Verano: OVNIS, monstruos y situaciones tenebrosas
Verano: OVNIS, monstruos y situaciones tenebrosas
Por Scott Corrales (c) 2010
En la versión
americana de su libro Anatomy of a Phenomenon, Jacques Vallée presenta una
situación hipotética en la que los súbditos de un reino medieval presencian
luces extrañas en el cielo – pensemos en los fenómenos que nos describía
Gregorio de Tours – que les llenan de consternación. Ni el rey ni sus sabios
saben la forma de tranquilizar a la población, hasta que el gracioso de la
corte dice abiertamente (The Scientific Problem, página 127): --¿De qué nos
sirve mirar hacia arriba, cuando las mujeres bonitas están abajo? El
campesinado recapacita, se ríe, y hay una explosión demográfica en meses
futuros…
Sirva esta amena
ficción del gran ufólogo como preludio al tema de la cantidad de avistamientos
ovni que se producen en el verano. Aunque puede resultarnos obvio – buen
tiempo, días largos, menos gente encerrada en sus casas – la archivista Cassidy
Nicholas de MUFON ha localizado memorandos de la CIA que comprueban el alza en
los avistamientos de verano desde 1949. Las cifras marcan un incremento
considerable entre los meses de mayo y agosto. Entre otras causas se puede
argumentar que las películas taquilleras y relacionadas con el espacio suelen
lanzarse en el verano, cebando la mente del espectador para confundir las luces
de una torre de radio con un vehículo de
procedencia desconocida. Uno de los mensajes del servicio de inteligencia
incluye una gráfica que pregunta: “¿Acaso ha comentado alguien sobre la curiosa
distribución de las observaciones? ¿Existe algún factor de locura veraniega? ¿Asteroideos
prominentes en la temporada? Etc. etc.”
El 31 de julio de
1960, los bañistas en la playa de la californiana Malibú contemplaron "un
objeto del tamaño de una toronja" con larga cola verde, avistamiento dado
a conocer a la policía. Se recibieron llamadas de Los Angeles, San Gabriel y
Lancaster en las inmediaciones de la base Edwards de la fuerza aérea. Días
antes, el 19 de julio de 1960, un objeto
de descripción parecida cruzo los cielos de San Louis, Missouri a eso de las
21:30 horas. Los intentos por descartar este intruso como un mero globo sonda
fueron infructuosos, puesto que el negociado del tiempo afirmó no haber lanzado
ningún artilugio semejante. Cientos de personas se comunicaron con el periódico
Globe Democrat y la policía para dar parte sobre este objeto que interrumpía el
sosiego de la noche de verano. Un portavoz de la USAF, dijo que 'lo más
probable' era que el público había visto algún bombardero repostando
combustible en las altura. Otra explicación sumamente conveniente.
Pero, ¿podía la
USAF desmentir lo siguiente? El 22 de julio de 1960, el periódico Miami Herald
(prestigioso rotativo de dicha ciudad) hizo a sus lectores partícipes de un
evento singular en la página catorce: noches antes de esta fecha, una nube
brumosa de núcleo brillante se dejó ver sobre Miami, causando un apagón –
fenómeno asociado a menudo con los ovnis en aquel entonces. La policía recibió
una llamada insólita: el populacho estaba persiguiendo un “astronauta” cuyo
casco contenía “matices dorados” a lo largo de la avenida Collins de dicha
ciudad, entre las calles 73 y 75, para más señas. Para cuando llegaron los
agentes de la ley, el extraño personaje había desaparecido. Más raro aún, los
investigadores de la organización APRO comprobarían que la nota de prensa
también desparecería de la editorial. El incidente se tornaba aún más curioso
al considerar, a juicio de APRO, “la similitud de este evento con otro parecido
en Brasil ocurrido un mes antes”.
En la noche del
21 de julio de 1.977, tres miembros del departamento de policía de Bradford,
Pennsylvania (EUA) llegaron a la manera en que dos objetos luminosos volaban a
baja altura sobre la ciudad en dirección hacia el cementerio de Oak Hill. Esa
misma noche, un ovni triangular con luces blancas y rojas fue visto sobre
Limestone, Nueva York (a cinco millas de distancia). A la misma vez que se
producían los avistamientos, sucedía otro misterio que no podía explicarse con
facilidad: "señales de radio no identificadas", transmitidas
mayormente en un idioma parecido al español, que abrumaban las ondas radiales
de la localidad e interferían con las comunicaciones de los departamentos de
bomberos y de policía. Algunos expertos locales intentaron explicar el fenómeno
como "saltos radiales" (radio skips, en inglés), jamás se ofreció una
explicación sobre las anomalías radiales. Cabe señalar que el investigador John
A. Keel investigó casos durante los años '60 en los que "transmisiones en
un idioma desconocido, parecido al español" irrumpían en los
radiorreceptores domésticos y automotrices.
