Guillermo Giménez: El Proyecto Estelar de Egipto
EL PROYECTO ESTELAR DE EGIPTO
Las imponentes pirámides de
Gizeh serían mucho más antiguas
de lo que hoy se estima y habrían
sido orientadas según la posición
de algunas estrellas.
GUILLERMO D. GIMÉNEZ
Argentina
gdgneco@yahoo.com
Jane B. Sellers en The Death of Gods in Ancient Egypt nos decía: “Los cielos han sido el móvil de la ciencia durante milenios, son para el hombre sus esperanzas y sueños sobre el mañana. La visión de aquellos primeros hombres que labraron sus ideas en la piedra, no se refleja en ninguna parte con la plenitud que alcanza en las tumbas de los antiguos egipcios”.
Sin duda no se equivocó. Quienes hemos visitado, investigado y explorado Egipto, recorriendo el Nilo, caminado por sus desiertos, visitando las pirámides y templos, ingresando a las mismas, viendo sus túneles y cámaras, su perfecta arquitectura, sus escrituras jeroglíficas, sus conocimientos astronómicos y monumentos de milenios, sabemos hoy que todo fue obra, por lo menos para la región de Gizeh, de un gran y único plan estelar estratégicamente planificado, que junto a las pirámides de Dahshur, Abusir Abu Roasch y Zauyat Al Aryan, es decir el área de la Necrópolis Menfita, junto a Heliópolis, Letópolis y el río Nilo, concuerdan plenamente con la región estelar de Orión, en la Vía Láctea.
También sabemos de su verdadera antigüedad para estas obras de la IV Dinastía egipcia, más de 10.000 años de acuerdo a los estudios científicos llevados a cabo en las pirámides de Gizeh y en la Esfinge, a pesar de que la egiptología actual nos diga otra cosa.
La perfecta planificación de las pirámides de esta IV Dinastía, nos demuestra - por no mencionar la sorprendente exactitud de los alineamientos y construcción - , una perfecta organización y ejecución de obras a una escala monumental que no se repetiría durante las próximas dinastías.
A varios investigadores y egiptólogos les llamó la atención todo esto, citemos a Jean Philippe Lauer, Zbynek Zaba, Robert Bauval, Adrian Gilbert, entre muchos otros.
El primer Rey de la IV Dinastía fue Snefru, padre de Kheops, quien hizo construir dos o tres pirámides. Hoy no se puede determinar porqué Snefru y sus arquitectos, como el gran sacerdote-arquitecto Imhotep, abandonaron la construcción de las pirámides escalonadas para pasar a construir pirámides de lados lisos.
Asclepio nos dice: “Imhotep, el arquitecto de Zoser... fue según Manetón el inventor del arte de construir con piedra tallada... Sus obras se hicieron legendarias para las generaciones posteriores de egipcios que lo consideraban no sólo un arquitecto sino un mago, un astrónomo, el padre de la medicina... y los griegos lo identificaron con su propio dios de la medicina”.
La más perfecta y antigua construcción monumental en piedra en la región de Saqqara (o Sakkara) es la pirámide escalonada de Zoser, donde tuvimos oportunidad de visitar y recorrer en el desierto en medio de un calor asfixiante.
¿Por qué Snefru construyó dos y hasta tres pirámides? ¿Por qué él, Kheops, Kefrén y Micerinos no pusieron sus nombres en las pirámides? (se encontraron sólo algunas inscripciones en las cámaras de alivio en la Gran Pirámide y algunos vieron el nombre Khufu). ¿Por qué no hay jeroglíficos en ninguna pirámide de la IV Dinastía, pero sí hay evidencias de varios textos jeroglíficos en la vecindad de las pirámides?
¿Por qué ellos, los reyes faraones, no colocarían sus nombres para la posteridad como lo hicieron todos los faraones que les precedieron? O es que: ¿todo forma parte de un gran y único proyecto estratégico que exigía la construcción de siete pirámides en lugares diferentes, que tienen correlaciones estelares que hoy estamos descubriendo y divulgando?
