Saturday, April 27, 2019

Los misterios de Pennsylvania




Los misterios de Pennsylvania

Por Scott Corrales © 2019

Se dice que cuando no tenemos nada que escribir, o cuando la inspiración nos ha abandonado, debemos escribir sobre lo que tenemos a mano – amigos, familiares, situaciones o lugares. En este caso aprovecho la oportunidad que me proporciona este “desierto de ideas” personal para recapitular los misterios de Pennsylvania, EE.UU., mi estado por adopción, cuna de toda suerte de misterios y seres de pesadilla.

¿Y qué mejor forma de comenzar que un poco de geografía? Pennsylvania es una de las legendarias ‘trece colonias’ que se separaron de Inglaterra en el siglo XVIII, y su ciudad principal, Filadelfia, era una de las más importantes de América del Norte en aquellos tiempos. Su extensión de 119,280 km² le ubica entre los más grandes de la unión – superficie comparable con la de Gran Bretaña, un poco más pequeña que España, y la mitad del tamaño de la argentina provincia de Chubut. Los primeros pobladores se aprovecharon de la abundancia de recursos naturales para impulsar el desarrollo de la colonia (a despecho de las tribus indígenas), fomentando las industrias cristalera, maderera y carbonera, siendo la cuna de la industria petrolera gracias a Edwin Drake y el primer pozo perforado en la diminutiva Titusville a mediados del siglo XIX.

Los inmigrantes europeos seguramente no prestaron mucha atención las leyendas indígenas sobre seres extraños y luces en el cielo: bastante tenían entre manos para sobrevivir los crudos inviernos que azotan a la región desde los Grandes Lagos – el mar interior del continente – y el Siglo de las Luces hizo lo posible por descartar la superstición y sustituirla por el pensamiento crítico. El misterio, sin embargo, no se prestaba al juego.

Osamentas del pasado prohibido


Ahora que la obsesión del momento es “Ancient Aliens” - y otros programas del canal History – vale la pena comenzar nuestro recorrido con las leyendas nativas sobre la presencia de gigantes en Pennsylvania: los caníbales alegewi que prestaron su nombre, supuestamente, al condado de Allegheny, el poderoso río , y aun parque nacional. A pesar de su ferocidad y gran estatura, fueron desalojados por tribus de estatura normal tras grandes batallas de las que aún encuentran restos los arqueólogos. Si tomamos en cuenta que sí existieron primates de altura colosal, como el gigantopiteco (3 –4 metros caminando de forma erguida) y que se han producido avistamientos en nuestros tiempos de “verdaderos gigantes” como los denomina el criptozoólogo Loren Coleman, no debemos descartar la posibilidad de una tribu de seres de estatura comparable con la de los “anakim” bíblicos. Tampoco sabemos a ciencia cierta lo que fue de ellos. Se rumora que algunos de ellos se internaron en las profundidades de las montañas, saliendo furtivamente para alimentarse.

En julio de 1974, un periodiquillo titulado 'News Extra' pregonó una extraña historia supuestamente sucedida en Pennsylvania en 1944. El evento había sido ocultado por los propietarios del ingenio minero Dixonville debido a sus circunstancias francamente espeluznantes. Luego de haberse producido un derrumbe en las galerías, inspectores federales se personaron al lugar de los hechos para hacer las correspondientes pesquisas.

El derrumbe había cobrado más de una docena de vidas, sin contar las víctimas que parecían haber desaparecido del todo. El primero de los cadáveres de los desventurados mineros presentaba señas de haber sido desgarrado por alguna criatura desconocida. A la postre se hallaron más cuerpos sin vida con las mismas raras laceraciones.

