Bigfoot: Ahora Más Que Nunca
BIGFOOT: AHORA MAS QUE NUNCA
Por Scott Corrales
© 2014
Seamos escépticos. La existencia de una criatura homínida en los bosques y pantanos de América del Norte es totalmente imposible: Ningún mamífero terrestre cuya estatura – según anécdotas – oscila entre 3 y 4 metros puede pasar desapercibido en una región del mundo que, a pesar de estar escasamente poblada, recibe cobertura masiva de medios electrónicos las veinticuatro horas al día. La ausencia de los recursos alimenticios que necesitaría semejante criatura se notaría enseguida, ya fuese vegetariana o carnívora. Basta con visitar YouTube para ver la cantidad de fraudes realizados por cazadores y gente de campo deseosos de lucrarse del tema, o conseguir su propio programa de televisión o radio. De paso, cualquier bachiller en antropología levantaría la mano para informarnos – lleno de razón y sapiencia – que los registros geológicos no contienen señal alguna de la existencia de superhomínidos, a pesar de haber confirmado la existencia de grandes mamíferos carnívoros durante el Pleistoceno, como el temido oso de cara plana. Otro argumento contra la existencia de estos seres es la ausencia total de huesos en los bosques, llevando a los escépticos de lenguas más filosas a sugerir que "los huesos del Bigfoot se hacen polvo por arte de magia", citando la falta de lógica en suponer que somos capaces de hallar las osamentas de criaturas que murieron hace millones de años, pero no las de una gigante contemporáneo. El enorme gigantopiteco pudo haber cruzado el puente de Beringia junto a tribus humanas, pero eso queda en un gran veremos. Así que, nada de Sasquatch, ni de Bigfoot, ni seres de ningún otro nombre o descripción.
Pero surge una interrogante. ¿Qué debemos hacer con todos los informes recibidos desde el siglo XIX sobre la presencia de estos seres en los bosques canadienses y estadounidenses? Si el 99.9 por ciento de este material es fraudulento – incluyendo vídeos de seres monstruosos, grabaciones de terribles alaridos en los bosques y en zonas no tan boscosas del país, informes presentados ante la fe de notarios y artículos en revistas de distintas clases – aun nos quedaría una fracción que catalogaríamos como “casos inexplicados o de naturaleza incierta”.
Seamos crédulos. Desde hace dos siglos, cuando exploradores al servicio de los virreyes de la Nueva España dejaron constancia escrita de la creencia en estos seres, la existencia de grandes homínidos peludos en el continente ha representado un factor inquietante.
“No sé qué decir de un matlog habitante de la Serranía de quienes todos tienen un temor imponderable”, escribe el naturalista José́ Mariano Moziño Suárez de Figueroa en un lejano 1792. “Figúranle un cuerpo muy monstruoso, poblado todo de rígidas cerdas negras, la cabeza semejante a la humana pero con los colmillos más grandes, agudos y fuertes que los del oso, larguísimos los brazos, y los dedos de pies y manos armados de largos y encorvadas uñas. Sus gritos solos, dicen ellos, derriban por tierra a quien los escucha, y que hace mil pedazos al desdichado cuerpo sobre el que descarga alguna manotada. Presumo que la historia del matlog tenga el mismo fundamento que la de la creación del hombre que acabo de referir, o que desde una época antiquísima haya recibido la tribu de que deben estos naturales su origen a algunas noticias de la existencia de Demonios [...]
Cincuenta años después, el ilustrador Paul Kane, entre los primeros europeos en avistar el volcán Mount St. Helens, escribe en su diario que los nativos sienten temor por las criaturas que viven en las cercanías de la gran formación geológica. “Cuando llegamos a la desembocadura del rio Kattlepoutal, veintiséis millas al sur de Vancouver, me detuve para hacer un boceto del St. Helens, tal vez cuarenta millas de distancia de nosotros. Esta montaña jamás ha sido visitada por blancos ni indios, y estos últimos afirman que está habitada por una raza de seres de una especie totalmente distinta, caníbales que les inspiran gran pavor…estas supersticiones provienen de las declaraciones de un hombre que – según ellos – visitó la montaña con un amigo pero logró evitar la suerte de su compañero, quien acabó siendo devorado por los “skookums” o “genios malvados”. Ofrecí una bonita suma de dinero a cualquier nativo que me acompañara en esa investigación, pero no encontré ninguno lo suficientemente tozudo como para visitar dicho lugar”.