Ya para la época del faraón Tutankamón las pirámides de Gizeh tenían más de 1.000 años y se había perdido el porqué las alzaron y quiénes la construyeron.
Las pirámides de la IV Dinastía deben considerarse como únicas y separarse del resto de la Era de las Pirámides.
Es la Edad de Oro, pero como comenzó, súbitamente terminó. Los historiadores desconocen qué sucedió realmente, ya que las pirámides posteriores no tienen la grandeza, volumen, perfección y trabajos de ingeniería de aquellos tiempos.
Como bien lo dijo Jaromir Malek, director del Griffith Institute del Ashemolean Museunm: “Basta con mirar sus siluetas actuales: las pirámides escalonadas... son de la III Dinastía... las pirámides propiamente dichas, que presentan un perfil claro y definido contra el cielo, datan de la IV Dinastía, los de la V y VI Dinastía han quedado reducidas a enormes pilas informes de bloques de piedra y escombros...”
Los egiptólogos siguen discutiendo hoy en día los hechos que llevaron al colapso, podríamos decir, de la IV Dinastía. ¿Qué sucedió? Nadie lo sabe. Se especula acerca de problemas religiosos y de guerra civil, pero no hay evidencias que lo comprueben.
El arquitecto norteamericano James A. Kane, que estudió la meseta de Gizeh con sus tres pirámides principales, concluyó que habían sido construidas de acuerdo a un proyecto maestro basados en principios geométricos y ópticos que él creía relacionado con observaciones astronómicas. El Dr. John Wilson, que analizó la tesis y los aspectos geo-arquitectónicos del Dr. Kane, concluyó: “Me descubrí volviendo todo el tiempo al término coincidencia. La coincidencia puede ser invocada una vez, o hasta dos, pero cuando varios elementos divergentes coinciden y vuelven a coincidir, la coincidencia se vuelve conformidad más que azar”.
Y se siguen sumando diversos estudiosos y científicos (egiptólogos, historiadores, arquitectos, ingenieros, físicos, astrónomos, etc.) tales como Martin Isler, John Legon, Robin Cook, etc. que confirman que todo fue diseñado de acuerdo a un sistema de ideas geométricas y astronómicas de acuerdo a un plan estratégico planificado como un todo.
George Goyón, egiptólogo personal del rey Faruk consideraba que la ubicación de Gizeh ha sido “rigurosamente elegida por los sacerdotes astrónomos en razón de determinados factores religiosos y científicos”.
Para el astrónomo Zbynek Zaba, los constructores de las pirámides no sólo usaban las estrellas para el alineamiento sino que también podían haber tenido conocimiento de la precesión.
Me pregunto: ¿hace miles de años los egipcios sabían del efecto de precesión?
La precesión es cuando el Sol y la Luna ejercen un empuje gravitacional sobre la protuberancia ecuatorial de la Tierra, haciendo que el planeta “oscile” en un ciclo muy lento que se completa en poco menos de 26.000 años. Es decir, cada medio ciclo, o 13.000 años, una estrella que se encuentra en la posición opuesta del ciclo de precesión, de modo que si es observada en el punto máximo del ciclo, entonces 13.000 años después (o antes) su posición estará en el punto mínimo del ciclo.
Citemos por ejemplo al Cinturón de Orión. En el año 2.550 estará en su menor declinación (aproximadamente –08 grados), muy cerca del ecuador celeste, por lo tanto estuvo en su menor declinación en aproximadamente 10.450 años a.C.
Otra vez la misma fecha de la que nos hablan los científicos de hoy e historiadores antiguos.
El ciclo de precesión comprende entre los 25.800 y 26.000 años, observando en éste otro movimiento llamado nutación que se efectúa en ciclos de 18.6 años. Cuando más investigamos acerca de la cultura egipcia, más nos sorprendemos por su sabiduría.
Ya Estrabón (64 a.C.- 25 a.C.) nos decía: “Los sacerdotes egipcios son inigualables en la ciencia del cielo. Misteriosos y reacios a comunicarse, en ocasiones puede persuadírselos después de mucha solicitud para que impartan algunos de sus preceptos, aunque pese a ello sigan ocultando la mayor parte. A los griegos les revelaron los secretos del año, que éstos ignoraban junto con muchas otras cosas...”.