Se descubrió que los mineros habían perforado una entrada a lo que parecía ser un túnel antiquísimo que descendía hacia las profundidades en un ángulo pronunciado. Los investigadores, fieles a su misión se atrevieron a descender por el pasadizo cuando uno de ellos repentinamente sintió lo que describe el periódico como "un vaho caliente" en la nuca. La repentina llegada de otros trabajadores enfrascados en la búsqueda ahuyentó a 'la cosa', que despareció en las tinieblas. El otro investigador, como en una novela de Lovecraft, dijo haber podido ver la presencia misteriosa, afirmando que 'aquello no era de este mundo'. ¿Había visto, tal vez a uno de estos seres subterráneos?

Años antes del incidente de Dixonville, el periódico Pittsburgh Press con fecha del 13 de septiembre de 1932, publicaba en primera plana el descubrimiento de un túmulo con los restos de cuarenta y nueve gigantes con estaturas en exceso de dos metros. El rotativo gozaba de muy buena reputación hasta la década de los '90, cuando fue absorbido por el Post-Gazette. La nota de prensa firmada por W.P. Botsford dice: "El desenterramiento de 49 cadáveres de 10,000 años de edad enfocó el interés de la ciencia en una colina boscosa cerca de Pittsburgh. Esta región rústica en el condado de Washington ha sido la cuna de tres cavilaciones separadas por miles de años. Los restos - tostados y horneados antes de su entierro por los creadores de túmulos, recién acaban de descubrirse. Uno esqueleto corresponde a un gigante de casi ocho pies de estatura. El descubrimiento de esta extraña especie, distinta de los habitantes nativos, constituye prueba fehaciente de que Pennsylvania tuvo sus constructores de túmulos ('Moundbuilders' en inglés) hace diez mil años, al igual que Ohio, Virginia Occidental y Missouri."



Mucho antes de esto, y a cientos de kilómetros de dónde se produjeron estos hallazgos, el historiador oficial del estado había presenciado la exhumación de restos extraños de un túmulo en la localidad de Tioga Point de la comunidad de Sayre: en 1880, el Dr. G.F. Donahoo y cuatro otros eminentes catedráticos validaron la presencia de sesenta y ocho osamentas de seres de gran estatura, datando dicho sepelio alrededor del año 1200 d.c. – seres cuya estatura promedia rondaba los dos metros, pero muchos de ellos eran aún más altos.
Lo que hace destacar este hallazgo es lo siguiente: los cráneos parecían estar dotados de protuberancias que asemejaban cuernos o astas de dos a cuatro pulgadas de largo. Los restos supuestamente fueron enviados al American Investigating Museum en Filadelfia (organización de la cual no se tiene conocimiento) y como siempre sucede, los restos extraños desparecieron de la historia. Los escépticos, como es natural, se aprovecharon de este detalle para tachar el extraño hallazgo de fraude.


Y a propósito de Filadelfia – la ‘ciudad del amor fraternal’ – además de su eterno vínculo a la serie de películas ‘Rocky’ protagonizadas por Sylvester Stallone, la ciudad también tiene un trasfondo esoterista conocido por pocos. A finales del siglo XVII, muchas órdenes religiosas y sociedades secretas decidieron trasladarse al Nuevo Mundo, tal vez temiendo las persecuciones que se daban en Europa de vez en cuando. Los rosacruces se asentaron en el barrio alemán de la joven ciudad colonial, y un personaje poco conocido – Johannes Kelpius, discípulo del gran cabalista Knorr von Rosenroth– estableció su monasterio en el bosque de Wissahickon en 1694, habiendo construido una 'abadía' en forma de cubo donde el grupo aguardaba el fin del mundo, entregados al conocimiento de los cielos nocturnos, los éxtasis y lo que puede definirse como los viajes astrales. Se dijo de Kelpius que poseía la codiciada 'piedra filosofal' de los alquimistas y que no murió en 1708, sino que 'se trasladó a otro nivel de existencia'. La supuesta piedra fue arrojada a las aguas del arroyo Wissahickon.

