Tuesday, July 02, 2019

El oscuro mundo de la alta extrañeza



El oscuro mundo de la alta extrañeza
Por Scott Corrales © 2019 para Arcana Mundi.

Recordemos un caso puramente anecdótico que circuló por el portal Reddit en el 2016. Un usuario conocido solamente como ‘Robert’ – nombre seguido por cuatro cifras aleatorias – trajo a colación un extraño caso de desaparición / teletransportación que había tomado lugar en Etiopía supuestamente en el año 1969, con su padre – en aquel entonces un niño de nueve años – como protagonista principal.
‘Robert’ aclaró que su padre (anónimo) y su mejor amigo, Gabriel, eran hijos de altos jerarcas del país africano, el primero siendo vástago del Ministro del Interior y el segundo de un general del ejército. Estaban jugando un buen día en el patio de la casa del padre de ‘Robert’ una tarde después de haber regresado del colegio. Esta casa, por la descripción dada, era una verdadera fortaleza, con muros de tres metros de alto y soldados que patrullaban los exteriores. Y fue de este formidable reducto que se desvanecería Gabriel, el hijo del militar.

El padre de ‘Robert’ dijo haberse dado media vuelta para descubrir que Gabriel, quien estaba justo detrás suyo, ya no estaba. Familiares y soldados se lanzaron a la búsqueda, temiendo lo peor: un secuestro político de la clase que solía darse en Etiopía en aquellos años, los últimos del emperador Hailie Selassie.

Pasadas las 48 horas, la búsqueda se hizo nacional. Los uniformados fueron de casa en casa con fotos del niño desaparecido para ver si alguien lo reconocía, o recordaba haberlo visto en algún momento. Recordarlo no sería difícil, puesto que vestía el uniforme de un prestigioso colegio de Addis Ababa. La fuerza aérea lanzó sus helicópteros para barrer la montañosa meseta abisinia por si era posible dar con el más mínimo rastro del niño, pero todo fue en vano. Las semanas se trocaron en meses y los padres – y la cúpula política – llegaron a temer lo peor, puesto que ningún secuestrador había pedido rescate.

‘Robert’ escribió que justamente al cumplirse los seis meses de la desaparición de Gabriel, el estudiante reapareció en el patio de su casa, vistiendo exactamente el uniforme que había llevado puesto aquel fatídico día. Podemos imaginar la mezcla de sorpresa y azoro de los adultos al correrse la voz de la reaparición del niño, que parecía estar contento y en buen estado físico.
Tan contento que estaba muy emocionado y dispuesto a contar lo que le había sucedido durante su ausencia.

Gabriel dijo que dos hombres muy agradables lo habían llevado de viaje. Estaba en una habitación blanca y resplandeciente con niños de nacionalidades distintas. Le sorprendió agradablemente que los hombres amigables – de tez blanca – podían hablar el etíope (el amhárico) con una soltura envidiable, pero le dejó pasmado poder entender y conversar con los demás chicos a pesar de no conocer sus idiomas, ni ellos el suyo.

La habitación reluciente carecía de ventanas y las puertas desparecían hacia el interior de los muros. Bastaba con oprimir un contacto en la pared para hacer salir camas en las que los niños podían dormir. De repente – explicó Gabriel – se encontraron en una ciudad grande y limpia con vehículos voladores. Sus habitantes eran extraños, parecidos a los humanos, pero sin embargo distintos. Uno de los hombres amistosos acompañó a Gabriel al interior de un edificio de altura considerable, indicándole que debía permanecer en dicho lugar por algún tiempo, pero que no se aburriría. La habitación en que le colocaron era capaz de “desplazarse a lugares distintos, campos abiertos, playas, y la habitación en sí puede volar” (cita textual de mensaje en Reddit). En lo que parecía ser cuestión de horas estaba de vuelta en Etiopía, totalmente inconsciente de que en su país habían pasado meses.