Herodoto (aproximadamente 485-425 a.C.), en sus famosas Historias nos dice: “En Heliópolis se encuentran los egipcios más sabios... todos están de acuerdo que los egipcios por su estudio de la astronomía descubrieron el año solar y fueron los primeros en dividirlos en doce partes y en mi opinión su método de cálculo es mejor que el de los griegos... El nombre de casi todos los dioses llegó a Grecia procedente de Egipto...”.
Los egipcios mantuvieron el secreto del conocimiento de la precesión de las estrellas y su capacidad de calcular los movimientos de Orión, las Híades y Sirio.
“¿Fue la Necrópolis de Gizeh – se pregunta Robert Bauval en El Misterio de Orión - y específicamente la Gran Pirámide con sus conductos, un gran marcador de tiempo, una suerte de reloj estelar para marcar las épocas de Osiris, y más especialmente su Primera Vez?”
Sabemos, por supuesto, que 10.450 años a.C. es demasiado remoto para los arqueólogos y los egiptólogos, pero estos hallazgos los desafían a explicar o discutir la creciente evidencia astronómica.
La edad de la Era de las Pirámides
Acá nos encontramos con otro (que se suman a los ya tantos) tema de Egipto que también desconocemos fehacientemente, y que ha dado paso a nuevas controversias entre los egiptólogos.
Me refiero a la datación de la Era de las Pirámides.
Los historiadores han cambiado las fechas en muchas oportunidades, y es el día de hoy que las mismas siguen siendo fechas estimadas.
Para el descifrador de los jeroglíficos, el padre de la egiptología científica Champollion, en 1830 consideraba que la I Dinastía comenzaba en el aproximadamente 5.867 a.C. Años más tarde el egiptólogo alemán Karl Lepsius adelantó la fecha para el 3.892 a.C. y para Auguste Mariette (director del Servicio de Antigüedades Egipcias, 1821-1881) volvió atrás y estimó el año 5.004 a.C. para los inicios. Su colega, el Dr. Brugsh consideró el comienzo en el 4.400 a.C. Y es así que durante la década de 1940-1950 la fecha para la I Dinastía se volvió a ajustar para aproximadamente 3.100 a.C. Pero hoy en día los historiadores la siguen ajustando constantemente, llevándola del 3.300 al 2.900 a.C., etc.
Gastón Maspero, descubridor de los famosos Textos de las Pirámides, consideraba más de 7.000 años atrás. Pero la obra de Manetón, que fue un sacerdote egipcio que vivió en el Bajo Egipto durante el reinado de Ptolomeo II Filadelfo (347-285 a.C.) nos habla de acuerdo a su cronología rescatada por Sixto Africano (aproximadamente 221 a.C.) y Eusebio de Cesárea (aproximadamente 264-340 AD) de 30 Casas o Dinastías, proporcionando además las versiones griegas de los nombres egipcios, así Khufu fue Kheops, Jafra es Kefrén y Menkaura, es Micerinos.
Manetón nos habla de una época mucho más antigua a Menes, quien fue el primer rey de Egipto. Según Eusebio, la cronología de Manetón muestra tres épocas distintas antes de Menes, al gobierno de los semidioses siguió el de los Reyes de Horus y duró 15.510 años, luego vino la línea predinástica de reyes que duró otros 13.777 años, lo que suma 28.927 años antes de Menes.
Diodoro de Sicilia dio un total de 33.000 años antes de Menes, y de acuerdo a un papiro original egipcio que data de la XVII Dinastía, que se encontró en Egipto a comienzos del siglo XIX, conocido como Papiro de Turín, vendido al Museo de Turín, Italia, nos muestra dos épocas a las que se les adjudicó 13.420 y 23.200 años lo que hace un total de 36.620 años. La tercera época antes de Menes no puede ser descifrada por el deterioro del documento original.
Pero entonces nos preguntamos: ¿cuál es la edad exacta de la Era de las Pirámides?
