nos llevará a considerar que muchos, tal vez la mayoría, de estos relatos son meramente informes sobre antiguallas militares que se dirigen a las exposiciones aéreas celebradas en muchos países de occidente. Tampoco podemos descartar el factor psicológico. No obstante, la mente nos plantea otra posibilidad inquietante – al igual que hemos propuesto la existencia de “antipersonas provenientes de la nada” (Corrales, “Non-People from Nowhere”, FATE Magazine, Nov. 2001), es muy posible que existan “antipaíses” en alguna dimensión desconocida cuyas aeronaves podemos ver de vez en cuando al producirse una aberración en aquello que llamamos “la realidad”.
2 Comments:
EXCELENTE ARTÍCULO Y REALMENTE CADA VEZ MÁ SE CONFIRMA AQUELLA FRSE DE VOLTAIRE QUE DICE: "LA IGNORANCIA ES LA QUE NIEGA O AFIRMA, PUES LA CIENCIA SIEMPRE DUDA"
GLORIA GUTIÉRREZ ORTIZ
PAXBIOSFERA MEDIOS...
MEDELLIN COLOMBIA
EXCELENTE ARTÍCULO Y REALMENTE CADA VEZ MÁ SE CONFIRMA AQUELLA FRSE DE VOLTAIRE QUE DICE: "LA IGNORANCIA ES LA QUE NIEGA O AFIRMA, PUES LA CIENCIA SIEMPRE DUDA"
GLORIA GUTIÉRREZ ORTIZ
PAXBIOSFERA MEDIOS...
MEDELLIN COLOMBIA
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