Lejos de aceptar su relato, los adultos le acusaron de mentir, y otros opinaron que lo había secuestrado un demonio. Gabriel tuvo que entrevistarse con un sacerdote que parece haberle practicado un exorcismo.

‘Robert’ aclara que su padre y Gabriel siguieron su amistad, y que el joven viajero acabó por doctorarse en física y viviendo en los Países Bajos.

Suponiendo que hay algo de cierto en esta extraña odisea, un poco de investigación nos permite entrever que tomó lugar bajo el mandato de Aklilu Habte-Wold, el controvertido primer ministro etíope del emperador Haile Selassie, y cuyo gabinete incluía al coronel Belachew Jemaneh, Ministro del Interior (y de “seguridad pública”, aunque este aspecto suele pasarse por alto). ¿Sería ‘Robert’ el hijo del ministro Jemaneh? Igual no hay forma de saber si el general – padre de ‘Gabriel – era uno de muchos que perdieron la vida cuando la junta suprema militar (el “derg”) derrocó al emperador, sumiendo a Etiopía en la sanguinaria dictadura de Mengistu.

Lo que sí podemos afirmar a ciencia cierta es que se daba actividad muy rara en Abisinia en aquellos meses – sobre todo aquel nebuloso incidente en la aldea de Saladare, a catorce kilómetros de la ciudad de Asmara, el 7 de agosto de 1970. El incidente atrajo la atención de nadie menos que J. Allen Hynek (ora pro nobis…) o de otro modo habría sido relegado al desván de la alta extrañeza, que tanto fascina al que esto escribe.

En su libro The Edge of Reality, el doctor Hynek lee la carta recibida desde Etiopía al mismísimo Jacques Vallé, textualmente:

“Deseo informarle acerca de un extraño fenómeno natural sucedo en la aldea de Saladare el 11.08.1970 a las 11:30 A.M. – así fue como lo describieron los testigos, que eran aldeanos locales. Después de las 11:00 A.M. escucharon un ruido que provenía del bosque cercano, sonando como un avión que volaba a baja altura. El sonido incrementó hasta hacerse estruendoso y vieron una bola roja fulgurante que barrió la aldea, destruyendo casas al abrirse paso. Arrancó árboles de cuajo, quemó la hierba, pero no causó incendios. Al abandonar la aldea, derritió el asfalto en el camino en un segmento de dos metros por siete metros, desmoronando el muro de piedra de un puente. Luego se desplazó unos 150 metros hacia una colina, donde permaneció inmóvil, antes de emprender su recorrido en contramarcha, destruyendo más casas y despareciendo al regresar a su punto de origen. Su recorrido total fue de 3 kilómetros en un sentido y 3 kilómetros en el otro, con una duración total de diez minutos. Algunos afirmaron que tenía forma troncocónica, y los vecinos de otra aldea afirmaron que voló sobre ellos haciendo un sonido retumbante. Según ellos, tenía forma esférica y tenía cola. La emoción fue tal que salimos tres veces a visitar la aldea y tomé treinta fotos, de las que le remito algunas. Parece como si una bola de cañón se hubiese disparado a través de las casas. Cincuenta estructuras quedaron dañadas, hubo ocho heridos, y murió un niño pequeño.”

Podemos suponer que en este momento Hynek habrá hecho una pausa en su lectura antes de seguir, y que Vallée le escuchaba atentamente.