Queda claro en todo esto que la datación egipcia es imperfecta y se basa sólo en la subjetividad e interpretación de cada investigador.
Entonces, las fechas que utilizamos hoy, ¿son las correctas?, según parece, no...
Para los egipcios, la primera Edad de Oro, cuando los dioses confraternizaban con los humanos, se llamó Tep Zepi, que puede traducirse como Primera Vez.
Ellos creían que el orden cósmico y transferencia a Egipto había sido establecido mucho tiempo atrás por los dioses. Que Egipto había sido gobernado por milenios por una raza de dioses antes de que fueran confiados a los faraones. Éstos eran el nexo sacerdotal con los sioses y por extensión con la Primera Vez.
Eran los custodios de su sabiduría y leyes, y todo lo que hacían estaba conectado con lo que ellos llamaban Tep Zepi o conocido también como los Tiempos de Osiris.
Hoy sabemos que quienes construyeron las pirámides pensaron y lo relacionaron con la Primera Vez, que sus monumentos perfectos tenían relación estelar en especial con las estrellas del Cinturón de Orión y la estrella Sirio, el lugar cósmico de sus almas.
“Grande es la Verdad, duradera su eficacia, pues no ha sido perturbado desde los tiempos de Osiris...” rezan las palabras del sabio visir Ptahotep (V Dinastía durante la Era de las Pirámides).
Los Textos de las Pirámides
Corría el año 1879 y en El Cairo circulaba un fuerte rumor de que podían existir antiguas inscripciones jeroglíficas en unas pequeñas pirámides en Saqqara pertenecientes a la IV, V y VI Dinastía.
Cuando esta versión llegó a oídos del profesor Gastón Maspero, famoso arqueólogo que recientemente había llegado a El Cairo para hacerse cargo de la Mission d’Archéologie Francaise, decidió investigar.
Según parece un chacal o zorro del desierto había sido visto inmóvil cerca de una pirámide en ruinas en Saqqara (o Sakkara). El animal estaba siendo observado por un capataz de obras o reis y decidió seguirlo (hoy en día es muy raro ver a estos animales casi ya extinguidos, le temen a los humanos).
El chacal se dirigió a la cima norte de la pirámide, deteniéndose unos instantes para desaparecer por un agujero. El árabe lo siguió y luego de deslizarse por el estrecho agujero se encontró dentro de la cámara de una pirámide; al encender su linterna observa con asombro que todas las paredes estaban escritas de arriba abajo con inscripciones jeroglíficas, pintadas en color turquesa y dorado. Sin saberlo, el reis había encontrado el más grande descubrimiento arqueológico de fines del siglo XIX, había descubierto los textos religiosos más antiguos hasta el momento en el mundo dentro de la pequeña Pirámide de Pepi I.
La historia del chacal se remonta al Antiguo Egipto donde existían dos dioses chacales, aunque constituían diferentes aspectos de uno mismo. El primero y más conocido era Anubis, representado en las pinturas funerarias egipcias supervisando el ritual del “pesaje del corazón”, el examen que rendía el faraón para poder ingresar a la corte de Osiris, y también es conocido como custodio dentro de las tumbas de los faraones, los guardianes que pudimos observar también nosotros en la tumba del famoso rey Tutankamon. Hoy estos guardianes están en el Museo Central de El Cairo.
El otro chacal es el Upuaut que quiere decir “abridor de caminos”.
Bajo este mismo nombre un pequeño robot de un equipo alemán ingresó por primera vez al canal de la Gran Pirámide el 22 de marzo de 1993, bajo la dirección del Ing. Rudolf Gantenbrink y descubrió una “puerta” que sella el camino luego de trepar 65 metros de viaje. Las imágenes grabadas de este descubrimiento son sorprendentes.
Según parece, Anubis está relacionado con la estrella Sirio, que es la estrella más brillante de la Constelación del Can Mayor, y Upuaut con la Constelación de la Osa Menor.