Desde 1847, cuando Kane hizo dicho apunte en su libreta de campo, los avistamientos y testimonios sobre el sasquatch, skookum, see-ha-tik, Bigfoot o como se le quiera llamar han sido numerosos, alcanzando los miles e incluyendo testimonios de figuras prominentes como el presidente Teodoro Roosevelt, cuyo amor por la cacería y los grandes espacios abiertos del continente le llevaron a incluir una mención de los sasquatch en su libro Wilderness Hunter.
Olvidemos las brumas del pasado y volvamos al presente – firmes en la creencia de estos seres – utilizando como argumentos para respaldar su existencia el hecho de que el condado de Skamania en el estado de Oregón (EE.UU.) ha decretado multas de diez mil dólares y cinco años de cárcel a cualquier cazador que dispare contra un Bigfoot (Ordenanza Municipal 69-01 del 4 de abril de 1969): “POR LO TANTO, SEA RESUELTO que la muerte premeditada, voluntariosa y arbitraria de tal criatura se castigará con una multa que no sobrepasará los USD$10,000 y/o encarcelamiento en la cárcel del condado por un plazo que no excederá los 5 años”.
El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos de América, responsable de crear los grandes proyectos hidrográficos de la nación, también se ha pronunciado sobre la existencia de estos seres: El Atlas Ambiental del Estado de Washington, en su edición de 1974, incluye al sasquatch como una especie existente en dicho estado, describiéndola como una criatura entre 2 y 4 metros de alto, con peso de hasta 500 kilogramos y pies que miden hasta 60 centímetros de largo. Esta mención oficial del homínido de los bosques es esgrimida por muchos que desean extender protección oficial a la especie, a pesar de no tener pruebas físicas de su existencia. Algunos temen que el decreto de protección al Bigfoot representaría un desastre para la industria maderera estadounidense, que goza de considerable importancia no sólo en el noroeste del país.
El debate sobre la existencia o inexistencia de estos seres no toma en cuenta las creencias religiosas de muchas tribus nativoamericanas que sencillamente se niegan a visitar ciertas regiones boscosas por ser “propias de la gente del bosque” – los homínidos bautizados con distintos nombres según la tribu en cuestión: Yi' dyi'tay para los Tillamuk, Sasahevas para los Salish, Seatco para los Yakama, Tsonaqua para los Kwakwaka'wakw, Oh-Mah para los Hoopa....una letanía de nombres que vienen a significar los mismo, hombres salvajes del bosque. Algunas tradiciones nativas apuntan a la existencia de Bigfoot como un espíritu protector de las florestas – algo así como los ents de El Señor de los Anillos - mientras que otras lo consideran un temido caníbal contra el cual lucharon las tribus en la antigüedad.
Desde la década de los ’70 se comenzaron a recibir casos de la presencia de estos seres peludos lejos de los bosques y en los desiertos y pantanos del país, con un considerable número de casos tomando lugar en los suburbios de las grandes ciudades del país, llevando algunos a pensar que se producía un desplazamiento de estos seres debido a la contaminación del medio ambiente u otros factores. Algunos de estos incidentes resultaron ser sorprendentes, como veremos a continuación.
Casos alucinantes
El 15 de junio de 1977 era un día de primavera normal al norte de la populosa ciudad de Pittsburgh, Pennsylvania (EEUU) y la noche se tornaba calurosa. El propietario de una casa en el suburbio de Allison Park bajaba a la cocina a tomarse un vaso de agua. Mirando por la ventana sobre el lavadero, notó que la luz sobre su piscina - activada por movimiento - estaba encendida. Al fijarse bien, el corazón le dio un vuelco: una descomunal criatura peluda estaba arrodillada delante de la fuente de agua, tomando sorbos de agua con la mano. Incapaz de moverse por el temor que le infundía el extraño ser, el hombre no pudo hacer más que ver como la criatura asumía una postura vertical, iluminada plenamente por el poste de luz. Estaba cubierta de pelambre negro y largo, alejándose sin más de la piscina a la vez que emitía extraños gruñidos y chillidos, rompiendo las ramas de los árboles para abrirse paso.
