Tuesday, April 02, 2019

Caras extrañas: encuentros cercanos del tercer tipo



Caras extrañas: encuentros cercanos del tercer tipo
Por Scott Corrales, (c) 2019

Aunque los episodios de encuentros cercanos del tercer tipo que tanta pasión suscitaron en la década de los '70, y el concepto inmortalizado a su vez por Steven Spielberg, son cosa de otros tiempos, aún existen casos que no se dieron a conocer lo suficiente o que han caído en el olvido.

Una fría noche en el País de Gales

El 9 de febrero de 1985 se produjo un caso de humanoides que no trascendió a los medios, tal vez debido a la falta generalizada de interés en el tema y el cierre de revistas y medios de difusión platillera al final de los '70. El supuesto caso tomó lugar en el norte del País de Gales, involucrando a un joven de diecinueve años de edad que alegaba haber sido llevado muy contra su voluntad al interior de un OVNI mientras que caminaba de regreso a su hogar temprano por la mañana.

Los ovninautas eran de tipo humanoide o robótico (recordemos a los seres del caso Pascagoula de 1973) y trasladaron al aterrorizado chico a su nave nodriza, situada en algún punto recóndito de nuestro sistema solar.

Los investigadores del grupo Contact International que tomaron cartas en el asunto describieron al presunto secuestrado como 'pálido, desgreñado y tembloroso' y no dudaron de que haya experimentado 'algo' sin importar la naturaleza del evento. Poco a poco fue posible rescatar la información del pavoroso evento sobrenatural.

El testigo (cuyo nombre se mantuvo en secreto) dijo estar caminando de regreso a su hogar a eso de las tres de la madrugada, habiendo pasado la noche con amigos en una aldea cercana. Era buen conocedor de su región galesa y no necesitaba linternas ni antorchas para seguir el camino, y la noche despejada y llena de estrellas no representaba amenaza alguna.

A los veinte minutos de haber emprendido su caminata, escuchó un zumbido proveniente de un campo adyacente. Apartándose del camino para bajar por un sendero, pudo ver que se trataba de un objeto negro y opaco del tamaño de tres cocheras, equipado con antenas y estabilizadores. La oscura mole parecía estar suspendida a corta distancia de la superficie, emitiendo un resplandor fosforescente a pesar de carecer de luces externas.

Extrañado, el joven se quedó mirando el objeto por algunos minutos hasta que pudo ver que unos humanoides se le acercaban. Decidiendo que ya había visto bastante, se dio la media vuelta para descubrir otro par de humanoides detrás de él, que le agarraron con firmeza para llevarlo al interior del objeto que se cernía sobre el campo. Según el testigo, llevaban la cabeza cubierta por cascos con luces tenues, trajes enterizos grises con hebillas verdes, botas hasta la rodilla y guantes.

Una vez en el interior de la nave, recibió la instrucción telepática de "prepararse para el cambio" y fue sometido a una descontaminación al estilo Villas-Boas, aunque no se dice si lo desnudaron para este efecto. La extraña nave despegó sin resistencia gravitatoria hasta llegar a su nodriza, lugar en que el testigo fue sometido a un riguroso examen físico, enseñando a los investigadores las quemaduras resultantes de los objetos empleados por los seres humanoides o robots. Un detalle alarmante y espeluznante que no se ha dado en ningún caso conocido es que los seres querían sacarle los ojos de las órbitas para estudiarlos, informándole cortésmente que estaba en plena libertad de negarse a ello, y el testigo lo hizo. Los seres también mostraron interés en un cassette de música popular que llevaba en uno de sus bolsillos, estudiándolo y supuestamente captando las melodías por "ondas mentales".

Como en todo buen encuentro cercano en tercera fase, los seres aportaron datos sobre su lugar de origen y sus designios. Provenían de 'la constelación Lira' y detestaban la atmósfera contaminada de la Tierra, a pesar de mantener bases en Groenlandia. Afirmaron haber capturado una sonda Voyager, sintiéndose decepcionados por su simpleza. Le hicieron preguntas sobre los Estados Unidos de América y la NASA, compartiendo el dato de que la "nave escolta" que le había traído desde Gales a la nodriza estaba hecha de 'un plástico desconocido por los humanos'

Después de algún tiempo, el testigo fue devuelto a la Tierra y recuerda haber presenciado la retirada de la nave, que se perdió en oscuridad del cielo. Le advirtieron que no compartiese su experiencia con nadie.

A las cinco de la madrugada, un policía que realizaba su patrulla nocturna se encontró con el testigo, que daba tumbos por el camino, mareado por su experiencia. El agente del orden público le llevó a su hogar.

En una visita posterior, grupo investigativo de Contact International entrevistó al testigo en su hogar, llegando a conocer a sus parientes. El joven estaba más tranquilo y dispuesto a ser sometido a hipnosis regresiva, aunque sus padres y abuelos manifestaron su preocupación por el testigo.

Se realizó una visita posteriormente al lugar del aterrizaje, pero no se pudo esclarecer nada sobre la presencia de los supuestos extrahumanos.