El descubrimiento de los Textos de las Pirámides se le acredita a Gastón Maspero, quien fue el primero en ingresar a la Pirámide de Unas, el 28 de febrero de 1881, en Saqqara, pero asimismo otras dos pirámides que también contenían inscripciones jeroglíficas habían sido ya exploradas por Auguste Mariette (1821-1881), director del Servicio de Antigüedades Egipcias.
Mariette se había hecho famoso al descubrir el Serapeum de Saqqara, un gigantesco laberinto de galerías subterráneas que contenía docenas de grandes sarcófagos de los sagrados bueyes de Apis de Menfis. Asimismo fundó los Services des Antiquites y el Museo de Boulog, hoy transformado en el Museo de El Cairo, excepcional por su contenido.
Quien esto escribe fue en más de una oportunidad al mismo, y no deja de sorprender las antigüedades egipcias que contiene. Está ubicado en pleno corazón de El Cairo.
Al fallecer Mariette, el 19 de enero de 1881, Maspero fue nombrado director de los Services des Antiquites, y en la segunda semana de febrero de 1881, bajo un sol invernal, decidió investigar todo el frente de la Necrópolis Menfita, desde Abu Roasch hasta Lisht.
Las pirámides de Pepi I y Merenra habían sido abiertas por Emile Brugsch, asistente alemán de Mariette, la Pirámide de Unas se abrió el 28 de febrero, Pepi II y Neferkara el 13 de abril y Teti el 29 de mayo. Las excavaciones continuaron hasta fines de 1882.
Maspero informó: “en menos de un año cinco de las pirámides de Saqqara llamadas mudas han hablado. Las pirámides escritas en Saqqara nos han dado casi cuatro mil líneas de himnos y fórmulas, de las que la mayor parte fueron escritas originalmente durante el período predinástico de la historia egipcia”.
Se encontraron así miles de líneas de jeroglíficos. Textos que también tuvimos oportunidad de ver y “palpar”. Miles de años después, nosotros veíamos con asombro estos jeroglíficos inscriptos en las paredes. Allí estaba Osiris-Unas, también Sahu, el nombre antiguo de Orión, acompañando el techo cubierto de estrellas y textos por doquier. Teníamos frente a nosotros los secretos de las estrellas.
De las cinco Pirámides la que aportó mayor cantidad de textos fue la Pirámide de Unas, último rey de la V Dinastía. Las otras cuatro pertenecen a la VI Dinastía.
Sus textos no sólo fueron los mejores de la colección sino también los más antiguos.
Los Textos de las Pirámides se convertirían en los escritos más antiguos descubiertos en todo el mundo, miles de años antes a la compilación del Antiguo Testamento.
J. Breasted consideraba, de acuerdo a sus escritos de 1912, que: “Contrariamente a la impresión popular corriente, el cuerpo más importante de literatura sagrada de Egipto no es el Libro de los Muertos, sino los mucho más antiguos Textos de las Pirámides. Estos textos preservados en pirámides de la V y VI Dinastía en Saqqara, forman el cuerpo más antiguo de literatura que ha sobrevivido del mundo antiguo y nos revelan los primeros capítulos de la historia intelectual del hombre tal como ha sido preservado hasta los tiempos modernos”.
La traducción de los mismos ha sido un arduo trabajo. Ya Maspero había realizado este trabajo, pero le siguieron muchos otros, como el Dr. alemán Kurt Sethe (1910-1912), Prof. Samuel B. Mercer y Alexander Piankoff entre 1950 y 1970. Pero en 1969 Raymound Faulkner (filólogo inglés) produjo lo que es considerada la traducción definitiva.
Para sorpresa de todos, en 1946 un famoso egiptólogo egipcio, el Dr. Selim Hassan, publicó su interpretación de los Textos de las Pirámides y señaló en su trabajo Excavaciones en Gizeh que: “En algún período remoto de la historia del pensamiento religioso egipcio, existió la creencia de que después de la muerte del rey su alma se convertiría en una estrella entre las estrellas del firmamento”.
S. A. Mercer publicaría en 1952 una versión inglesa de los Textos y consideraba que: “La adoración a Osiris es sin duda prehistórica... en la Era de las Pirámides era un culto ya establecido”. (The Religion of Ancient Egypt).
