Ciudades Perdidas del Mar Báltico
Ciudades Perdidas del Mar Báltico
Por Scott Corrales
Una de las noticias más comentadas del 2012 lo ha sido, seguramente, el hallazgo de una estructura desconocida bajo las aguas del mar Báltico. Este descubrimiento – y su inusual forma, comparada en muchos medios con la del Halcón Milenario de La Guerra de las Galaxias – hizo pensar a muchos que se trataba, por fin, de una prueba física capaz de confirmar la creencia en visitantes extraterrestres en el pasado de nuestro mundo. El objeto, de contorno curveado y sobresaliendo entre diez y trece pies del lecho marino, es sumamente inusual.
Peter Lindberg, submarinista con el grupo Ocean X, comentó: “Creimos en un principio que era tan solo una piedra, pero esto es otra cosa. Durante mis 20 años de submarinsimo, que incluyen más de seis mil instancias de buceo, nunca he visto nada parecido.”
El objeto – según los comunicados de prensa – tiene un agujero con forma de huevo en su parte superior, con extrañas alineaciones circulares de piedra que asemejan “pequeñas fogatas”, cubiertas de lo que parecía ser hollín.
Los creyentes en la hipótesis extraterrestre (HET) no se han dado por vencido e insisten que el objeto resultará tener origen interplanetario. Pero se debe tomar en cuenta que el Báltico tiene un largo historial de ciudades y culturas sumergidas.
En 1985, un escritor llamado Jon Douglas Singer publicó un trabajo en la revista PURSUIT (de la organización investigativa SITU, fundada por el legendario criptozoologo Ivan T. Sanderson) sobre un tema que tal vez no revestía tanta importancia o interés como lo tendría en el 2012. El trabajo de Singer se titulaba “Las ciudades sumergidas y tierras perdidas del mar Báltico”.
Aparte de las narraciones y libros de historia sobre la medieval Liga Hanseática y sus logros (y su enorme “capital” en la ciudad de Lubeck), el mar Báltico no forma parte de la tradición marina de muchos países, y sigue siendo un tanto exótico. Pero Singer apunta que las culturas que ocupan las márgenes de este mar tienen numerosas leyendas sobre las ciudades y territorios que “se perdieron al mar” en algún punto no especificado de la antiguedad. Los eslavos tuvieron uina gran cantidad de ciudades, aldeas fortificadas y fortalezas que fueron destruídas por cataclismos durante la edad media debido a las devastadoras tormentas que se abalanzaron sobre Pomerania y otras regiones costeras, arrasando con todo al grado que muchas de estas poblaciones jamás fueron reconstruidas, y su desaparición dio lugar a toda suerte de leyendas. El autor sugiere que los eslavos llegaron a perdar más de dos mil ciudades y fortalezas durante este plazo de tiempo, y que sus ruinas han sido localizadas bajo las aguas del Báltico.
Recordemos que todo esto tomó lugar durante el pasado histórico (siglos XIV-XV después de Cristo), pero hay evidencia de que culturas anteriores desaparecieron por completo: seres humanos que ocuparon las orillas de las versiones antiguas del Báltico.
Hace doce mil años, los paises del Baltico no existían, ni tampco el mar, estando cubiertos por enormes glaciares que aún no habían comenzado a retirarse. Las islas de Dinamarca formaban un todo con Jutlandia y las tierras circundantes. Los arqueologos afirma que estas regiones inhóspitas estaban habitadas en el 45,000 a.c. por hombres prehistóricos. Para el 8000 a.c., los glaciares comenzaban su retirada, dejando a su paso un gran mar interior (como lo es el mar Caspio) conocido por los geólogos como el Lago de Hielo Del Báltico. Pero permitamos que Singer nos cuente lo sucedido:
“Mil años después de esto”, escribe, “se produjeron más cambios en una escala de tiempo tan breve que los geologos la tildan de catastrófica. Los hielos continuaron su retirada, aunque grandes glaciares se aferraron al centro de Suecia y el este de Noruega. Finlandia estaba irreconocible y mayormente sumergida. Resulta curioso que mientras las tierras del Báltico occidental se sumergían, la parte de oriental afloraba. El Báltico del año 7000 a.c. es conocido como el Mar de Yoldia, conectado al Mar del Norte y al Oceano Atlántico mediante el Estercho de Narke”.
Para el año seis mil antes de Cristo, el Mar de Yoldia había cambiado de forma para convertirse en el Lago Ancylus, totalmente encerrado y sin salida al Atlántico. El clima cambiaba al mismo paso que desaparecía el hielo, y los cazadores prehistóricos podían encontrar tod a suerte de animales, desde marmotas y linces hasta osos y ciervos, sin contar los colosales uros y alces que vagaban por esas latitudes.