Este sería uno de los casos más impresionantes de la oleada de grandes homínidos extraños que se dejaron ver entre 1973 y 1979 en el oeste del estado de Pennsylvania, representando una fuente de preocupación para las agencias del orden público, que no dudaron en pedir ayuda a los investigadores civiles del fenómeno – algo que casi seguramente no sucedería en nuestros tiempos – para lidiar con los casos. El Westmoreland County UFO Research Group, dirigido por Stan Gordon, recopiló casos que van desde simples encuentros con seres peludos que cruzaban carreteras o que robaban manzanas de los huertos a singulars encuentros como el de Westmoreland County, con la presencia de dos seres peludos (¿adulto y joven?) y extrañas luces que fueron asociadas con el fenómeno ovni.
Es muy posible que esta oleada haya sido dado luz a una de las teorías sobre el origen de Bigfoot que ha causado más resentimiento entre los interesados en el fenómeno: la posible asociación entre las criaturas y los OVNI, ya sea como mascota, experimento o pasajero a bordo de estas naves u objetos. Hace cuarenta años había mayor aceptación de teorías heterodoxas, y en la actualidad solo se permite ser partidario de la existencia del “supermono” Bigfoot o negar su existencia. Me permito una anécdota: en el 2002 un investigador del tema me invitó a tomar parte en la conferencia anual sobre los Bigfoot celebrada en Quakertown, Ohio. Al advertirle que mi opinión sobre el tema rayaba en lo paranormal, el investigador soltó una carcajada, respondiendo: “Será mejor que no vengas entonces, porque te arrojarán latas de cerveza, y no todas ellas vacías”.
Stan Gordon recuerda lo siguiente sobre aquella lejana época. “Las narraciones sobre Bigfoot representaron una noticia importante en los medios, sobre todo en las comunidades en las que supuestamente tomaban lugar los avistamientos. El Latrobe Bulletin, el Irwin Standard-Observer y el Jeannette News Dispatch figuraron entre los medios locales que informaron sobre los sucesos a la par que sucedían […]. Mientras que algunas personas daban parte sobre avistamientos recientes de las criaturas, otros afirmaban haber visto estas bestias peludas en años anteriores. Otras personas se ofrecían para tomar parte en la búsqueda de los animales misteriosos, y otras dejaban entrever que estaban muy asustadas. Las líneas telefónicas y la radio de dos vías en mi hogar estaban activas de día y de noche. Las transmisiones de la policía también abordaban incidentes relacionados con posibles avistamientos de estos seres”. (Gordon, Stan. Silent Invasion: The Pennsylvania UFO-Bigfoot Casebook, p.83)
Sasquatch y sus parientes, relegados a los bosques de la costa del Pacífico, se manifestaban en todas partes del país. Uno de los mejores libros escritos jamás sobre estos seres es el del investigador Peter Guttilla (The Bigfoot Files) que aborda un caso estremecedor en las cálidas noches californianas.
El investigador dedica uno de los capítulos de su libro a lo que denominaremos “el caso Baddour” por el nombre del psiquiatra californiano cuyas experiencias fueron la base de las experiencias. Guttilla afirma que el psiquiatra, a pesar de seguir activo en 1992, se negaba a ser entrevistado por los investigadores del fenómeno sobre los incidentes que tomaron lugar en 1971 alrededor de su casa en Alpine, una comunidad cercana a San Diego, descrita por Guttilla como “poco poblada, empinada, seca y llena de matorrales. El psiquiatra prometió que escribiría un libro que cambiaría la forma de pensar de la humanidad acerca de los “zoobies” - nombre que le daba a las extrañas criaturas que acechaban su hogar en la desértica región.
El investigador transcribe una grabación que le fuera enviada por Matt Moneymaker, director del grupo BFRO (Bigfoot Research Organization) y uno de los protagonistas del programa de televisión “Finding Bigfoot” en el canal Animal Planet, propiedad de Discovery Channel. Surge de la cinta que la policía local había detenido al doctor Baddour por portar un revólver singular – una .44 magnum con cañón de 6 pulgadas, popularizado por el personaje Harry el sucio interpretado por Clint Eastwood. El especialista afirmó que semejante arma era necesaria para defender a su familia contra los “zoobies” que irrumpían en el patio de su casa y cuyas estaturas oscilaban entre 1.50 m y 2.4 metros, y representaban una fuente de preocupación para la familia, que consistía del médico, su esposa, y dos hijos.