Lo que nos dicen los Textos
Los antiguos egipcios consideraban que el rey era una reencarnación de Horus, el primer hombre-dios que reinó en Egipto y era adorado como hijo de Osiris e Isis.
Al morir el rey faraón creían que su alma partiría al cielo y se volvería un Osiris, como se puede apreciar en las docenas de pasajes de los Textos que al rey muerto lo llaman Osiris y éstos a su vez se volvían estrellas, y no cualquier estrella, sino las pertenecientes a la Constelación de Orión.
"Oh Rey, eres esta Gran Estrella, la Compañera de Orión, que atraviesa el cielo con Orión, que Navega el Otro Mundo (Duat); asciendes por el este del cielo, te renuevas en tu debida estación y rejuveneces a tu debido tiempo. El cielo te ha parido con Orión..." (T.P. 882-883)
"Mirad, ha venido con Orión, mirad a Osiris que ha venido como Orión ... Oh Rey, el cielo te concibe con Orión ... descenderás regularmente con Orión en la región occidental del cielo ... tu tercera es Sothis ... " (T.P. 820-822)
Aquí aclaramos que Sothis es la estrella Sirio, y ésta estaba relacionada con la crecida anual del Río Nilo que tenía lugar a fines de junio. Sirio se eleva después de la Constelación de Orión y lo mismo que Isis (diosa identificada con Sirio) forman una dualidad con Osiris - Orión.
Hay muchos pasajes que mencionan a Osiris - Orión y a Isis - Sirio juntos.
"El Rey es una estrella...”“ (T.P. 1583)
"El Rey es una estrella que ilumina el cielo...” (T.P. 362, 1455)
"Soy un alma... soy una Estrella de Oro...” (T.P. 886-889)
"Oh Rey, eres esta Gran Estrella, la compañera de Orión...” (T.P. 882)
"Ve y sé joven junto a tu padre (Osiris), junto a Orión en el cielo...” (T.P. 2180)
"En tu nombre de habitante de Orión...” (T.P. 186)
"Oh Rey, eres esta Gran Estrella, la compañera de Orión, que atraviesa el cielo con Orión, que navega el Duat con Osiris... " (T.P. 862)
"El cielo está claro, Sothis (Sirio) vive (aparece), yo soy un viviente, el hijo de Sothis..." (T.P. 458)
"La hermana del Rey es Sothis, la viviente del Rey es la Estrella Matutina... " (T.P. 357, 929, 935, 1707)
"El cielo está cargado... Nut ha dado nacimiento a su hermana (Sirio) en la luz del alba, yo mismo me levanto... mi tercero es Sothis..." (T.P. 1082-1083)
Y así podríamos seguir enunciando los innumerables pasajes que hacen mención a la conexión estelar del Cinturón de Orión y la estrella Sirio. Pero, ¿cuál sería la Estrella Matutina a la que se hace mención en los Textos de las Pirámides (T.P.) 357, 929, 935 y 1707? ¿La simiente del rey? Una estrella que nace del vientre de la estrella Sirio (Sothis).
¿Qué estrella hay cercana a Sirio? Ninguna.
¿Algún planeta? Tampoco, ya que según los estudios llevados a cabo científicamente ningún planeta podía estar cerca de Sirio para esos tiempos.
¿Qué objeto brillante había en esa época que hoy no vemos?; ¿una estrella perdida?
Y aquí nos encontramos con otro enigma.
El misterio de Sirio
Robert Temple, autor del famoso libro El Misterio de Sirio, nos detalla con fundamentos comprobables que una tribu del Sabel, en el África Occidental, los Dogon, que hoy habitan la República de Malí en la planicie de Bandiágara, en las montañas Hambori de Malí, hablaban de una estrella invisible compañera de Sirio (Sigi Tolo en su lengua). Sus fuentes eran de orígenes ancestrales.
La meseta está ubicada a más de 400 km al sur de Tombuctú, y es durante casi todo el año un lugar desolado, rocoso y árido, cuyas aldeas son construidas con barro y paja.