Mil años después de esto sucedería otro cataclismo: las aguas del Lago Ancylus irrumpieron en el Atlántico, anegando el puente de tierra que conectaba a Dinamarca con Escandinavia, formando el Oresund entre Dinamarca y Suecia. Las tribus primitivas de esta región practicaban el canibalismo y, según Singer, pudieron haber dado pie a las leyendas sobre los trolls devoradores de humanos transmitidas a generaciones aún por llegar. Los geologos dieron el nombre de Mar de Litorina a esta etapa en la formación del Báltico (y se disputan la existencia de un mar “intermedio” entre el Ancylus y el Litorina, conocido como el Mar de Mastogloia). Uno de estos estudiosos – P.V. Glob – escribió que un asentamiento primitivo del año 4000 a.c. fue hallado en el Fiordo de Kolding en la costa oriental de la península de Jutlandia.
Alexandr Kondratov – conocido por sus obras sobre culturas antediluvianas y monografias sobre dinosaurios en nuestros tiempos -- comenta el hallazgo de una “ciudad sumergida” de siete mil años de edad en un estrecho entre Suecia y Dinamarca, afirmando que aún más comunidades prehistóricas existieron en las costas del Baltico Sur, una de ellas localizadas durante operaciones de dragado en el puerto de Rostock.
Con el paso de los siglos, los nombres de sitios y de tribus antiguas comienzan a adquirir sentido para nuestros oídos. Los cimbros y teutones que amenazaron a la Republica Romana durante el consulado de Mario – quien los derrotó decisivamente en la batalla de Vercelas (101 a.c.) – supuestamente comenzaron su emigración al sur debido a terremotos e inundaciones que destruyeron sus ciudades en Jutlandia. Los geologos nos dicen que esta destrucción se produjo en dos etapas: la primera en el 350 a.c. y la segunda en 120 a.c.
“Grandes inundaciones siguieron devorando terreno en la época medieval”, prosigue Singer en su artículo para Pursuit. “La isla de Rugen, en la costa de Alemania Oriental, perdió la mitad de su extensión a las marejadas en el año 1044 d.c.. Esa isla sufrió un desastre aún peor el Dia de Todos los Santos en el año 1304. Esta misma inundación acabó por sumergir las tierras en la boca del rio Oder y el extremo noroeste de la isla de Usedom. Algunos historiadores y folcloristas han observado que la isla de Usedom es la ubicación tradicional de la ciudad perdida de Vineta, que puede considerarse como la Atlántida del Báltico, siendo una de las ciudades sumergidas más conocidas. Es muy posible que Vineta haya existido y que se hundió durante uno de los grandes diluvios medievales.”
¿Será el extraño objeto un legado de estas culturas ancestrales? Esperemos que las investigaciones nos saquen de duda pronto.
Epílogo: Otra urbe bajo las aguas
Los lectores de las viejas revistas de misterios en los ’60 y ’70 recordarán un nombre que siempre salía a colación en temas referidos a la Atlántida y civilizaciones desaparecidos: el reverendo Jurgen Spanuth, cuyas investigaciones submarinas en la década de los ’50 resultarían en el descubrimiento de ruinas subacuáticas en el Mar del Norte, específicamente en la isla de Heligoland, al otro lado del Báltico, separado el uno del otro por la gran península de Jutlandia.
Aunque el reverendo tenía sus propias teorías “atlanticistas” como cualquiera. Consideraba que los enigmáticos “pueblos del mar” que atacaron Egipto durante los reinados de Ramsés III y Meneptah (y que figuran en las inscripciones de Medinet Habu) eran sobrevivientes de la Atlántida asentados en Heligoland, utilizándola como base para sus depredaciones. Los estudiosos identifican a estos invasores como marineros filisteos, troyanos, cretenses o tirrenos, entre otras posibilidades.
El hecho concreto es que en 1953, el reverendo y sus buzos localizaron muros de piedra a una profundidad de 45 pies, con distintos implementos del neolítico. ¿Sería parte de una de las muchas culturas perdidas a los mares en esta parte del mundo?
La revista estadounidense TIME (8 Sep 1952) publicó uno de los primeros artículos sobre el descubrimiento de la ciudad submarina cerca de Heligoland – conocida hasta el momento como una de las grandes fortalezas de la Alemania nazi, sometida a un bombardeo inmisericorde en 1943. El reverendo Spanuth y su tripulación anclaron a seis millas de la isla y uno de los buzos se echó al agua, descendiendo a una profundidad de 30 pies y andando sobre el lecho arenoso. “¿Qué puedes ver?” le preguntaba Spanuth mediante un teléfono.
“Estoy viendo una muralla”, repuso el submarinista.
Esa respuesta afirmativa resultaría en cuatro días de zambullidas adicionales y apuntes que darían a conocer la existencia de un encierro ovalado de mil yardas de largo y más de trescientas yardas de ancho. Dentro del encierro podían apreciarse irregularidades que sugerían los edificios de una ciudad olvidada. Una de estas estructuras, según las afirmaciones del reverendo, correspondía al palacio de los legendarios reyes de la Atlántida.
Sin fondos adicionales para apoyar sus investigaciones, Spanuth no volvió a Heligoland, afirmando que “no era un vulgar buscatesoros” sino un estudioso.
1 Comments:
brutal, para escribir un libro. Scott! pon botones para compartir en fb, tw, etc... :D
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