El verano también
es para los monstruos
Corría el mes de
julio de 1989 y Suzanne Ocheltree, la joven gerente de un McDonalds en la
comunidad de Sago, estaba a punto de cerrar el establecimiento con cuatro de
los empleados que eran sus amigos. Este grupo a menudo se dedicaba a hacer
camping en las cercanías e investigar las maravillas naturales de su estado.
Sin más, Ocheltree y sus amigos decidieron ir a dar una vuelta por Red Rock
Road al oeste de la población de Buckhannon a la 1 de la madrugada.
Entrevistada para
el libro West Virginia UFOs (1994) Ocheltree recuerda que antes de ponerse en
camino, se sintió invadida por una sensación de temor, segura de que “algo
terrible les iba a suceder” si se empeñaban en visitar dicho sector a esa hora.
Sus compañeros trataron de calmar su preocupación y el grupo se bajó del coche
al llegar al prado dominado por una antigua granja abandonada.
“Sabes que ahí
espantan”, dijo uno de los chicos de su grupo jocosamente, dirigiéndose hacia
la estructura que apenas podía verse en la oscuridad. Entre risotadas y
comentarios de mal gusto, el resto del grupo subió la cuesta hacia la
destartalada granja. Suzanne se había resistido inicialmente a formar parte de
la expedición a la ruina, pero prefirió no quedarse sola al lado del coche.
“Fue entonces que
escuché como regresaba corriendo el chico que se había adelantado al resto del
grupo”, explicó la mujer al investigador Bob Teets. “Volvió corriendo con el
rostro blanco y los ojos desorbitados, gritando que algo lo perseguía, que le
pisaba los talones. Todos miramos a la dirección indicada y pudimos ver una
forma oscura, de unos dos metros de alto, con la forma de un hombre alto. No
podía vérsele la cara,pero tenía unos enormes ojos de color verde
fosforescente”.
Los cinco
visitantes dieron la vuelta y echaron a correr, saltando sobre verjas
derrumbadas y evitando obstáculos que eran casi imposibles de ver en la
oscuridad. Mientras que huían, explicó que la sombra negra parecía seguirlos,
aunque sólo resultaba posible ver los enormes ojos verdes.
Internándose en
el coche y abandonando el lugar maldito a toda prisa, Suzanne Ocheltree
recuerda que hicieron el viaje de vuelta al estacionamiento del McDonalds en
absoluto silencio, pero al llegar a su destino, ella no pudo sino exclamar que
no podía bajarse del coche sin saber primero que todos habían visto lo mismo
que ella. “Verdaderamente no sabemos lo que fue, pero sentimos miedo, mucho
miedo. Había una sensación de maldad en la zona...después del incidente, llegué
a escuchar relatos sobre adolescentes que realizaban prácticas satánicas en la
región. Se dijo que las paredes de la granja arruinada ostentaban emblemas
satánicos y que la policía tuvo que investigar”.
La experiencia de
Susan Ocheltree no es única. Otras personas en otras partes del mundo que han
entrado –sin saberlo—en lugares empleados para prácticas de magia negra se han
encontrado a menudo con “guardianes” de corte sobrenatural que parecen vigilar
la zona. En este caso, el protector de los secretos de la granja abandonada lo
era una sombra negra...
La noche del 1 de
julio de 1981, dos miembros de la familia Roberts montaban guardia en el techo
de su casa. Desde semanas antes, los granjeros habían sufrido la muerte de sus
animales a manos de los gigantes peludos conocidos como “piegrande”, “sasquatch”
y toda una gama de nombre. Mientras que los vigías se apoyaban contra la
chimenea para no caerse, se produjo un fenómeno de alta extrañeza que dejaría
cortas las manifestaciones de los gigantes peludos.
Cuatro luces
redondas, que cambiaban de color e intensidad, se paseaban entre la arboleda
lejana, guardando el aspecto de enormes tanques de petróleo, emitiendo luces
que podían alumbrar una zona de aproximadamente una hectárea como si fuese de
día. Los gritos aterradores “de mujer”, como los clasificarían Roberts y sus
hijos, comenzaron a escucharse casi enseguida. Peor aún – los defensores podían
ver siluetas negras corriendo entre los árboles, siluetas de ojos rojos.
Los defensores
abrieron fuego. Cada impacto de bala hacía que las siluetas emitiesen gritos,
pero sin surtir efectos letales. Las siluetas acusaban el impacto y salían
corriendo, gritando, para refugiarse en la arboleda.