“Algunas personas pensaron que se trataba de un meteorito, pero aquello no viajaría de un lugar a otro. No pudo haber sido un viento tipo tornado, porque no arrancó los tejados de latón de los techos, que permanecieron en su sitio, arrugados, fundidos y distorsionados. No tenemos idea de lo que haya podido ser. El periódico ‘Assis’ de Addis Ababa le dedicó unas cuantas palabras, clasificándolo de “tormenta”. El periódico local en italiano lo describió en cinco columnas. Dejando a un lado el concepto de vientos o relámpagos, el día era despejado y reluciente, así que no hay cabida para rayos. La aldea está a unos 3200 metros de altura, lo mismo que Asmara, y aunque los relámpagos a veces se desplazan de forma horizontal, hacía buen tiempo, como ya he dicho. Por otro lado, aquello tenía una fuente de calor. Fundió el asfalto, los objetos metálicos, hierba y arbustos, pero sin fuego ni llamaradas. Su impacto mecánico fue tremendo. Atravesó el muro del puente, cuyo grosor era de medio metro, y aún tenía fuerza como para hacer más daño al emprender su camino de regreso.”

Me imagino a Hynek haciendo pausa para encender su pipa, sentenciando después: “Este es uno de los pocos casos documentados en que algo que debemos clasificar como OVNI ha causado daño. Ciertamente volaba, obviamente era objeto, y ciertamente no era identificado”. (The Edge of Reality, p.161)

Aunque no existe vínculo entre el evento de tiempo perdido / teletransportación comentado por ‘Peter’ en el portal Reddit y el caso de Saladare un año después, tal vez pueda servir de evidencia circunstancial apuntando al hecho de que algo raro sucedía en aquellas remotas tierras, tal vez de origen interdimensional (aunque muchos querrán ver un OVNI en la ‘habitación voladora’ descrita por ‘Gabriel’). De hecho, existe un vínculo más sustancial con los Hombres de Negro (HDN) de la literatura paranormal, haciéndonos recordar un caso que mencionaba Salvador Freixedo en su obra Visionarios, místicos y contactos extraterrestres (Quintá, 1985) protagonizado por dos niñas, Carmen y Angeles, de 13 y 14 años de edad respectivamente. El caso se produjo en Teba, provincia de Málaga, del 15 al 16 de septiembre de 1975.

Las dos amigas estaban fuera de las puertas de sus respectivas casas charlando cuando vieron un extraño objeto resplandeciente que les llamaba la atención, puesto que descendía lentamente del cielo. Carmen decidió ir a ver qué era, y despareció mientras que Angeles se daba la vuelta para regresar a su hogar. La Guardia Civil organizó una búsqueda infructuosa en toda la región.

Escribe Freixedo:

“A las 10:30 de la noche del día siguiente, exactamente 22 horas después de su desaparición, Carmencita estaba entrando en el pueblo de la mano de dos individuos, un hombre y una mujer: jóvenes, rubios, altos y vestidos deportivamente. La llevaban cogida de la mano, cada uno a un lado y muy amables con ella. Nadie andaba por la estrecha calle a aquella hora de la noche. Cuando llegaron a la casa, el joven le dijo a Carmencita: ‘Pronto nos volveremos a ver’.

“Acosada a preguntas, la niña no se acordaba absolutamente de nada de lo que había hecho en las 22 horas precedentes. Lo último de que se acordaba era de aquella bolita luminosa que vio bajando por el aire, y de que ella se agachó para cogerla y la contempló en su mano. A partir de eso tenía un vacío total en su memoria”.


Las características no son calcadas a la del caso etíope, pero tenemos la desaparición cuando una persona se da la vuelta, las personas ‘agradables’, el regreso de la víctima a su punto de origen a una hora cercana a la de su desaparición, etc., aunque en este caso ‘Gabriel’ se acordaba de una vivencia extradimensional mientras que la pobre Carmen no recordaba nada en absoluto.
Sería conveniente descartarlo todo y achacarle la culpa a siniestros organismos de inteligencia (la sempiterna CIA, Mossad, KGB) jugando ‘el gran juego’ en otras partes del planeta, sobre todo en una Etiopía siempre al borde de una u otra crisis, aunque resulta difícil creer que dispongan de tecnología que les permita sonsacar individuos de su espacio/tiempo y llevarlos a otro. Disponen, por supuesto, de alucinógenos y mecanismos para crear toda suerte de ilusiones.

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