En resumidas cuentas, los investigadores no pudieron dar un fin satisfactorio a sus pesquisas. El testigo no estaba interesado en hacerse famoso ni mucho menos caer en las garras de la prensa amarilla de su país, que se regodea con casos de platillos voladores y sucesos anormales. "El testigo fue víctima de una especie de concepto mental más que de un evento físico," dictaminaron, "un mecanismo que no somos capaces de entender". Se hizo una re-encuesta del caso en meses posteriores, y se encontró que el testigo se quejaba de estar plagado por pesadillas como resultado del evento, al grado que tuvo que solicitar ayuda profesional. Su extraña experiencia le había cambiado la personalidad - ahora manifestaba un marcado interés por asuntos de ecologismo y poesía.

El extraño caso de la señora "L"

Thomas Adams fue, sin duda, uno de los investigadores más destacados de la década de 1970 a pesar de no haber recibido el mérito que ricamente se merecía. Fundador del boletín STIGMATA, Adams pasó a convertirse en el cronista del fenómeno de las mutilaciones de ganado y sus distintas vertientes, pasando a investigar el asunto de los ovnis y hombres de negro, así como las conspiraciones del gobierno estadounidense, en un boletín aparte titulado CRUX. De las páginas del ejemplar 04 de Stigmata nos llega "el extraño caso de la señora L", como lo he titulado, evento que llegué a conocer gracias a otro gran - e influyente - investigador, George A. Andrews, quien lo incluyó en su obra Extraterrestrials Among Us (St.Paul, Llewellyn International, 1987).

Pero pasemos a la información que transmitida por Adams a los lectores de su boletín. Antes de trasladarse al estado de Nuevo México, la señora L y su marido habían vivido por décadas en Arkansas (patria chica del presidente Bill Clinton). Un buen día, la señora decidió treparse a una escalera para tomar manzanas de un árbol en su propiedad. Perdiendo el equilibrio, la señora se cayó de la escalera estrepitosamente, hiriendo una de sus piernas de gravedad y quedando inmóvil sobre la hierba en estado semiconsciente. De repente pudo ver que se acercaban dos figuras - una alta y delgada, la otra delgada pero de estatura corta. A pesar de su dolor y confusión, la señora L pudo ver que se trataba de una pareja humanoide aunque decididamente no humana.

Los seres prestaron primeros auxilios a la malherida dama con un aparato desconocido. En cuestión de quince minutos, el dolor había desaparecido y la herida en la pierna había dejado de sangrar, dejando una cicatriz apenas visible. Los seres le entregaron una placa con extraños grabados, y la señora L les pidió que entraran a su hogar para comer algo. Una de las criaturas repuso que 'no acostumbraban comer' y que se limitaban a consumir 'zumo', aunque no del mismo tipo que los humanos.

"El aspecto no humano de los seres resultaba impresionante," escribe Adams, "pero lo era más aún cuando la mujer se fijó en que las voces de sus socorristas provenían de sus abdómenes. La criatura más alta tenía la voz de una mujer madura, y la más corta sonaba como un niño".

Los humanoides se alejaron y la señora L regresó a la casa con la placa en mano. Aquellos que llegaron a ver el extraño obsequio de los extrahumanos afinaron que era de un metal desconocido, y que las marcas en ambas caras de la placa representaban 'pirámides' o 'estrellas de seis puntas'.

Más de un mes después del incidente, el perro de la señora L desapareció sin dejar rastro, y su dueña se lanzó a buscarlo, cruzando su propio terreno, un campo de golf vecino, y luego cruzando una zona boscosa adjunta. Al otro lado del bosque había un claro en el que se desarrollaba una escena irreal.

"En el claro había: dos helicópteros de la Fuerza Aérea; dos hombres en batas blancas que administraban cuidados a un caballo tendido sobre la hierba; dos hombres uniformados, y lo que parecían ser las dos criaturas que le habían socorrido tras la caída," explica Adams a los lectores de STIGMATA. "La señora L se dio cuenta súbitamente de que presenciaba algo que no debía estar viendo y retrocedió, pero no antes de que su presencia fuese detectada por los presentes."

Huyendo a la carrera, la señora L fue interceptada por un helicóptero que le disparó un rayo de luz azulada (detalle que recuerda poderosamente a los 'chupa-chupa' de la brasileña isla de Colhares) que le produjo quemaduras serias en el seno derecho. El aparato remontó vuelo y la señora L tuvo que ser hospitalizada.

La crónica no deja de ser rocambolesca: En el hospital, la Sra. L narró todo lo sucedido al personal médico con lujo de detalles, resultando en la presencia de "individuos raros" (¿HDN?) en el centro médico que la interrogaron sin pensar en su estado de salud. La situación empeoró cuando el comisario de su condado la llevó a la fuerza a un centro psiquiátrico para ser sometida a pruebas que fueron 'un infierno' según su descripción. La intención del comisario era declararla no solo demente, sino responsable de la mutilación equina que había presenciado.

Las visitas de los "individuos raros" se volvieron constantes, al grado que la señora L y su marido decidieron abandonarlo todo y mudarse a Nuevo México. Todo les fue bien por algunos meses hasta que los "individuos raros' se aparecieron, reanudando el hostigamiento. Adams indica que la pareja había dejado Nuevo México para ir a vivir en algún punto desconocido del sur de Texas.

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