En un momento
determinado, Roberts y su aguerrida familia percibió algo extraño. Uno de sus
caballos parecía haberse escapado y estaba en medio del campo, cerca de las
siluetas. Presos del temor, los granjeros se apuraron a revisar si otros
animales habían escapado de establo, pero no era así. La silueta oscura con forma de caballo no era
más que uno de “ellos”, haciéndoles creer que una de las bestias del
establecimiento rural se había escapado.
Cargando sus
escopetas de nuevo, los defensores abrieron fuego contra el caballo impostor,
que emitió un grito y un gruñido, corriendo para refugiarse en la parte
noroeste de la granja.
Dennis Pilichis,
el investigador forteano que acabaría por convertirse en el cronista de la
historia de Roberts y su asedio paranormal, escribiría lo siguiente en el
monográfico The Night Siege-The Northern Ohio UFO-Creature Invasion (1981):
“Es digno de
notarse que durante todas estas correrías en la noche, un objeto volador
sobrevoló la granja a unos 200 pies de altura. Tenía la configuración de una
caja de cigarros. Los miembros de la familia que estaban apostados en el tejado
en aquel momento observaron que tenía luces azules a su derredor con una luz
roja más brillante en su centro. El objeto parecía provenir de las profundidades
del bosque, pasando sobre la arboleda, volando lentamente sobre la granja y
cruzando la calle hacia el suroeste, pasando sobre los maizales...el padre
disparó contra el objeto mientras que volaba sobre sus cabezas, apuntando hacia
la luz roja. Creyó haber escuchado el sonido de una bala que hacía impacto
contra algo hecho de vidrio. El objeto siguió volando sin haber acusado daño
alguno, salvo que la luz roja ya no podía verse. Ningún miembro de la familia
recuerda haber escuchado sonidos provenientes del aparato y están seguros de
que no se trataba de ningún avión o dispositivo hecho por la mano del hombre”.
Durante las
semanas de julio de 1981, Pilichis se convertiría en la única persona
interesada en el caso de los Roberts y en prestarles ayuda, documentando las
extrañas huellas halladas en los predios mediante fotografías en película de 35
mm y haciendo moldes de escayola de pisadas de dos, tres y cinco dedos.
Acompañado por otro investigador – Jim Carnes, natural de Mecca, Ohio –
Pilichis llegó a participar en la defensa activa de la granja y a presenciar
los “ojos rojos” de las siluetas, que a veces emitían extraños resplandores
blancos.
El silencio de
los aparatos extraños
El 13 de julio de
2001, un periódico británico publicó la extraña noticia de un acontecimiento
extraordinario: un enorme dirigible rígido de procedencia desconocida había
aparecido sobre el puerto de Liverpool la semana anterior. A las 11:00 a.m. del
3 de julio, docenas de testigos dirigieron sus miradas al cielo para presenciar
un objeto fusiforme, como un cigarro plateado. La mayoría de los testigos aquél
cálido día de verano coincidieron en que el objeto se había materializado de la
nada. Una mujer afirmó haber visto la enorme sombra proyectada por el objeto
sobre la tierra, ya que era un día soleado. Cuando se les preguntó por la
descripción, la mayoría de los espectadores coincidieron en que parecía un
zeppelín o dirigible.
Las dimensiones
del objeto desconocido se calcularon en unos 300 pies de proa a popa (aunque
otros manifestaron que el intruso era mucho más pequeño, con una longitud total
de ciento cincuenta pies). Las autoridades locales y los controladores de
tránsito aéreo en Liverpool se vieron inundados de llamadas provenientes de
ciudadanos preocupados. El intruso representaba un problema importante para los
funcionarios del aeropuerto, ya que representaba un problema potencial para los
vuelos comerciales que pretendían despegar o aterrizar en la región. A pesar de
todo esto, el dirigible fantasma no podía ser captado por los radaristas,
aumentando la preocupación.
La nota de prensa
informaba que las redacciones y estaciones de radio en todo Liverpool
recibieron tantas llamadas al respecto que las centralitas no se daban abasto.
El dirigible fantasma volaba a alturas tan bajas que los oficinistas en los
rascacielos podían verlo casi al ras de los edificios. Una empleada, temiendo
la inminente colisión con el objeto, salió corriendo de su oficina escaleras
abajo. Pero quienquiera que haya estado al mando del enorme aparato pudo
esquivar el edificio y hacer que su nave se alejara flotando. Otros informes
indicaron que el aparato fue percibido en una multitud de ciudades inglesas, la
última de ellas siendo Blackpool, donde se le vio volando a una milla de la
costa a eso de las ocho de la noche.