Uno de los detalles más importantes que contiene la grabación – a mi juicio – consiste en la advertencia que le hiciera al doctor Baddour el propietario original de la casa en la apacible y apartada comunidad de Alpine: no se le ocurra cambiar las bombillas. Fue entonces que Baddour descubrió que todas las bombillas en la casa – sus recámaras, baños y áreas públicas – eran de color amarillo y del tipo empleado en los hogares estadounidenses para espantar insectos. El propietario insistió con vehemencia que no debería tratar de cambiar las bombillas, sino acostumbrarse al color amarillo. Haciendo caso omiso del consejo, Baddour se enteró demasiado tarde que el extraño color tenía la propiedad de ahuyentar a los “zoobies”.
La familia tuvo que enfrentar otros cambios con su nuevo hogar, entre ellos prescindir de salir de noche, ya que las criaturas merodeaban los matorrales, dejando extrañas pisadas de cuatro dedos que fueron fotografiadas por la policía local.
Teorías para todos los gustos
Las teorías sobre el origen y la naturaleza de esta enigmática criatura son tan numerosas como las que se han propuesto para el fenómeno OVNI. De hecho, existen varios puntos de contacto entre la investigación de Bigfoot y la ovnilogía, como la importancia que ocupa la película Patterson-Gimlin (el famoso rodaje que muestra a la criatura - hoy denominada "Patty" - en movimiento) en comparación con la reverencia que se da al caso Roswell en el mundo del platillismo.
(1) Bigfoot como críptido de carne y hueso. La teoría respaldada por el grueso de los entusiastas e investigadores del fenómeno apunta que la criatura tiene una presencia física real apoyada por las huellas, pelos y fuentes de ADN que se han recopilado con el paso de las décadas. Los científicos que investigan esta posibilidad consideran que el Gigantopithecus blacki, el Paranthropus u H. Heidelbergensis son posibles candidatos para su origen.
(2) Criaturas de la tierra hueca. Durante algún tiempo se barajó la posibilidad de que los Bigfoot, con sus ojos fosforescentes, tenían su origen en cuevas y túneles bajo la tierra, creencia propia de tribus del suroeste americano, como los hopi y los navajo.
(3) Seres del Tiempo y del Espacio. Tomando prestado el título de la obra de John Keel, esta posibilidad sugiere que el origen no solo de Bigfoot, sino de otros seres "fuera de lugar" como el hombre polilla, el chupacabras y muchos otros se encuentra en dimensiones paralelas u otros niveles de existencia, accediendo a nuestra realidad de manera deliberada o accidental. Esta teoría desagrada tan fuertemente a los creyentes en el Bigfoot como "supermono" como la hipótesis interdimensional de los OVNI molesta a los adeptos de la ETH. Sin embargo, científicos como Colm Kelleher participaron en iniciativas como la del "rancho Skinwalker" del estado de Utah, cuyos resultados arrojaron la posibilidad de que seres parecidos a Bigfoot entraban a nuestra realidad a través de un túnel de luz.
(4) Teoría del poltergeist planetario. Bigfoot representa una alucinación creada por el "spiritus mundi" o Gaia en momentos que el planeta atraviesa situaciones de peligro (guerras, terremotos, etc.)
(5) Magia negra. Bigfoot y seres afines son el resultado de hechizos y rituales realizados por practicantes de la magia negra en distintas partes del mundo -- chamanes nativoamericanos y siberianos, brujos africanos y los sacerdotes "bon" del Tibet. Esto nos hace recordar la criatura simiesca que apareció durante una sesión espírita en Europa durante la década de los ’30, cuyo olor llenó la sala.
(6) Experimentos genéticos. El mundo heterodoxo, cada vez más controlado por los creyentes en grandes conspiraciones mundiales, aporta la creencia de que Bigfoot y otros seres parecidos pueden ser víctimas de experimentos secretos diseñados para crear supersoldados. Dado el estado avanzado de la experimentación genética, esta teoría puede tener mayor peso que las demás. (Ver:"Cuéntame una de mutantes: Experimentos anómalos en EE.UU." - http://arcanamundiblog.blogspot.com/2007/05/cuentame-una-de-mutantes-experimentos.html)
(7) Polizones de los OVNI. Si somos visitados por platillos voladores de distintas partes del universo, ¿serán estas criaturas polizones o "ratas" que infestan el interior de estas inmaculadas naves? La conexión entre la ETH y Bigfoot ha sido investigada en el pasado por autores como B. Ann Slate, Peter Gutilla y otros.