Explosiones misteriosas

El 24 de junio de 1938 había sido un día como cualquier otro para los habitantes de Pittsburgh, la poderosa urbe siderúrgica de la unión americana, cuyos altos hornos habían fraguado la fortuna del magnate Andrew Carnegie. Esa noche, una detonación prodigiosa, comparable a la explosión de diez mil toneladas de trinitrotolueno, desgarró los oscuros cielos de la ciudad, llenando a sus habitantes de pavor. Los sabios explicaron que se trataba de la ‘explosión de un meteorito’ a una altura de doce millas (casi 20 kilómetros) sobre la vertical de la ciudad, aunque los escombros de dicho estallido jamás cayeron a tierra.

Algo parecido sucedería casi seis décadas más tarde.

"Algo sucedió el 9 de febrero de 1994 a las 8:20 p.m. que se oyó y sintió en Pittsburgh y sus cercanías", afirmó Lois Le Gros, investigadora del fenómeno ovni en el estado de Pennsylvania "solo que nadie parece saber lo que fue".

El hecho es que se escuchó uno de esos ruidos que resultó ser "distinto" a los sonidos que uno suele escuchar e identificar. Muchas personas pensaron, en un principio, que algún vehículo pesado había chocado contra sus casas, mas al salir a revisar, solamente vieron el hielo y la nieve de un invierno cruento. El cielo estaba nublado aquel día, pero las condiciones no eran propicias para una tormenta de truenos.

Un matrimonio en el condado de Butler, al norte de Pittsburgh, afirmó haber escuchado el insólito ruido, diciendo que provenía del este y que no se asemejaba a un trueno. Un vecino de Bellvue, a cincuenta millas de Butler, declaró haber escuchado lo mismo, pero su descripción del sonido era más bien una "implosión" que una explosión. Otra residente de la ciudad escuchó el ruido y salió a la calle, pensando que un accidente había tomado lugar frente a su casa: descubrió que no había ni carros ni accidente.
Al día siguiente, la ciudad entera parecía comentar el extraño suceso. Un hombre afirmó que el nivel de agua en su bañadera se había reducido dos pulgadas en lo que duró el ruido, regresando a su nivel normal más tarde. Las llamadas al Observatorio de Allegheny fueron infructuosas. El Centro de Ciencias Carnegie reveló que habían recibido llamadas telefónicas de lugares tan remotos como Virginia Occidental como resultado del inexplicado fenómeno.

En el transcurso de sus pesquisas en torno a este misterio del aire, la investigadora Le Gros obtuvo una entrevista telefónica con una representante del Cuerpo de Ingeniería del Ejército. Aunque dicha agencia no tenía nada que decir oficialmente sobre el suceso, la representante recordó haber presenciado algo insólito la noche del 9 de febrero. Aunque no podía precisar la hora, dijo que era ya de noche y que el cielo estaba oscuro, cuando desde el patio de su casa pudo ver "una luz en el cielo, que asemejaba las luces de una ciudad vista a la distancia desde un avión". La luz desapareció tras algunos instantes, y no hubo ni truenos ni sonidos asociados con dicha desaparición.

Los vecinos de Pittsburgh habían experimentado, sin duda, un fenómeno que ha desafiado todas las explicaciones posibles: el fenómeno de los cielomotos (del inglés, skyquakes). Los cielomotos llegaron a representar un enigma tan engorroso que el presidente Carter llegó a ordenar una investigación oficial sobre el tema.

Sin embargo, no todos consideran que debemos levantar la cabeza a los cielos cada vez que escuchamos cualquier sonido descomunal. Algunos investigadores dicen que el sonido que parece provenir de las alturas efectivamente tiene su origen en la tierra bajo nuestros pies, producto de un fenómeno sonoro asociado a los temblores de tierra que los sismólogos no han sabido explicar hasta el día de hoy. El observatorio Weston de la universidad de Boston viene realizando investigaciones sobre este tema desde hace 20 años. Pero aun así, existen pruebas de que el fenómeno efectivamente proviene del firmamento...y la posibilidad de que su origen no esté ligado a nuestro mundo.

1 Comments:

Blogger Hospital Paranormal said...

Muy buen relato Scott, felicitaciones!

9:17 PM  

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