La tradición dogon venía del Antiguo Egipto. Éstos conservaban registros físicos sobre esta estrella hoy conocida como Sirio B (o Po Tolo para ellos), a través de máscaras de culto que están almacenadas en cavernas.
¿Cómo una tribu primitiva conocía la existencia de esta estrella invisible?
¿Cómo habían obtenido su conocimiento?
Sirio B es apenas visible usando un telescopio muy poderoso. Es superdensa, una enana blanca en términos astronómicos.
Alvan Graham Clark fue el primero en verla en 1862 con un telescopio, y recién en 1970 el astrónomo Irving Lindenblad obtuvo la primera fotografía de Sirio B. Más aún, los dogon sabían de una tercera estrella a la que llaman Emma Ya, recientemente descubierta y conocida como Sirio C. ¿Entonces...?
Robert Temple, graduado en Estudios Orientales y Sánscrito, miembro de la Royal Astronomical Society, escribía: "Cuando empecé a escribir en firme este libro en 1967, toda la cuestión estaba enmarcada en términos de una tribu africana, los Dogon... Los Dogon estaban en posesión de información concerniente al sistema de la estrella Sirio que era tan increíble que me sentí movido a investigar el material. El resultado, en 1974, siete años después, se resuelve en que he podido demostrar que la información que poseen los Dogon en realidad tiene más de 5.000 años de antigüedad, pues ya disponían de ella los antiguos egipcios en las Eras Predinásticas previas al 3.200 a.C.".
La historia comienza en 1931 cuando dos antropólogos franceses, Marciel Griaule y Germaine Dieterlen, decidieron investigar a fondo esta tribu y convivieron así 21 años seguidos con ellos. Allí aprendieron y supieron de los amplios conocimientos y sagrados secretos que tenían. Los sacerdotes les informaron que hace miles de años unas criaturas anfibias a las que llamaron Nommo vinieron del espacio, más precisamente de la estrella Sirio, (ubicada a 8.7 años luz de distancia), para enseñarles diversos conocimientos. De ahí su amplia sabiduría acerca de la astronomía. Y no sólo acerca del sistema de Sirio sino también sobre el Sistema Solar. Que la Luna era seca y muerta, que Saturno tenía anillos alrededor, sabían de las Lunas de Júpiter, que los planetas giran alrededor del Sol, que el Universo es infinito y muchísimo más.
Temple descubrió que los dogon hacían dibujos en la arena representando el descenso en espiral del “arco” de los Nommo en esta región. Se dice que los Nommo aterrizaron al noreste del territorio dogon, lugar de donde ellos afirman ser originarios.
Los sacerdotes, cuando se referían a la llegada y aterrizaje del “arca”, informaban que: “ésta tomó tierra en terreno seco y desplazó un montón de polvo por el torbellino que causó. La violencia del impacto marcó el terreno...”.
Los dogon, vecinos de los egipcios, conocían plenamente al sistema de Sirio, que en palabras de Robert Temple las pistas que brindan constituyen “una verdadera avalancha”.
Peter James, historiador, nos dice que: “Ninguno de los mitos, tal como han llegado hasta nosotros, describe el tipo de conocimiento acerca de la astronomía invisible de Sirio que los dogon parecen poseer”.
También cita la relación entre Isis y Osiris, diciendo que: “Isis, la diosa de Sirio, tenía un marido llamado Osiris... Uno de sus aspectos era Anubis, un dios con cabeza de chacal. No hay mucho más, pero por lo menos sugiere la posibilidad de que también los egipcios conocían a la compañera invisible de Sirio”, hoy llamada Sirio B.
Un enigma más que se viene a sumar al propio, que son los Misterios Milenarios de Egipto.
EL AUTOR es Analista en Sistemas y especializado en estudios de Ciencias Naturales. Investiga el fenómeno OVNI desde 1977. Sus trabajos han sido publicados en diversas revistas especializadas así como en diferentes sitios web.
© Guillermo Daniel Giménez – Derechos reservados.
Reproducido con permiso expreso del autor
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