En fechas recientes se han agregado otras hipótesis que en realidad pueden considerarse como subcategorías de las anteriores. Una de ellas une a los Bigfoot con los “nefilim” bíblicos, apoyándose mayormente en el aspecto físico de Esau, que nació cubierto de vello (Genesis 25:25), aunque la vertiente religiosa también opta por Caín – hijo de Adan y Eva – como el primero de estos seres monstruosos “condenados a vagar por la tierra” y que la marca de Caín es el denso vello que caracteriza a los escurridizos Bigfoot. Habría que incluir en esta posibilidad el vínculo que hacen los investigadores religiosos con los “gigantes que ocupaban la tierra de Canaán” a la llegada de los hebreos, refiriéndose concretamente a los temidos “anakim” que moraban en las cercanías de la actual Hebrón. Los gigantes, a pesar del temor que causaban entre los hebreos, fueron finalmente exterminados por Josué (15:14) y reducidos a las ciudades filisteas de Gaza y Gath, cuna del guerrero Goliat que sería vencido por el futuro rey David.
Una de las hipótesis más inquietantes proviene del libro Bigfoot de B. Ann Slate y Alan Berry (famoso por ser el primero en mencionar las “grabaciones de la Sierra” que en la actualidad se consideran como un diálogo entre seres no humanos): que estos seres peludos representan la materia prima de la cual el creador universal crearía una nueva especie para sustituir a los humanos después de nuestro autoexterminio con armas nucleares o catástrofes climáticas.
Un caleidoscopio de fraudes
De todas las creencias heterodoxas, el interés por los sasquatch, yeti, Bigfoot o como se les quiera llamar ha suscitado la mayor cantidad de fraudes – aún más que el fenómeno ovni. Basta con abrir cualquier libro sobre el tema para encontrarnos con “Jacko”, supuestamente un gorila atrapado en 1884 por un cazador a lo largo del rio Fraser en Colombia Británica. Dada la ausencia de gorilas en el nuevo mundo, el enigmático ser descrito como “humano en todos los aspectos salvo por uno – el lustroso pelambre que cubre todo su cuerpo” fue considerado por los expertos en el tema como un Bigfoot juvenil. Investigadores como John Green y Sabrina Sanderson (esposa del fallecido Ivan T. Sanderson) tildaron la historia de fraude en 1975 en la revista Pursuit.
En el 2005, los partidarios de Bigfoot como criatura de carne y hueso vitorearon a Tom Biscardi, comerciante y director de la empresa Searching for Bigfoot, Inc. por haber anunciado la posible captura de un Bigfoot en la población de Happy Camp, California (lugar mencionado con relación al fenomeno ovni en el libro Confrontaciones de Jacques Vallee). Un mes más tarde, Biscardi saldría al aire en el programa Coast to Coast AM - presentado por George Noory - para hablar de nuevo sobre el hallazgo, aunque las siguientes palabras pronunciadas por el comerciante restaron cierto brillo al asunto: el Bigfoot capturado sería visible al público gracias a un evento de pago por cable TV. Se anunciaría posteriormente que el evento sería cancelado, ya que "no existía ningún Bigfoot en cautiverio".
Tres años después, Rick Dyer y Matthew Whitton causaron sensación al afirmar que habían descubierto el cadáver de un Bigfoot en los bosques del norte del estado de Georgia, atrayendo la atención de las grandes cadenas noticiosas domésticas e internacionales. Poco después, los "cazadores" concertaron una rueda de prensa para mostrar el supuesto cadáver en un congelador. Al licuarse el hielo, resultó ser que la criatura no era más que un disfraz hecho de caucho. Dyer y Whitton confesarían haber tratado de cometer un fraude.
“El resultado de tanto bombo y platillo era de esperarse – una rueda de prensa que recibió atención en el ámbito nacional e internacional con la consiguiente sorna por parte de los comentaristas, que enseguida hablaron de “noticias de verano” (junebugs, en inglés) y con mucha razón.
“Whitton y Dyer se limitaron a relatar lo que estaba escrito en el comunicado que reproducimos en su integridad. El cadáver brillaba por su ausencia, y la única foto nueva consistía en un acercamiento de la boca del supuesto ser, algo que "refutaría sin lugar a dudas" de que se trataba de una careta. Los miembros de la prensa que se personaron para escuchar el aspecto científico de la cuestión -- las pruebas de ADN -- quedaron igualmente defraudados. Una de las pruebas fue inconclusa mientras que otra mostraba claras señales de ser ADN humano. La tercera y última prueba acabó correspondiendo a una zarigüeya (oposum), resultado defendido por los farsantes como evidencia nítida de que "el piegrande había consumido dicho roedor".
“El profesor Jeff Meldrum, catedrático en biología de la universidad de Idaho State, manifestó sus dudas sobre las fotos, afirmando diplomáticamente que "Lo que sale como Bigfoot en una foto no parece ser natural".
“Los días posteriores a la rueda de prensa resultaron en más burlas no solo a los farsantes, que se eran merecedores inequívocos que tal mofa, sino a cualquiera que manifestara su creencia o al menos interés en la existencia de estos seres. Whitton perdió su trabajo como alguacil – otra noticia que trascendió a los medios. Biscardi amenazaba a terceros con pleitos ante varios tribunales a la vez que Whitton y Dyer eran demandados por haber aceptado cincuenta mil dólares por haber relatado su rocambolesca experiencia con el Bigfoot – un triste disfraz de caucho y felpa que yacía, sin pena ni gloria, en una nevera.”
De monstruo a héroe cultural
Sería muy posible escribir una tesis doctoral sobre el efecto que ha tenido la presencia de Bigfoot en el imaginario popular, y es muy seguro que ya se hayan escrito varias, de hecho. Una figura de calidades aterradoras - aspecto físico imponente, voz que proyecta sus bramidos de un valle a otro, sembrando pánico entre las criaturas del bosque, un olor hediondo que anuncia su presencia mucho antes de que nadie lo vea – difícilmente puede colocarse en el mismo pedestal que Guillermo Tell, por ejemplo. Pero Bigfoot lo ha logrado, sobre todo en últimas décadas, gracias a largometrajes como Harry and the Hendersons (1987) y su serie de televisión (1991) que lo presentan como un antropoide torpe y simpático, prisionero de sus circunstancias, acechado por cazadores desquiciados que – según entendidos – reflejan personajes del mundillo “bigfootero”. Otros investigadores y testigos de la criatura consideran que esta proyección bondadosa puede ser peligrosa, y así lo han manifestado en distintos programas de radio.
Una representación más fiel, según estos investigadores, sería la representación de Bigfoot que aparece en los anuncios publicitarios para la cecina de res (beef jerky, en inglés) de la marca Jack’s Links. La campaña publicitaria denominada “Messin’ with Sasquatch” presenta jóvenes excursionistas que juegan bromas pesadas con el hirsuto personaje, resultando en arranques de cólera por parte de este y un desenlace funesto para los bromistas. La agencia Carmichael Lynch, responsable de los spots publicitarios, ha conseguido colocar a su cliente en el primer lugar de ventas en el mercado para dicho producto, de paso robusteciendo la presencia de Bigfoot ante el público televidente.
Por otro lado – y la realidad no podía ser otra en el siglo XXI – el gigante de los bosques se ha establecido en el mercado de la pornografía. La escritora Virginia Wade supuestamente ha ganado treinta mil dólares al mes con las ventas de sus novelas eróticas sobre Bigfoot. Aunque objetivo principal era escribir novelas sentimentales, su novela Cum for Bigfoot (2012) tuvo 100,000 descargas en Amazon.com. “Me siento avergonzada,” afirmó la autora en un artículo para la revista Penthouse. “Jamás pensé que me llegaran a conocer como la reina del sexo con monstruos”. El cine no se queda atrás: Sweet Prudence and The Erotic Adventure of Bigfoot se perfila como “una graciosa película que combina la ciencia ficción, la comedia y lo érotico” en un campo nudista. Con 90 minutos de duración, el proyecto se jacta de haber ganado un premio en el Festival CineKink de Nueva York.
Bigfoot ha prestado su nombre a toda suerte de productos que van desde caravanas de grandes dimensiones a bolas de golf y ambientalizadores. La lista es interminable.
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